En Resonancia, el piano cede el protagonismo a otros instrumentos, lo que resulta paradójico en un disco de un pianista que versiona a otro pianista. Solarz ejerce casi todo el tiempo como compositor y sabe jugar con las tímbricas del grupo para aportar una dimensión más amplia a estas piezas. Se puede escuchar desde el tema inicial ("Música callada nª 1"), que comienza con clarinete y percusión (Solarz también es percusionista y da mucho protagonista a la batería de Carlo Brandán en este disco) hasta temas donde los vientos (también Lucas Goicoechea en el saxo alto) armonizan sin abandonar las atmósferas minimalistas. La guitarra (Juan Filipelli) también tiene su propio discurso en la lírica "Música callada nª 9". Solo en algunos momentos Solarz "reclama" el protagonismo del piano (como en las músicas calladas 9 y 11, por ejemplo), pero es solo una excusa para llevar al grupo al punto adecuado.
A pesar de la metamorfosis a sexteto, de la adaptación al lenguaje del jazz con toques de tango y música afroamericana, Julián Solarz consigue reproducir la intención intimista y meditativa de Mompou en estos temas, consiguiendo un jazz de gran belleza y de interés musicológico. Un disco contemporáneo, inteligente y recomendable.
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