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martes, julio 08, 2014

WOVENHAND, "THE REFRACTORY OBDURATE" (2014)


Hace años que David E. Edwards no me deja sin respiración, aplastado y seco, como solía.

Wovenhand facturan discos que ya no sorprenden, con megatones de fuerza bíblica detrás, como siempre, pero algo se va quedando por el camino a fuerza de repetir la plegaria. Me encantó aquel The Threshing floor del 2010, porque ponía el foco en tejidos acústicos, más reposados. Recuperada la senda del gótico oscuro y grandilocuente, este Refractory Obdurate acaba entrando en mi, pero más por mi condición de creyente en Mr. Edwards, que porque aporte algo significativo a su carrera. 

Wovenhand empiezan a grabar demasiado y el punto de hervor se está perdiendo.

martes, mayo 14, 2013

WOVENHAND: "THE LAUGHING STALK" (2012)

Las canciones de David Eugene Edwards siempre me han ayudado a definirme, a encontrarme y a perderme, siempre han tocado algo muy profundo de mi. Con este tipo me pongo serio, no hablo de su música con cualquiera, no quiero hablar de estas canciones con gente que no vaya a entender al 100% lo que siento, son importantes, no me gusta que me las estropeen. Ya fuera con 16 Horsepower, como con Wovenhand, David Eugene Edwards es uno de los artistas más importantes de mi vida, a la altura de los grandes en mi panteón. Me siento feliz porque con este último, de 2012, The laughing stalk, Wovenhand vuelven a cautivarme, de forma monumental, no en el formato semi acústico, como folk gótico del anterior y notable The thresingfloor (aquí mi post del disco), sino con la herramienta que mejor sabe utilizar Edwards, el púltpito, las atmósferas apocalípticas, el desierto, Joy Division... Han pasado los años, y a este hombre o lo entiendes o no lo entiendes. Él sigue en su historia, desviviéndose en cada interpretación, aunque ahora, para variar, en directo lo haga de pie, menos fascinante que cuando lo hacía sentado, pero igual de espectacular. El packaging del disco es precioso, y las sensaciones son brutales. Muy duro, dale a su fórmula country gótico o como jodiendas lo llamen un poco de punk, y quizás lo veas como yo, o no. Me da igual. ¿Quién es David Eugene Edwards? Ni idea, escucha su voz, su música, y quizás te acerques.

martes, febrero 26, 2013

WOVEN HAND... DE PIE

Para mi fue una de las noticias musicales del 2012, en serio, David Eugene Edwards, el hijo de predicador que lleva quince años emocionándome con su música como pocos han conseguido nunca, estaba haciendo conciertos con sus Woven Hand ¡de pie! No, no es que este obtuso personaje haya tenido alguna vez problemas de motricidad, simplemente que hasta ahora siempre lo habíamos visto interpretando sus canciones sentado, alimentando poderes intangibles a través de su garganta, y entre sus manos un acordeón, un banjo o una Gretch. Verlo en directo era una experiencia mitológica, el hombre sentado, delante tuyo, llamando a dios y al diablo a enfrentarse una vez más en su música. No entiendo a David E. Edwards si no es sentado como un demente en una casa abandonada del desierto, meciéndose en el porche en un atardecer interminable. Y de pie sigue siendo una presencia impresionante, pero le prefiero como hasta hace bien poco. Y con temas como This rest, de lo mejor que ha escrito desde los discos de 16 Horsepower.

martes, mayo 25, 2010

WOVENHAND: "THE THRESHING FLOOR" (2010)


Menos mal, porque con el anterior disco de Wovenhand no sentí lo mismo que había sentido antes con ellos, o con la añorada primera banda del gran David E. Edwards, 16 Horsepower. De repente las canciones de uno de los autores que más me han impresionado ya no aullaban, no las sentía como antes, aunque Ten Stones no era para nada un mal disco. Con este The Threshing Floor no las tenía todas conmigo, pero ha sido escucharlo una vez y todo ha vuelto a su lugar. Es más acústico, más tribal, con más influencias orientales (tradiciones musicales del Este de Europa), y David E. Edwards está más desparramado que nunca. Directamente, el ser humano ya puede considerar como irrecuperable a este hombre. Sus plegarias hechas canción se enroscan en si mismas y son desesperantes, agónicas, hay temas de Wovenhand que no son canciones, son procesiones, romerías hacia el cielo o el infierno, según tengas el día. Pero eso ya lo sentía con los maravillosos discos de 16 Horsepower (Secret south es una obra maestra insuperable, pero todo lo demás es igual de valioso), y lo bueno es que ahora vuelve de forma más radical que nunca.



Pasajes acústicos martilleantes, rebosantes de belleza como This rest (he escuchado este tema una y otra vez en los últimso días, y lo seguiré haciendo en los próximos) se alternan con el caos de The Threshing Floor o la ascendente Behind your breath. Me da la sensación de que a cada año que pasa hay más gente que se aleja de David E. Edwards, su convicción e insistencia, sus perfomances al límite, sentado, con la guitarra o el banjo en el regazo, mirando al público con los ojos enrojecidos, pueden agobiar, pero yo sigo rendido a sus palabras, su música y la tremenda confianza que tiene en lo que hace.

martes, diciembre 02, 2008

WOVENHAND: "TEN STONES" (2008)


16 Horsepower es una de las bandas de mi vida, y una vez separados, el proyecto en solitario de su líder David Eugene Edwards, Wovenhand, me llenó igualmente, Mosaic es un disco extraordinario, árido y tremendista, como nos gusta a los seguidores de este hombre, y la gira que lo trajo aquí hace un par de años fue para mi la confirmación de que no me equivocaba al amar todo lo que había grabado este fanático religioso, eterno anunciante del apocalípsis en pleno desierto del medio oeste, David E. Edwards. Ahora llega Ten Stones, nuevo disco de Wovenhand, y no hay nada que falle: la inicial The beautiful axe tiene la garra eléctrica que ya poseía el inicio de Mosaic, la siguiente Horsetail es puro 16 Horsepower, luego está la preciosa Cohawkin road o Quiet nights of quiet stars, un tempo más jazzístico, extraño en el mundo de David E. Edwards. Pero el disco ha tardado, está tardando en prender llama en mi corazón, como sí hicieron instantáneamente hace años Secret South o Folklore, las obras capitales de 16 Horsepower, y no es culpa de la banda, las canciones o su líder, no es nada más que la prueba de que la valoración que hagas de un disco (o cualquier obra de arte en general), depende de tu estado de ánimo. Será que últimamente no tengo muchas ganas de escuchar plegarias en el desierto, en la noche más oscura, con un banjo lejano, con una guitarra lanzando señales de humo desde una alta montaña, a mucha distancia, será que no tengo ganas de "música seria". Hay veces en que estás jodido, y por ello cualquier disco alegre y rockero de Kiss te parecerá una mierda, o al revés, estás tan feliz que en ese instante, una lacónica tonada de Tom Waits te parece estúpida y no entras en ella. Por eso, en el fondo, los críticos que valoran y escriben sobre cualquier disco en cualquier momento, lanzando opiniones definitivas independientemente de que tengan ganas de escuchar la obra de turno, son unos farsantes. Hay veces en que no podría ni escuchar el Exile on main street de los Stones porque, simplemente, mi cuerpo no me lo pide, y por eso, en ese instante, ese disco no significa mucho para mi. Pero sé que mi cuerpo me pedirá en breve escuchar una y otra vez este Ten Stones, siempre lo ha hecho con David E. Edwards; sigo pensando que entrar en su universo es una experiencia que te marca.