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LA SEDUCTORA BELLEZA DEL CONTRABAJO

GERALD CANNON, Combinations (Woodneck Records, 2017)

La línea de bajo inicial marca la filosofía del disco: el bajo manda con liderazgo, permitiéndose ser elemento melódico en algunos momentos y, en otros, sostén exhuberantemente rítmico (incluso en las baladas). Esta semana llega Combinations, donde Gerald L. Cannon, el que fuera bajista y director musical del trío de McCoyTyner y sidemen de tantos grandes (Elvin Jones, Roy Hargrove, Lovano, Martino...; la lista sería interminable) regresa como líder en un álbum pletórico de momentos enormes, en el que aparecen, en distintas combinaciones, los saxofonistas Gary Bartz, Sherman Irby y Steve Slagle, los trompetistas Jeremy Pelt y Duane Eubanks, los pianistas Kenny Barron y Rick Germanson, el guitarista Russell Malone y los percusionistas Willie Jones III y Will Calhoun.

Esa improvisación de bajo de la que hablábamos es la intro a "Every Main Is A King", una composición de Slide Hampton que suena aquí trepidante, muy hardbop, con un dúo espectacular: Jeremy Pelt y Gary Bartz, tanto en los solos como en cada chorus. El frenético ritmo de este tema sirve de ejemplo para citar la habilidad con que Cannon consigue una perfecta cohesión entre la sección rítmica y los solistas, algo que puede sonar lógico pero que no es tan habitual en el jazz actual.

A partir de ahí, el disco se desarrolla en distintas combinaciones, aunque me quedaría con el quinteto formado por el trío de Cannon (Germanson al piano y Jones III a la batería) con Jeremy Pelt y Gary Bartz como frontline en el blues "One For Amos", compuesto por Sam Jones.

De todas estas combinaciones, muchas son baladas o tiempos medios, algunas de ellas compuestas por el propio contrabajista, como "Amanda's Bossa" o "A Thought". una delicada bossa en la que toma el papel protagonista el saxo de Sherman Irby con la omnipresencia de Kenny Barron. Pero, si uno sigue  la línea del contrabajo en "A Thought" puede constatar la personalidad con que Cannon sostiene el tema, con elegancia, con una melodía propia, casi cantando. Al fin y al cabo, él es el compositor.


Más allá de las baladas, Cannon se muestra un compositor arriesgado y versátil. "Columbus Circle Stop" es un tema de ritmo roto, con unos vientos que suenan el algunos momentos onomatopéyicos, intentando aquello que ya hizo Mingus en "A Foggy Day" o Gershwin en su "Rhapsody In Blue", interpretar con instrumentos el caos y las prisas de la gran ciudad. El resultado es desconcertante en un disco tan (por momentos) tradicionalista pero a la segunda escucha toma sentido y el experimento resulta plausible, como otra composición de Cannon, "Gary's Tune", donde muestra sus actitudes miméticas para componer al estilo de Gary Bartz y para Gary Bartz. 

Todo el disco suena fresco y sofisticado al mismo tiempo, homogéneo a pesar de las distintas formaciones que se van sucediendo, combinaciones que dan título al álbum, cambios, sorpresas y mucho de aquello que Nat Hentoff llamaba "conversational jazz". Cannon demuestra que los instrumentos pueden interactuar sin moldes. No hace falta ponerse frente a frente uno a uno como hizo Christian McBride en su Conversations with Christian (Mack Avenue, 2013) sino que basta con poner en marcha la filosofía de Marsalis de que el jazz es el arte de escuchar a los demás para saber qué tocar cuando llega tu turno. Especialmente remarcable es el diálogo entre el contrabajista y la guitarra de Russell Malone en "How Great Thou Art", un blues que proviene de la música de iglesia y que suena como si lo acabara de componer.

La excepción que confirma la regla es la brillante y delicada coda del álbum, en la que Gerald Cannon nos ofrece una versión a contrabajo solo del clásico de Jimmy Van Heusen y Eddie DeLange "Darn That Dream". Cinco minutos indescriptibles.

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* Web oficial: www.cannonmusicnart.com

** Foto de Roberto Cifarelli (tomada de la web de Gerald Cannon).

BUENAS SENSACIONES

Christian McBride con big band


Christian McBride es uno de los bajistas más brillantes y demandados del panorama jazzístico actual. También es un espíritu inquieto. Nunca presenta dos trabajos seguidos en la misma línea. Si en el pasado alternó el jazz eléctrico (Vertical Vision, 2003) con maravillosos trabajos acústicos (Kind of Brown, 2009) también es capaz de arriesgarse grabando un álbum (Conversations with Christian, que ahora se reedita), donde se atreve con formatos tan arriesgados como el dúo (piano/bajo, guitarra/bajo, violín/bajo) con invitados de lujo, en sus palabras, "trece de sus acompañantes y amigos musicales más cercanos": los pianistas Hank Jones, George Duke, Eddie Palmieri y Chick Corea; los cantantes Sting, Angélique Kidjo y Dee Dee Bridgewater; la violinista Regina Carter; el trompetista Roy Hargrove; el guitarrista Russell Malone; el tenor Ron Blake; y la actriz Gina Gershon, que coprotagoniza con McBride un divertido tema. Queda un disco dispar pero digno, en el que se pueden escuchar valientes versiones casi desnudas de blues, bebop, latin jazz, free, música africana..., buenos ejemplos de aquello que llamábamos jazz conversacional y que supera el adjetivo de anecdótico para alcanzar el de experimental. Un buen trabajo, aunque no soporte demasiadas escuchas.

Pero nos vamos a centrar en su grabación más reciente, en la que recupera standards y arregla composiciones propias para 18 músicos. Se trata de The Good Feeling (Mack Avenue, 2011), un reto para un bajista, el de liderar una big band de 17 músicos y una vocalista, y todo un reto para un músico de hoy en un panorama donde sólo unos pocos pueden salir del combo-para-club-pequeño y montar una gran banda para la que, valoremos el mérito, hay que hacer arreglos musicales para un buen número de instrumentos.

También es un sueño largamente acariciado en el que McBride llevaba años trabajando. Lo acompañan su compañero de Straight Ahead, Steve Wilson (saxo alto, flauta), el sólido multisaxofonista Ron Blake, el trompetista Nicholas Payton, cambiante pero siempre satisfactorio, y una vocalista que no conocía y que me recuerda a Sarah Vaughn, Melissa Walker. McBride tiene un don para elegir acompañantes. El álbum demuestra que composiciones clásicas y modernas pueden adaptarse de igual manera al esquema de una orquesta de jazz. Pero lo mejor del disco es su sonido, fresco y complejo como toda la música de big band, con sus estructuras para encajar a todos los músicos y sus huecos para la improvisación y los solos. Si me dicen que el álbum está grabado en directo lo creo. Así suena.

En cuanto a los temas, hay seis composiciones de CMB, aunque algunas ya aparecían en discos anteriores, y cinco standards. El disco abre con "Shake 'n Blake", escrito para lucimiento de Ron Blake, que tiene aquí un solo electrizante. En "Broadway" y "I Should Care" el ambiente es el de otra época, el de las grandes orquestas, amables y simples, sin vanguardias, una delicia. Hay temas como "Brother Mister" que deben su fluidez a haber sufrido menos metamorfosis desde su concepción hasta los arreglos de este disco que, por ejemplo, la expresiva "Science Fiction". El final es un intento de apoteosis llamado "In A Hurry", que justifica el título con un ritmo in crescendo y que puede ser el mejor ejemplo para describir este disco. Aquí metales y maderas encuentran un vehículo perfecto para su lucimiento.

Después, sólo quedan ganas de pinchar el disco de nuevo.

En estos videos se puede navegar por esta aventura. En el primero, después de una presentación de un minuto, se puede oír a la big band tocar durante dos en el Festival de Jazz de Detroit (no tiene mucha calidad de sonido pero se oye el trabajo) seguido de una larga entrevista. El segundo es un pequeño making of.





La big band: Christian McBride: bajo; Steve Wilson: saxo alto, flauta; Todd Bashore: saxo alto, flauta; Ron Blake: saxos tenor, soprano, flauta; Todd Williams: saxo tenor, flauta; Loren Schoenberg: saxo tenor; Carl Maraghi: saxo barítono, clarinete bajo; Frank Greene: trompeta; Freddie Hendrix: trompeta; Nicholas Payton: trompeta; Nabate Isles: trompeta; Steve Davis: trombón; Michael Dease: trombón; James Burton: trombón; Douglas Purviance: trombón bajo; Xavier Davis: piano; Ulysses Owens, Jr.: batería; Melissa Walker: voz.

JAZZ '34

Remembrances of Kansas City swing

En los años 30, el estilo denominado Kansas City marcó la transición entre la música de big band y los inicios de la improvisación en el jazz. Cuando Robert Altman estaba rodando Kansas City (1996), la película ambientada en los clubs de jazz de esta ciudad, contó con una buena porción de las estrellas emergentes y consolidadas del jazz de mediados de los 90 para interpretar la banda sonora: Joshua Redman, Nicholas Payton, Christian McBride, Don Byron, Ron Carter... (más abajo está la lista completa) hacen de la banda sonora un hito irrepetible, pero Altman quiso llegar más allá. No sólo los contrató para tocar sino para interpretar en la pantalla a los personajes: los músicos auténticos de 1934 y, en una vuelta de tuerca más atrevida, los invitó a una jam session que duró toda la noche y en la que se interpretaron temas clásicos de Lester Young, Count Basie, Duke Ellington...

Concierto, documental o docu-drama, esta impresionante jam session apareció en un VHS llamado Jazz’34: Remembrances of Kansas City Swing (ignoro si está en DVD pero más abajo tienen un fragmento) que revive el auténtico jazz de los años 30. Más de veinte músicos reunidos por una sola y única vez para reinterpretar los temas de una época (¿irrepetible?). Hay que ver el documental.

El escenario de la jam es uno de los escenarios de la película, el Hey Hey Club de Kansas, en cuya puerta un cartel reza: Who is the king of the georgeous riff?. Todos, absolutamente todos los músicos que intervienen en la banda sonora aparecen al mismo tiempo, interpretando por turnos o como orquesta material de la época, swingueantes temas como Tickle toe de Lester Young o Indiana (con un un Nicholas Payton fabuloso en el solo) o blues de Count Basie: Harvard blues, Blues in the dark (¡escuchad aquí a James Carter y Joshua Redman frente a frente!). El escenario del club, ambientado con el vestuario de la época, el humo (nadie se corta de fumar) es casi un Cielo del Jazz, porque ningún músico se sale de 1934 mientras toca o espera su turno. Un auténtico salto en el tiempo que termina con la recreación de un evento mítico, La Batalla de los Saxos que enfrentó a Coleman Hawkins y a Lester Young, interpretados aquí (¡y de qué forma!) por Joshua Redman y Craig Handy.


Aunque Robert Altman nació en la ciudad de Kansas, no contaba más de 9 años en 1934. Su pasión por el swing queda patente en el hecho de que lo único que justifica una película tan pasable y anodina como Kansas City es su banda sonora a ritmo de jazz. Si no fuera por la música y por el documental colateral, es posible que hubiera pasado sin pena ni gloria como una de las películas más flojas y olvidables de uno de los directores más originales de este siglo.

Estos son los músicos de Kansas City y de Jazz’34:

Saxos tenores:
James CARTER (interpretando a Ben Webster)
Joshua REDMAN (como Lester Young)
Craig HANDY (como Coleman Hawkins)
David MURRAY

Altos:
Jesse DAVIS
David NEWMAN, jr.

Barítono/clarinete:
Don BYRON

Trompetas:
Nicholas PAYTON
Olu DARA
James ZOLLAR

Trombón:
Clark GAYTON
Curtis FOWLKES

Batería:
Victor LEWIS

Piano:
Geri ALLEN
Cyrus CHESNUT

Contrabajo:
Ron CARTER
Tyrone CLARK
Christian McBRIDE

Guitarras:
Russell MALONE
Mark WHITFIELD

Voz:
Kevin MAHOGANY

¿No parece de verdad irrepetible?