Mostrando entradas con la etiqueta 1970. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta 1970. Mostrar todas las entradas

lunes, 20 de marzo de 2017

The Stooges - Fun House (1970)


En el año 1970 saldría editado el segundo trabajo de The Stooges en el sello Elektra, otro fracaso comercial en la época, pero como en el caso del primer álbum, lo que hacía el grupo que ni ellos mismos sabían por donde se andaban, sería revolucionario e influyente al máximo, adelantados a su tiempo e incomprendidos. Para este segundo disco producido por Don Gallucci, teclista de los Kingsmen, donde hubo viaje al Oeste y que se grabó en California, hasta donde la compañía trasladó a los cuatro miembros de la banda, a los que ayudó tocando el saxo tenor Steven Mackay, no se escatimó. El productor, intentó conseguir que la banda sonara en estudio como lo hacía en directo, con su sonido crudo y salvaje y por momentos eso se nota mucho, pero aquí hay más cosas, ese rock garagero proto-punk de los que ellos se hicieron santo y seña, pero con ese punto psicótico que sólo un personaje icónico como Iggy Pop sabía darle, donde bramaba, gritaba, incluso aullaba sus proclamas bajo ese manto musical que le proporcionaban los hermanos Asheton, Ron a la guitarra y Scott a la batería, y como no, Dave Alexander al bajo, lleno de tensión nerviosa en unos casos, de ritmos penetrantes en otras que se te van metiendo hasta el túetano y ritmos perturbadores completamente donde poder zambullirte y querer perder el control. Qué gran banda de delincuentes musicales.
Si el primer álbum era ya una bomba de relojería, éste pasa a ser la máxima expresión del estilo que la banda llevaba dentro y que dejaba atónitos a todos aquellos que les veían en vivo, a pesar de que muchos conciertos eran caóticos. Este disco en una palabra deja en pañales al primero, que ya tenía un punto abrasivo, es decir, va mucho más allá. Una experiencia única que recomiendo, a todo aquel o toda aquella, que no la haya descubierto, y que por favor lo haga a la mayor brevedad posible.


El álbum se compone de 7 temas, el primero de ellos, Down on the street, es de lo más garagero y punk, además de sucio y grasiento, una canción que cuando cambia el ritmo y mete caña es de lo más flipante que hayas escuchado, se me sigue poniendo la carne de gallina al oírla y pincharla. Loose sigue por la senda marcada, riffs incendiarios iniciales de guitarra y nos sumergimos en un ritmo completamente perturbador, del que una vez empapado ya no podrás salir, con unos cambios de ritmo descomunales. T.V. Eye con los gritos de Iggy es indescriptible, el proto-punk en toda su expresión, y es una canción que puede demostrar muy bien lo que era la banda, ya que con un ritmo primitivo, ellos no eran grandes virtuosos, consiguen establecer un sonido nuevo en el que La Iguana de Detroit se mueve como pez en el agua, y se monta su película y escupe la letra. Dirt remataba la primer cara como la primera parada después de la furiosa tormenta del inicio, se trata de un blues de tintes tremendamente psicodélicos, que va a un ritmo casi cansino, pero que no cae en la nada, ya que no cesa y en ese trance y lisergia Iggy va enguyendo la canción, nunca perder de vista el solo de Ron en este tema.
Y empezaba la cara B con 1970 tiene una de las secciones rítmicas más brutales que yo haya escuchado desde el inicio, con Scott Asheton a la batería y Dave Alexander al bajo realmente descomunales (hay base de jazz ahí) y que se me emparenta con la base rítmica de la Jimi Hendrix Experience, hasta que sale la guitarra wah wah de Ron Asheton, mientras Iggy ha estado todo el tema berreando y culmina con el saxo enajeado de Steve Mackay que se cuela no sé como, realmente superlativo, amigos esto es rock and roll en grado máximo. Fun House, el tema que da título al trabajo descoloca al principio con el saxo, pero le acompaña el ritmo de la banda que tiene un feeling brutal, aunque todo se desboca en una duración de siete minutos y pico, parece una jam session donde el free jazz navega a sus anchas, maravilloso, mientras Iggy sigue cantando, gritando, sintiendo. L.A. Blues acaba el disco, un tema de locura sónica, donde los gritos del inicio y el chirriar de instrumentos es un caos absoluto, aquí lo que hay son ya fieras desatadas sin control, no hay estructura lógica alguna.


El otro día hablaba del primer disco de la Velvet Underground, que tampoco vendió casi nada, pero los pocos que la compraron montaron una banda, aquí podemos aplicar algo parecido, lo de este álbum era tan revolucionario, que pocas mentes le pillaron la onda en su día, eso si, influyó a tanta gente, que solo por eso ya está en un pedestal de la historia de la música. Es por esto, que tanto aquel como éste son discos que se adoran, no se pueden cuestionar, ya que son los cimientos sobre los que se sustenta gran parte del rock and roll.

Os dejo con el tema Loose.

jueves, 31 de marzo de 2016

David Bowie - The man who sold the world (Disco) (1970)


En 1970 David Bowie con melena rizada y aires de bohemio edita The man who sold the world, uno de sus discos clave de la década de los 70. Aquí probablemente se encuentra el Bowie más rockero y a la vez emparentado con gente como Led Zeppelin o The Who, dejando atrás a la época folk de finales de los 60. Aquí hay psicodelia, country a su manera, letras que hablan de ciencia ficción y alienamientos varios, pero ante todo canciones en mayúsculas, donde no hay tema que baje el nivel en ningún momento, un nivel altísimo. Aquí se unirá por primera vez al músico Mick Ronson, el núcleo con quien formará una de las agrupaciones más memorables de los 70, The Spiders from Mars, que se alargaría hasta finales de 1973. 
El disco en si fue escrito y ensayado en la casa de Bowie en Haddon Hall, Beckenham, una mansión eduardiana convertida en un bloque de pisos, con cierto aire vampiresco, donde El Duque Blanco convivía con Angie, su primera esposa, y la música era creada por el genio junto al guitarrista Mick Ronson y el bajista y productor Tony Visconti.


Con este álbum empieza la época dorada de los 70 de Bowie, en la que lanzará no menos de cinco obras majestuosas en cuatro años. Hay diferentes portadas del disco, dependiendo del país donde se editaba, pero la que ha quedado como más conocida y mítica es la británica, en la que Bowie aparece recostado sobre un sofá con un vestido estampado (diseñado por Michael Fish), y melena casi de chica, indicación temprana de su interés por la androgínia.
Pero ante todo nos encontramos con un trabajo exhaustivo, poderoso, con profundas zonas de oscuridad y guitarreo (rock progresivo), a veces de cuento de hadas, y a veces de montaña rusa, pero sin duda el trabajo de sonido más fuerte y rockero del genio. Aquí el glam está en pañales todavía, pero de alguna forma empieza a nacer, aunque Bowie viene de quitarse la coraza del Mayor Tom y el folk, y se imagina vistiendo de música de rock progresivo los delirios excesivos y un tanto apocalípticos de su propia generación.


Este apabullante álbum comienza con The width of a circle con una letra que habla del ocultismo, y musicalmente ese primer gemir de la guitarra de Ronson y su zumbido eléctrico te sumergen en el punteo inicial de esta canción de ocho minutos, una tremenda pieza épica, anaconda sonora en la que sin darte cuenta, Bowie ya se ha colado como un fogonazo e interpreta de forma deliciosa. All the madmen abarca el asunto de la esquizofrenia, con esa guitarra folk del principio, a la que se unen los toques de la parte alta de los platillos de la batería y una flauta, para luego entrar tanto sección rítmica como guitarras eléctricas (precioso el punteo de Mick), con un aire a Black Sabbath fantástico, pero sigue siendo Bowie, canta de manera soberbia. Black Country Rock es una maravilla de canción, alegre con esa guitarra de Mick mandando y David cantando de miedo, pero donde al final es la guitarra solista la que, con su solo alargado, consigue ser el hilo conductor del tema. After all es la canción que más se emparenta con todo lo que el genio había hecho hasta entonces, el lado más folk, los coros, y su etapa de cantautor.
Running gun blues empezaba la segunda cara del vinilo con esa letra que habla de asesinatos con armas de fuego y contiene comentarios sobre el Vietnam, musicado también con aires folks en su inicio, y esa voz histriónica de Bowie, para que luego se vuelva rockera y potente. Saviour machine habla de una computadora sabelotodo, tema sin duda psicodélico, oscuro y bastante delirante. She shook me cold trata sobre un encuentro heterosexual, aunque musicalmente es un ejercicio de rock austero y robusto de proporciones gigantes y su sonido desconcierta a la vez que enamora, un caos sublime. La canción que da título al álbum es una pieza perfecta, interpretada por el genio de manera soberbia y ejecutada por su banda de manera gloriosa, una historia basada en un cuento antiguo de ciencia ficción "el hombre que vendió el mundo" de Robert Heinlein, donde Bowie se imagina una estrella y sueña ser un tótem del rock. Cuando Kurt Cobain la versionea en el Unplugged de 1994, lo hizo a la inversa, cuando ya sabía que la música no le salvaría de su final. Acaba el disco con The Supermen donde Niestchze y algo de profecía distópica, se mezclan en una pieza donde el riff de guitarra lo sostiene todo, enorme y tremendo final.


Disco fundamental en la carrera de David Bowie, considerado por muchos como transición, pero que para mi va más allá, es un gran disco de rock, de su época y de su momento, sin dejar de ser él, que también abarcaba hasta estos extremos.

Os dejo con el tema Black Country Rock.

jueves, 3 de septiembre de 2015

The Doors - Morrison Hotel (1970)



A finales de 1969 The Doors se meten al estudio a grabar Morrison Hotel, su quinto y penúltimo trabajo de estudio, a la postre. La banda, en ese momento, está en un momento de transición y con el público algo perdido después de su giro de estilo en The Soft Parade, un álbum para mi con momentos excelentes (del que ya hablé aquí) en el que introdujeron vientos, pero que se alejaban algo del estilo habitual del grupo en los primeros tres discos. Eso si, la voz de barítono de Jimbo empezaba a resquebrajarse debido a los abusos de drogas y alcohol. Para más datos, durante la grabación del disco a finales de este mítico 1969, Jim fue arrestado junto al actor y amigo del músico Tom Baker, por haberse comportado de manera no correcta con el staff de unas aerolíneas en Phoenix, escándalos públicos varios también entre ellos el arresto sobre el escenario de New Haven, lo que provocó juicio y la baja de la banda en Woodstock, todo ello hizo que las sesiones de grabación fueran interrumpidas en varias ocasiones, intercalado todo con actuaciones en vivo.
La formación en el estudio era básica, eliminando los arreglos orquestales anteriores para poder dar el sonido más crudo posible y más rockero al trabajo. Los textos se volvieron más crudos también, aunque seguían siendo crípticos (el tema de la muerte era retórico), a la vez que se decide bajar un poco la voz de Morrison que está más en plan chamán, e incluso sensual tirando más hacia el blues, y subiendo las guitarras de Krieger y modulando el teclado de Manzarek. John Densmore a la batería no cejaba y como músicos adicionales Ray Neopolitan al bajo salvo en Roadhouse blues y en Maggie M'Gill donde lo tocaba Lonnie Mack, además de John Sebastian con la armónica en el mítico primer tema del álbum.



Hablamos de un disco conceptual dividido en dos partes, la cara A titulada "Hard Rock Café" y la B como "Morrison Hotel" (título real del álbum), con seis temas en la primera parte y cinco en la segunda. Por otro lado, la mítica portada del álbum fueron claves como alma y personalidad del trabajo, y esa fotografía (al parecer furtiva y sin permiso) de los cuatro miembros dentro del hotel fue tomada por el fotógrafo y ex componente de la Moder Folk Quartet, Henry Diltz. El famoso local está situado en el downtown de Los Ángeles, en el 1246 de la calle South Hope y era, por entonces, un albergue barato para gente de paso y vagabundos. En la actualidad está cerrado y su fachada tapiada y deteriorada.




El disco empieza con un tema, que con el paso de los años se ha convertido en auténtico icono del grupo, y servía para iniciar muchos shows de su última época (recordemos aquel "Ladies and gentlemen, from Los Ángeles, California... The Doors!"), el Roadhouse blues, un contundente rock blues que arranca con el riff de guitarra de Robbie Krieger junto a la armónica de John Sebastian y estableciendo un duelo al que, como no, se une Ray Manzarek de manera gloriosa, mientras Jimbo despacha la letra con su voz bluesera, qué manera de empezar un disco, ¡¡¡dios santo!!! Waiting for the sun fue descartada para el tercer disco, que lleva ese mismo título, y claro, es evidente que se trata de un tema más de la primera época, más psicodélico, como demuestra su letra, y alejada por tanto del tono bluesero del disco y donde los teclados humeantes de Ray destacan sobremanera. You make me real, es un rock and roll clásico con aires de salón del oeste, con la guitarra de Krieger y donde Ray está excelso al piano. Peace frog es otro rock and roll donde el riff de Krieger con efecto wha-wha y su gran sólo destacan totalmente, además de como sostiene el control la batería de Densmore y los teclados de Ray aportando su magia eterna, mientras Jimbo escupe la palabra sangre en todas las estrofas, debido a la represión de aquella época por la Guerra de Vietnam, derechos de la raza negra, etc., cuyo acorde final enlaza sin cortes con Blue Sunday, una balada sentimental dedicada a su chica, Pamela Courson. Ship of fools termina la primera cara, un tema que podría decir que es típico del estilo de la banda, donde el teclado manda junto a la voz de Jim y el grupo suena muy compacto, y cuya letra relata una especie de extinción espiritual de la humanidad y su autodestrucción en lo que llaman un viaje en un barco de locos.
Land Ho! comenzaba la cara B con ese ritmo trotón de la batería, al que se unen la guitarra y el teclado, mientras Morrison despacha una letra de aires marineros con esas ansias de libertad de un viejo capitán de barco. The spy es un temazo de fuerte raíz blues, con ese piano destacable y el slide de guitarra, a la que se le añade la erótica de su poesía. Queen of the highway es muy favorita mía, dedicada a Pam también, con un ritmo vivo y perfectamente ejecutada (memorable la versión en clave jazz en las ediciones de lujo). Indian summer con aire chamánico, es una pausa lisérgica si se me apura con cierto parecido a The End, pero mucho más corta y suave con tono también amoroso. Maggie M'Gill terminaba el disco, un tema enérgico con mucha carga de blues y que cuenta la historia de la hija atormentada de un padre estrella del rock and roll alcohólico que la abandona a su suerte, una puerta (nunca mejor dicho) abierta a lo que vendría a ser L.A. Woman y donde el teclado de Ray vuelve a ser soberbio mientras la guitarra de Krieger resagea.



Sin duda un disco donde la banda volvía a sus raíces y se reconciliaba con su público al que The Soft Parade había dejado algo aturdido. Un trabajo donde el tono bluesero se hace ya muy presente y serío y que tendría su continuidad y expansión total en el último trabajo.
En definitiva un álbum que les devolvió a todo lo alto.

Os dejo con el tema Queen of the highway (dedicado a ella).

sábado, 7 de marzo de 2015

The Kinks - Lola vs powerman and the moneygoround, Part One (1970)


Pocas fechas quedan para la III Konvención de fans de los Kinks en España y me hierve la sangre. Hoy hablo de un disco de The Kinks, que podríamos considerar como la transición perfecta, no sólo por fechas, ya que 1970 separa dos décadas, sino también por el estilo, ya que la banda británica capitaneada por Ray Davies empieza a virar, alejándose de ese tipo de discos maravillosos que han parido en los 60, más románticos, de estar por casa, para iniciar una nueva época donde el music hall, el folk y demás estilos, empezarán a cobrar mucho protagonismo en su música. Ray Davies había pagado con el desprecio y el ostracismo la fidelidad a su concepción de la música, pero a cambio se había ganado la eternidad para nosotros. Otro hecho importante es que la banda aumenta de cuatro a cinco miembros, así Ray Davies sigue cantando, toca guitarra y armónica, su hermano Dave Davies es el guitarra solista, toca banjo y canta en dos temas, Mick Avory es el batería, John Dalton el bajo y John Gosling incorpora teclados y órgano al grupo.
Pero además en este álbum encontramos algo muy importante y es que con el tema Lola, los Kinks consiguen su primer éxito en mucho tiempo (Nº2 en Inglaterra y Nº9 en USA), la canción es un clásico de todas las épocas, con el que Ray encuentra de nuevo la senda del éxito. Tiene todo para ser un megahit, un buen estribillo, una buena melodía y un sonido moderno. Si a eso le añadimos su atrevida letra, el resultado es explosivo. Al parecer, los Kinks habían “sufrido” un par de incidentes con la confusión generada por los travestis y la noche, y esa fue la inspiración a la que acudió Ray.
Aunque no debemos de olvidar que hablamos de un disco conceptual en el que Ray da una visión satírica sobre facetas de la industria musical, incluyendo editores, sindicatos, la prensa y la máquina de hacer hits, contables y directivos y la carretera. Musicalmente es muy variado, desde baladas, a temas más de corte rockero, temas folk y homenajes al music hall.


The Contenders inicia la obra, con una introducción en clave folk, que comienza con banjo y aires country para evolucionar hacia el rock con un buen riff y una interpretación intachable a todos los niveles con ese empaque y fuerza que dan los teclados. Strangers la canta Dave, un tema acústico donde la banda arropa de lujo la composición. Denmark Street con ese piano juguetón de aire music hall del inicio para luego tirar claramente hacia el rock y donde la sátira tira contra los editores, en este caso. Get back in line es una preciosa melodía, y la voz de Ray es absolutamente gloriosa enfocando su ironía hacia los sindicatos de artistas, en este caso. Estos cuatro primeros temas, dejan claro que la banda está ya en otro status y no dejan títere con cabeza. Y viene Lola, claro, lo de tema mítico, absoluta perla y demás ya está comentado, pero hay que decir varias cosas acerca de esta canción y no todas buenas por cierto, ya que esta fue una de las que más influyó en la mala relación entre Ray y Dave ya que el primero se atribuye la autoría de música y letra y el segundo afirma que la música es suya, así las cosas pasaría a la historia sólo acreditada a Ray, aunque hasta hoy en día Dave la sigue reclamando. Como curiosidad, en la versión single, eliminaron (debido a presiones comerciales) la alusión a la Coca-Cola y cantan “Cherry-Cola”. Así pues, hay dos versiones una con “Coca-Cola” y otra con “Cherry-Cola”. Top of the Pops vuelve de manera descarada al rock y donde Ray emite su recelosa opinión acerca del show business, donde destacan las paradas, cambios de ritmos y sólos de guitarra.
En The Moneygoround estamos ante los Kinks más musichallizados, un tema gracioso, con aires de cabaret, saltarín y divertido. This time tomorrow pasa por ser una joya en si misma, con los aviones de fondo que abren el tema, la melancolía subyacente en todo el tema, las deliciosas armonías vocales, ese punto intermedio entre los acústico y lo eléctrico que tan bien sabían hacer, para luego explotar en una catarsis cuando Ray canta "I don't where I'm going, I don't want to see... I feel the world below me looking up at me" ¡¡¡guauuu!!! A long way form home vuelve a los terrenos de balada acústica y sirve de acertado preparativo para el siguiente subidón de adrenalina que canta Dave, ese Rats, tema muy rockero y extraordinario que nos lleva a la onda que hacían otras bandas a finales de los 60 (Steppenwolf por ejemplo). Apeman sigue la escalada de clásicos, aunque aquí  no deja de ser más  un ejercicio cómico que una verdadera canción, a pesar de su interesante aire pseudo-tropical. Powerman es un tema coescrito por los hermanos Davies de aire muy rockero, y donde Ray lleva la voz principal, mientras Dave hace la segunda voz. Got to be free acaba el disco, un tema de aire country-rock que se emparenta con el inicio del disco cerrando así un disco muy coherente.
En la edición que yo poseo, se adorna con el Lola instrumental y versiones acústicas en demo de Apeman y Powerman.


Hablamos por tanto de un señor disco, que a lo mejor no tenga la magia de Something else, ni la inmediatez de Village Green o la coherencia argumental de Arthur, pero que sin duda contiene muchos de los temas más míticos del grupo y algunas de las partes que más me hacen volar cuando escucho a The Kinks.

Os dejo con el tema Apeman, que tuvo mucho éxito.

domingo, 4 de mayo de 2014

George Harrison - All things must pass (1970)


El 27 de noviembre de 2013 se cumplieron 43 años de la publicación de All things must pass, el tercer disco en solitario del Beatle George Harrison, porque, ya tenía dos anteriores, Wonderwall music de 1968 y Electronic sound de 1969, álbumes ambos que pasaron inadvertidos ya que The Beatles seguían funcionando y lo acaparaban todo. Pero George, el Beatle tranquilo ya llevaba tiempo queriendo tener más protagonismo en la banda y no uno o dos temas por disco, y empezó a acumular material que acabó saliendo en ésta absoluta joya de 1970, un disco triple vinilo y posteriormente, con los años, doble cd. En mayo de ese año se pone manos a la obra con Phil Spector de productor, y colaboraciones de músicos amigos de la talla de Eric Clapton, Delaney & Bonnie o Billy Preston.
Pero ante todo, éste disco supuso un golpe en la mesa del Beatle calmado, dejando claro que él también sabía componer un disco entero de un altísimo nivel, quitándose ese papel secundario al que los dos grandes tótems Paul y John le tuvieron relegado en los Fab Four. Debió ser digna de ver la cara de McCartney y Lennon cuando el disco salió a la calle, porque la aplastante victoria de Harrison sobre sus dos compañeros fue inesperada, pero entendible, vista su evolución en los últimos años antes de la separación.
Hablamos de un disco que fue número 1 y tuvo seis discos de platino.



Esta maravilla de álbum tiene también una cosa que me gusta a rabiar, y es el sonido de las guitarras eléctricas y acústicas, y ojo, probablemente sea el disco en que el amigo Phil Spector mete menos su muro de sonido y menos por culo da. Es curioso, porque justo antes de morir George revisó el disco, todas las maquetas, jams, y sesiones y salió una edición remasterizada que merece muchísimo la pena, el equivalente a aquel tercer vinilo titulado Apple Jam.
Es un disco de su época totalmente, para ser degustado copazo en mano, como el tema de inicio I'd have you anytime, esa delicia compositiva dónde la guitarra marca los pasos, con esos sólos maravillosos, que locura de canción, compuesta a pachas con Bob Dylan. My sweet Lord fue el primer single, escrita en alabanza al Dios hindú Krishna, tema que fue demandado por una compañía de New York, Bright Tunes, ya que decía que la melodía de éste tema era un plagio del He's so fine de The Chiffons compuesta en 1962 (como muchos sabrán, Harrison fue multado por "plagio incosciente", provocado por un caso de criptomnesia), hay que joderse. La primera parte del disco seguía con Wah-Wah, extraordinario tema dónde demuestra la frustración a la que fue sometido por el dúo Paul-John con ese aire hippie que me vuelve tierno. Isn't it a pity (Versión one) es una de esas joyas que da gusto oir una y otra vez, cadenciosa, embelesadora, modesta y grandiosa a la vez como el propio George, y esos sólos de guitarra... brutal. What is life es quizás para mi la canción más comercial y animada del disco, y dónde la fanfarria de Spector tiene algo de presencia, pero no consigue matar un tema fantástico, de esos que dan buen rollo. It not for you es una delicatesen casi en tono country, una versión del clásico de Dylan que sinceramente como poco está a la altura de la original. Behind that locked door, es quizás otro tema también de ambiente country y relajado, con slide guitar, bonito tema. Let it down quizás es el tema más setentero del álbum, con los juegos de guitarras, la explosión inicial, para luego desarrollar la melodía. Run of the Mill acaba esta primera parte de manera brillante, con gran elegancia.
La segunda parte del álbum empieza para mi con una obra maestra en si misma, Beware of darkness, con esa melodía aparentemente decadente, pero bella como ella sóla y la voz de George gloriosa. Apple scruffs es un tema alegre con armónica y guitarra acústica. Ballad of Sir Frankie Crisp (Let it Roll) hacen que éste disco se eleve a los altares, que pedazo de melodía, que delicia, ¡¡¡qué burrada!!! Awaiting on you all es una canción divertida y jocosa que mantiene el interés sin duda. Y llega All things must pass, qué puedo decir, una absoluta joya de canción, tema sideral de los que le sentaban a George como anillo al dedo, con guitarra acústica y voz, además del slide y sección de vientos. I dig love empieza con piano, y es de tono más oscuro, pero acaba siendo un gran complemento al resto del álbum. Art of dying es quizás el tema dónde se hace más presente la guitarra de Clapton al inicio, mientras George entra con la voz en un delicioso tema lleno de matices. Isn't it a pity (Versión two) es como un remix de la primera, que es tan buena, que no nos importa volver a degustar esta segunda parte. Hear my lord cierra esta bestialidad de disco, y vaya final, como si a ritmo góspel-rock fuera, de manera casi suntuosa se apaga esta Obra maestra.


Una obra fundamental de la historia de la música, ese disco dónde George Harrison se reivindicó a tiempo, y sacó a la luz todos aquellos temazos que había ido dejando en el trastero mientras formaba parte de The Beatles, un disco imprescindible en cualquier discoteca.

Este post fue redactado por mi originalmente para Exile SH Magazine y ahora adaptado para mi espacio.
Os dejo con el tema Ballad of Sir Frankie Crisp (Let it roll).

jueves, 23 de enero de 2014

Neil Young - Live at the Cellar Door (1970)


 
 
Como es sabido, cada año Tío Neil saca a la luz o rescata conciertos de hace muchos años, y en octubre de 2013 lo hizo con Live at the Cellar Door, un concierto de 1970, que muchos pensarán que no aporta nada, pero yo después de hacerme ayer con el mismo y darle cancha, en mi opinión da mucho más de los esperado. Por una parte estamos ante para mi, la época más auténtica, genuina y gloriosa de las muchas del canadiense, y sobre todo en un momento antes de salir a la luz After the Gold Rush que podríamos denominar mágico, ya que en este directo toca ya bastantes temas del álbum, además de haber dado el primer adiós a Crosby, Still, Nash & Young.
Más allá de todo eso, lo principal es escuchar a Young en un tono único y que en contadas ocasiones saca (en la parte acústica de los shows, actualmente), ese Cellar Door no tenía más de 200 personas en el que actuó hasta en 6 ocasiones entre el 30 de noviembre y el 2 de diciembre de 1970, y nadie puede negar que Neil dominaba la atmósfera acústica como un emperador, tanto como luego lo hará explotando el lado más eléctrico.
 
 




 
Tell my why, Only love can break your heart, After the gold rush (al piano de manera brutal), Old man, Don't let it bring you down y Birds son interpretadas del inminente After the Gold Rush. Una curiosa Cinnamon Girl al piano, un arreglo que yo por lo menos  nunca se lo había oído así, es quizás de los momentos más impactantes de esta joya.
También hay sorpresas como un maravilloso y quebrado Expecting to fly, ese Bad fog of loneliness tremendo. Otro momento álgido es Down by the river, que transmite de lleno todo lo que el tema ha dado en disco y más todavía, ya que aquí está totalmente desnuda.
Más que nada en los shows del Cellar Door se transmite relajación a pesar de todo, de las drogas y el daño hecho, de estar pululando sin tener claro que pasaría, de que los 60 se habían acabado y el futuro era muy incierto...




 
 
Muy recomendable directo, sobre todo para los que amamos esta época de Tío Neil, realmente ese folk de altura es imprescindible en nuestras vidas.
 
Os dejo con el Cinnamon girl al piano... antología.
 

viernes, 28 de diciembre de 2012

Neil Young - After the gold rush (1970)


En el año 1970 Neil Young graba un disco, que con el paso del tiempo sería imprescindible, básico o como quiera llamarse, el mítico After the gold rush. Además conformaría una trilogía mítica con Everybody knows this is nowhere y Harvest, pero siendo la transición perfecta entre ellos y lo digo porque en el disco del 69 los Crazy Horse están muy presentes, y sin embargo en Harvest, ya en el 72, es puro Neil con guitarra y harmónica, el sólo. Este disco tiene de los dos, algunos temas (pocos) con Crazy Horse, y un tono acústico que domina el disco, aderezado con unos pianos estremecedores, como en la canción que da título al álbum dónde la voz de Young es de tal calado que te deja helado, es pura nostalgia elevada a la enésima potencia, siempre me ha puesto la carne de gallina.



Pero claro, este disco, está sobrado de temazos. Tell my why, el primer tema, del disco te hace sentir como si estuvieses en medio de interminables praderas, con la guitarra acústica y la voz y coros como hilo conductor. Only love can break your heart es uno de esos temas preciosos, que da gusto oir miles de veces, por su melodía y letra. Southern man es quizás el tema dónde más se nota la presencia de Crazy Horse, más rockero, y tema mítico de los de... me puedo morir tranquilo si compongo algo así..., cambios brutales, la voz de Tio Neil que te eriza la piel... tela marinera. En Till the morning comes vuelve a aparecer el piano, de manera más juguetona, y algún viento que queda de lujo. Oh, Lonesome me adelanta lo que vendrá en Harvest, el Young más country con la guitarra y la harmónica. Don't let it bring you down, en este tema, vuelve el canadiense que me eleva a la quinta esencia de la locura porque me vuela la cabeza, qué manera de cantar, de ser inquietante, de derrochar talento por todos sus fueros... TEMAZO!!! En birds vuelve el piano en una melodía gustosa y de empaque. When you dance you can really love es el otro tema dónde los Crazy Horse aparecen con claridad, y claro otro hit en el álbum, coros devastadores, melodía impecable, cambios acertadísimos y un guitarreo final descomunal. El disco se cierra con I believe in you, tema tranquilo y acústico y Cripple Creek Ferry, canción simpaticona para finalizar.
Hay muchos momentos de este disco que me estremecen y me ponen los pelos de punta, podría decir, sin temor a equivocarme, que estamos ante una de las mayores joyas hechas por el canadiense (y no son pocas), aunque claro, como muchas otras, no fue del todo entendida en su época. Me remito a la crítica de Rolling Stone de aquel momento:
"Los devotos de Neil Young probablemente pasarán las próximas semanas tratando desesperadamente de convencerse de que After the Gold Rush es buena música. Pero se estarán engañando a sí mismos. Aunque el álbum contiene material potente a primera vista, ninguna de las canciones superan una barrera uniforme gris".

Y pensar que este tío le pagaban una nómina... en fin no me voy a cabrear.

Os dejo con Only love can break your heart.