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jueves, febrero 24, 2011

Enrique Banchs / El Cristo del juzgado




El Cristo del juzgado


Mientras lee el secretario con voz que atrista
de los considerandos partes primeras,
el juez que tiene cara de prestamista
va marcando el programa de las carreras.

Se trata del proceso de un anarquista
que gritó cuatro cosas por las aceras,
y el a latere docto pasa en revista
los cargos que merecen penas severas.

Tiene el muro un doliente Crucificado
que fermenta en sus llagas toscos rubíes.
Cercanas a los clavos del pie llagado

se entretejen rojizas llagas de herrumbre...
(¿Qué hará entre providencias y entre otrosíes
ese cuerpo de ayunos y mansedumbres...?)

Las barcas [1907]

Enrique Banchs ((Buenos Aires, 1888-1968), Antología de la poesía argentina, tomo I, selección de Raúl Gustavo Aguirre, Ediciones Librería Fausto, Buenos Aires, 1979

Foto: La Prensa

jueves, noviembre 20, 2008

Odio era: no es. Que ya no existe


II

Odio era: no es. Que ya no existe
esta otra fiebre de la carne viva.
A tanto que me muere no resiste
este otro orgullo de violencia altiva.

Antes era mi ser todo tormenta,
todo contradicción, lucha, mentira;
tendía la mirada turbulenta
el arco de la ira.

Y en divergentes fuerzas me partía,
y hoy soy hogar de sólo una energía
suprema, que alimenta un gesto eterno:

un amor pensativo y doloroso.
Por él soy como un lago silencioso
entre grandes montañas, en invierno...

Enrique Banchs (Buenos Aires, 1888-1968). La urna, Ediciones Proa, Buenos Aires, 1999, con cuatro estudios para un retrato, de Carlos Alonso

Primera edición: Otero & Co. Editores, Buenos Aires, 1911

Nota: Es más conocido el primero de estos dos sonetos dedicados al odio (ver Antologia votada...)

Ilustración: Banchs, por Carlos Alonso, en la portada de la edición de Proa, 1999

Banchs en este blog
Gota de herrumbre y Las risas

viernes, septiembre 12, 2008

Herrumbre y risa


Gota de herrumbre

El terror de la muerte
tenía un triste corazón opreso
como invencible túnica de Neso;
el terror de la muerte.

Dije a ese triste corazón: hermano,
si nadas esperas, ¿por qué tienes miedo?
¡oh triste corazón, podrido y vano!
si nada esperas, ¿por qué tienes miedo?

Las risas

Francisco Rabelais ríe ruidosamente
con los puños cerrados sobre el hígado, como
ríen las mesoneras. Pero ¡cuán sutilmente
corta de Machiavelo su fino labio acromo!

La sonrisa de Hugo fue familiar y tierna:
algo de madre joven y algo de Carlomagno.
Y era la de León Trece -tan infantil y eterna-
de viejito sin dientes al pie de un roble magno.

Desde el lucero suave, que apenas es sonrisa
fugitiva en la angélica boca de Monna Lisa,
hasta la de Edgar Alan Poe, risa de calavera,

el alma que se asoma al jardín de las frases
como un volatinero, cambia tantos disfraces,
que siendo siempre virgen, a veces es ramera.

Enrique Banchs (Buenos Aires, 1888-1968), El cascabel del halcón, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1968