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CHARLIE PARKER WAS A ROLLING STONE

A tribute to Charlie Parker with Strings

El baterista de los Rolling Stones, Charlie Watts, mostró su pasión por el jazz en algunos discos de los 80 y los 90. Aparte de las colaboraciones con otros músicos, destaca su homenaje a Charlie Parker en 1992 (poco antes de abandonar a sus Satánicas Majestades) titulado A tribute to Charlie Parker with Strings (Continuum, 1992) y firmado por el Charlie Watts Quintet, que incluía a Peter King (saxo alto), Gerard Presencer (trompeta), Brian Lemon (piano) y David Green (bajo).



El homenaje, en realidad, es continuación del álbum From one Charlie (1991), también firmado por el quinteto y que partía de un libro infantil. Como cuenta el libreto, 30 años antes Charlie Watts era un diseñador gráfico en ciernes que dio en parir unos dibujos y un relato. El libro, titulado Ode to a Flying High Bird, fue publicado en 1964, nunca reeditado (salvo en este boxset que incluye el CD), y en 1991 Charlie Watts reunió a unos músicos para recordar esta historia. De ahí surgió un CD de 28 minutos con composiciones originales de Peter King salvo dos de Bird: "Relaxin' at Camarillo" y "Bluebird". El CD incluía el libro y una reproducción de un dibujo realizado por Watts. El disco se presentó en el Ronnie Scott's de Londres y después en una serie de conciertos en Nueva York. De vuelta al Reino Unido, tocaron en el New Ronnie Scott's de Birmingham. Este concierto es el incluido en A tribute to Charlie Parker with Strings. En el disco se puede oír como el propio Ronnie Scott hace las veces de presentador. La grabación revisa los temas del primer CD compuestos por Peter King y algunas joyas añadidas de Parker: "Dewey's Square" y "Cool blues", para terminar con "Perdido".



Son dos sets. En el primero, en "Terra de pajaro" aparece una sección de cuerda que vuelve en el segundo set como homenaje "with Strings". Uno de los mejores momentos es una versión de "Lover man" cantada por Bernard Fowler (que aparecía en el Future Shock de Herbie Hancock). Fowler también hace de narrador, intercalando pequeñas notas poético-biográficas entre los temas. "Bird was going, going, going... going, until Bird was gone", recita, enlazando con uno de los temas originales de Peter King, el personaje que destaca por encima de todos. Aparte de los arreglos, más que correctos, bop encendido, sonido brillante, está soberbio como solista al saxo. Charlie Watts, por su parte, permanece en la retaguardia (digamos) disfrutando de su invención sin protagonismos.

Bird fue un rolling stone en el sentido salvaje de la palabra, lo que Charlie Watts quiere dejar claro es que él fue un pájaro de cuentas (por usar una expresión castiza) con el que Parker estaría orgulloso de tocar.

No hemos encontrado ningún documento gráfico de esta banda, pero si quieren disfrutar de Charlie Watts en pleno derroche jazzístico quédense a ver este video grabado en Barcelona, en Luz de Gas. Participan los pianistas Axel Zwinbenberger y Ben Waters, y el bajista Dave Green. Woogie boggie!! (Más abajo otro video en París, en 2011, sin Ben Waters).


DÍA INTERNACIONAL DEL JAZZ 2021

En noviembre de 2011, la Conferencia General de la UNESCO decidió proclamar el 30 de abril como Día Internacional del Jazz, en atención a las características musicales y extramusicales de una filosofía que, en palabras de Wynton Marsalis, produce la música más democrática que existe, donde todos los músicos tienen su voz y, al mismo tiempo, la obligación de escuchar a los demás, como explica en su libro El jazz en el agridulce blues de la vida.  Pero el jazz es mucho más. Desde su nacimiento, ha fomentado el mestizaje en un siglo que no conseguía quitarse de encima el racismo. Es una música de raíces africanas que se ha fusionado con folklores de todo el mundo, desde los ritmos tropicales y de herencia española que llegaron a Nueva Orleáns desde el Caribe hasta las armonías judías del klezmer, los ritmos árabes del jazz flamenco o los instrumentos del cercano Oriente que predominan en el jazz mediterráneo.


Es momento de celebrar el jazz, especialmente tras este año y pico en el que las artes escénicas han estado tan castigadas por las restricciones y olvidadas por la Administración, y en la que solo algunos promotores valientes (y sin ayudas) han sacrificado aforo (y con el aforo su propia inversión) para volver a abrir las puertas y devolver al público la panacea del arte en directo

Madrid, escenario lleno de escenarios, vuelve a abrir las puertas de clubs y auditorios con una completa programación que va del 29 de abrl al 2 de mayo y que incluye propuestas modernas (Raynald Colom & Juan Sebastián Quartet), de fusión (Antonio Lizana) impovisación (Pecesquelaguarechaza) o que regresan a los orígenes (Tara & The Jazz Bombs, Lady & The Tramps). Conciertos, exposiciones, sesiones de DJ`s y talleres de baile, toda una celebración que devuelve a Madrid el título de capital del jazz nacional. 

Así que, estén en Madrid o en cualquier parte del globo, salgan a celebrar el Día Internacional del Jazz, con mascarilla, distancia y prudencia, pero salgan y vuelvan a sentir la emoción de la música en directo, por favor.


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* Más información en internationaljazzdaymadrid.com

EL AÑO DE LOS CONCIERTOS DESDE CASA

Manolo León, "Stella by Starlight"

En estos días extraños en que la vida social se ha detenido en todo el planeta, son muchos los artistas (en especial músicos) que donan sus conciertos de manera solidaria y gratuita en Internet a aquellos que antes asistían a teatros o clubs (o, simplemente, a quienes ahora les sobra tiempo en casa). El parón de la actividad en la música, las artes escénicas y el arte en general ha provocado una crisis sin precedentes en el mundo cultural.

El pasado fin de semana se organizó un parón cultural y creativo en Internet para dejar las redes sin música gratis, a tenor de las declaraciones del gobierno, que no incluía el sector artístico entre los beneficiarios de ayudas económicas por la crisis. Este parón se suspendió por una promesa política que resultará complicado cumplir. Con todo, el sector ha continuado ofreciendo lo mejor que tiene en las redes a la espera de estas medidas.

Compartimos aquí este mini-concierto ofrecido por Manolo León, músico y profesor de piano en el Bellavista Social Club. Interpreta "Stella by Starlight" de Victor Young a piano solo, en una versión íntima y muy lírica. Disfrútenlo (y cuídense).




ARTE ROBADO

JASON PALMER, The Concert: 12 Musings for Isabella 
(Giant Step Arts, 2020)

Según cuenta el trompetista Jason Palmer en el libreto de su último álbum, durante su estancia en el Conservatorio de Nueva Inglaterra en Boston, asistió a un concierto del Thelonious Monk Institute en el museo Isabella Stewart Gardner. De aquel concierto han pasado 20 años y guarda un recuerdo muy particular: una serie de cuadros de los que el museo solo mostraba sus marcos vacíos. Detrás de esto había una historia, la de un robo que era, además, un atentado contra el arte. Dos ladrones habían entrado en 1990 en el museo disfrazados de policías y habían sustraído 13 obras de arte de Degas, Vermeer, Rembrandt... Cuando surgió la oportunidad de grabar este disco, Palmer puso sobre el atril doce composiciones, doce reflexiones (como reza el título) inspiradas en esas obras, su belleza, sus historias... Así, Palmer "devuelve" las obras robadas al lugar donde deben estar, en la mente del espectador, donde sus melodías y sus armonías crean imágenes concretas y perdurables.

Jason Palmer sigue avanzando de una manera prolífica por la senda innovadora y personal que abrió en 2008 con Songbook, publicado por la española Ayva Music. De su penúltimo trabajo (Rhyme and Reason) hablamos aquí hace unos meses y aún seguimos escuchándolo. En este nuevo episodio de su discografía, nos presenta un concierto en doble CD con doce temas que ahondan en su propio estilo. Su bop del siglo XXI se sostiene en esta ocasión con sus composiciones y con un equipo impecable: Mart Turner (saxofón tenor), Joel Ross (vibráfono), Edward Perez (bajo) y Kendrick Scott (batería), un quinteto típico de hardbop, con trompeta y saxo, y con vibráfono en lugar de piano, un instrumento que aporta una base rítmica o melódica (según el momento) movediza, aportando un punto salvaje a esa manera de Palmer de reinterpretar el hardbop.

Foto: Jimmy Katz
The Concert: 12 Musings for Isabella se grabó en vivo, en el Hotel InterContinental Barclay de Nueva York en dos sesiones en mayo de 2019 y sale a la venta este 18 de marzo. Como en su disco anterior, los temas tienen una extensión considerable, entre 8 y 15 minutos cada uno, sobrepasando los 10 minutos 8 de ellos, temas enormes donde los solos fluyen sin prisas. Esta laxitud aparentemente anticomercial deja mucho, mucho espacio a los músicos para sus improvisaciones y añade un extra de libertad a su jazz.

En su blog, el mismo Palmer nos explica cómo traslada esa inspiración a la partitura. Nos explica, por ejemplo, como una de las obras robadas (un gu chino con forma de campana o trompeta) le llevó a crear una melodía que buscaba lo folklórico, lo rancio, en la escala pentatónica de la trompeta para darle un aire melódico chino. O como quiso plasmar el río en la pintura Paisaje con obelisco de Flinck con una introducción fluida y una coda con rubato. La simetría en el rostro de Rembrandt en uno de sus autorretratos, llevó a Palmer a "Miyako", un tema de Wayne Shorter simétricamente armónico, en el que se inspiró para escribir un contrafacto ("Self Portrait (Rembrandt)"). Tres jinetes de Degas le dio la idea para un ritmo de 6/4 con una melodía dividida en frases de 3 compases (uno por cada jinete). O como la pintura de Rembrandt Una mujer y un hombre de negro le sugirió una melodía solo con las notas de la teclas negras del piano. Curiosidades de la inspiración. Interesante lo escuchen como lo escuchen.

No es una banda sonora, no es música descriptiva, pero la desbordante imaginación de Jason Palmer como compositor y de todo el equipo a la hora de improvisar, ofrecen motivos musicales suficientemente elocuentes para entender (o imaginar) la historia detrás de cada pintura. Lo recomendable, por supuesto, es escuchar la música al tiempo que contemplan las otras obras de arte, las robadas.


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* Jason Palmer: www.jasonpalmermusic.com

* Más sobre las obras robadas aquí:
   https://www.wbur.org/lastseen/2018/09/15/program-for-an-artistic-soiree

* Giant Steps Arts: www.giantsteparts.org     
[Giant Steps Arts es una fundación creada por el fotógrafo Jimmy Katz y su mujer Dena, una organización sin ánimo de lucro destinada a promover el nuevo jazz. No venden discos, afirman al explicar su filosofía, sino que ofrecen a los músicos facilidades para grabar sin limitaciones ni de espacio ni de creatividad (los discos que hemos escuchado eran todos dobles) y facilitan al músico una buena cantidad de CD's para su promoción.]

FELIZ NAVIDAZZ

UN AÑO MÁS (Y VAN 12), FELIZ NAVIDAD A TODOS

Puede que, para algunos, las navidades sean épocas tristes que les hacen recordar tiempos mejores. Nostalgias aparte, ¡que nos quiten lo vivido! Los que ya no están nos dejaron lo mejor que tenemos, al menos en mi caso, y toca disfrutar de los que están. La Navidad es, también, una época para dar. Regalar es una de las cosas que más endorfinas produce. Ver la felicidad (o la sorpresa) en la cara del otro no tiene precio. y si lo que regalamos es un disco de jazz, bueno, ¿qué les voy a decir? Que regalen, que regalen, y no solo discos, también entradas, momentos, swing...

Para celebrar estos momentos y no salirnos de la filosofía de este blog, suelo recomendarles cada año un disco de jazz relacionado con la Navidad, pero este año será un concierto. Para poner banda sonora a esos momentos que las fiestas les dejen libres, vean y escuchen este concierto de la Jazz at Lincoln Center Orchestra dirigida por Wynton Marsalis que no tiene nada que envidiar al de Viena en Año Nuevo (que, por cierto, tampoco me lo pierdo).

Grabado en 2015, incluye swingueantes standards clásicos de Navidad como "Jingle Bells" (con los arreglos de Count Basie), el ineludible "White Christmas", "Sleigh Ride"... con toda la potencia de la big band y, en algunos temas, vocalistas como Denzal Sinclaire (ganador del National Jazz Award) y la vocalista de bebop Audrey Shakir, y solos, muchos solos que el realizador ha tenido la coherencia de nombrar con subtítulos, lo que es de agradecer.

Que ustedes lo disfruten. ¡Feliz Navidad!





                                

BELLAVISTA SOCIAL CLUB

...y una breve historia del jazz con fines solidarios.

No suelo hacer reseñas de conciertos porque nunca he sido partidario de los diarios y porque los conciertos hay que vivirlos. El jazz es efímero y lo que hoy suena mañana sonará a otra cosa. Pero anoche tuve la ocasión de vivir uno de esos conciertos en los que no hay ni un compás de desperdicio. Cuatro músicos (cinco en algunos temas) que venían de distintos puntos de la provincia de Huelva y que nunca habían tocado juntos, se juntaron una hora antes del concierto y convirtieron luego una pequeña colección de standards ("Cherokee", "Four", "My Funny Valentine" entre otros) en una noche memorable.



Los músicos: Antonio Olivo al saxo alto, todo un prodigio de fuerza e imaginación, con solos enormes y muy imaginativos; Pablo Báez (bajista de Jorge Pardo, entre otros proyectos), sonando aquí muy mainstream, capaz de conseguir cualquier cosa de su contrabajo en los solos; Juanki Silva a la guitarra, con un estilo sorprendentemente limpio tanto en single line como en los acordes; el jovencísimo Martín Regañá, que a sus 18 años parece dominar la batería y todos sus recursos, sólido en el acompañamiento y nunca aburrido; y, finalmente, Israel Lino, trombonista muy personal y potente. Después, jam session... 



La excusa del evento era la presentación de una breve Historia del Jazz desarrollada por Rubén García López y que viene a sumarse a una larga lista de eventos (conciertos, presentaciones, jams, visionado de documentales...) con los que la asociación Bellavista Social Club pretende fomentar la pasión por el jazz. El club, ahora constituido como asociación cultural, tiene su base (no podía ser de otra forma) en el bar donde realizan los conciertos. La edición de esta Historia del Jazz, muy breve, de apenas 70 páginas y profusamente ilustrada, se ha realizado en colaboración con la asociación de músicos de Huelva Onujazz y con la Asociación "Lazos de Familia", que realiza todo tipo de labores solidarias con niños saharauis. Al fin solidario del libro se unen los conciertos benéficos Sahajazz que cada Navidad el club realiza. Casi nada.

 

EL PIANISTA INAGOTABLE

Fred Hersch Trio '97 @ The Village Vanguard (Palmetto, 2018)

Se edita ahora en 2018 este concierto del trío de Fred Hersch en el mítico Village Vanguard de Nueva York. Hersch parece incombustible. Aún recuerdo el primer disco suyo que adquirí, un disco a trío con los mismos músicos que este del que hablamos hoy. Plays (Chesky Records, 1994) me pareció aburrido. Todas aquellas versiones de Monk, Gillespie, Ellington... eran demasiado distintas, inesperadas. Tardé muchas escuchas en comprender que Hersch no es Monk ni Gillespie ni Ellington, y que aquellas melodías y armonías sublimadas hasta lo impensable eran fruto de una técnica y de una personalidad únicas. Hoy es uno de mis pianistas favoritos. Con los años sigue inagotable, con su inagotable abanico de recursos, tan llenos de imaginación Ahora, en 2018, con alrededor de 50 discos como líder y tras su inspirado Open Book (Palmetto Records, 2017) a piano solo, vuelve la vista al pasado con su trío de los '90, que incluye a Drew Gress al contrabajo y Tom Rainey a la batería. Y la emoción también vuelve la mirada atrás. 

El álbum contiene momentos únicos, como el homenaje a Bill Evans, icono entre los iconos del Village Vanguard, con este tema titulado "Evanescence":



Porque el club, el más emblemático de Nueva York  es uno de los protagonistas de álbum: aunque llevaba tocando allí como sideman desde 1979 acompañando a grandes como Joe Henderson, Art Farmer, Lee Konitz, Ron Carter..., el 18 de julio de 1997 fue la primera ocasión en que Hersch tocó en el Village Vanguard como líder.
Para mí, lo significó todo. Para mí, fue el equivalente a la primera vez que un músico clásico toca en el Carnegie Hall. Es el más grande club de jazz del mundo. (Fred Hersch sobre el Village Vanguard)
Por suerte, los tres pases de aquel viernes noche fueron grabados y ahora se edita una selección de los temas, que incluye tanto standards como composiciones originales que sirven para mostrar el peso del trío ya en aquel momento y que, en la selección que se edita y que sale a la venta mañana, 7 de diciembre, 21 años después, comienza con una explosión de ritmo ("Easy To Love"), donde Hersch va creciendo hasta mostrarse arrollador, eso sí, con el sólido apoyo del colchón rítmico. Un tema soberbio de los que merece escuchar en vivo. 

El trío en 1997
El álbum incluye también un delicado "My Funny Valentine" donde la sección rítmica aprovecha la ocasión de mostrar la sensibilidad que el tema requiere y donde el piano alcanza algunos pasajes de grandilocuencia en el chorus. Pasajes de mucho swing ("Three Little Words") se combinan con momentos líricos que rozan lo sublime ("Evanessence"), deliciosos tiempos medios ("I Wish I Knew") o experimentos rítmicos como "Swamp Thang", un tema con un tratamiento muy monkiano en el que Hersch usa el trío (el todo) como instrumento de percusión.

Aunque esté editado y el setlist no se corresponda a un solo pase, resulta un concierto ideal a cargo de uno de esos tríos de piano que podríamos calificar como el trío ideal. Y a la altura de un lugar como el Village.
Tener mi foto en la pared del Village Vanguard significa más para mí que un Grammy. Es uno de los logros de los que estoy más orgulloso, porque representa mi larga y profunda relación con el club. hay magia allí. (Fred Hersch)

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* Web oficial: fredhersch.com

* Palmetto Records: www.palmetto-records.com/artists

EL HOMBRE QUE SONRÍE

Crónica de (por fin) un concierto de Benny Golson

Quizás no vivamos en la mejor época del jazz o quizás lo sea y no nos demos cuenta hasta dentro de una década o dos... o quizás sólo se trate de que yo llego tarde. Tuve la oportunidad de escuchar a Sonny Rollins cuando tenía 77 una memorable noche en Sevilla, a Pedro Iturralde con 84 y ya tocaba sentado, y anoche asistí al increíble espectáculo de ver a un increíble Benny Golson con 89 años y toda la experiencia de la vida en su tenor.

Todos los veranos la Universidad Internacional de Andalucía en La Rábida organiza tres noches de jazz dentro de sus cursos de verano. El acceso es libre (aunque no seas estudiante) y gratuito, y se suelen ver buenos músicos, casi siempre extranjeros, pero nada tan emocionante como ver subir al escenario a un Benny Golson octogenario, tan pequeño detrás de su tenor. 

Golson sube al escenario despacio. Es más pequeño y delgado de lo que uno imagina en las portadas de los discos, derrocha simpatía y cercanía desde el primer momento. Y, desde el primer momento, uno nota que la fuerza que caracteriza su estilo sigue presente aunque para ello no tenga (ni pueda) soplar con tanta energía como en esos discos que guardamos en casa. Viene acompañado por músicos españoles para la ocasión: Joan Monné (qué enorme este pianista y qué poco sabíamos de él), el contrabajista Ignasi González (perfecto, como siempre, tan melódico en sus solos) y el super-baterista Jo Krause. Promete noche mágica. 


De repente, noto que detrás de mí hay una docena de estudiantes charlando a gritos como si estuvieran en el Arenal Sound. En escena, Golson se mueve despacio, toca en voz baja, con energía, lo mismo en sus baladas clásicas (que emocionante "Whisper Not" en su propia voz y en directo) o en composiciones más rítmicas y más complejas armónicamente, como "Mister P.C.", momento que aprovecha para recordar a su compañero Coltrane, a quien conocía desde sus años de instituto en Philadelphia. Pero sonríe siempre. Cuando hay un solo, se sienta, asiste con admiración a las evoluciones del músico del momento. Quizás lo haya conocido hace dos días como improvisado compañero de gira. El caso es que esa admiración se transforma en una sonrisa por cada solo. Golson sonríe todo el tiempo. Disfruta. Intento captar alguna de sus sonrisas pero estoy muy lejos del escenario y no quiero molestar. Para eso (para fotografiar, no para molestar) están los profesionales. Pero no quiero dejar pasar la ocasión de dejar constancia gráfica y rebatir esa controvertida injusticia que se hizo cuando apareció en The Terminal (Steven Spielberg, 2004) como el único músico de la famosa fotografía de Art Kane que no le había dado el autógrafo al padre de Viktor, cuando realmente (sus amigos y sidemen lo atestiguan) que es un tío amable y que siempre sonríe. Incluso ahora, con el paso de los años.

Toca "I Remember Clifford" (qué fuerte tuvo que ser para él la pérdida del amigo para escribir algo tan bello). Es mágico. Incluso los estudiantes se han callado. Termina el tema y Golson no deja pasar la oportunidad de llenar cada presentación con una anécdota o un comentario, se ríe del humo que la organización derrocha para dar vistosidad a un escenario que no lo necesita, hace bromas cuando el micrófono no suena para presentar un tema, lucha contra los mosquitos de La Rábida... y sonríe otra vez. Se pone serio para volver a recordar a Clifford Brown con un de sus temas ("Tiny Capers"). Sigue sonriendo y apreciando cada solo. Y a cada solo se sienta y escucha, sonríe, pero también hace otras cosas: mima al saxo, pone la funda a la boquilla para que no se seque la caña, lo besa y, finalmente, saca la funda y la mete en la campana del tenor para tocar (¡nunca había visto esto!). Habla de los músicos que lo acompañan. No lo dice pero queda claro que no recuerda sus nombres, pero es un profesional y ya trae en el bolsillo la manera de compensarlos: los presenta como unos fantásticos músicos y les cede un tema a trío (en sus palabras, "sin Golson") y nosotros disfrutamos de "All The Things You Are" a trío de piano. Qué noche.


Tras un intenso y enorme "Blues March", que comienza con una explosión rítmica a cargo de Krause, El concierto termina con el público en pie, sin bises, pero nadie los pide porque sería injusto exigirle más, y Golson baja del escenario sonriendo todavía, y su jazz sigue sonriéndonos en los oídos cuando salimos.


ATSUKO SHIMADA QUARTET

Una peculiar poética bop

Apenas una treintena de personas en el patio de butacas. Noche lluviosa. Gran Teatro de Huelva. La pianista Atsuko Shimada es una delicia para los oídos. Se expresa de una manera delicada y con un ritmo particular. Su juego es mensaje y pausa: ataca una serie de notas con una expresividad urgente y después espera. Parece buscar la siguiente frase. Y lo hace con una delicadeza fabulosa. Por momentos, abusa de las notas altas, como hacía Errol Garner, pero no en esta versión de "Second Impression" de Eric Alexander. El saxo alto del granadino Antonio González protagoniza un solo enorme. Los espectadores que están sentados en la fila de delante se miran cuando González estira y repite unas notas altas inesperadas. Es expresivo y versátil. Parece que gusta. Oye ese piano, qué fluidez. Es el momento del algecireño José Luis Gómez. Atsuko observa la intervención del batería moviendo la cabeza y esperando el momento de volver al chorus. Se ha quedado detrás en la descripción el contrabajista Rafa Sibajas, que tendrá varios solos durante el concierto, con un sonido muy particular y expresivo. 

El concierto comenzó media hora antes con "Vera's Waltz", una delicada balada ternaria compuesta por Shimada donde ya se podía apreciar la mano derecha de la pianista, para después dar paso a una manifestación más rítmica del potencial del cuarteto con una versión de "Isotope" de Joe Henderson, consolidando así al saxo alto Antonio González como colíder del grupo. La versión de González es menos monkiana que el original y la de Shimada es más limpia, más calmada que la del McCoy Tyner que grabó este tema con Henderson en el 64. A partir de ahí, el concierto fluye a dos tiempos, con baladas de una belleza inquietante y temas bop de ritmo contenido, elegante. El cuarteto funciona con fluidez y se intuye que llevan tiempo tocando juntos, por lo que resulta extraño verles con partituras delante. Incluso los solos se suceden con naturalidad. 


Hay también un par de temas en los que el cuarteto se queda en trío de piano. En esos momentos, la pianista se muestra más rítmica, más salvaje, el ritmo fluye más acelerado sin la lírica del saxo y el bebop recorre las ochenta y ocho teclas de una manera frenética, con repeticiones y sorpresas pero, como he dicho, de una manera frenética. 

A la pianista japonesa afincada en Cádiz Atsuko Shimada la disfruté por primera vez en 2016 como acompañante en la formación del vibrafonista Javier Navas. Ya entonces me sorprendió su estilo brillante y su manera peculiar de atacar las frases. Tiene un toque bop que va más allá de Wynton Kelly, y algo de Herbie Hancock en las baladas, por intentar compararla con algunos de mis preferidos. Lo sugieren su versión de "My Ideal" o los arreglos que presenta para "Girl's Day". Tanto en la lírica de sus composiciones originales como en su manera de tocar, con esa poética suya que juega con el ritmo y las pausas, Atsuko Shimada se muestra como una jazzista original y recomendable, aspectos que debería plasmar en un disco ya.



Este concierto estuvo organizado por:

http://andajazz.es/services/muzzic/# 


http://andajazz.es/ 

FOUR CORNERS QUARTET

Del American songbook a la estética personal

Four Corners son cuatro puntos cardinales, cuatro esquinas de España (Málaga,  Almendralejo, Tarragona y Cádiz) representados por cuatro músicos que coinciden en un escenario y en un proyecto jazzístico conjunto y que, haciendo honor a su nombre, muestran cuatro maneras de tocar, cuatro enfoques diferentes y, sin embargo, compatibles, demostrando que el jazz es algo orgánico donde la simbiosis no es sólo posible sino obligada. Dentro de ese mismo concepto orgánico del jazz, el repertorio de Four Corners procede de páginas muy distintas del cancionero americano, standards más que conocidos a los que el grupo aporta esa estética simbiótica y personal de la que hablamos. 


Los hemos visto en concierto en el Gran Teatro de Huelva, dentro de ese enorme esfuerzo por difundir el jazz que es el Circuito Andaluz de Asociaciones de Jazz, un concierto que comenzó de una manera trepidante, con el cuarteto a todo gas interpretando "Smog Eyes" de Ted Brown: en la sección rítmica, el sólido José López al contrabajo y su compañero en otros proyectos, Javier del Barco a la batería. A Javier del Barco lo habíamos visto acompañando a Daniel Cano, pero dentro del esquema polirrítmico de Four Corners demuestra de una manera más fehaciente que es una especie de hombre-máquina incansable. En el mismo inicio dinámico del concierto, los dos líderes o solistas (donde hay un líder, suele haber un co-líder) presentan el tema tocando al unísono, lo que resulta tanto o más espectacular porque son un tándem inusual: guitarra (Joan Fort) y flauta (Fernando Brox) y porque ver tocar a Fort es todo un espectáculo. Nunca he visto a ningún guitarrista mover los dedos de la mano izquierda a esa velocidad y con esa facilidad. El primer tema son 9 minutos de virtuosismo y un final de esos mágicos, con el juego de llamada respuesta y una coda que se hace esperar.

Aunque Joan Fort desarrolla unos solos enormes a la guitarra, el peso de los temas lo lleva sin duda la flauta. Los temas y los solos de Brox son muy desarrollados, intensos y deben ser agotadores para el músico. A este flautista, procedente del Taller de Músic y de Clasijazz, lo habíamos visto en este mismo escenario acompañando a Pablo Báez, contrabajista de evidentes influencias flamencas, comparación que sirve para demostrar la versatilidad de Brox. 

El cuarteto, por suerte, funciona. La abundancia de solos permite disfrutar de todos los músicos y, a medida que avanza el concierto, el espectador va asimilando la estética: instinto clásico (Monk, Chet, Golson, Evans), enfoque moderno, agresivo en los tempi pero bien cuidado, homenajes constantes a los grandes (especialmente bop), con mucho guiño en los solos, complicidad y, sobre todo, honradez al presentar los temas, sin efectismos absurdos ni puestas en escena.

El mejor momento, sin duda, "Polka Dots and Moonbeams", esa balada enorme de Jimmy Van Heusen que Chet Baker explotó al máximo y que el trío de Bill Evans convirtió en eterna. "Polka Dots and Moonbeams" comienza con una larga e inspirada introducción de flauta a cappella. Cuando la balada explota, lo hace con una delicadeza conmovedora. Después, repaso a standards de Benny Golson ("Fair Weather"), de nuevo Thelonius Monk, Wes Montgomery ("S.O.S.", donde Fort demuestra que tiene una digitación casi tan rápida e imaginativa como la de Wes)...

Durante la hora y algo del concierto hay mucho más de esto. Luego, el concierto termina con la misma naturalidad con que el cuarteto ha desglosado todas sus capacidades. El público pide un bis y lo hay. ¿Quedan aún conciertos sin bises preparados? Lo cierto es que yo hubiera pagado por media hora más de concierto.

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* Pido disculpas por la calidad de las fotos de mi móvil. Otra vez será.



Concierto organizado por:


http://andajazz.es/services/muzzic/# 



http://andajazz.es/ 




PRÓXIMAMENTE... XII FESTIVAL JAZZOLONTIA

World, black & jazz para comenzar septiembre 

Como todos los años, la Asociación Cultural Olontia, organización sin ánimo de lucro, lleva el jazz al escenario al aire libre del Convento del Vado en Gibraleón. Este año, repartidos durante el fin de semana, se podrá asistir (con entrada libre, como es habitual) dentro de la XII edición del ya clásico Jazzolontia a cuatro conciertos y el domingo a un acto literario protagonizado por Enrique García Bolaños, poseedor de una poesía original y joven que presenta en su nuevo libro Señales. También el domingo se proyectará la película Born To Be Blue (Robert Budreau, 2015) que narra un episodio más o menos biográfico de la vida de Chet Baker.




Los conciertos comenzarán el viernes 8 de septiembre a partir de las 22:00 horas con Naftule Quintet, un grupo liderado por el clarinetista Emilio Parrilla que traerá a Gibraleón su música klezmer inspirada en el músico polaco Naftule Brandwein y que Parrilla compuso para la obra de teatro En vano. Esa misma noche, el grupo Funkdación, un clásico de la música negra en nuestro país, traerá a escena su mezcla de soul y funk.


El sábado 9 la noche comenzará de una manera más íntima con el sexteto del guitarrista Pedro Madaleno, a quien apodan el Pat Metheny portugués, acompañado por Diogo Vida a piano, Joao Barradas al acordeón, Yuri Daniel al bajo, Bruno Pedroso a la batería y Joao David Almeida a la percusión y voces. El final de la noche sonará algo más potente con el grupo Ogun Afrobeat, ritmo, world music y una sección de metales que hay que ver en directo. De madrugada, DJ's, barra y buen ambiente al aire libre. Todo ello sin pagar entrada. 




NUEVOS AIRES EN EL HARDBOP

Daniel Cano Quintet en vivo en el Gran Teatro de Huelva

No defraudó el tercer concierto del Circuito Andaluz de Asociaciones de Jazz en Huelva, promovido por la Federación Andaluza de Asociaciones de Jazz y organizado en Huelva por las asociaciones Tom@jazz de Bellavista, Müzzic y el Colectivo Cultural Olontia con el apoyo del Ayuntamiento de Huelva. En esta ocasión, subió al escenario el onubense (natural de Palos de la Frontera y afincado en Canterbury) Daniel Cano, que sorprendió con su quinteto y su enfoque moderno del hardbop, presentando los temas de su primer álbum como líder, Don't Touch the Blue (Blue Asteroid Records, 2015), del que ya hablamos aquí en su día y donde ha escrito todos los temas excepto el standard "Chelsea Bridge" de Billy Strayhorn.

Lo primero que sorprende al escuchar a Daniel Cano es el sonido. El quinteto, con una formación clásica de hardbop (trompeta, saxo, guitarra, bajo y batería), suena brillante y preciso, y en la trompeta de Daniel Cano resuenan ecos de Lee Morgan, de Donald Byrd y también de músicos no adscritos al hardbop, como Ornette Coleman; un eco de la tradición que, sin embargo, brilla original, nuevo, con un estilo personal en el que Cano está consolidando su voz.


Desde la explosión inicial, con el tema "¿Tú siempre tienes que ser el mismo?", se nota que el quinteto conecta con el público, un patio de butacas casi lleno que aplaude con timidez los primeros solos (en Huelva es realmente difícil conseguir que el público aplauda) pero, con el paso de los temas, el grupo va ganando la empatía del público y los músicos van cosechando aplausos cada vez más efusivos. El motivo es la música de Daniel Cano. Vale aquí la máxima de Miles Davis: "Si la música no hace que muevas los pies, entonces no es jazz". Y es que el trompetista ha creado unas composiciones cálidas y efervescentes, bien estructuradas, que conectan con los aficionados y que, al mismo tiempo, dejan espacio a los músicos para desarrollar sus improvisaciones.

Cuando suena el tema que da título al disco ("Don't Touch the Blue") el ambiente se pone trascendental, el grupo se queda en un trío, en un ambiente introspectivo, casi íntimo, y el público responde con su silencio y podemos ver a algunos espectadores balanceándose con esa cadencia triste y apasionada del blues. A partir de ahí, el concierto fluye con una perfecta conjunción entre público y músicos.


Acompañaban al trompetista en el escenario el saxofonista Pedro Cortejosa, que nos regaló unos fraseos muy bien dibujados sin tener que recurrir a estridencias, tanto en el tenor como en el saxo soprano; Carlos Bermudo a la guitarra, un sevillano con una gran experiencia y un estilo discreto y brillante; el también onubense Pablo Báez al contrabajo, con mucho swing, casi clásico y con unos solos sobrios pero acertados; y el batería Javier del Barco, que tuvo su oportunidad de demostrar en un solo todo lo que la batería puede dar.

En cada chorus y en cada solo, los músicos demostraron que el jazz sigue siendo una música abierta y viva. Al público le gustó y, al final, cuando algunos ya salían de la sala, la insistencia de los aplausos hizo que el grupo volviera al escenario a hacer un bis, un tema muy jazzístico acompañado de palmas flamencas ("Campo de las Malvinas") que fue, en la opinión de este que firma, no sólo un gran final sino los mejores diez minutos del concierto.


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* Las fotografías son de Juan Carlos Ordóñez (www.flickr.com/photos/jcof/)



** Más información sobre Daniel Cano en su web: www.danielcanoamaro.com

*** El texto de esta reseña se publicó originalmente en el diario Huelva Información.