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miércoles, 13 de enero de 2016

David Bowie - Low (1977)


David Bowie, en la primera parte de los años 70 se convierte en una estrella indiscutible, por editar discos que pasan a la historia de la música y por romper moldes en todos los sentidos, ya que sus alter-egos y sus imágenes irreverentes, le convierten en un verdadero icono que traspasaba más allá de lo musical. Su melena pelirroja y su adicción a las drogas, todo tipo de escotes, prendas y maquillajes que suponían una ruptura con las normas estéticas, le elevaron a la categoría de ídolo, incluyendo la androginia que hoy fascina las pasarelas, por no hablar de su abierta bisexualidad. Pero si en esa primera mitad de la década setentera, Bowie se convierte en leyenda viva, es en la segunda mitad donde Bowie es más Bowie que nunca, se reinventa y parte la pana, sabe evolucionar como pocos, consiguiendo ser único e inimitable. Ya con Young Americans da un giro al soul en 1975, y con Station to station un año después incluso mezclado con aires jazz, pero es sobre todo en 1977 con Low cuando hablamos de una ruptura definitiva con su anterior status, de un viaje a una nueva galaxia musical, de la experimentación a saco, la inmersión en la cultura centroeuropea, la de Berlín y el krautrock.
Es ahí, en terrenos en principio poco propicios para él, donde unido a Brian Eno (que venía de su travesía por el desierto después de dejar Roxy Music) empezará a crear otro universo propio y ser vanguardia absoluta, que no todo el mundo entendió, cosa que a mucha gente le costaba ya que seguían en Ziggy Stardust o Aladdin Sane, pero él iba siempre por delante, y todo esto a la vez que ayudaba decisivamente a Iggy Pop a hacer historia con The Idiot y Lust for life en ese mismo 1977, recordemos que vivían juntos en Berlín.


Abre el disco Speed of life, con esos saxos y sintetizadores además de ser un tema realmente adictivo y fresco por todos sus poros, e incluso diría que alegre con toque futurista, un instrumental genial para abrir el álbum. La guitarra inicial de Breaking the glass de Carlos Alomar nos abre un tema que en el fondo realmente es clásico, pero con una fachada de mucha novedad con ese toque funky. What in the world con esa trepidante percusión te embelesa rápidamente, mientras Carlos Alomar despliega poderío a la guitarra, además de esos dobles coros del propio Bowie. Y llega Sound and vision con esa intro instrumental donde los teclados de Eno navegan a sus anchas, con esa melodía espacial que te atrapa desde el principio y esa voz... esa voz... sideral. Always crashing in the same car es un medio tiempo, que me parece una joya en si misma. Be my wife se basa en un piano rimbombante y un solo de guitarra sideral, además de una melodía fantástica de un Bowie en estado de gracia, temón. A new career in a new town te seduce por sus sintetizadores del inicio, hasta que entra el ritmo brutal, una delicia compositiva, otro instrumental glorioso.
En su edición antigua de vinilo, la segunda cara comenzaba con Warszawa, otro mundo aparte dentro del mismo disco, un tema casi instrumental, donde el ambiente que crea, casi de banda sonora, te sumerge en otro planeta musical, donde hay fascinación y misterio a partes iguales, una de esas piezas que te dejan dado la vuelta. Art decade continúa con la experimentación sonora, ambicioso tema también, y en la onda de banda sonora como su predecesor con muchos detalles sonoros de este tema instrumental. Weeping wall está dominada por sonido de sintetizadores y percusiones siendo menos sorprendente en este caso. Subterraneans y ese final lúgubre remata el álbum con ese saxo que es un delicia absoluta mezclado con la voz del genio.


En resumen, un disco disruptor completamente, uno de los saltos más grandes en la historia de la música y arriesgado a la vez, que sirvió para ponerse como referente absoluto en una década en la que dominó y arrasó allá por donde estuvo.

Os dejo con el tema Be my wife.

viernes, 6 de febrero de 2015

Bob Marley & The Wailers - Exodus (1977)


Hoy Bob Marley hubiese cumplido 70 años, si siguiese vivo, y como homenaje hablo de un disco básico en su carrera y que a mi particularmente me gusta mucho, el Exodus de 1977. Grabado en Londres a raíz de un atentado contra su vida (Jamaica era un lugar en guerra alimentada por los dos partidos políticos dominantes y el compromiso social de Bob le había colocado en una situación de peligro y amenazas), Exodus nos  muestra a un Marley con más madurez. Este es un disco único y clave no sólo para la música reggae, sino para la cultura popular en general. Manteniendo el tono político de gran alcance, el álbum nos muestra a un músico con un enfoque algo más reflexivo, en las letras, comparado con discos precedentes.
Este álbum era el sexto de Bob Marley y los Wailers con Island Records (noveno de su carrera), donde Chris Blackwell, su fundador, apostó por ellos 4 años antes casi con los ojos cerrados. En aquel momento, la música de Bob Marley, cargada de exotismo y frescura, junto a la promoción del grupo en el circuito del rock, llevó al reggae a la esfera internacional cruzando fronteras y otorgándole a Bob el papel de líder carismático. El carácter rebelde y contestatario de las letras, los ritmos cálidos del reggae y la dimensión casi mística que el músico le otorgó, hizo que el estilo funcionara de vicio en la Inglaterra pre-punk de principios y mediados de los 70.
En Londres, con 32 años, Marley pudo concentrarse en sus canciones con mayor tranquilidad y anonimato. Fue capaz de juntar un buen número de canciones y grabó los temas de Exodus y Kaya (siguiente álbum) durante las mismas sesiones teniendo al propio Chris Blackwell de productor. Para entender bien las letras del disco, algunos temas fueron compuestos antes del tiroteo, pero la mayoría deben entenderse dentro del contexto de su exilio en Londres, de ahí su tono nostálgico bastante patente a lo largo del trabajo. Hay una gran variedad de tópicos como el amor, la redención, la pasión, la política, la inocencia y la ideología del rasta.



Natural Mystic abre el disco, en el que retrata un momento de sufrimiento, un tema que empieza desde abajo con ese ritmo constante y su voz, para luego ir incorporándose los vientos y esa guitarra que dibuja líneas al fondo. So much things to say hace referencia a su huída, donde destacan esos coros fantásticos de The I Three (Rita Marley, Marcia Griffiths & Juddy Mowatt), con un ritmo constante y simpático. Guiltness recalca el porqué de su exilio, con una clara denuncia basado en un ritmo de puro reggae, un tema fantástico que sigue sonando tremendo. The Heathen con sus guitarras del principio abren para recibir a la voz de Marley y sus coros que le acompañan, es casi una proclama, con esa guitarra elíptica que circula por el tema. Exodus, el tema que da título al disco, es una declaración ruidosa en su contenido y musicalmente es excelsa, con los vientos, los coros y el ritmo perfectamente combinados.
Jamming empieza la segunda cara, para mi gusto una composición superior, desde el inicio con un ritmo fantástico, voces brutales y su significado se refiere a bailar muy cerca juntos durante una celebración al ritmo de la música, y no nada relativo con la marihuana (como erróneamente mucha gente piensa). Waiting in vain es otra pasada, un tema de amor, preciosa balada que sigue sonando de maravilla. Turn your light down low habla de la pasión, un medio tiempo que tira hacia el pop, con guitarras de aires hawaiianos. Three Little birds es otro temazo de tomo y lomo, con un ritmo y un estribillo fantásticos, de los temas más optimistas del disco y desde luego de los más recordados de Bob. Cierra el disco un tema doble, la parte compuesta por Marley, ese One love, tema de redención total, mezclado con la versión de People Get Ready de Curtis Maydfield.


En definitiva un disco mítico, clave en la carrera de Bob Marley y que aguanta perfectamente el paso del tiempo. Es triste ver como a veces, se frivoliza sobre la figura de este artista, cuya trayectoria sobre todo musical, es de un talento y unos valores descomunales. Un tipo comprometido con su época y los suyos, y que desarrolló su música con una combinación fastuosa de lucha, misticismo, filosofía rastafari, e incluso llegó a convertirse en una estrella mundial, viniendo además de un país pobre del que siempre se acordaba.

Os dejo con esa maravilla que es Jamming, interpretada en vivo.

viernes, 2 de mayo de 2014

The Sex Pistols - Never mind the bollocks, Here's the Sex Pistols (1977)


Después de la aparición de los Sex Pistols nada volvió a ser como antes en el mundo de la música. Lo suyo fue una bombaca de corto recorrido, pero llevaron el punk rock en Gran Bretaña a su máxima expresión y su onda expansiva fue tan enorme, que el ruido llegó a todas partes donde hubiera rock.
Los Pistols refrescaban la escena musical anquilosada y cubierta de brillos, escenarios llenos de miles de dólares y cierto acomodamiento en general tanto en bandas como en compañías discográficas. Llegaban para poner ritmo a la protesta de una juventud, que soportaba una crisis económica y social en Inglaterra galopante y se embarcaban en un discurso de inteligencia, pesimismo, ironía y payasesca provocación.
Entre 1975 y 1977 los asistentes a su conciertos veían que lo que pasaba en el escenario transgredía, iba más allá y cambiaría la historia y a fe que así fue. Jonnhy Lydon conocido ya como Johnny Rotten, era un cantante poco preocupado en si cantaba bien o mal (ojo no lo hacía mal), pero dotaba al micrófono de un poder que iba más allá de la utilización puritana dada hasta ese momento, y era el poder de ese mensaje el que identificó a una generación. Nadie quedaba fuera de su crítica, ni la monarquía, ni las casas de discos, eran la representación musical de la Anarquía.




Glen Matlock fue echado de los Sex Pistols debido a un "problema de actitud" y sustituido por Sid Vicious, antiguo amigo de Johnny Rotten, fan de la banda y, con anterioridad, baterista de Siouxsie & the Banshees y The Flowers of Romance, para tocar el bajo. En octubre de 1977 sale a la venta en el sello Virgin Records el disco Never mind the bollocks, Here's the Sex Pistols (Nos importa unos cojones, aquí están los Sex Pistols). A pesar de que Sid Vicious llegó a tocar en el disco, posteriores regrabaciones, por Steve Jones, hacen imposible distinguir lo que sea que haya tocado Sid. El disco fue censurado y las autoridades obligaron a tachar la palabra "bollocks" ("cojones") de la portada. A pesar de ello, incluso diría que gracias a ello, alcanzó el número 1 en las listas. Luego vino la gira por USA y la separación.
El disco en si no tiene desperdicio, sin temor a equivocarme, digo que es sin duda el mejor disco de punk rock hecho en la historia.
El álbum comienza con Holidays in the sun, uno de esos singles que ya tocaban en sus incendiarios directos, directo a la yugular con esos pasos casi militares al inicio, pero con unas guitarras demoledoras y esa voz que se te mete hasta la médula. Bodies es otra descarga de puro punk rock, cuerpos que se mueven gritando contra todo lo que nos jode y nos revienta con ese estribillo pegadizo. No feelings quizás sea el tema musicalmente más colorista del álbum, y el más rockero, con un estribillo también de fácil encaje. Liar, con ese ritmo de guitarra inicial anuncia otro tema que no te deja descanso, siguiendo en esa línea de no decaer y una sección rítmica brutal. God save the Queen es quizás la canción más irreverente escrita contra la monarquía, pero a la vez musicalmente más impactante, destrozando así el mítico tema patriótico británico, repitiendo que no hay futuro (me suena esto). Problems es quizás un tema curiosamente de medio tiempo, y que ahonda en las preocupaciones sociales de la época. Seventeen tiene las influencias más clásicas del rock, pero la voz de Rotten es muy presente. Anarchy in the U.K. es un tema antológico, puro punk rock directo al esternón, una llamarada en nombre de la anarquía, que a día de hoy me sigue poniendo la carne de gallina. Sub Mission es una canción altamente rockera, e influyente de bandas venideras de los primeros 80. Pretty Vacant es otra descarga de adrenalina de los que se te quedan marcados, con esa entrada de instrumentos de manera escalonada, pero muy coherente para que luego la voz de Rotten explote con un estribillo fantástico. New York es un tema del que siempre se habla poco, pero a mi me parece brutal, quizás el más visceral y oscurete del disco. El álbum acaba con EMI, una crítica a una de las dos compañías (junto con A&M) que los mandó a freir espárragos, otra descarga de rock de alto voltaje.



Un disco, en definitiva, imprescindible en su estilo y en cualquier discoteca que se precie.

Texto redactado por mi en su día para Exile SH Magazine y adaptado para mi espacio.

Os dejo con el mítico vídeo de Anarchy in the U.K.