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NONET PLUS ONE

DAN PUGACH NONET, Plus One (Unit Records, 2018)

Admite el baterista Dan Pugach en las notas de este disco que tiene predilección por el jazz de gran formato debido a su pasión por genios tan diferentes como Buddy Rich, Count Basie, Gil Evans, Maria Schneider, Alan Ferber, Jim McNeely... y sus orquestas. Salvando las diferencias estilísticas, me trae a la memoria a Henry Mancini. Tiene una cosa en común con él: la manera tan eficaz de utilizar el diálogo entre percusión y sección de vientos.


Dan Pugach nació en Israel, donde el servicio militar obligatorio dura nada menos que tres años. Pugach pasó estos tres años como batería en la orquesta de las Fuerzas Aéreas. Licenciado en Berklee, reside actualemente en Brooklyn, desde donde colabora con un buen número de músicos, con los que ha grabado en varias ocasiones. Su primer álbum como líder es el proyecto Dan Pugach Nonet, con el que ha ganado dos premios ASCAP como compositor de jazz y una residencia en el Kennedy Center for the Arts de Washington D.C.


En este álbum, como reza el título, se presenta en noneto "más uno", doce músicos que se alternan en diversos nonetos a los que se une la cantante Nicole Zuraitis en varios temas, una cantante a la que Pugach denomina "su arma secreta". Pero si hay un arma secreta en las composiciones es la sorpresa. No hay nada estable en ellas, sólo una guía sobre la que se mueve todo el noneto, aportando nuevos elementos en cada tema. A medio camino entre una second line de Nueva Orleáns y el jazz moderno de gran formato, Pugach, como Buddy Rich (aunque más intelectual y menos circense) demuestra que se puede dirigir una gran formación desde la batería, no en vano el ritmo (en una gran variedad de conceptos) es el verdadero líder de esta (casi) big band. Energía contagiosa podría ser el título del álbum. Pugach, desde la banqueta de la batería, lleva a la orquesta a una dimensión personal que explora las posibilidades heredadas de los músicos mencionados (Basie, Evans) con el concepto de orquesta moderna de jazz (Schneider, por ejemplo).

Fotografía de John Dankwardt
Seis temas originales componen el disco, temas escritos a lo largo de los años que recopila en su primer álbum como líder, además de tres versiones muy modernizadas. La primera de ellas es "Crystal Silence" (de Chick Corea con las letras de Neville Porter), que se convierte en un tema rítmico y obsesivo donde Zuraitis participa como un instrumento más de la orquesta. La balada "Jolene" de Dolly Parton con arreglos de Zuraitis y arreglos de viento y orquestación de Pugach, es quizás el punto más débil del álbum, pero no deja de contener elementos sorpresivos en su desarrollo, como todo el resto de los temas. La última versión que aparece en el álbum es "Love Dance" de Ivan Lins. Sin abandonar el tempo contenido de las composiciones del brasileño, Pugach realiza una versión poderosa en la que los vientos tienen un papel protagonista. 

Les dejo con un vídeo donde se puede apreciar en primera fila la versatilidad rítmica de Pugach armado solamente con una caja, un plato... y una mesa.


Los músicos del álbum son:

Ingrid Jensen, David Smith, trompetas
Mike Fahie, trombón
Jen Hinkle, trombón bajo
Andrew Gould, saxo alto 
Jeremy Powell, saxo tenor
Andrew Gutauskas, saxo barítono
Carmen Staaf, Jorn Swart, piano
Tamir Shmerling, bajo
Bernardo Aguiar, pandeiro
Nicole Zuraitis, voz
Dan Pugach, batería
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* Web oficial: www.danpugach.com


EL JAZZ EN PLAYBOY

Jazz contra las represiones, la intolerancia y la segregación

Hugh Hefner es conocido en todo el mundo como el creador de Playboy y el único tío del mundo occidental capaz de vivir con varias novias a la vez. Sin embargo, si uno profundiza en la historia de su vida, se encuentra con un personaje que no sólo desafió la hipocresía de la sociedad biempensante americana sino que contribuyó a la lucha por los derechos civiles, entre otras batallas.


Hef, como le llamaban los amigos, estudió psicología y esto le sirvió para conseguir entrar en las mentes masculinas de los puritanos americanos con una revista que, más que romper moldes, los creó. Tras investigar, durante un curso de postgrado, con un ensayo comparativo de las leyes sobre conducta sexual en Estados Unidos, comenzó a comprender lo absurdo de las represiones y de los tabúes. Si se aplicaban aquellas leyes, manifestó, la mitad de los americanos estarían en la cárcel. Es evidente que América, en los años 50 del siglo XX, no estaba preparada para los desnudos que aparecían en su revista, pero Hefner es un gran creador de paradojas

Hefner comenzó a trabajar en su revista por las noches, mientras por las mañanas escribía para una publicación infantil. La revista, que en un principio se iba a llamar Stag Party (algo así como Fiesta de Solteros) no iba a ser sólo una revista de fotografías. Una de las bazas de Playboy eran sus entrevistas. Alex Haley (el autor de la novela Raíces) realizó la primera entrevista, una sección que se convirtió en fija. Fue a Miles Davis. Después, entrevistaría, entre otros, a Malcom X y a Martin Luther King, entre otros. Pero Hefner también impulsó en sus páginas la buena literatura. Publicó por entregas, por ejemplo, la rompedora Farenheit 451 de Ray Bradbury, que nadie quería publicar. También publicaron en sus páginas relatos de grandes como Ian Fleming o John Updike.

Las portadas, al principio, no incluían desnudos, y las páginas centrales correspondían a fotografías compradas a agencias, pero el espíritu era el mismo de las décadas siguientes: aunar periodismo de opinión con imágenes femeninas que suscitaran opiniones unánimes de los lectores, chicas no profesionales que hicieran pensar en "la chica de al lado". Dos maneras de pensar que pueden parecer una unión paradójica pero que invitan a pensar en que, superadas las inhibiciones impuestas, ni los tabúes ni los prejuicios tienen sentido

Es por esto por lo que hoy he pensado en escribir sobre este visionario, tras volver a ver el documental Hugh Hefner, playboy, activista y rebelde de Telefilm Canada, aprovechando que este blog es un foro para hablar de jazz y porque Hefner amaba el jazz y porque el jazz fue y sigue siendo un arma para luchar contra lo que fue la segregación racial hasta los 60 y hoy sigue siendo una velada discriminación. 

No sólo las Music Polls de Playboy (originalmente orientadas hacia el jazz) justifican la presencia de Hugh Hefner en el blog. De su filosofía vital, rompedora con los esquemas represores de la ética puritana del American Way of Life (aún a costa del feminismo) destaca su lucha contra la segregación racial, una lucha llevada a cabo con naturalidad, sin salidas de tono, con el simple gesto de tener amigos sin importar la raza y mostrarlo en público, en especial en su programa de televisión Playboy's Penthouse, donde hacía de sofisticado anfitrión para charlar y escuchar música, con invitados como actores, cómicos ¡y músicos de jazz! La sociedad americana no estaba preparada para algo tan rotundo como ver en el mismo plató a blancos y negros charlando con naturalidad.

Dizzy en Playboy's Penthouse

Amigo de Tony Bennet, Buddy Rich, Sammy Davis Jr. y otros músicos de jazz, Hefner promovió la integración con estos programas donde aparecían, entrevistados, charlando o tocando grandes como Dizzy Gillespie, Buddy Rich, Larry Adler... e incluso incluso algo tan controvertido para los reaccionarios como grupos mixtos, sin discriminación racial, como Lambert, Hendricks & Ross. Todos estos músicos aparecen en el documental citado y que he insertado al final de este artículo.
Muchos negros vimos [en aquel programa] a artistas negros que nunca habíamos visto. (Dick Gregory, escritor, cómico y activista)


Esto no ocurría en ningún otro programa de la televisión americana. No había prejuicios raciales y esto incordiaba a las mentes reaccionarias de la sociedad americana, tanto que el programa no se emitía en el Sur. América aún iba a tardar muchos años en salir a la calle a luchar por los derechos civiles. El programa tuvo continuación en los 60 con Playboy After Dark. Del mismo modo, los clubes Playboy franquiciados admitían clientes blancos y de color, algo inusual en los 60. Cuando la franquicia de Nueva Orleáns quebrantó esta norma aduciendo que la ley de Louisiana prohibía la entrada de negros en los locales de espectáculos, Hefner recompró los derechos del club y desafió las leyes del Sur permitiéndoles la entrada.

Demostrando su pasión por el jazz, promovió el Playboy Jazz Festival en Chicago, que comenzó a celebrarse en octubre de 1959, con un plantel extraordinario: Count Basie, Duke EllingtonLouis Armstrong, Ella Fitzgerald... Según Leonard Feather, "el fin de semana más grandioso en los 60 años de historia del jazz". Después de establecerse Hefner definitivamente en California, el festival se trasladó al Hollywood Bowl, donde sigue celebrándose cada mes de junio.






Si tienen tiempo, aquí les dejo el documental según se emitió por la 2 de Televisión Española, aunque para los aficionados al jazz puede ser más interesante el programa de Playboy Penthouse de 1959 insertado más abajo.



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Artículos interesantes sobre el tema:

* LA's Playboy Jazz Festival Toasts 35 Years, Paul Wiseman en Los Angeles Confidential:
   https://la-confidential-magazine.com/los-angeles-playboy-jazz-festival-35-years

* Playboy And Jazz: A History en All About Jazz:
   https://news.allaboutjazz.com/playboy-and-jazz-a-history.php


https://jazzeseruido.blogspot.com/p/relatos-de-jazz_28.html


NOCHE DE JAZZ

Con permiso, les presento mi nuevo libro

Muy bien, supongo que debería ser yo el primero en hablar de esto. No lo consideren inmodestia sino el placer enorme que supone para mí presentarles mi nuevo libro, un volumen de relatos en los que el jazz es leitmotiv, escenario o incluso el mismo protagonista. El título es Noche de jazz. En el fondo, este que firma ama el jazz por encima de todas las músicas, pero no es más que un escritor de ficciones.

Hay músicos que tienen la capacidad de dar vida a un sentimiento; otros, se dejan la vida en ello. De esa magia y de ese sacrificio tratan los relatos incluidos en Noche de jazz.


Para ser sincero, quería escribir ese libro que ando buscando siempre y que rara vez encuentro, un libro de ficción donde el jazz sea un personaje más, un motivo, el alma de la historia.

¿De qué va? Encontrarán en estas páginas relatos que apelan al espíritu, en especial a la manera en que las artes (y la música en particular) tienen influencia en nuestra vida, ya seas lector/oyente/espectador o un creador con sus glorias y sus miserias, relatos realistas, fantásticos, alguno erótico, otros de intriga e incluso algún relato de viajes (Nueva Orleáns, por supuesto) y algún texto que recrea un momento de la Historia del jazz. 






Los relatos
Solitude es la historia de una joven cantante que se cree Billie Holiday; Nostalgia en Times Square nos muestra a un músico caduco y hastiado de haber vivido a tope que, mientras se emborracha en un local cutre, hace inventario de sus experiencias musicales y, de paso, de la Historia del Jazz de las últimas cuatro décadas; Chet Baker canta cuenta cómo un periodista novato se enfrenta al juicio por drogas en el que se vio envuelto el músico en Italia en 1961, lo que le abre la mente al jazz y a una terrible pregunta: ¿Cómo puede un drogadicto como Chet ser capaz de lucir y crear la mayor de las bellezas?; Lo que significa añorar Nueva Orleáns es la historia de un joven alemán admirador de William Claxton que visita la ciudad después de ver por televisión Tremé; Una especie de tristeza nos muestra al Miles Davis del periodo electrónico, un genio en la cima, con sus dudas y la añoranza de aquel escalofrío de ser un principiante; Cuerpo y alma y Boogie de batería son relatos fantásticos en los que la magia se mezcla con el jazz para demostrar que la música puede elevarnos a un status superior de la existencia... Así hasta trece relatos en los que aparecen Dexter Gordon, Mingus, Monk, Sonny Rollins, Michel Legrand, Herbie Hancock y otros muchos en un complejo puzzle que trata de ilustrar los diversos matices del mundo del jazz: la música, la belleza, la búsqueda de la perfección, las drogas, el racismo y, por encima de todo, la pasión.


184 páginas
Rústica con solapas  
15x21cm
ISBN: 978-84-9126-360-9


ESPAÑA: 15€ (gastos de envío gratis)



AMÉRICA: 15€ (+7,95€ DE gastos de envío)



También disponible en eBook :




(*)  Para otros destinos postales,  contacte con info @ jazzeseruido.com

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BUDDY RICH SIGUE VIVO

The Solos (Lightyear, 2014)

No descubriremos a nadie nada nuevo si decimos que la batería suele ser la Cenicienta de los combos de jazz (también de rock, de clásica o de cualquier folkore, ¿por qué no decirlo?) a pesar de que el ritmo es la columna vertebral sin la cual no funcionaría ningún grupo, el elemento cuya perfección pasa desapercibida mientras que sus fallos son (no solo fácilmente escuchables sino) altamente contagiosos al conjunto. 


Antonio Sánchez
Dos películas de 2014 colocan a la batería en el papel de protagonista. La primera de ellas que vimos fue Birdman (dirigida por Alejandro G. Iñárritu), una cinta en la que se utiliza el sonido de la batería con el (quizás poco respetuoso) objetivo de ilustrar la tortura mental que azota la autoestima del protagonista al tiempo que le marca con un tempo feroz las pocas posibilidades que el cronómetro de su vida artística le va dejando. El artífice de la banda sonora es Antonio Sánchez (aunque el que se puede ver tocando en la cinta es Nate Smith, que hace playback y actúa). El también mejicano Antonio Sánchez ha sido componente de la The United Nation Orchestra, Danilo Pérez Trío, Pat Metheny Group... y ha grabado con músicos como Miguel Zenon y Michael Brecker. Sus obsesivas improvisaciones en Birdman marcan el estado de ánimo siempre alterado del protagonista.

Fotograma de Whiplash
La segunda película es Whiplash, también candidata a Mejor Película, premio que se llevó finalmente Birdman. Whiplash es una cinta dirigida por Damien Chazelle muy al estilo de Hollywood, donde la batería se convierte en una disciplina deportiva en la que el músico debe ganar a toda costa, por encima de sus pasiones personales e incluso del entrenador. Nos recordó las acrobacias gimnático-deportivas de las drum battles de las que hemos hablado en el blog en otras ocasiones, aquellos "enfrentamientos" entre Buddy Rich y Max Roach. Buddy Rich aparece en la cinta como inspiración del músico: el chico protagonista escucha su música mientras practica, tiene el libro Buddy Rich: The Drum Way sobre la mesa e incluso los solos están inspirados en la manera de tocar de Buddy, de modo que nuestro instinto natural de aficionados nos hizo volver la mirada a la discoteca y pensar, ¿por qué no escuchamos hoy al viejo Buddy?

Pero, ¿qué álbum? Nos quedaba el regusto deportivo de Whiplash y Amazon vino a darnos la inspiración con una novedad de 2014, un álbum de solos de batería de los años 70 recopilados con la ayuda del Buddy Rich Estate a través del sello Lightyear. El título: The Solos.

En The Solos podemos escuchar 9 extractos de otros tantos temas en directo, solos "recortados" a modo de enciclopedia ilustrada, eliminando a su big band de las grabaciones salvo en pequeños fragmentos. De este modo, no parece un álbum que resista muchas escuchas seguidas a menos que uno sea un estudiante de batería o un fan acérrimo, porque una hora de solo de batería es mucha batería. Sin embargo, es una forma única de apreciar la técnica virtuosa y espectacular de Buddy Rich, a menudo preciso y rítimico, otras veces veces acrobático ("Solo 4"), con ganas de reventar los toms o con la tensión a tope como una olla exprés a punto de estallar ("Solo 5"). ¿Cómo se llama esa técnica que usa, como si tocara en círculos con las baquetas?

The Solos resulta una fotografía fiel y realista de Buddy Rich, como un primer plano muy, muy corto, para apreciar cómo era él: era técnica, era potencia, era físico y también era circo, televisión y genio en vivo y en directo, como este álbum.

El que sigue es uno de los solos del disco, grabado en Toronto (Canadá) en 1977, pero como vale la pena ver a Buddy tocar, hemos incluido otro de sus records gimásticos a la batería más abajo. Que lo disfruten.



DRUM BATTLES vol. II

Rich versus Roach

Después de hablar de la batalla de baterías entre Buddy Rich y Gene Krupa, no podía dejar de reseñar este disco llamado Rich versus Roach, que es también el sueño de todo amante de la percusión hecho realidad, porque ¿quién se resistiría a un encuentro entre el mago Rich, profesional y técnicamente incontestable, y el cerebral, intelectual y emocionante Roach? Dos puntos de vista enfrentados, dos tíos con palos en las manos...
El disco contiene temas tocados por los quintetos de Max Roach y de Buddy Rich independientemente. Los grupos se alternan de una forma muy curiosa, con el quinteto de Buddy Rich sonando por el canal izquierdo y el de Max Roach en el derecho. El resultado es una especie de enciclopedia ilustrada de todo lo que dio de sí la batería hasta los años 50. Roach, como es habitual en él, incluso apunta hacia el futuro, exponiendo teorías rítmicas vanguardistas que explotarían al año siguiente en su suite We insist! (Candid, 1960). Es como un partido de tenis, pim, pam, en el que ganan los dos.


Tengo mi preferido, claro, como todo el mundo, y prefiero la delicadeza, la emotividad, por expresarlo de alguna manera, de Roach frente a los fuegos de artificio de Buddy Rich, pero creo que el empate técnico es el final justo de la batalla. No hay ni un minuto de desperdicio en este álbum. Totalmente recomendable.
La única pena es el poco margen que los protagonistas dejan al resto de los instrumentos. A pesar de eso, aquí está el personal de los dos quintetos: 

The Buddy Rich Quintet: Buddy Rich (batería) Phil Woods (saxo alto) Willie Dennis (trombón) John Bunch (piano) Phil Leshin (bajo acústico) The Max Roach Quintet: Max Roach (batería) Stanley Turrentine (saxo tenor) Tommy Turrentine (trompeta) Julian Priester (trombón) Bobby Boswell (bajo).

Toma y daca. Hay otras batallas de bandas y de bateristas, pero esta es genial. Y más exhaustiva que la de Rich y Krupa, porque esta dura más de una hora. Cuando uno acaba de escuchar el disco, más de uno, como yo, se preguntará por qué no aprendió a tocar la batería cuando tuvo oportunidad. Es imposible no dejarse llevar por la lujuria tribal de este instrumento.

THE DRUM BATTLE

Gene Krupa & Buddy Rich at JATP

Me critican mis amigos que siempre hablo bien de los discos que comento en este blog. OK, es cierto. Porque no pienso molestarme en escribir acerca de los discos que no me han gustado, que también los hay. Ahí están el último de Kyle Eastwood, que tantas esperanzas me dio con su disco anterior, o Live at the jazz club, un recopilatorio de Ronny Scott (el propietario del famoso club) que no me gustó porque esperaba más, como esperaba más de ese experimento confundible con el jazz que es Madeleine Peyroux. Su Bare bones fue un regalo, como Enigmatic ocean de Jean–Luc Ponty. Mi primer disco de Ponty y contiene de todo menos jazz...

No suele defraudarme un disco de jazz. Por muy faltos de experiencia que estén los músicos o por muy poco inspirados que sean los temas, siempre ganan con la segunda escucha y con la tercera... El último que me ha defraudado es el disco The drum battle con Gene Krupa y Buddy Rich juntos, y no por otra cosa sino porque las expectativas que había puesto al hacerme con él eran demasiado grandes.

Ya desde el título y mirando los nombres de los líderes, uno espera un espectacular encuentro, un choque de trenes entre dos grandes clásicos de las baquetas. Sí. Pero todo se queda en un choque de tres minutos y medio en el que ambos bateristas miden su potencial. Lo sé. Es genial, pero sólo dura tres minutos y medio. En un concierto de hoy en día duraría quince o veinte. Eran otros tiempos.

Eran los tiempos del Jazz At The Philarmonic, aquellos conciertos que organizaba Norman Granz en el Carnegie Hall de NY. Grandes figuras del jazz en un escenario “para todos los públicos”. Este, en particular, contiene cinco temazos a cargo del trío de Gene Krupa, incluyendo Idaho, donde, si no has escuchado a Krupa, ya comienzas a vislumbrar quién es el líder oyendo sus intervenciones o los gritos femeninos entre el público durante sus solos; Flying home, un temazo que va creciendo y volviéndose salvaje y en el que Willie Smith está enorme, lleno de swing, magistral; o Drum boggie, lleno de resonancias del tiempo de los clubs...

Genial, incluso se perdona el sonido algo deficiente de la grabación, pero lo peor es que son sólo 36 minutos de jazz, una duración que era normal en un LP de los años 50 pero que ahora le deja a uno con las ganas. Y eso que para llenarlo se han tomado temas de los dos conciertos que celebró Gene Krupa aquel 13 de septiembre de 1952 en el Carnegie. Los dos temas que completan el disco son la famosa “batalla de baterías”, un par de temas en los que se le une Buddy Rich. En el primero, titulado The drum battle, Krupa y Rich explotan todas las posibilidades de sus instrumentos en unos explosivos tres minutos y medio. El público acompaña, aplaude, grita, ruge. El tema es impresionante. Grandioso pero breve. ¿Lo bueno si breve...? No sé. La cosa termina con el tema Perdido, que enlaza con el anterior y en el que aparece otra formación, una big band: Ella Fitzgerald (voz), Oscar Peterson (piano), Ray Brown (bajo), Barney Kessel (guitarra), Charlie Shavers y Roy Eldridge (trompetas) y los saxos Benny Carter, Flip Philips y Lester Young. No se puede pedir más calidad. En cuanto a la cantidad, alguien me ha soplado que hay un disco de Gene Krupa y Buddy Rich con 70 minutos...

Aquí os dejo la famosa batalla. Apunto para un próximo capítulo: Rich versus Roach.