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JAZZ MADE IN SPAIN

Ese viejo amigo desconocido

Esto no es un post. Es una recomendación, casi una obligación. El documental Jazz en España, producido por 14 pies para el Canal de Historia, debería ser de visión obligatoria tanto para los aficionados a la música negra como para sus detractores, para las generaciones que ablandan su cerebro con fórmulas radiofónicas facilonas y para los que obviaron el jazz por "extranjero".


Sin embargo, Jazz en España no es un documental tan completo como debería ser. En primer lugar, porque no están todos los que son (aunque sean todos los que aparecen). Todos los que vean su escaso metraje (menos de media hora) echarán de menos a nombres claves de nuestro jazz nacional como Juan Carlos Calderón (en su faceta de introductor/traductor de standards), la Canal Street Jazz Band o músicos más actuales (por citar algunos) como Miguel Ángel Chastang, Lluís Colloma, Albert Bover, Agustí Fernández, Jorge Rossy, Paco Charlín (y el efervescente jazz gallego en general), así como los muchos músicos extranjeros que trabajan en España y que impulsan esta curiosa máquina (Carlos Carli, Bob Sands, Chris Kase, Guillermo Calliero). Suponemos que fue una cuestión de disponibilidad. También, por estar rodado en Madrid y Barcelona, se obvia esa prolífica escena valencia (Ximo Tebar) o el número de florecientes casas de discos autóctonas... 

En segundo lugar, no es un documental descriptivo sino que basa su estructura narrativa en los testimonios de músicos y periodistas, cuyas apariciones agradecerá el aficionado aunque no sean suficientes para definir lo que ha sido y es el jazz en nuestro país. Dejémoslo para una ocasión mejor. Este documental no es una tesis ni necesita serlo. Es una (acertada) aproximación a lo que podemos escuchar, comprar o ir a ver en directo con el orgullo patrio de decir: vienen de aquí. Un documental que merece ser visto: no deja de ser un optimista ejercicio de chauvinismo (todos los chauvinismos son optimistas) y les dejará una buena sensación.


Para una mejor visualización, recomendamos este enlace:
http://vimeo.com/couchmode/user7809125/videos/sort:date/36538029

Y, para ser justos con los méritos del documental, estos son algunos de los músicos que aparecen en pantalla, que no son pocos:
Amelia Bernet         
Javier Colina
Javier Iturralde
Tete Montoliu
Jorge Pardo
Perico Sambeat
Marta Sánchez.....

VIDAS FINGIDAS

Fetichismos musicales en épocas de crisis

Rob Gordon (John Cusack): "El fetichismo musical es como el pornográfico. Me sentiría culpable al cobrarles si no fuera porque yo soy como ellos".

Sí, he vuelto a ver High fidelity (Stephen Frears, 2000, basada en la novela de Nick Hornby). Me siento a gusto con sus decorados llenos de vinilos y su forma de ver la vida a través de los discos. Creo que, de alguna forma, expresa una forma de sentir la vida, en especial cuando Rob saca todos sus discos de las estanterías de su casa (en la foto) y los reordena autobiográficamente.

Es posible que yo no sea un fetichista musical por el hecho de que mi sueldo no me lo permite, pero tengo empeño. De hecho, he estado buscando entre mis vinilos y mis cedés algún disco raro que mereciera la pena sólo por el hecho de tenerlo físicamente y no lo encuentro. Nunca he sido de los que se compraba el mismo álbum dos veces porque tuviera una portada distinta. Otra cosa es el afán acaparador de todo coleccionista...

En el blog Impronta de jazz leí hace tiempo un artículo llamado Disco es cultura sobre el fetichismo musical, sobre nuestras relaciones afectivas con los discos como objetos, sobre nuestra dependencia de las tiendas de discos y de la pérdida de este contacto físico debido a la preponderancia del mp3. Lo cierto es que, oyendo música por los auriculares, mientras uno hace deporte o viaja, pierde de vista esas portadas maravillosas, esos datos sobre personal de los libretos, estudio de grabación, fechas... que realmente nos son tan queridas... El artículo termina con un relato del libro Memorias de un ladrón de discos de Carlos Sampayo, libro que, automáticamente, acaba de convertirse en objeto de deseo para este que firma, digamos, en fetiche (futuro).

El tacto de los cedés no es como el de los vinilos. Deberíamos estar de acuerdo en eso. Tener un vinilo en las manos, con su enorme portada de 12" era todo un placer. Sí, hay discos que sólo por la portada merece la pena tenerlos. De los cedés sólo se aprecia la cantidad de páginas que cabe en su booklet. ¿He dicho yo esto? ¿Dónde está mi fetichismo musical? Sigo buscando un disco que merezca la pena tener como objeto físico y no por lo que suena. ¡Tengo uno! Se trata de una recopilación de Satchmo Jazz Records (¿Qué ha ocurrido con Satchmo? Su tienda online está de liquidación. Editó tan buenos artistas...) que se llama Vidas fingidas (SJR, 2002).

Vidas fingidas es mucho más que un disco. Es una especie de disco-libro, disco-comic o algo parecido. Alterna diez relatos cortos de Juan Ferrer, que en la voz de Jordi Dauder suenan a blanco y negro, con personajes al límite, tahures, boxeadores, músicos de jazz, con sus correspondientes diez temas de jazz interpretados por los artistas de Satchmo, un amplio abanico nacional que va desde Perico Sambeat, Xavi Maureta o Juan Camacho hasta vocalistas como Celia Mur o Amelia Bernet. Lo físico del disco, lo que justificaría el fetichismo, son las ilustraciones de Josep Maria Cazares, que calzan a la perfección con los relatos hard boiled de Juan Ferrer, convirtiendo el disco en una obra de arte visual con estética de comic y una cuidada y elegante presentación en libreto de cartón con un inserto para el disco, lo que hace que, a pesar de su tamaño, siga pareciendo un libro en nuestras manos.

"Para un tipo como yo, nada a perder ni nada a ganar, es una muy buena ocasión para volver a sentir el escalofrío que provoca una buena mano; esa sesión de psicología que dura eternamente mientras se va descartando; el gesto de uno, la repentina frente húmeda de otro, el vistazo de soslayo y, finalmente, el gran momento: los naipes sobre el tapete" (Vieja dama del sur, ilustrado por So many people, de Stephen Sondheim).

"Sé que me hubiese gustado ser actor, de esos que se hacen leyenda fingiendo la vida, que aun después de muertos tienen la gracia del que se sabe irrepetible mientras golpea un pitillo sobre un mostrador y mira a una diosa que le espera al final de la barra, al tiempo que una canción que hacen suya inunda el espacio fílmico"
(Luces y sombras, fragmento). Después, suena Hotel Orly de Xavier Monge Group. Una maravilla.

Amelia Bernet

Formada en el Real Conservatorio de Música de Madrid y en los escenarios de clubs americanos, franceses y holandeses, Amelia Bernet es, por encima de todo, una artista dueña de una voz con la hondura desgarrada de una Billie Holiday sin el peso de las drogas: con un timbre cercano, es menos visceral y más musical, su scat nace de la técnica, su improvisación es inagotable. Domina la voz como el más complicado y versátil de los instrumentos, con una expresividad que se transmite a todo su cuerpo, aúna cuerpo e instrumento en un todo: es una artista del gesto. Supongo que es un don.

Desgraciadamente, sólo he podido encontrar de ella un álbum como líder: I remember you (Satchmo Jazz Records, 2000), un disco que tuvo la amabilidad de regalarme este verano después de una actuación, probablemente por todos los halagos que dediqué a su voz (o porque era ya demasiado tarde y el club estaba a punto de cerrar). Son once standards que grabó en compañía de Albert Bover, Javier Colina y Carlos González.

A los profanos les sonará (y a los aficionados al jazz puede que les escandalice) por su participación como profesora de canto en el programa de televisión Operación Triunfo (si mis fuentes ajenas al jazz no me engañan), pero, aparte de su faceta como profesora de canto, que creo lleva a cabo en Madrid y en numerosos seminarios, es una cantante hecha en los escenarios con su cuarteto o como sidewoman.

Más abajo os dejo unas fotos de esa noche. El escenario: el Berlín Jazz Café, cerca de Callao, en Madrid. Sus acompañantes son el trío de Santiago de la Muela, con Jordi Gaspar al contrabajo y Carlos 'sir Charles' González a la batería. Tuvimos la suerte de oír los dos pases. Más intenso el segundo, creciendo de tono, con interpretaciones fabulosas de My secret love y del Love for sale de Cole Porter, sin desmerecer un fabuloso Angel eyes del primer pase.

Todas las fotos son de mi impagable amigo Manolo Sosa.



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