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BELLAVISTA SOCIAL CLUB

...y una breve historia del jazz con fines solidarios.

No suelo hacer reseñas de conciertos porque nunca he sido partidario de los diarios y porque los conciertos hay que vivirlos. El jazz es efímero y lo que hoy suena mañana sonará a otra cosa. Pero anoche tuve la ocasión de vivir uno de esos conciertos en los que no hay ni un compás de desperdicio. Cuatro músicos (cinco en algunos temas) que venían de distintos puntos de la provincia de Huelva y que nunca habían tocado juntos, se juntaron una hora antes del concierto y convirtieron luego una pequeña colección de standards ("Cherokee", "Four", "My Funny Valentine" entre otros) en una noche memorable.



Los músicos: Antonio Olivo al saxo alto, todo un prodigio de fuerza e imaginación, con solos enormes y muy imaginativos; Pablo Báez (bajista de Jorge Pardo, entre otros proyectos), sonando aquí muy mainstream, capaz de conseguir cualquier cosa de su contrabajo en los solos; Juanki Silva a la guitarra, con un estilo sorprendentemente limpio tanto en single line como en los acordes; el jovencísimo Martín Regañá, que a sus 18 años parece dominar la batería y todos sus recursos, sólido en el acompañamiento y nunca aburrido; y, finalmente, Israel Lino, trombonista muy personal y potente. Después, jam session... 



La excusa del evento era la presentación de una breve Historia del Jazz desarrollada por Rubén García López y que viene a sumarse a una larga lista de eventos (conciertos, presentaciones, jams, visionado de documentales...) con los que la asociación Bellavista Social Club pretende fomentar la pasión por el jazz. El club, ahora constituido como asociación cultural, tiene su base (no podía ser de otra forma) en el bar donde realizan los conciertos. La edición de esta Historia del Jazz, muy breve, de apenas 70 páginas y profusamente ilustrada, se ha realizado en colaboración con la asociación de músicos de Huelva Onujazz y con la Asociación "Lazos de Familia", que realiza todo tipo de labores solidarias con niños saharauis. Al fin solidario del libro se unen los conciertos benéficos Sahajazz que cada Navidad el club realiza. Casi nada.

 

EL JAZZ CON EL SONIDO NATURAL DEL MUNDO

PABLO BÁEZ, El testigo (2017)

Pablo Báez es un contrabajista onubense, educador y compositor con ideas muy originales y una gran versatilidad como intérprete. Su primer disco como líder, El testigo, es lo que algunos llaman una declaración de intenciones, un jazz moderno, de tempo lento, reflexivo y ecléctico, que metaboliza el jazz europeo y un sutil toque flamenco en algo que (casi) podríamos llamar jazz flamenco experimental. Pero me quedaría corto.


Aunque ya había escuchado a Pablo Báez en otras formaciones, como líder resulta un contrabajista personal, muy expresivo, que usa el contrabajo como instrumento solista, liderando sin complejos todos los temas, haciendo "cantar" al instrumento, omnipresente. 

Un aspecto singular del disco y que forma parte de su concepto es que no se ha grabado en estudio. Los temas han sido registrados con técnica ambisónica en una curiosa diversidad de escenarios (un bosque de noche, el interior de un dolmen, una iglesia, una cárcel abandonada...) para captar distintas sonoridades que ayuden a la expresividad de los temas. En este sentido, Báez manifiesta estar más interesado en "la sonoridad natural de la instrumentación, así como su integración e interacción con el medio" que en lograr un sonido perfecto a lo Rudy van Gelder. Me remito a su concierto de presentación en el Gran Teatro de Huelva, donde, como conté en la reseña del mismo, ningún instrumento iba amplificado ni enchufado. Ni siquiera había micrófonos para los instrumentos acústicos.



El cuarteto del álbum lo forman Julián Sánchez (trompeta), Enrique Oliver (saxo tenor) y Juanma Nieto (batería), contando con la siempre iluminadora presencia de Jorge Pardo en "Jaleo". Tres de los temas suenan a contrabajo solo y fueron grabados en el interior del Dolmen de Soto ("Din Don"), en las Marismas del Polvorín, junto a la vía para trenes de mercancías peligrosas ("Sin andén") y en el puente que comunica Huelva con Corrales, donde se grabó "Puente concreto", título que intuyo puede remitir a la música concreta, teoría que explora el sonido de los objetos y su combinación con los producidos por instrumentos reales. El sonido del viento en el puente, algún coche lejano y el rumor de las olas de la ría imbuyen de poesía la delicada melodía del contrabajo en este "Puente concreto". Algo parecido se muestra con la máquina de escribir y los sonidos del bosque de noche de "Oda" o su introducción, "Animales del bosque".

Los experimentos y la originalidad de El testigo miran en muchos sentidos. "My Werba", que podría ser una balada de algún trompetista anterior a Miles, no es sino una versión sublimada y bellísima del pasodoble "Mi Huelva tiene una ría" de Domingo Manfredi. Pero hay que ser un oyente muy atento o muy de Huelva para percibir el origen de esta balada de jazz. "Tema inofensivo", por ejemplo, usa un esquema distorsionado de hardbop utilizando los vientos como elemento rompedor, hacia lo atonal, logrando un sonido sucio, muy Mingus, mientras el bajo dirige a la banda con un ritmo poderoso y enérgico. Más free es "Reo", tema grabado en una vieja cárcel que albergó presos entre 1930 y 2006 y que hoy permanece abandonada esperando un uso más útil que el de mantener vivo el horror que pudo albergar. Su ruina y su vacío poblado de recuerdos justifican el tema. También aquí se grabó "Xpain", un tema también mingusiano donde los ruidos y los gritos se mezclan con un post-bop que quiere sonar también a ruido. 

Más amables son los temas inspirados en el flamenco, algunos más sutiles y elegantes y sin olvidar el desafío rítmico y armónico del jazz (como "Testigo" o como "Jaleo", tema donde se puede escuchar a Jorge Pardo a la flauta y también un gran trabajo rítmico de Juanma Nieto a la batería y Javier Vega en el cajón flamenco) y otros más de raíz, menos jazzísticos (como "Flores blancas").

15 temas, todo un despliegue de inspiración para un primer disco como líder, un disco que es una declaración de intenciones, como escribí más arriba, que confío que tenga continuación y la acogida que se merece.


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Blog de Pablo Báez: https://pablobaezillesca.com


http://jazzeseruido.blogspot.com.es/p/relatos-de-jazz_28.html

NUEVOS AIRES EN EL HARDBOP

Daniel Cano Quintet en vivo en el Gran Teatro de Huelva

No defraudó el tercer concierto del Circuito Andaluz de Asociaciones de Jazz en Huelva, promovido por la Federación Andaluza de Asociaciones de Jazz y organizado en Huelva por las asociaciones Tom@jazz de Bellavista, Müzzic y el Colectivo Cultural Olontia con el apoyo del Ayuntamiento de Huelva. En esta ocasión, subió al escenario el onubense (natural de Palos de la Frontera y afincado en Canterbury) Daniel Cano, que sorprendió con su quinteto y su enfoque moderno del hardbop, presentando los temas de su primer álbum como líder, Don't Touch the Blue (Blue Asteroid Records, 2015), del que ya hablamos aquí en su día y donde ha escrito todos los temas excepto el standard "Chelsea Bridge" de Billy Strayhorn.

Lo primero que sorprende al escuchar a Daniel Cano es el sonido. El quinteto, con una formación clásica de hardbop (trompeta, saxo, guitarra, bajo y batería), suena brillante y preciso, y en la trompeta de Daniel Cano resuenan ecos de Lee Morgan, de Donald Byrd y también de músicos no adscritos al hardbop, como Ornette Coleman; un eco de la tradición que, sin embargo, brilla original, nuevo, con un estilo personal en el que Cano está consolidando su voz.


Desde la explosión inicial, con el tema "¿Tú siempre tienes que ser el mismo?", se nota que el quinteto conecta con el público, un patio de butacas casi lleno que aplaude con timidez los primeros solos (en Huelva es realmente difícil conseguir que el público aplauda) pero, con el paso de los temas, el grupo va ganando la empatía del público y los músicos van cosechando aplausos cada vez más efusivos. El motivo es la música de Daniel Cano. Vale aquí la máxima de Miles Davis: "Si la música no hace que muevas los pies, entonces no es jazz". Y es que el trompetista ha creado unas composiciones cálidas y efervescentes, bien estructuradas, que conectan con los aficionados y que, al mismo tiempo, dejan espacio a los músicos para desarrollar sus improvisaciones.

Cuando suena el tema que da título al disco ("Don't Touch the Blue") el ambiente se pone trascendental, el grupo se queda en un trío, en un ambiente introspectivo, casi íntimo, y el público responde con su silencio y podemos ver a algunos espectadores balanceándose con esa cadencia triste y apasionada del blues. A partir de ahí, el concierto fluye con una perfecta conjunción entre público y músicos.


Acompañaban al trompetista en el escenario el saxofonista Pedro Cortejosa, que nos regaló unos fraseos muy bien dibujados sin tener que recurrir a estridencias, tanto en el tenor como en el saxo soprano; Carlos Bermudo a la guitarra, un sevillano con una gran experiencia y un estilo discreto y brillante; el también onubense Pablo Báez al contrabajo, con mucho swing, casi clásico y con unos solos sobrios pero acertados; y el batería Javier del Barco, que tuvo su oportunidad de demostrar en un solo todo lo que la batería puede dar.

En cada chorus y en cada solo, los músicos demostraron que el jazz sigue siendo una música abierta y viva. Al público le gustó y, al final, cuando algunos ya salían de la sala, la insistencia de los aplausos hizo que el grupo volviera al escenario a hacer un bis, un tema muy jazzístico acompañado de palmas flamencas ("Campo de las Malvinas") que fue, en la opinión de este que firma, no sólo un gran final sino los mejores diez minutos del concierto.


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* Las fotografías son de Juan Carlos Ordóñez (www.flickr.com/photos/jcof/)



** Más información sobre Daniel Cano en su web: www.danielcanoamaro.com

*** El texto de esta reseña se publicó originalmente en el diario Huelva Información.

ACÚSTICO, LIBRE, INSPIRADO

Pablo Báez Quartet en concierto

Pablo Báez es un músico onubense con una trayectoria singular. Formado en centros tan dispares como la ESMUC de Barcelona y el Conservatorio de Sevilla, su carrera le ha llevado a tocar por toda Europa y a compartir escenario con los grandes del flamenco y del jazz español. El 23 de marzo, sustituyendo a Mike Fletcher, que se había caído del cartel, presentó algunos temas de su próximo disco con músicos nuevos, sin tiempo para ensayar, asumiendo riesgos como, por ejemplo, hacer todo el concierto en acústico (sin amplificadores ni micros) en un teatro de una ciudad como Huelva, que tiene buenos músicos de jazz pero poca afición jazzística entre su público.


Un observador poco atento podría aplicar en Huelva la frase de Leonard Feather (“España es un desierto para el jazz”) pero no por falta de músicos locales, que los hay y muchos, sino por falta de escenarios. La escasez de iniciativa privada y las ordenanzas locales que, a menudo, criminalizan la música en directo y la gravan con impuestos inexplicables, hacen que el jazz brille por su ausencia en la noche de Huelva.

En este orden de cosas, ese observador despistado podría sorprenderse de encontrar sobre las tablas del Gran Teatro a un músico de la talla del contrabajista Pablo Báez, onubense de nacimiento, a quien su calidad ha llevado por toda Europa acompañando a grandes músicos del flamenco y del jazz (Jorge Pardo, Perico Sambeat, Rubem Dantas, Jerry González…) y que ahora regresa a Huelva con un proyecto original, con composiciones propias que aparecerán próximamente en su primer disco como líder, El testigo.


Aunque Báez juega en casa, sabe que por estas tablas del Gran Teatro han pasado grandes de jazz (Chick Corea, Andrea Motis, Dizzy Gillespie...) y que el desafio es grande. Por eso, presenta un concierto jazzístico al cien por cien (aunque con algún invitado flamenco, como el guitarrista Angelito o el percusionista Vicente Redondo) y, aunque no es la presentación oficial, ofrece temas de su próximo disco, un álbum grabado en acústico, fuera del estudio de grabación, una propuesta que suena a jazz moderno, híbrido, en el que el músico se reconoce el sonido natural del instrumento. Para afianzar esta propuesta y a modo de desafío añadido (el jazz es riesgo) los músicos tocan sin amplificadores ni ningún tipo de enchufe. Acústico 100%.


Con este planteamiento, el concierto comienza con un solo de contrabajo, un fraseo místico que da pie un tema (“Coe”), delicioso, intimista, que define lo que será el concierto: un jazz de sensaciones y sentimentos. Como instrumentista, Báez lleva con su contrabajo el peso de todos los temas. Es un líder y arrastra al grupo, lo sostiene con su ritmo, sus walking bass y sus frases; como compositor, nos presenta un repertorio enorme en el que, en lugar de recurrir a fuegos artificales, opta por la sensibilidad y la inspiración, con armonías acertadas, con alguna balada tocada con el arco (“Oda”, dedicada a su padre), con guiños a Huelva (“My Werba”, en la que había que encontrar la melodía de “Mi Huelva tiene una ría”), con interesantes arreglos sobre temas como “Woody Woodpecker”, con algún blues, con improvisaciones inesperadas como la intervención del guitarrista Angelito al que Pablo acompaña improvisando con el contrabajo.

Pero no todo es inspiración esta noche. El escenario del Gran Teatro, vacío de amplificadores y tecnología, parece desnudo, especialmente por la deficiente iluminación. A esto hay que unir la dificultad añadida de que, por problemas de agenda, los músicos apenas han ensayado con anterioridad. El argentino Juanma Nieto a la batería está muy acertado durante todo el concierto y los músicos que le acompañan (Fernando Brox a la flauta y Juan Calero al saxo), buscados para la ocasión con apenas tiempo para ensayar, demuestran, como Báez, esa profesionalidad que hace válida la máxima del jazz de que la improvisación y la experiencia hacen la magia, de que el jazz es la música del momento y mañana sonará diferente. El resultado es coherente y mantiene hipnotizado al público durante todo el concierto. Y lo mejor es que está ocurriendo en Huelva.


El concierto termina con el tema que da título al primer disco de Pablo Báez, “El testigo”, una composición inspirada en la figura del Niño Miguel. Habrá que esperar al próximo concierto del Circuito Andaluz de Asociaciones de Jazz, que será el 20 de abril con el quinteto del también onubense Daniel Cano.

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* Web oficial: pablobaezblog.wordpress.com/
* Artículo publicado originalmente en Huelva Información (leer) * Fotografías: Manolo Martín (Müzzic) www.facebook.com/muzzic.huelva
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* Envío gratis solo en el territorio español.