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HISTORIAS Y JAZZ

MIGUEL GARCÍA URBANI, Calle 52, historias y jazz

Hoy, leyendo con música alrededor, se me ha ocurrido hablar de un libro muy especial, un libro que no es un libro sino un laberinto de historias que no son historias sino poemas que suenan en una voz de radio entre temas de un jazz que no es jazz sino sensación y sentimiento. El libro es Calle 52, historias y jazz, un título que a muchos aficionados les sonará porque fue, allá por la primera década del 2000, un blog, un podcast, un experimento que unía literatura, jazz y vida en textos y músicas. El culpable de todo ello era/es el argentino Miguel García Urbani, escritor altamente influenciado por artes tan lejanas y próximas al mismo tiempo como la poesía y la música. Su obra se ha inspirado constantemente en el tango (el libro de relatos Tangos y falsas promesas y el heterogéneo Plateados por la luna) y en el jazz principalmente. Su prosa tiene una sonoridad rítmica y musical que hasta ahora solo habíamos encontrado en algunos poetas y, por supuesto, en Julio Cortázar.


A lo largo de las más de 200 páginas del libro, audazmente ilustradas por Luis Scafati, se van sucediendo los textos (textos apasionados, porque García Urbani es un poeta) que exploran y homenajean las sensaciones que el jazz produce en el oyente. Algunos capítulos son más narrativos pero todos son poesía. Basta escuchar/leer alguno de sus textos para sentirlo en la piel, pero en la mayoría rinde tributo a toda esa enciclopedia de nombres que (nos) inspiran a los aficionados al jazz, desde músicos (Dexter Gordon, Bill Evans, Lennie Tristano... y muchos más) hasta escritores como, por ejemplo, Lezama Lima, Lorca o el inevitable Cortázar, al que llama El hombre que escucha bebop en diez acertadas y líricas definiciones de las que reproduciremos dos:

El hombre que escucha bebop sabe qué es el jazz si no se lo preguntan. Ignora los tratados, los postulados y jamás oyó hablar de los caballeros templarios.

El hombre que escucha bebop es las doce de la noche y la voz de una mujer. Es un contrabajo con pasos de gigante mojado.

Narrativas poéticas que envuelven al lector y que van acompañadas (como hacía en su podcast) de sugerencias discográficas, temas que escuchar al tiempo, antes o después de cada texto, especialmente ilustrativas cuando escribe sobre Jobim o sobre Chet... o, en el texto que sigue, sobre Jimmy Scott:

Él es el hombre abandonado y la mujer seducida, es el narrador y cada uno de los personajes de las canciones. Su voz suena como una extraña trompeta, con una aguda y cálida sordina. Tiene la textura de un tejido que puede servir a veces como mortaja y otras como lecho para el amor. 
(Jimmy Scott, el niño mimado por los dioses. (Fragmento)

En resumen, un libro para sentir el jazz y entender que otros lo sienten como nosotros, para regalar a poetas y también a haters (odiosa palabra de moda) del jazz, pero sobre todo para gozar leyendo y escuchando. 


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* Web del autor: www.miguelgarciaurbani.com

* El libro: www.amazon.es/Calle-52-historias-y-jazz

UN DIÁLOGO ENTRE EL JAZZ Y OTRAS ARTES

TAKEO TAKAHASHI, Diálogos de lava (2020)

Las Islas Canarias son pura naturaleza, abrupta aunque domesticada por el hombre, que nació de la lava y que debe a esta mucho de su carácter. También es tierra de muchos e interesantes músicos de jazz, big bands y festivales. A través de varias obras de arte inspiradas en esta tierra única, el baterista Takeo Takahashi ha creado cinco temas que reinterpretan estas obras en el lenguaje del arte más efímero que existe: el jazz.  

Takeo Takahashi es un percusionista formado en Musikene, en el Taller de Musics y en la Mahattan School of Music. Posee un estilo abierto y versátil como músico y como compositor: en Diálogos de lava,
domina el lenguaje de la percusión, utilizando el resto de los instrumentos, incluida la voz, con una métrica (en muchas ocasiones) percusiva. Valdrían ejemplos como "Doble o mitad ('Daburu Oa Hafu)"), donde hay momentos en que el piano (sí, un instrumento de cuerda-percusión) se aleja de armonías y se relega al papel rítmico, o "Afrocan", donde la cercana presencia de África se percibe incluso en la voz, un instrumento que suena aquí con una expresividad muy rítmica. 
 
 
Acompañado por los músicos Sergi Sirvent (piano, Rhodes, trompeta, buzuki), Juan Pablo Balcázar (contrabajo) y Nadia Basurto (voz), Takahashi crea unos diálogos donde todo fluye como el magma, caliente y aparentemente lento, inofensivo, pero con toda la fuerza de la naturaleza detrás, recreando en jazz cada obra de arte a través de la reflexión. ¿La inspiración? Cinco obras de otros tantos artistas canarios: escultura, literatura, pintura, arquitectura y danza, que motivan cada tema con una personalidad propia.
La idea matriz de este proyecto estaba centrada principalmente en “musicar” cuadros; quería intentar dibujar con la música. Ocurrió que, durante las reuniones iniciales del proyecto recibimos la triste noticia del fallecimiento del enorme artista y escultor Martín Chirino y, debido a ello y a su condición de fundador del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), sentí que podría incluirle respetuosamente en este tributo. (Takeo Takahashi)
Los artistas en que se inspira son el escultor Martín Chirino ("Afrocan"), la bailarina Yoko Taira ("Doble o mitad"), la poeta Pino Ojeda ("Forma de tu ser"), el pintor Néstor Martín-Fernández de la Torre ("Mar en reposo") y el pintor y escultor César Manrique, a quien dedica la obra más amplia ("Jameos del agua") en cuatro temas, rindiendo homenaje a su obra escultórica de arte público en la que utiliza el agua y la lava como elementos innovadores.

Diálogos de lava no es solo un homenaje a los artistas canarios sino un homenaje al arte en sí, al diálogo entre disciplinas y entre artistas, algo a lo que habitualmente se resisten los egos de muchos pero que enriquece siempre a quienes lo practican.
 
La propuesta musical, destaca el autor, nace “con la intención de reflejar el espíritu de cada obra de arte de una manera consciente y reflexiva, pero interpretada desde la óptica de un cuarteto de jazz contemporáneo, donde la improvisación intenta reflejar también las características y los parámetros de las y los artistas, pero desde lo espontáneo". Con la libertad al servicio de la imaginación, el resultado es un proyecto interdisciplinar muy original que nos permite conocer a un percusionista y compositor con un sonido personal, reflexivo y alejado de estereotipos. 


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* Más info: takeotakahashi.bandcamp.com

MÚSICA PARA TIEMPOS VIOLENTOS

THE MARK HARVEY GROUP, A Rite for All Souls 
(Americas Musicworks, 2020)

El sello Americas Musicworks edita ahora este concierto de 1971 del trompetista Mark Harvey en el que reivindica la paz y el entendimiento entre todos los seres humanos, un principio asumido en nuestra cultura y en nuestras leyes que queda en entredicho cuando ocurren hechos como los de Minneapolis o Atlanta y la violencia se multiplica. Tengo dos principios que nunca me planteé tener: el primero, no elijo a mis amigos (ni los juzgo) por su color ni por sus ideas políticas, sexuales o religiosas; el segundo, reniego de toda violencia y en toda situación (salvo, quizás en las películas). Nunca decidí pensar así pero pienso que es un sentimiento natural que fluye del alma y que ciertos estamentos (por ejemplo, las películas o la política) corrompen. Por eso juzgo duro el comportamiento de algunos policías americanos pero también el de los que piensan que con más violencia pueden evitar que el caso se repita. 

Mark Harvey en 1975
Discursos aparte, hablemos solo de música. Mark Harvey fue ministro de la iglesia metodista de Old West en Boston. Su grupo fue el ensemble residente de jazz de esta iglesia, primero como octeto, haciendo hardbop, jazz modal y jazz rock, para derivar a principios de los 70 en un cuarteto experimental influenciado por las grabaciones de Ornette Coleman, John Coltrane y la Art Ensemble of Chicago, quedando en la formación que podemos escuchar aquí: Mark Harvey, metales; Peter H. Bloom, madera; Craig Ellis y Michael Standish, percusiones. A esa época corresponde esta grabación, ahora rescatada de un sótano y que el propio Harvey consideró, cincuenta años después de registrarla, que "esto era algo especial que merecía ser escuchado", especialmente en los momentos convulsos que vive Estados Unidos a causa de los nuevos disturbios raciales. 

De izq. a derecha: Bloom, Standish, Harvey y Ellis
(Foto: Margot Niederland)

El concierto tuvo lugar el 31 de octubre de 1971 en la iglesia de Old West, en dos pases que se corresponden a los dos discos de esta edición y, para conservar la frescura del concierto, se edita en un doble CD con el sonido monoaural original. A la intro ("Invocation/Introit") sigue una especie de invocación contra los demonios ("Recitation: Spel Against Demons"). Tras este exorcismo vocal sigue todo un recital de sonidos experimentales que se mueven entre la serenidad y el tumulto, los sonidos rabiosos y el silencio más respetuoso, a través de sus 96 minutos de improvisación libre, sin partitura ni acordes escritos, alternados con discursos y digresiones que aportan significados a veces herméticos, otras explícitos, dando al álbum el sentido de ritual que tomaban sus peculiares conciertos. Estos epigramas recitados incluyen The Second Coming de W.B. Yeats. Sonidos étnicos traídos de Asia, percusiones arrítmicas y vientos atonales reflejan una época de las más interesantes en cuanto a improvisación y libertad se refiere, la frontera de los 70, un disco que es, además, un interesantísimo documento histórico que puede servir de faro a las mentes actuales. Y no estamos hablando solo de jazz.

JAZZ DE LIBRO

ACORDES Y DESACUERDOS (XXVIII)

En esta sección ya veterana (esta es la vigésimo octava entrega) que llamo Acuerdos y desacuerdos, me gusta recopilar pensamientos, opiniones y fragmentos de libros o películas o entrevistas en los que el jazz es adorado, vilipendiado o, simplemente, utilizado. Pero son más interesantes, de eso no hay duda, aquellos fragmentos en que los personajes (ya sean ficticios o reales) opinan que el jazz es algo dañino o inútil. También aquellos en que el jazz se mezcla con los sentimientos y se vuelve algo vivo. Van ahí unos cuantos fragmentos:


I. 
Ignatius J. Reilly, el reaccionario (y delirante) protagonista de La conjura de los necios (obra única y postrera de John Kennedy Toole) vive en Nueva Orleáns y tenía, por supuesto, que apostillar su "propia" opinión sobre el jazz:

Yo, en mi inocencia, sospeché que la raíz de la apatía que había observado entre los obreros era aquel jazz indecoroso que emitían los altavoces estridentes de las paredes. La psique bombardeada por esos ritmos no puede aguantar mucho tiempo, y se descompone y atrofia.




II.
Pero, si hay alguien capaz de irritar más al lector que Ignatius, ése es Boris Vian con su irreverente Escupiré sobre vuestra tumba (J'irai cracher sur vos tombes) de 1946. En una escena en la que Lee charla con Lou sin que ella sepa que él tiene parte de sangre negra, él defiende el origen negro del jazz, mientras que Lou defiende que las buenas orquestas son de blancos:

—No lo creo. Todas las grandes orquestas son de blancos.
—Claro, los blancos están en mejor posición para explotar los descubrimientos de los negros.
—No creo que tengas razón. Todos los grandes compositores son blancos.
—Duke Ellington, por ejemplo.
—No, Gershwin, Kern y todos esos.
—Todos europeos emigrados —le aseguré—. Son los peores explotadores. No creo que en todo Gershwin se pueda encontrar un solo pasaje original, que no haya sido copiado, plagiado o reproducido. Te desafío a que encuentres uno solo en toda la Rhapsody in Blue...
—Eres extraño —respondió—. Detesto a los negros.



III.
El jazz está presente, de una manera inexorable (¿orgánica?) en cualquier relato de Ami Baraka. En el relato "The Screamers", incluido en su libro Tales, publicado en 1967 aún bajo su nombre de nacimiento (Leroi Jones), aparece este fragmento, que nos recuerda que Baraka/Jones, influenciado desde pequeño por el jazz, quería ser como Miles Davis. 
Adelantó un pie y agitó una mano. La otra colgaba descuidadamente de su trompeta. Y sus turbantes se agitaron entre aquellas sombras. El de Lynn más apretado, más ordenado y brillante, de hermoso amarillo incrustado en piedra verde. También verdes aquellos pedruscos brillantes que bailaban en sus meñiques. A-boomp, bahba bahba, A-boomp, bahba bahba, A-boomp, bahba bahba, A-boomp, bahba bahba, los turbantes se mecían tras él. Y sonrió, antes de levantar la trompeta, a Deen o a Becky, que estaba borracha, y nosotros buscamos en la oscuridad a las chicas.


IV.
En el comic Hate Jazz, de Jorge González & Horacio Altuna, hay una descripción ciertamente dura de un combo de jazz tocando en un club. Todos hemos asistido alguna vez a un concierto en el que ha habido músicos así:
En el Dolphins comenzó a sonar "What's News"... Cuando fue su turno, el solo de Chester fue imaginativo y muy sensual, como siempre. Hacía tiempo que iba gente al Dolphins a escucharlo solamente a él... Peor eso él no lo sabía. Cuando tocba desaparecía del mundo... y quedaban sólo él y su alma. Cecil, en cambio, era superficial y, cuando hacía un solo bueno, no era de él... porque no tenía demasiado que decir sobre sí mismo, o no quería. Entonces, plagiaba. McCoy Tyner. 
Luego hay una descripción que nos introduce en la parte humana: una mujer, quizás un triángulo.
Miles Davis decía que lo más fuerte que había experimentado (con la ropa puesta) fue cuando escuchó por primera vez a Gillespie y Parker, en St. Louis. A los hermanos Gayle, que completaban el cuarteto, lo más fuerte que les había pasado era haber conocido a Velma. Y si, musicalmente, sonaban conjuntados, como un metrónomo, sus almas estaban en disonancia, competían... por Velma. Y ella lo sabía. A lo mejor por eso también, la atmósfera de la música que hacía el cuarteto era densa, excitante y dramática. 


V.
En el cuento The Blues I'm Playing de Langston Hughes, la joven pianista Oceola y su vieja mecenas tienen objetivos distintos, objetivos que chocan cuando ella se enamora y su mecenas le aconseja que no se case o será como echar a perder su carrera musical. En ese momento, las manos de Oceola dejan caer sobre el piano de cola unas notas de blues:
Y sus dedos comenzaron a deambular lentamente arriba y abajo del teclado, flotando sobre la suave y perezosa síncopa de un blues negro, un blues que se hundía y se transformaba en un jazz juguetón, y luego en un ritmo palpitante que sacudió los lirios de las vasijas persas de la sala de música de Mrs. Ellsworth. Más fuerte que la voz de la mujer blanca que gritaba que Oceola estaba desertando de la belleza, desertado de su verdadero yo, desertando de su esperanza en la vida, la marea de salvaje síncopa llenó la casa, y luego se hundió en el lento y cantarín blues con el que había comenzado. [...] Qué triste y alegre es. Triste y feliz, riendo y llorando... Qué blanco como usted y qué negro como yo... Como un hombre... Y como una mujer... Cálido como la boca de Pete... Así es el blues... que estoy tocando.




CARL SANDBURG, POESÍA Y JAZZ

MATT WILSON's Honey and Salt (Palmetto Records, 2017)

La primera vez que escuché hablar de Carl Sandburg fue a propósito de ese poema (Jazz Fantasia) que habla de jazz y suena como jazz si uno lo lee como debe leerlo, en su idioma original, con  sus juegos de consonantes, su pericia en las rimas, sus onomatopeyas que sólo funcionan en inglés y sus repeticiones, un uso de las palabras que convertía la lengua en ritmo y el ritmo en jazz.



Ahora, cuando se cumplen 50 años de su muerte, el percusionista Matt Wilson rinde homenaje al Poeta del Pueblo con un disco de composiciones originales en el que aparecen (como lectores y no como músicos) nada menos que gente de la talla de Christian McBride, John Scofield, Bill Frisell, Joe Lovano... y el actor, humorista y músico de rock Jack Black.

Hasta aquí las curiosidades del disco. En cuanto al jazz, Matt Wilson es un colorido e imaginativo percusionista nacido en Knowville, cerca de donde nació Carl Sandburg. Su interpretación de la poesía a través de la música (hecho que normalmente ocurre en la dirección contraria) es interesante y caleidoscópico, capturando la esencia de Sandburg de la misma manera en los temas sociales, cotidianos y en los más divertidos y absurdos. La ausencia de rima y métrica en Sandburg, que constituye su interpretación del arte de la sorpresa, es tan cercana al jazz que sorprende que no se haya intentado antes.

Matt Wilson

Hay temas de muchas estéticas diferentes pero, en general, hay un gusto por la potencia, por los metales, que, en algunos temas, pasan de parecer hardbop a parecer hard rock (esto es una exageración, claro, pero hay momentos en que la guitarrista Dawn Thomson (que también canta en algunos temas) evoluciona hacia la fusión y del jazz rock con unas armonías de constante apoteosis, como si el baterista-compositor utilizara los metales como instrumento rítmico, percutivo, en lugar de melódico. Otros temas son más líricos (sin abandonar esta estética potente) o más blues, como la fabulosa línea de bajo de "Anywhere and Everywhre People" (a cargo de Martin Wind) tema en el que, curiosamente, recita un bajista, Christian McBride, con profunda voz de barítono negro. Es este gusto por la conjunción de música hablada y jazz lo que enriquece el disco, sobre todo cuando esta simbiosis se convierte en un verdadero diálogo, con juegos de llamada y respuesta como en el final de "Paper 2" (con Bill Frisell recitando y todo el combo respondiéndole, y viceversa). También hay improvisaciones muy interesantes como la de "Snatch of Sliphorn Jazz" con un Jeff Lederer bestial, o más libres, com oen el poema "Fog", por ejemplo, donde Wilson se limita a improvisar mientras suena una grabación con la voz del propio Sandburg:


En resumen, las composiciones originales del disco son tan eclécticas como la fuente de inspiración. El disco es una especie de libro de poemas musicado que Wilson ha estructurado en tres capítulos y un epílogo. Los capítulos o partes reúnen temas urbanos (Capítulo Uno, de los temas 1 al 7), temas rurales (8 al 11) o la colisión entre ambos mundos (Capítulo 3, del tema 12 al 16). En el Epílogo, hay dos poemas que intentan una reflexión sobre lo anterior, con una Carla Bley que lee "To Know Silence Perfectly". Sería un final perfecto para el disco (THERE is a music for lonely hearts nearly always. / Is the music dies down there is a silence. / Always the same as the movement of music. / To know silence perfectly is to know music.) pero aún queda por escuchar otro tema, más festivo, no tan tan evocador pero igualmente metafórico, "Daybreak".

Les dejo el video oficial, un medley con toda la paleta de tonos que abarcan tanto la poesía de Sandburg como su reflejo jazzístico, el disco de Wilson.


El grupo lo completan Dawn Thomson en la guitarra, el cornetista Ron Miles, Jeff Lederer, presentado aquí como multiinstrumentista de viento, y el bajista Martin Wind.
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* Web oficial:www.mattwilsonjazz.com 


PRÓXIMAMENTE... XII FESTIVAL JAZZOLONTIA

World, black & jazz para comenzar septiembre 

Como todos los años, la Asociación Cultural Olontia, organización sin ánimo de lucro, lleva el jazz al escenario al aire libre del Convento del Vado en Gibraleón. Este año, repartidos durante el fin de semana, se podrá asistir (con entrada libre, como es habitual) dentro de la XII edición del ya clásico Jazzolontia a cuatro conciertos y el domingo a un acto literario protagonizado por Enrique García Bolaños, poseedor de una poesía original y joven que presenta en su nuevo libro Señales. También el domingo se proyectará la película Born To Be Blue (Robert Budreau, 2015) que narra un episodio más o menos biográfico de la vida de Chet Baker.




Los conciertos comenzarán el viernes 8 de septiembre a partir de las 22:00 horas con Naftule Quintet, un grupo liderado por el clarinetista Emilio Parrilla que traerá a Gibraleón su música klezmer inspirada en el músico polaco Naftule Brandwein y que Parrilla compuso para la obra de teatro En vano. Esa misma noche, el grupo Funkdación, un clásico de la música negra en nuestro país, traerá a escena su mezcla de soul y funk.


El sábado 9 la noche comenzará de una manera más íntima con el sexteto del guitarrista Pedro Madaleno, a quien apodan el Pat Metheny portugués, acompañado por Diogo Vida a piano, Joao Barradas al acordeón, Yuri Daniel al bajo, Bruno Pedroso a la batería y Joao David Almeida a la percusión y voces. El final de la noche sonará algo más potente con el grupo Ogun Afrobeat, ritmo, world music y una sección de metales que hay que ver en directo. De madrugada, DJ's, barra y buen ambiente al aire libre. Todo ello sin pagar entrada. 




I COULD WRITE A BOOK

ACORDES Y DESACUERDOS (XXI)

Acordes en la ficción literaria. En ocasiones el jazz aparece en la ficción (sea cine, literatura o teatro) y, a veces, con la única intención de crear un escenario con la ayuda de una banda sonora que ya existe en nuestra mente. No negaré que me gusta el recurso. En ocasiones, es sólo un combo sonando al fondo de la escena mientras los protagonistas complican su vida con diálogos rebuscados; otras veces, es un filósofo intentando la difícil tarea de explicar el jazz; otras... Simplemente, se agradece que la música que eleva la escena al nivel de Cine sea el jazz y no los repetitivos recursos de Hans Zimmer. Que ustedes lo discutan.



I.
Encontramos este texto en el relato "El mejor perfume de una mujer" de Alicia Giménez Bartlett:
Un tipo a su lado decía en ese momento: "La vida es como el jazz". Comprendió que la noche está llena de filósofos. [...] ¿Se había impresionado la chica con la frase? [...] La vida es como el jazz, decía, mira, oye, como el jazz. Pero no pasó de ahí. Llevaba un kilo de razón aquel tipo tan ocurrente de la pelirroja. Como el jazz: brillante a ráfagas, ritmada o dispersa según la ocasión, reiterativa, discordante, monótona pero renovada, música desdramatizada, con momentos culminantes, solos nítidos, mucho ruido de fondo, improvisaciones, baladas tristes y saxos dolientes, pianísimos mágicos y finales brutales, inesperados. 

II.
Michael Ondaatje reconstruye la turbulenta (y poco datada biográficamente) vida de Buddy Bolden en Coming Through Slaughter (El blues de Buddy Bolden en España) y lo hace en breves capítulos que son como instantáneas desordenadas, narrando con tanta poesía que juega con el lector a Verdad o Mentira. ¿Ficción? Quizás lo más conmovedor de Buddy Bolden sea esa ausencia de datos constatados sobre su vida, eso de que todo en él es leyenda.
El hombre A disparó sobre el hombre B, y el pianista, Ferdinand le Menthe, se apartó justo a tiempo y se esfumó antes de que se oyera el primer grito. Al advertir lo ocurrido, Bolden se puso a tocar algo más rápido para distraer al público, y casi lo había conseguido cuando llegó la policía. El rag del tigre. (pág. 52)



III.
En la novela corta Fútbol... Jazz-Band publicada por López de Haro en 1924, el autor contrapone el jazz a las costumbres españolas como un elemento extraño y desestabilizador que se ha puesto de moda. La escena catalizadora transcurre durante una cena en una grill-room (sic) en Sevilla cuando los protagonistas salen a bailar. Se puede leer cómo se entendía el jazz en España en los años 20 desde ciertos sectores de la sociedad biempensante:
Los jazz-band metían ruido, un ruido cafre, caníbal, ritmado brutalmente. Había entre ellos uno sentado ante un bombo en el que se insertaban unas tabletas, unos platillos, unos hierros, unas cajas, un klaxon, un pandero de húngaros, unos cascabeles, una cuerna de caza, unos calderos de cobre, unos cencerros... El tío aquel, mediante palillos, mazos y pedales, hacía sonar su terogénea batería furiosamente. Otro, con una flauta de pistón, modulaba una cosa entre silbido y aullido; y por si era poco, el individuo del violín andaba entre la gente lanzando graznidos y haciendo piruetas mientras manejaba el arco como un serrucho.

IV.
El gran Nat Hentoff no es sólo uno de los más reputados críticos de jazz. Fuera del jazz, es un periodista de fuertes convicciones y un activista por los derechos civiles. Entre medias, también es un autor de novela negra. En su libro Blues para Charlie Darwin (1982) describe así el ambiente en un club de jazz: 
Green había esperado encontrar el habitual swing suave del piano y el contrabajo acompañando a la cantante delgada de ojos abstraídos y voz ronca cuya entonación, íntima, a Green siempre se la ponía dura, a pesar de saber lo que era la chica; o tal vez, ¿por qué no?, precisamente por saber lo que era. Sin embargo, esa noche Green oyó, a media manzana de distancia del local de Connie, los acentos duros, ásperos y clamorosos de un saxo tenor. Éste lanzaba arpegios ascendentes y descendentes no del todo en armonía con los acordes del acompañamiento, y para cuando Green estuvo ya junto a la puerta, el saxo comenzó a destrozar la melodía de tal modo que el detectiva ya no supo qué melodía estaba interpretando.

V.
Sigamos con la misma novela y con un desacuerdo. Hace unos días hablábamos de la ventaja de la ficción como método para contar la realidad. No sabemos si Hentoff usa aquí los personajes para expresar sus propias opiniones o es, simple y llanamente, ficción. Juzguen ustedes:
-Sam -preguntó Green-. ¿Tommy Flannagan sigue tocando en Bradley's?
-Sólo dos noches más -dijo McKibbon encendiendo su pipa-. Y tienen un bajo fenomenal, se llama George Mraz, es checo, ¿te imaginas?
-Al que echo de menos es a Scott LaFaro. ¿Le habías oído tocar?
-Tenía una buena técnica, pero le faltaba alma -dijo McKibbon rascándose la nariz-. En cambio, ese Mraz tiene las dos cosas.

¿Acorde o desacuerdo?


Un libro de jazz

EL ARTISTA ROTO

MARCOS PIN, Broken Artist (Freecode, 2016)

El gallego Marcos Pin, uno de los guitarristas más sólidos, creativos y proactivos del actual jazz español, abandona momentáneamente sus deliciosos experimentos de la serie Duology para volver al estilo que más me gusta: el hardbop. Lo hace con un disco conceptual, cuyo leitmotiv es ese sentimiento de ser artista, una afección espiritual que se mueve en otra dualidad: la del valor real contra la ignorancia social que rodea al Arte.

El concepto. 
Con una contundente portada, el músico de jazz nos muestra la miseria de ser artista en los tiempos que corren, que si bien es cierto que en España las artes nunca han sido muy valoradas (ni por la sociedad ni por los gobernantes) en estos tiempos de "cultura" fácil, de adicciones como el Whatsapp y la fast food televisiva, Broken Artist es una declaración de intenciones. El álbum no habla del artista famélico sino de ser músico, de ser músico de jazz (que es algo diferente) y de luchar por seguir siéndolo a pesar de los malos promotores, de los dueños de los bares, de los horarios, de la pasta... Ese es el concepto del disco. Me lo contó el mismo Marcos en una conversación bastante sincera en la que me habló de sus tribulaciones como músico de jazz, algo que dio lugar a un relato del que hablaremos después. 

El diseño.
El disco viene en un formato que imita a los antiguos EP's de 7" (un CD normal de 12 cm en una carpeta de cartón en 17x17 cm) con un diseño que nos retrotrae a otra época, recordando a las traseras de los LP's de Blue Note. En el interior, un tríptico con fotos y un relato sobre un músico de jazz (roto) escrito por este que firma, un relato inédito, compuesto especialmente para el disco y que no encontrarán en Noche de jazz, otro elemento más que certifica que Broken Artist es un proyecto único, mimado largamente y muy cuidado.


El estilo.  
Pero hablemos de la música. Broken Artist es un disco de hardbop, un estilo que le viene al dedillo a la guitarra (nunca mejor dicho) y a un guitarrista tan fresco y con tanto swing. Además, lo escuchamos en el formato de quinteto clásico, con un sonido brillante que llama a modernizar el concepto de hardbop, pero manteniendo el mismo espíritu, fiel a aquel movimiento que en los 50 hizo de las armonías complejas su bandera, que recuperó el sentimiento de blues y que nunca defrauda. Para superar esos efectos de fumador pasivo, de músico explotado, de los que hablamos, Marcos renace de las cenizas como haría un genio (artístico, se entiende) y contraataca con composiciones inspiradísimas y clásicas al mismo tiempo, y lo hace sin reparar en gastos (intelectuales, se entiende), con unos músicos de lujo y unas composiciones de arreglos fastuosos. ¡Que se jodan los tacaños! Pero escuchemos un tema antes de continuar hablando.


Los temas.  
Lo mejor de Broken Artist es que la música cuenta todas estas historias de denuncia en un tono optimista y con un sonido natural, aparentemente fruto de la espontaneidad, algo que me gusta tanto y que es especialmente apreciable en la forma en que se suceden los solos (por ejemplo) en "Blind Hope" y, de manera más nítida, en "Castanho's Reed". Los temas cantan (a ritmo de hardbop) ese espíritu irreductible del músico como creador/trabajador que sobrevive más que por dinero por amor al jazz (esa "Blind Hope" que es lo único que alimenta al músico, según las notas del libreto). 

1. Desde los primeros compases, queda claro que el saxo de Pablo Castanho comparte protagonismo con la guitarra y que, siendo el único instrumento de viento, asume con ésta los chorus. "Blind hope" es una buena muestra de ello. Su espectacularidad y el que todos los músicos tengan un solo recuerda a los discos de Blue Note, que siempre comienzan con un tema pegadizo e inolvidable.  

2. El segundo corte, "Lullaby For My Two Boys" es una nana triste. Habla del músico que regresa a casa desde otro mundo (el de los escenarios) y nota que ha perdido un tiempo de la vida real en un sueño que no siempre compensa. Especialmente destacable, el piano de Yago Vázquez, con algún toque de blues memorable y un delicado y preciso diálogo constante con el saxo y con la guitarra, con un buen solo al que Marcos Pin corresponde con una emotiva intervención de la guitarra. En la coda, el piano nos lleva más allá, por la Tercera Vía, a un punto impresionante. 

3. "I Love You Too" está basado en  los cambios del estándar "I Love You" y es una locura de tema para mover los pies, con una guitarra enorme. Puro hardbop. Como los demás, es un tema-denuncia que habla de los falsos halagos y de los promotores que doran la píldora a los artistas para nunca contratarlos. Un clásico. 

4. "Castanho's Reed" es un tempo medio muy intenso, con 9 minutos donde el blues amenaza a la partitura, con un saxo meditativo, cargado de recursos, y una buen ración de solos. 

Pablo Castanho al saxo
5. "Carmen's Call" es, en palabras de Marcos, un tema divertido. Habla de promotores de jazz que no entienden de jazz, de gente que consigue beneficios de actividades que no aprecian... Es una denuncia del negocio (o más bien, de los negociantes) con un Pablo Castanho muy agresivo, potente y con una manera de acabar las frases que refleja cierta dosis de rabia por parte del Artista Roto. Igual fuerza y agresividad escuchamos en la sección rítmica (Alfonso Calvo al contrabajo y Andrés Rivas en la batería) y, en especial, en el piano. El solo de guitarra viene a encauzar toda esta rabia con un ritmo acelerado y virtuoso como para dejar callado al promotor más cicatero. Un tema muy free y guerrillero que sólo encuentra paz en el último compás. 

6. "Vulpecula" es el tema que cierra el álbum, una balada muy lírica en la que el diálogo entre los instrumentos construye una belleza hipnótica que nos arrastra hasta el final del disco durante más de 7 intensos minutos. El título alude a la constelación del mismo nombre y nos hace levantar la vista al cielo para después mirar abajo a fin de comprobar si estamos flotando en el espacio o es la música... Un tema bellísimo.

Broken Artist es todo un festival. 


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* Web oficial: www.marcospin.com/

** Fotos: Rafa Pasadas (www.rafapasadas.com)


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MARSALIS PUEDE CAMBIAR TU VIDA

O el jazz como filosofía

Lo más maravilloso de los libros es que pueden aparecer en tu vida cuando menos te los esperas, en un escaparate, en el penúltimo anaquel de una librería que hace tiempo que no visitas, en una lista de Internet o en un cajón de saldos. Yo encontré este libro hace unos meses en una tienda de segunda mano y no pude resistirme. Escuchar o leer a Wynton Marsalis es algo que nunca te deja indiferente. Hablando de jazz (o de la vida, como aquí) Marsalis puede ser filosófico, erudito, apasionado, radical, intransigente o insuperablemente lúcido.





Si en su libro anterior (El jazz en el agridulce blues de la vida, Paidós, 2002), coescrito con Carl Vigeland, nos permitía acompañarle sentimentalmente durante una gira, alternando anécdotas con opiniones, en Jazz. Cómo la música puede cambiar tu vida (2015) vuelve la vista atrás y repasa algunos momentos que considera relevantes de su vida, algunos tan curiosos como el hecho de que padre le llevara a estudiar jazz por obligación, esa cosa tan aburrida: "¡Vaya por Dios!, pensé. Ahora resulta que nos vamos a quedar sin salir los sábado por la noche para volver a la época de la esclavitud" (pág. 12) pero, en realidad, resultó que les estaban enseñando algo importante: "que fuésemos lo que fuésemos, éramos personas creativas" (pág. 16).

Escrito con una pasión incondicional hacia el jazz, casi todo en el libro ofrece una visión positiva sobre el ser humano y la música y, sobre todo, sobre la interrelación entre ambos porque, en esencia, es un libro sobre la vida, una especie de disertación existencial sobre la importancia de la música en la persona y en la personalidad: lo más atractivo del texto es la manera en que relaciona la vida y el jazz, cómo explica, por ejemplo, que el jazz es un juego a la vez individual y colectivo, donde escuchar a los otros músicos es tan importante como decir (tocar) lo que uno es capaz de decir: "Respeto y confianza, eso es lo que enseña el jazz. Cuando se escucha a los grandes músicos, se puede observar el respeto que muestran por las habilidades del otro; al fin y al cabo, salvo en la sección rítmica, los músicos pasan más tiempo escuchando que tocando." (pág. 226). ¿No es algo para pensar... y aplicar en la vida?

También en algún momento, por supuesto, arremete contra las vanguardias: "Eso que la gente aún denomina vanguardia se inventó en Alemania durante el primer cuatro del siglo XX y llegó al jazz cincuenta años después. Ahora, cincuenta años después de que se iniciase, continúa sin ser tan moderna como la música que interpretaba la banda de King Oliver allá por la década de 1920." (pág. 176)


Por último, Marsalis repasa algunas de las figuras más importante del jazz de todos los tiempos desde una óptica tanto musical como una humana, intentando explicarnos cómo escucharlos y qué ha aprendido de ellos.

Sobre Billie Holiday y su último álbum (Lady in Satin), que su padre solía poner, dice: "Muchas personas lo aborrecen porque dicen que apenas le quedaba voz. Sin embargo, a mí me enseña que el mensaje que se transmite es más importante que las limitaciones del método de transmisión." (pág. 193).

De Miles Davis se muestra tanto admirador como detractor: "Muchos de los músicos de su época no superon salir del bebop; él, sin embargo, tocaba con músicos quince o veinte años más jóvenes que él, intentando adaptarse e interpretar en su compañía", dice (pág. 181). Más arriba, apunta: "Dejando aparte el culto a la personalidad, verdaderamente sabía tocar" pero echa por tierra el valor de Miles como inventor del jazz modal alegando que Duke Ellington, Charles Mingus, Dizzy Gillespie, Gil Evans y el arreglista George Russell (los nombra a todos) ya habían experimentado con improvisaciones modales antes que él. Concluye disparando lo siguiente a propósito de su regreso en los 90 y de su falta de integridad (sic): "Él (Miles) personifica ese viejo adagio que dice que lo mejor, cuando se corrompe, se convierte en lo peor" (pág. 182).

Sobre Charlie Parker: "Bird, por encima de todo, demuestra el potencial ilimitado de la mente para pensar con rapidez y lógica durnte largos periodos de tiempo. [...] con Charlie Parker, tocar con rapidez es el tema en sí." (pág. 204)

Pero más que sus opiniones sobre otros músicos, me quedo con su opinión sobre el valor del jazz como manera de entender la vida

http://wyntonmarsalis.org/books
Apartado de libros en la web de Wynton Marsalis
El libro, coescrito con Geoffrey Ward, lleva en inglés el título de Moving to Higher Ground: How Jazz Can Change Your Life y fue publicado originalmente por Random House en 2008; pero, visitando la web de Marsalis, hemos encontrado que nos queda mucho por descubrir de su literatura. 


Los músicos de jazz improvisan bajo la presión del tiempo, por eso lo que brota de ellos surge con tanta pureza. Es como verse presionado a responder antes de poder inventar una mentira. Normalmente, lo primero que se dice es la verdad. (pág. 27)


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EL LIBRO DE LOS LIBROS (DE JAZZ)

La poesía del jazz

La historia comienza hace más de diez años, cuando tuve noción (con retraso) de que la revista Litoral había editado uno de sus fantásticos monográficos al jazz. Para entonces, el número (doble) 227-228 estaba agotado. Comenzó una búsqueda de esas que sólo son posibles por Internet, una búsqueda que ha durado más de diez años y en la que he recorrido librerías de nuevo y de viejo, habiendo encontrado sólo una oportunidad de comprar un ejemplar usado por 60€ (más del doble de su precio original) pero su propietario ya lo había vendido... Hoy puedo decir con satisfacción que he conseguido una copia facsímil en el lugar más inesperado y más lógico: el Ministerio de Cultura.

Pueden llamarme bibliófilo, bibliópata o bibliófago. Ya lo he escuchado antes, pero ha valido la pena la búsqueda y hoy puedo recomendarles que entren ustedes la web del Ministerio en su Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, donde encontrarán una versión (no muy bien) escaneada del volumen La poesía del jazz. No parece que sea por falta de interés pero hay páginas en blanco y (parece que) se ha hecho con un ejemplar aparentemente dañado. Sin embargo, resulta de gran utilidad al tratarse de una edición imposible de conseguir.

Bien, ¿a qué tanto interés? Este número de la revista Litoral es algo así como El Libro de los Libros sobre Jazz: en sus páginas hay fragmentos de tantas obras literarias (poéticas, narrativas, ensayísticas...) y también fotográficas y pictóricas que resulta imprescindible para cualquier aficionado al jazz, tanto es así que podríamos decir que su índice es como una lista de libros que todos deberíamos poseer o al menos leer si amamos el jazz.

Jean Dubuffet, Grand Jazz Band (New Orleans), 1944

Para no extenderme mucho, les diré que La poesía del jazz contiene fragmentos de textos de Sartre, Kerouac, Cortázar, Toni morrison, Juan Marsé, Gómez de la Serna, Felipe Benítez Reyes, Allen Ginsberg, Nat Hentoff... Sería interminable, ya que son 300 páginas... También incluye abundante material gráfico para ilustrar los textos, con fotografías y obras de arte de distintas épocas, una recopilación de carteles antiguos, un álbum fotográfico de Herminia Sirvent y un interesante artículo de Federico García Herraiz sobre el arte en las portadas de los discos de jazz.

Murmurando un aire sincopado,

tarareando suave aquí y allá,
oí tocar a un negro.
La otra noche abajo en la Avenida Lenox.
Junto a la triste y blanca palidez de una vieja luz de gas.
Se movía perezoso...
Se movía perezoso...
Mientras tocaba aquellos Cansados Blues.
Langston Hughes, "The Weary Blues"
(traducción de Charles Matz y Ana Jordá)

Pero no sólo de poemas vive el aficionado al jazz. Al lado de Lorca y Cesare Pavese podemos encontrar fragmentos del libro de Ross Russell sobre Bird, de Pero hermoso, de Como si tuviera alas, de las (casi) biografías de Ralph J. Gleason reunidas en Héroes del jazz... Una manera intensa y amena de repasar todos estos libros sobre jazz y de abrir boca para ir mañana a nuestra librería de siempre y volver loco al librero haciéndole encargos. Verán que pone una cara mezcla de sorpresa y satisfacción que es indescriptible, como el jazz... a pesar de todas las páginas que se escriben sobre el tema.

Resumiendo, la noticia es que lo he encontrado y quería compartirlo con ustedes.

El enlace a la página del Ministerio es éste: 



OTRA VEZ CORTÁZAR Y EL JAZZ

...siempre el jazz

Portada de El perseguidor,
su cuento más famoso
No es la primera vez que hablamos de la relación entre Cortázar y el jazz. Nos parecía fácil volver a escribir sobre el tema hasta que volvimos a encontrarnos con la inmensidad de la cuestión, de modo que, huyendo de argumentos fáciles como hablar de la presencia del jazz en sus textos o la manera en que su prosa se mueve al ritmo de la síncopa y la improvisación, hoy hemos decidido indagar en el Cortázar-individuo para recabar sus propias opiniones sobre la música negra. Hemos revisado entrevistas y ensayos en los que el argentino expresa su pasión por la música de Nueva Orleáns (vivió en París cuando nacía el hardbop pero siempre tuvo el corazón puesto en el hot jazz) de una manera patente y apasionada. Podríamos haberlo incluido en la serie Acordes y desacuerdos, pero Cortázar pertenece a un universo distinto.

Comenzaremos por una cita de José Luis Maire en El jazz en la obra de Cortázar, a modo de introducción:
Buscar el jazz en la obra de Cortázar es, además, dejarse acompañar por la historia de los soportes de grabación, por sus características sonoras singulares o, como en Rayuela, por la manera particular de escucha que cada uno de estos soportes promueve: los discos de 78 rpm y su raspeo o fricción, los discos de acetato y los vinilos con su presencia sonora y su mayor duración de grabación o las casetes con sus soplidos de cinta y su facilidad para regrabar y combinar audiciones.

En 1983, Antonio Trilla entrevistó a Cortázar en Madrid. Las preguntas giraban en torno al boxeo y al jazz, dos notas distintivas de por dónde se movía el espíritu del escritor. A la pregunta de cuándo comenzó a interesarle el jazz, Cortázar responde así:

No lo sé exactamente, pero creo que no tengo casi recuerdos sin jazz. Yo nací en 1914 así que, cuando era chico, asistí al nacimiento de la radio... no había discos de jazz todavía. En esa época se escuchaba en la radio, en Argentina, tangos, música clásica o música popular hasta que un día, -yo tendría diez años- escuché por primera vez un fox trot y fue mágico para mí. Dos o tres años después, descubrí a Jelly Roll Morton y más tarde, a Louis Armstrong y a Duke Ellington. Durante mucho tiempo ellos fueron mis músicos de jazz preferidos. 


En la misma entrevista, a la pregunta de si el jazz había influido en su obra, Cortázar responde así:

Sí, mucho. Me enseñó cierto swing que está en mi estilo e intento escribir mis cuentos, un poco como el músico de jazz enfrenta un take, con la misma espontaneidad de la improvisación.

Este texto aparece en La vuelta al día en ochenta mundos. El lector recibe en la última frase una invitación a escuchar a Parker que es como un disparo:

Una noche en que Lester llenaba de humo y lluvia la melodía de "Three Little Words", sentí más que nunca lo que hace a los grandes del jazz, esa invención que sigue siendo fiel al tema que combatey transforma e irisa. ¿Quién olvidará jamás la entrada imperial de Charlie Parker en "Lady, Be Good"?


Cortázar habló también de Charlie Parker en una entrevista realizada por Evelyn Picón Gardfield y publicada bajo el título de Cortázar por Cortázar:

En 1946, los primeros discos de bebop llegaron a Buenos Aires. Compré uno de Charlie Parker con "Lover Man" y "Ornithlogy", creo. No sabía nada de Parker. Compré el disco, y lo escuchaba y no entendía nada. Mi primera reacción fue negativa, pero volvía a escucharlo muchas veces y de repente "chuc"; fue el salto y mucho de lo que escuchaba antes con interés volvió a ser insignificante para mí. Luego vino el cool jazz.

Por supuesto, Cortázar no se queda en el cool. Esta es su opinión sobre el free jazz, estilo que tocaba su amigo Michel Portal.

En mi colección de discos no hay mucho free jazz. Creo que free jazz es como una corrida de toros. Hay momentos de una perfección absoluta y luego cacofonía. Mi amigo Michel Portal, quien toca este tipo de jazz de vez en cuando me dijo que tenía razón, que los músicos saben que dentro de un largo "take" de free jazz, cinco minutos son buenísimos y lo demás es relleno. 
En sus conferencias en la Universidad de Berkeley en 1980 (recogidas en el libro Clases de literatura (Alfagurara, edición de Carles Álvarez Garriga) Julio Cortázar habla del jazz en estos términos:

El jazz tuvo una gran influencia en mí porque sentí que contenía un elemento que no contiene la música que se toca a partir de una partitura, la música escrita: esa increíble libertad de la improvisación permanente. [...] El elemento de creación permanEnte en el jazz, ese fluir de la invención interminable tan hermoso, me pareció una especia de lección y de ejemplo para la escritura: dar también a la escritura esa libertad, esa invención de no quedarse en lo estereotipado ni repetir partiruras [...] También un músico de jazz tiene malos momentos y pasajes que son muy pesados, pero de golpe puede saltar nuevamente porque está trabajando en un clima de total y absoluta libertad.

*

Recomendamos de nuevo y lo seguiremos haciendo la lectura de todo Cortázar, en especial, el relato "El perseguidor", texto esencial, vanguardista aún, sobre un trasunto de Charlie Parker que toca más allá del momento, y, por supuesto, la anti-novela Rayuela, en especial los capítulos en los que los personajes se autoproclaman El Club de la Serpiente cuando se reúnen para escuchar jazz. También recomendamos el documental: Esto lo estoy tocando mañana, que explora la relación de Cortázar con todas sus músicas.

Para terminar, y porque la cosa no resulte sorda, ahí va un fragmento del maravilloso concierto en homenaje al autor argentino, un concierto organizado por la Fundación March ("El jazz de Julio Cortázar. En los 50 años de Rayuela") y que, en este fragmento, muestra el trío de uno de los pianistas más originales del panorama español, Moisés P. Sánchez. Los músicos que lo acompañan son "Toño" Miguel al contrabajo y Borja Barrueta en la batería. Aquí podemos verlos transportando al trío de piano el singular "Epistrophy", que Cortázar citaba en "La vuelta al piano de Thelonious Monk".




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* La entrevista de Antonio Trilla puede leerse aquí:
   http://www.geocities.ws/juliocortazar_arg/jazzbox.htm

**  El texto de José Luis Maire pertenece al homenaje a Cortázar y el jazz de la Fundación Juan March y puede leerse íntegramente en este interesante documento:
    http://recursos.march.es/web/bibliotecas/repositorio-cortazar/jazz/pdf/el-jazz-en-la-obra-de-cortazar.pdf

*** Más info sobre el documental Esto lo estoy tocando mañana en su página web:
    www.cortazarylamusica.com

100 AÑOS DE BILLIE HOLIDAY


Fruta extraña, tiempo de tormenta

Fruta extraña, 
 tiempo de tormenta.
Tu voz se enreda 
en mi alma sin solución.
La noche oscura 
canta el blues de Billie
y tu presencia 
me invade, 
toma todo,
todo de mí.
Deshaces en melancolía los domingos.
¿Dónde estás? ¿Dónde viajan las damas
cuando abandonan el mundo de los vivos?
Busco al este del sol (al Oeste de la luna),
busco en Vocalion, en Bluebird, en Decca,
en Capitol, en Verve, en Columbia, MGM...
y el juego siempre es el mismo: te encuentro,
te extraño en cuerpo y alma al mismo tiempo.
Vienes a mi cabeza. Soy un loco por quererte.