Después de días difíciles, entre bajones de presión y peleas con los otros - aunque fueron dos cosas que fueron en paralelo -, volví. Y volví después de una remodelación, además. Esta remodelación se originó por dos motivos: mi hermana recientemente se independizó y además, desde hacía rato ya, necesitaba construir mi "propio" espacio.
Ahora, antes de ser tres en un mismo cuarto, somos dos. Mi hermana mayor, originalmente considerada como la hermana del medio, todavía está bajo mi mismo techo. De todos modos, no tiene planes de quedarse siquiera un promedio de dos años más compartiendo luz, ventilador y derivados. Así, entre trabajo suyo, actividades culturales mías, facultad, su novio, mis amigos; poco es a veces lo que nos vemos. No obstante, ahora, la pieza tiene las tres cuartas partes a mi favor.
Antes teníamos dos camas marineras donde en la parte de arriba dormía mi hermana que se fue y en la parte de abajo, reposaba yo. No puedo explicarles, realmente, los calores que pasaba por lo poco que me llegaba el ventilador o el poco lugar en el ropero. Fueron cosas que siempre me parecieron molestas, es la verdad, pero a las cuales me había acostumbrado. Con el paso de los años, el término del colegio secundario, el inicio de mi carrera universitaria, y esa necesidad inminente de tener un lugar para mí, dentro de una casa pequeña, fueron aumentando. Lo más necesario, a mi ver, era un pequeño recoveco de estudio. Sí, un lugar para disponer de todo mi material, con Internet cerca y apuntes de la facu. Lo necesitaba porque me parecía engorroso estudiar siempre en la mesa de la cocina y tener que desocuparla cada dos por tres, según las comidas del día. Sin hablar de la televisión de fondo, los ruidos de mi perro, el teléfono, las voces y las conversaciones que (en caso de querer entender la Gramática española) no pretendía interpretar.
En este contexto llegó el fin de semana tan ansiado. Y, realmente, mi cuarto es ahora un lugar de confort para mí, tal como quise desde siempre. Parece que no en vano le decía desde los ocho años a mi papá que quería un escritorio propio, para mis cuadernitos (porque además le pedía a mi mamá que me comprara cuadernitos tapa blanda en el kiosco, porque me gustaba escribir y dibujar); y parece, además, que valió la pena tanto insistir, porque el Universo - Dios, Alá y Buda también - escucharon mis demandas.
Ahora tengo placard doble, donde separo la ropa por estación y la cuelgo en perchas. Además tengo espacio para todos mis cosméticos (léase: cremas, tratamientos para el pelo, perfumes, aceites para el pelo, tratamientos faciales, shampoo; etc), lo cual para mí genera una amplía, muy amplia, cuota de alegría. Por otra parte, mi papá, cortó las camas con techito, como les decía yo, y me dejó una cama de una plaza. Eso facilitó el desplazamiento y así, se hizo la magia: quedó mucho más lugar.
Lugar donde entró un escritorio, donde se acomodó mi pequeña biblioteca, donde se organizarán pronto mis libros de otra manera y donde además, se generó mi tan ansiado espacio de estudio. Realmente, me gustaría tener una foto de antes y otra de después, porque las diferencias son muy notorias. Hablo de cuán a fondo afecta la distribución de los objetos a un solo lugar. Y al margen de que limpié mucho estos días, realmente, valió la pena, y mucho
Antes dormía contra la pared, al igual que mi hermana quien todavía convive conmigo. Ahora duermo en el medio de la pieza, de manera paralela a su cama. Como mi cama es de una plaza tiene mejor movilidad y después de semanas de idear en mi mente la mejor posición de todo, y de ponerme de acuerdo con ella - quien por suerte no se opuso a prácticamente nada -, aproveché uno de los ángulos de la habitación. En ese ángulo es donde ahora está mi escritorio. Sobre él está la notebook, cosas de la facultad, libros de literatura latinoamericana, una pequeña lámpara de sal, un lapicero y una cajita con cubierta de Gustav Klimt - mi pintor favorito - que me regaló mi profesora de Literatura cuando terminé el secundario después de enterarse que me gustaba mucho como le había quedado. Al costado, mi pequeña biblioteca, donde reposan ya sea en su base como en su interior, otro montón de libros. Los que tengo a la vista son tres de Isabel Allende que el canillita me consiguió de oferta la semana pasada. Al lado de esos libros, mi espacio para los santos, pequeñas estatuillas de Cortázar y una latita con sahumerios.
En el espacio bajo la mesa de la televisión, todavía sigo teniendo sobrecarga de libros. Eso se solucionará cuando mi viejo me coloque la repisa que está reposando a mi izquierda, un tanto más lejos de mi cuerpo, y cuando además, coloque también el corcho para pegar papales, a mi otro costado, donde hay pared dispuesta. Esos serían los últimos dos detalles, pero con lo bruto terminado, ya estoy más que feliz. Es un deseo cumplido para mí, aunque suene tonto. Me sorprende que hasta tengo espacio para colgar cuadros, por ejemplo, cosa que no había hecho nunca antes.
Lo que respecta a la cama, es otro tema. Lo único que puedo decir en mi defensa, y a modo de advertencia, es que no se cómo voy a hacer para salir de ahí cuando haga frío y entre temprano a la facultad. De verdad, hoy dormí dos veces la siesta. ¡Es un pecado esa cama! Al costado de ella, por otra parte, tengo mi histórica mesa de luz, que conserva lo habitual. Algún que otro libro más, despertador, lámpara, tarjeta sube y otros pequeños objetos que contribuyen al principio de despiole que se va originando.
Pero, más allá de todo lo material y la distribución de esto mismo, una parte de mí está aliviada, reconfortada y feliz por tener su propio espacio. A cada rato miro mi escritorio, sonrió y pienso: " acá sí que puedo escribir", y esta entrada es la fiel constatación.
¿Algún consejo de decoración? ¿Alguna artesanía bonita - y no tan compleja - que pueda hacer?
que bueno el lograr un espacio propio... fundamental!!! y me gustó eso de estatuillas de Cortázar... quiero verlas!!!! sale foto....
ResponderBorrarno creo que sea una pieza tan chica si entran 2 camas y un escritorio... pobre tu papá, debe hacer magia ja....
a disfrutarla entonces...
No es poco que tengas tu propio espacio.
ResponderBorrarEs interesante como lo contás.