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HOME MADE

Descubriendo a la Big Band de Canarias

Hacía tiempo que tenía ganas de escuchar de manera directa (en disco, naturalmente y no a través de Youtube) a la Big Band de Canarias, ese ambicioso proyecto puesto en marcha por los canarios Kike Perdomo y Yul Ballesteros. Ahora tengo en mis manos su último disco, grabado en 2013 pero recién lanzado al mercado, titulado Home Made, y para ponerme al día, el que le precede, Elmer Bernstein: The Wild Side (Varèse Sarabande, 2014).

Nacida en 2009, esta gran orquesta de 17 músicos ha llegado hasta hoy con algunos cambios de personal pero, en realidad, el primer paso discográfico de la formación fue Atlántida (Zaranda Records, 2010), un álbum que contenía composiciones originales y arreglos de piezas tradicionales del folklore canario. El segundo paso fue un espectacular homenaje a Elmer Bernstein.

Elmer Bernstein, sin ser un músico de jazz, usó tanto swing como fuente de inspiración que sus bandas sonoras son ahora standards imprescindibles, que, por supuesto, hay que escuchar con el poderoso sonido de una big band. El disco, producido por Robert Townson y Kike Perdomo, comienza con la desbordante música de los títulos de El hombre del brazo de oro e incluye temas tan espectaculares como las bandas sonoras de The Sweet Smell of Success (que en España se tituló Chantaje en Broadway y de la que algún día deberíamos hablar por la presencia de los combos de Chico Hamilton y Frank Rossolino) o Johnny Staccato

El tercer álbum de la BBDC, recién llegado al mercado, como decimos, es Home Made. Su título da fe de que la propuesta es bien distinta conceptualmente a la del disco anterior. Aquí no hay homenajes (no obvios, pero los hay) sino que se trata de una recopilación de temas compuestos y arreglados por músicos canarios (Natanael Ramos, Tana Santana, Francis Hernández, Eduardo Rojo, Martin Leiton, David Quevedo, Julián Williams Diaz, Alexander Ramos y Kike Perdomo), jazz "hecho en casa" pero más interesante musicalmente que los anteriores, ya que pone en valor el trabajo personal y colectivo de una cantidad enorme de músicos made in Spain que la distancia y las multinacionales hacen invisibles a los ojos (y oídos) de los aficionados al buen jazz. Gracias a Internet, se borran las distancias y la diferencia horaria y hoy, al fin, tenemos su disco sonando en el equipo y dedicándoles una reseña porque no hay nada que nos llene más que promover el jazz que nos gusta.

No vamos a hablar de solos ni de los solistas de Home Made por no obviar alguno (aunque demuestran un gran mérito, ya que el disco fue grabado ariesgadamente en directo en el Teatro Leal de Tenerife), pero sí hay que resaltar lo que todos los temas tienen en común, que es el cuidado en los arreglos, sofisticados, bien pensados y trabajados, apuntando siempre al jazz que viene, moderno, complejo y edificante. La propuesta es variada. En "Paraplex", por ejemplo, David Quevedo ha compuesto y arreglado un tema sobre la estructura rítmica de "Take Five" (Desmond) mientras que el también pianista Francis Hernández propone en "Obsessió" una tema en principio introspectivo, con cierta raíz, que termina siendo una fiesta de los vientos (maderas y metales), al igual que "Groovy" (compuesta por Kike Perdomo con arreglos de Alexander Ramos), que tiene una partitura muy rítmica, con un groove particular de aires festivos, swingueantes e incluso latinos; por su parte, "Rancho de ánimas de la aldea" es una deliciosa balada que demuestra que, a veces, incluso en una big band, menos es más.


Resumiento, la propuesta de Home Made es básicamente más moderna que la anterior, ya que ofrece temas originales y una versión modernizada y sofisticada de lo que es una orquesta de jazz, amén de permitirnos observar el jazz más moderno hecho en Canarias a través de las personalidad de los músicos que arreglan y componen los temas (y sus influencias), siempre permitiendo, con esa libertad con que se mueve el jazz europeo actual, difuminar las fronteras entre estilos. El futuro está en la diversidad y la BBDC lo demuestra aquí con un plantel de músicos (y compositores) de calidad que tiende a expandirse desde las islas como una gozosa diáspora. En resumen, una aventura musical polimórfica y recomendable para los oídos más críticos.

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Social: facebook.com/BigBanddeCanarias.BandProfiile

TAKE THE 'A' TRAIN

Standards vol. 5

"Take the 'A' Train" fue compuesta para la Duke Ellington Band por su alter ego, el pianista Billy Strayhorn, que hizo así su debut como compositor. Duke tocaba en Los Angeles y se le podía oír por la radio cada noche, pero una huelga de la ASCAP le impedía tocar sus propios temas. Estas cuestiones de derechos de autor le obligaron a contratar a Billy Strayhorn, quien compuso para él éste, entre otros temas. "Take the 'A' Train" se grabó finalmente el 15 de febrero de 1941 y aún hoy sigue siendo el tema emblema de Duke, el que le sirve de presentación y el que nos viene a la memoria cuando alguien lo nombra, uno de los standards más repetidos, en orquestas y en pequeños combos; desde Ella Fitzgerald hasta Saori Yano, músicos bien distintos han aportado su versión de "Take the 'A' Train": es, por ejemplo, el tema musical con el que se abre la película de Martin Ritt Un día volveré (titulada originalmente Paris Blues, 1961).


El tema comienza con ese ritmo asociado al traqueteo fácilmente identificable de los viejos trenes de vapor, un ritmo adictivo que lo ha convertido en un clásico, y termina con un ilustrativo diminuendo. De la misma manera que componía constantemente, Duke también arreglaba los temas. El objetivo era sacar siempre el máximo partido a sus músicos. El solo original de "Take de 'A' Train" lo interpretó el trompetista (y también violinista y cantante) Ray Nance cada noche desde su estreno hasta su muerte en 1965. Se dice que lo hacía de memoria y al pie de la letra, sin cambiar una coma (digamos, por seguir la metáfora gramatical). Fue sustituido en la orquesta de Duke y en "Take de 'A' Train" por Cootie Williams.

Duke utilizó este tema como bandera en todos los conciertos de su carrera hasta su retirada en 1974, renovándolo a medida que las modas iban y venían pero manteniendo siempre el espíritu de la melodía. En 1944 Joya Sherrill le puso letra. Tenía 20 años y llevaba tres trabajando esporádicamente con la orquesta de Duke. A partir de aquí la contrató como miembro de la orquesta.


En este enlace les remito a la página del Smithsonian, donde hay unos interesantes y jugosos documentos de Albert H. Small sobre "Take the 'A' Train", pero si quieren algo más directo, en los siguientes videos podemos oír el tema en pequeño formato (trío y cuarteto). En el primero, intepretado por el mismo Duke Ellington, se puede apreciar la personalidad de Duke en la interpretación, en el espíritu del tema y en el sorprendente y delicioso final. El segundo es del también pianista Dave Brubeck.




La interpretación de Brubeck ofrece su propio estilo, más complicado que el de Duke, y con más protagonismo para el solo de Desdmond. Otra delicia:





BRUBECK & DESMOND

La extraña pareja

El Servicio Militar Obligatorio existió en España desde la Regencia hasta que fue abolido en la época de Aznar. Uno de nuestros escritores favoritos, Antonio Muñoz Molina, autor de la original El invierno en Lisboa, novela que dio lugar a un mejorable intento de hacer cine noir, el cual, a su vez, contribuyó a la Historia del Jazz con la inmejorable última presencia en la pantalla de un correcto y emotivo Dizzy Gillespie, contaba en su obra Ardor guerrero cómo el servicio militar obligatorio puede forjar recuerdos imperecederos y unir a extraños compañeros. En 1944, un recluta americano llamado David Warren Brubeck, que había conseguido evitar el frente ofreciéndose como pianista para un espectáculo a favor de la Cruz Roja, conoció a un saxofonista llamado Paul Desmond junto al cual escribiría algunas de las páginas más originales, arriesgadas y memorables de la Historia del Jazz.

Brubeck. El éxito de Dave Brubeck consistió en saber sacar partido de su mente abierta. De su experiencia en los conciertos para el ejército sabía lo que el público aceptaba y mezcló con sabiduría standards de jazz, canciones populares y de películas de Hollywood con su propio concepto armónico, introduciendo teorías que había heredado de su maestro, el francés Darius Milhaud, un compositor y profesor que, si bien no tenía nada que ver con el jazz, le legó unos originales conceptos polimelódicos y atonales. Esto, unido al gran dominio que tenía Brubeck del contrapunto y su gusto por los sonidos impresionistas, le convertían en una especie de Debussy del jazz. Sorprendentemente, estos conceptos innovadores y rupturistas colaboraban a una mejor comunicación entre el saxo y el piano, elevando su música al más alto nivel: había dejado de ser un compositor contracorriente para convertirse en el pianista de jazz más original. Pero lo mejor estaba por llegar.

Durante una estancia en el extranjero, Brubeck había descubierto un ritmo turco, un insólito 8/9, y había decidido experimentar con ello. El tema resultante fue "Blue Rondo a la Turk", que apareció en el mismo álbum (Time Out) que otro glorioso experimento titulado "Take Five" (compuesto por Desmond), que funcionaba con un ritmo de 5/4. A pesar de los pronósticos negativos de los críticos, "Take Five" se convirtió en el primer single de jazz que superó el millón de copias vendidas. Esto ocurría en el año mágico de 1959, del que tanto hemos hablado y seguiremos hablando.

Un apunte aparte: sólo otro tema de 5/4 alcanzó un éxito similar: El tema de "Mission: Impossible" de Lalo Schifrin (1966).

Desmond. El saxofonista había comenzado tocando el clarinete y acabó tocando el saxo alto en la banda militar. De repente, es el único músico que sobrevive a los octetos experimentales de Brubeck cuando éste los disuelve para formar en 1951 su primer cuarteto. Fred Dutton al contrabajo y Herb Barman a la batería completan esta formación que experimentará con una mezcla de West Coast y las ideas innovadoras del pianista. El aporte de Paul Desmond a las originalidades de Brubeck fue la sutileza y la fluidez con la que su saxo hacía comprensible los experimentos del pianista, a medio camino entre la música culta y la improvisada, dando sentido a patrones rítmicos demasiado originales para la mayoría. 

El tándem Brubeck-Desmond, aquellos dos reclutas que habían eludido el combate al lado de Patton gracias a su música, continuó formando equipo y grabando regularmente hasta 1967 y, más tarde, de forma puntual hasta la desaparición de Desmond en 1977. La menor calidad de sus grabaciones por separado constatan que la genialidad estaba en la simbiosis.

Es cierto que Paul Desmond jamás sonó negro y, aunque Brubeck es más un Debussy que un Gershwin, el jazz es esto, buscar la modernidad, caminos nuevos, nuevas formas de expresión, ¿me equivoco?



MY FUNNY VALENTINE

a.k.a. My ideal

Como no se me da bien eso de ponerme romántico y como no tengo (ni nunca he tenido) costumbre de celebrar el Día de los Enamorados (o de San Valentín como lo llaman los americanos y hemos terminado llamándolo aquí) voy a intentar poner en esta fecha tan señalada por los centros comerciales una nota discordante. Llamémosla blue note, por ejemplo.
Os propongo un referéndum musical. A tal efecto, he colocado más arriba una encuesta para saber si esto del amor (unión, relación, contacto o fusión) os mola en el jazz, de manera que la Diosa Tecnología os va a permitir durante una semana dejar vuestra opinión sobre qué tándems (o parejas casuales, que ahora el matrimonio es otra cosa y el amor no digamos...) piensas que ha dejado resultados más brillantes en la Historia del Jazz?
La mía ya está marcada.
Por cierto, olvidaba recalcar una cosa: está permitido marcar más de una respuesta.....