Ocho meses llevaba sin asistir a un concierto y, siendo
sinceros, durante todo este largo tiempo no lo he echado en falta. No sé, quizá
sea saturación después de tantos años. La verdad, si descontamos ciertos eventos especiales como fue Kris
Kristofferson el pasado mes de septiembre en Barna, la magnífica actuación de
Eric Burdon en el Niemeyer o The Black Crowes en Amsterdam, pocas cosas me han
dejado K.O. Las bandas pequeñas que intentan hacerse un nombre me dicen bien
poco. La falta de actitud, imagen y muchas veces las pocas ganas que le ponen
para ganarse tu confianza, hace que vaya desistiendo a la hora de acudir a una
sala. Algunas formaciones incluso a
duras penas llegan a la hora y cuarto de actuación y eso es algo que deberían
replantearse si quieren ganarse un público más amplio.
En fin, no quiero agobiar al personal con mis elucubraciones
y mis sensaciones sobre los bolos actuales y me ceñiré en lo vivido este pasado
sábado con Marc Ford. Creo sinceramente que este tipo merece que te desplaces
para verle en tu ciudad. No veo que en el rock actual sobren músicos con la
clase y finura que demuestra el ex Black Crowes. Sé que su anterior y
accidentada gira con The Steepwater Band fue para muchos una auténtica
decepción, pero a la vez pienso que este hombre merece una segunda oportunidad
y ayer lo demostró con creces con un concierto de ¡2 horas y cuarto! con
bastante momentos memorables que seguro hicieron felices a los pocos que
acudieron a su cita.
La velada se basó en dos partes muy diferenciadas. La primera
hora se centró en su totalidad en defender su nuevo álbum “Holy ghost”, que si
bien no me acaba de convencer del todo, en directo las canciones ganan en
cuerpo y matices. En ese aspecto temas como “Blue sky”, “Dancing shoes”, “Turquoise blues” y sobre todo una arrebatadora "In you" han brillado dentro de ese set más intimista. Pasando la
primera hora llegaron más decibelios y la vena eléctrica con un pequeño repaso
a su carrera en solitario destacando obras de orfebrería como “Smoke
Signals” o “California”. En los bises, que por cierto prolongó bastante,
apareció otra joya de su propia cosecha como es “Currents “, donde se lució de
manera sublime, terminando con una cover del maestro Robert Johnson y recreada
en su día por Eric Clapton como es “Steady rollin’ man”. Eché en falta muchas
de mis preferidas como es el caso de “Just let it go”, “Idle time”, “The same
thing” o “Wake up and walk away”, pero eso no empaña en reglas generales una
actuación más que notable.