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DEL FREE AL FUTURO

KAPELLE17, Die Wolken sind da, wo sie immer sind 
(Loumi Records, 2022)

Cuando algunos músicos como Herbie Hancock comenzaron a experimentar con la electrónica en los años 70, algunos todavía estaban intentando asimilar el free jazz. En la época actual, donde todas las estéticas coexisten en difícil armonía o en peligrosas simbiosis, escuchamos el tercer álbum de Kapelle17, un grupo de la escena emergente alemana que conjuga bien electrónica, ambient y free jazz. Desde su debut en 2018 con Music For Young Business People, han seguido la senda arriesgada de fusionar todo lo que llegaba a sus oídos. Influenciados por las vanguardias de los 60, por la música de la New Wave e incluso por el hip-hop, sus composiciones son el fruto de improvisaciones colectivas.

Kapelle17 son Benedikt Jäckle (saxofón, flauta y clarinete bajo), a quien ya escuchamos en otro grupo de fusión, también muy original, como es NeobiontJohannes Mann (guitarra eléctrica y acústica);  Paul Janoschka (piano acústico y eléctrico) y una sección rítmica formada por Jakob Obleser al bajo y Jonas Kaltenbach a la batería, ambos componentes también del citado Neobiont. 


Con distintos momentos solistas a cargo de la guitarra ("Siblings"), del piano ("Metamorphosis") o del saxo en la mayoría de los temas, la estética va cambiando según el solista. Así, encontramos temas más especulativos como "Ma Beleza I", donde ritmos rotos y aparentemente inconexos sostienen el discurso errático del saxo, que frasea con libertad y una expresividad llena de un rara belleza; temas donde el piano parece detener el tema con su solo ("Metamorphosis"); o temas donde los sintetizadores procesan sonidos tan retros que recuerdan a aquellos primeros que usaba, por ejemplo, Herbie Hancock ("SKB"). Texturas, ambientes y expresividad parecen ser la base de su música.

Un disco recomendable por su sonido diferente y porque no suena absolutamente a nada conocido, si bien su espíritu nos trae el recuerdo de una época donde la vanguardia significaba algo (y no solo ruido). Porque las ganas de hacer cosas nuevas siempre han estado en el jazz. Como dice el título del álbum, las nubes siempre están donde están (Die Wolken sind da, wo sie immer sind).

Les dejo con este vídeo de "Abacaxi" que reúne en 6 minutos la estética ochentera con la audacia de las vanguardias de los 60 y el trabajo creativo conjunto de estos cinco músicos alemanes cuya juventud les concede la valentía para caminar en tierra de nadie.



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* Más info: www.kapelle17.de

INCONFORMISMO

JUAN SAIZ, Pindio II (Leo Records, 2022)

Ya hemos hablado aquí en otras ocasiones de Juan Sáiz a propósito de otras formaciones en las que ha participado, siempre muy bien acompañado (Dr. Bobô, Baldo Martínez/Juan Saiz/Lucía Martínez, Juan Saiz Trío) y siempre a propósito del riesgo de aventurarse, con un instrumento tan frágil como la flauta, en terrenos peligrosos que van del free a las fusiones cercanas al rock o a las melodías tradicionales. En esta ocasión, con motivo del lanzamiento de la segunda parte de Pindio (Leo Records, 2016), repasamos el ideario de Juan Saiz, que vuelve acompañado por Marco Mezquida al piano, Manel Fortià al contrabajo y Genís Bagés a la batería. 

Para quien no haya tenido la suerte de escucharlo aún, diremos que Juan Saiz, que toca aquí flauta y saxofón, es un músico formado en el conservatorio de Santander y que se especializó en jazz en la ESMUC y en el Klask Koninklig Conservatorium de Gante (Bélgica). Hasta hoy, ha grabado siete discos como líder o co-líder, amén de una amplia lista de grabaciones como acompañante en discos de jazz, flamenco, folk, música clásica e improvisación libre. 


En Pindio II y siguiendo con su estilo personal, Saiz pone sobre la mesa una serie de composiciones originales que abren ante nuestros oídos muy diferentes paisajes sonoros, desde momentos de frenesí ("Index Librorum Prohibitorum") hasta desconcertantes atmósferas oníricas ("Dogma I", "Dogma II").. En todos hay espacio para la improvisación colectiva y la expresión de cada uno de los solistas, capaces de pasar de una lírica cercana a la música clásica ("Aurora") a temas agresivos que rozan lo atonal, como "El grito", un tema con solos rabiosos de Saiz y una rítmica agónica, urgente, cercana al rock, que adquiere un aire onírico con los fraseos de piano de Mezquida. 

Audacia, violencia, desorden e inconformismo son las líneas que sigue Juan Saiz para sorprender a los curiosos y golpear a los aficionados bien pensantes. Es un camino cuesta arriba (como expresa el título en un vocablo muy cántabro) en el que, sin embargo, estos cuatro músicos parecen sentirse cómodos.

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* Web: www.juansaiz.es

* Disco: www.leorecords.com/?m=select&id=CD_LR_926

ROMPER LAS POCAS REGLAS QUE QUEDAN

SPUTNIK TRIO, What the Hate (Raw Tonk, 2021)

What the Hate es el tercer trabajo de un trío de free jazz formado por el saxofonista alto Ricardo Tejero, el contrabajista Marco Serrato y el batería Borja Díaz. Llevan tocando juntos desde 2013, algo poco habitual en el panorama inestable del jazz. Su filosofía es la ruptura. Dinamitar las pocas reglas que quedan en pie en el universo del free es ir muy lejos, pero este trío lleva al límite sus instrumentos en busca de sonidos inexplorados. La portada ha sido diseñada por Colin Webster, saxofonista inglés con quien el trío colaboró en Spain Is The Place, (Raw Tonk, 2016). Detrás de este intrigante diseño artístico, se esconde un disco inquietante que merece una escucha. 

Con "What the Hate", el tema que abre el disco, uno siente una conexión entre la disonancia y la memoria. Hay notas sueltas, rotas, otras obviadas, pero la mente nos lleva en los primeros compases a las second lines de Nueva Orleans. ¿Disparate? Es free... Pero hay una conexión, una melodía antigua, quizás en algún disco olvidado de mi discoteca que conecta con esas notas sueltas que Tejero, con su alto, pincela en el aire al modo de los impresionistas para después llevarnos al caos (aparente), a la arritmia, al desafío. Algo parecido ocurre también con "A Call For Eric". 

Tres músicos buscando voces nuevas en instrumentos clásicos, texturas extrañas y profundas que despiertan sensaciones, asaltando, deconstruyendo esquemas. Así, en general, suena el disco de Sputnik Trio, entre referencias veladas y ganas de empujar hacia delante, de colocar su jazz en un terreno donde nadie haya improvisado antes. Los ritmos son una de las bazas más interesantes del álbum. Marco Serrato y Borja Díaz parecen entenderse perfectamente en un lenguaje inventado por ellos mismos. No había sentido algo parecido desde el Niketchrin de Marcel·lí Bayer. Poco más se puede decir con palabras para explicar el universo improvisado de Sputnik Trío.

Desde el tema inicial, llamado como el álbum, hasta el enorme "Time Hunters" con sus 15 minutos de disonancias especulativas, que cierra el disco, disfrutamos de un grupo sin complejos, un trío de músicos que no solo exploran sino que comprenden y sacan partido a cada hallazgo sonoro. No sé si es una nueva frontera pero puede que sí un paso más en el jazz.

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PAÍSAJES MENTALES

LÍMBICO, Límbico (2021)

Escuchamos por primera vez a Iago Marta en su transgresor proyecto Noar de 2020, donde fusionaba improvisación, rock y sonidos étnicos, un insólito dúo de guitarra y voz que incluía efectos electrónicos y sensaciones, muchas sensaciones. Ahora, en Límbico presenta un quinteto singular: guitarra, saxo, chelo, contrabajo y batería. Improvisaciones solistas y arreglos que nos conducen a ambientes introspectivos (y por momentos narrativos) que hacen de este disco una experiencia emocional.

Por ponernos en situación, explicaremos que el sistema límbico es la parte del cerebro que incluye el tálamo, el hipotálamo y la amígdala cerebral, es decir, es el que regula las emociones, la memoria, el hambre y los instintos sexuales. Con esta explicación tan simplificada, se puede entender el concepto del álbum: el escenario sonoro creado por los arreglos favorece improvisaciones en las que los músicos se dejan llevar por sus emociones e instintos.

Los músicos que acompañan al guitarrista Iago Marta son: Diego Alonso (saxos tenor y soprano), Margarida Mariño (violonchelo), José manuel Díaz (contrabajo) y Héctor Agulla (batería). Entre todos los instrumentos, van entrelazando capas (no confundir con las sheets of sound de Coltrane) de manera que los temas fluyen, narrativamente o in crescendo, de una manera lógica y natural y pasando por una amalgama de estilos que van desde las baladas especulativas ("Blux") hasta los sonidos de influencia negra ("Snack Time"), los riffs a la gitarra eléctrica ("Inflexión"),,,

Sin recurrir a excesos de virtuosismo para llamar la atención, los temas arrastran a los músicos a una ambigüedad que navega entre la ruptura y la expresividad, manteniéndose en un nivel musical que no precisa de ruido para considerarse rompedor. Melodías oníricas, inquietantes, lenitivas, enlazan el trabajo de estos músicos con nuestro sistema límbico despertando sensaciones e inspirando historias. Como dije más arriba, toda una experiencia. Se puede escuchar por partes (son 6 temas) pero, en mi opinión, el disco se debe escuchar como una pieza única que pasa por distintos estadios emocionales y artísticos.

Grabado en Estudios Ancestral (Pontecaldelas) y masterizado en Berlín, Límbico es un álbum inasible, fantasmal y espeluznante que invita al oyente a seis viajes diferentes, todos al mundo del sonido experimental. Una propuesta única, como deberían ser todas las aventuras sonoras.


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* Más info en: limbico.bandcamp.com (disponible también en vinilo)

MINAR LAS ESTRUCTURAS MUSICALES

DR. BOBÔ, Dr. Bobô (Karonte, 2019)

Dr. Bobô es un proyecto del flautista Juan Saiz, un proyecto inconformista que escapa a todas las etiquetas posibles y que muestra, como explica Antonio Casares en las notas del álbum, "una voluntad inalienable, casi mística, de minar -y airear con la frescura de su propuesta- las anquilosadas estructuras musicales que nos fosilizan espiritualmente". Con 8 temas originales (todos de Saiz excepto uno de Terán), han plasmado estas ideas con contundencia, desde una estética rock abierta a la improvisación.

Tras dos discos como líder (Pindio en cuarteto y The Sound of Caves en solitario), el cántabro Juan Saiz (habitual de Iva Bittovà, Baldo Martínez, David Mengual, Marco Mezquida...) reúne esta formación a trío con Pedro Terán (Tu Es Petrus) en las percusiones y el brasileño Antony da Cruz al bajo eléctrico. La suma de estos tres músicos genera una potente fusión, mucha energía improvisando y ambientes inesperados.

Quizás el enfoque rítmico sea el más rompedor, el aspecto más inconformista del álbum (pero no el único), con un gran derroche de energía creativa capaz de pasar de la potencia a la sutileza de manera lógica, mientras que, en el papel solista, Saiz muestra en la flauta una capacidad inagotable para sorprender, con fraseos elocuentes, improvisaciones cambiantes y recursos arriesgados. Como uno de los instrumentos más antiguos que se conocen, de la flauta emergen sonoridades de pasados árabes ("Bebé"), flamencos, balcánicos... que rompen con cualquier expectativa de jazz o fusión, pero que enlazan con tantas influencias que resultan familiares (escuchen ese otro proyecto que es Nu2 con Baldo Martínez).

Foto: Bernardo Mato
Ajenos a las ataduras de las etiquetas, como decía más arriba, fluyen a través de estos sonidos con la libertad de unir música académica, improvisación, jazz o sonidos étnicos con solvencia. Incluso hay un momento free: el tema "No me dejéis solo", donde ruido, improvisación libre y atonalidad son los protagonistas, un falso experimento que nos acerca al Juan Saiz de o Arctor, el álbum de improvisación libre que Saiz grabó con el percusionista Samuel Hall para el sello de free jazz Alina Records.

Un disco de esos donde los músicos lo dan todo, cuya abundancia de referencias y recursos puede apabullar al oyente en una primera escucha, pero que apetece poner una y otra vez (quizás por su corta duración, apenas 34 minutos) y donde siempre se puede descubrir algo nuevo en cada nueva escucha. ¿No es esto lo que más nos asombra del jazz?


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* Web: www.drbobo.es

DE LA TRADICIÓN A LA VANGUARDIA

MIGUEL ZENÓN, Sonero (Miel Records, 2019)

A finales de los 50 fueron muchos los músicos de jazz americanos que comenzaron a buscar inspiración en sus raíces más lejanas (África). Lo hicieron desde pianistas como Randy Weston hasta percusionistas como Max Roach o Art Blakey ("Obirin African"). Y, aunque se podría asegurar que este interés venía desde Duke Ellington (desde su "Black and Tan Fantasy"), su importancia dentro de la Historia del Jazz está ligada a la lucha por los derechos civiles. En España costó un poco más que los músicos de jazz perdieran sus complejos y miraran hacia dentro, hacia el flamenco y hacia las raíces árabes de esta música. La reinvención de las músicas populares según las reglas del jazz forma parte de su esencia. Todo artista auténtico encuentra su inspiración primera en su propio pasado. El saxofonista Miguel Zenón lleva años investigando alrededor de la música de su Puerto Rico natal, pero no solo del folklore sino también de toda la tradición musical popular del último siglo. En su nuevo trabajo, Sonero, se centra en Ismael Rivera, cuya música, como toda la de Puerto Rico, tiene también raíces africanas. 

Miguel Zenón es uno de los saxofonistas altos más personales del panorama actual. Aclamado habitualmente por la crítica, Zenón ha publicado una docena de discos como líder, además de tocar en infinidad de grabaciones y conciertos con músicos como Fred Hersch, Danilo Pérez, The Village Vanguard Orchestra, Jerry Gonzalez & The Fort Apache Band, Ray Barreto, Charlie Haden, The Mingus Big Band... Pero, volviendo a Puerto Rico, el saxofonista mantiene un proyecto llamado Caravana Cultural que lleva el jazz a las zonas más apartadas de su país para ofrecerles la posibilidad inédita de conocer y sentir el jazz. También organiza jam sessions en la zona de San Juan con el propósito de fomentar la estabilidad de la escena jazzística local. 

Miguel Zenón
Si en su trabajo anterior, Yo soy la tradición (2018), se alejaba de alguna manera del jazz trabajando con un cuarteto de cuerda para investigar (e improvisar) sobre las músicas tradicionales y religiosas de su país, en este flamante Sonero realiza una revisión del canciones de Ismael Rivera, conocido como Maelo, un cantante portorriqueño popular desde los años 50 hasta su muerte en los años 80, un cantante que inspiró a Zenón cuando era niño, quizás porque Ismael Rivera fue un auténtico sonero, concepto que implica no solo cantar e interpretar sino la capacidad para improvisar, jugar con el ritmo y 'no perder la clave'.

Ismael Rivera 'Maelo'
Aunque Maelo fue un cantante de salsa, el jazz que presenta Zenón en su disco es una vuelta de tuerca al concepto. Saltando a un lado y a otro de las fronteras del llamado latin jazz, el saxofonista revisa, reescribe y revive los temas de Maelo con su habitual sensibilidad para los arreglos, convirtiendo estas canciones en sólidos temas de jazz en los que sigue presente el mensaje original de las letras pero en los que la improvisación y la síncopa aportan una nueva dimensión, más profunda, quizás más espiritual, de la obra del Sonero Mayor de Puerto Rico, temas que allí son standards y que, para la mayoría de nosotros, son desconocidos, por lo que tenemos la posibilidad de descubrirlos en una forma especialmente excitante, a través del jazz progresivo y personal de Zenón, que aprovecha las peculiaridades rítmicas de las canciones para sumarles la sofisticación armónica de sus arreglos, siempre originales y arriesgados, con su habitual rebeldía hacia lo concreto y lo predecible. El disco contiene constantes momentos de especulación, libertad y otros donde recrea los ritmos populares portorriqueños con audacia y esa libertad que caracteriza toda la carrera de Zenón, música arriesgada pero asequible. 

Naturalmente, con su  lo hace con su cuarteto habitual: el pianista Luis Perdomo, el bajista Hans Glawischnig y Henry Cole en la batería.



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* Web oficial: miguelzenon.com





BOWIE Y EL JAZZ

David Bowie, Blackstar (Columbia, 2016)

Nunca pensamos que hablaríamos de Bowie en Jazz, ese ruido y, sin embargo, llevábamos meses esperando su insólito y (para él) tan ansiado proyecto de acercamiento al jazz. Amparado por su habitual e incombustible capacidad para componer y sorprender y acompañado por los músicos del cuarteto de Donny MacCaslin, Bowie ha grabado el que es su vigésimoqunto álbum. El destino ha querido que el disco llegue pocos días antes de su muerte, convirtiendo este Blackstar en un último sueño cumplido.

Dicen los fans que una vez, cuando tenía 14 años, Bowie manifestó que no sabía si de mayor quería ser una estrella del rock o John Coltrane. Debía correr 1961, el año que Coltrane grabó (por ejemplo) Impressions para Impulse! También se cuenta que Gerry Mulligan fue la causa de que Bowie se comprara un saxofón. Sin embargo, para los que no estábamos al tanto del proyecto, esta filia suya hacia el jazz fue una sorpresa cuando vimos el vídeo que, como adelanto, lanzó en noviembre, con imágenes de ambiente futurista y mensaje surrealista, pero lo que más nos gustó fue que el camaleónico Thin White Duke (ahora Black) ofrecía un rock con influencias jazzísticas.

Donny McCaslin
Los músicos que se pueden escuchar en Blackstar son el cuarteto del saxofonista Donny McCaslin (nominado en 2012 al Grammy de Best Instrumental Jazz Solo por el tema "Stadium Jazz."), esto es: Jason Lindner (teclados), Tim Lefebvre (bajo eléctrico) y Mark Giuliana (batería), a los que se suma el guitarrista Ben Monder. Avant jazz (para los amantes de las etiquetas) que camina de la mano del rock progresivo, que apunta más al rock-jazz que al jazz-rock, que comienza sonando a drum & bass y termina dejándonos en el subconsciente sonidos sinfónicos de la mejor época del cantante. Destaca sobre todo la sección rítmica (Lefebvre y Giuliana) por encima de lo que se podría esperar de los solistas de saxo o piano. Un crítico ha dicho que el disco "tiene forma de jazz e intensidad de rock". Sentimos disentir porque más bien se escuchan formas de rock con la intensidad que unos músicos de jazz modernos pueden aportarle. Los adictos a Bowie posiblemente no notarán un cambio significativo en su sonido, siempre cambiante.

Sobre el jazz, el productor (Tony Visconti) afirmó en una entrevista que tanto él como Bowie sentían una vieja fascinación por Stan Kenton y Gil Evans y sus respectivas maneras de dirigir la orquesta de jazz. Afirma que hablaban de jazz desde que se conocieron en los 60 y añade: "Siempre vimos el pop y el rock como algo que éramos capaces de hacer, pero siempre tuvimos a los dioses del jazz en un pedestal por encima de nosotros". A pesar de esto, sólo les conocemos un encuentro en la tercera fase con el jazz: cuando en 2014 produjo "Sue (Or in a Season of Crime)", que ahora aparece (re-grabado) en Blackstar pero que en 2014 sólo era un single adelanto de la recopilación de 3 CD's Nothing Has Changed. En este single, arropaba a Bowie la orquesta de Maria Schneider con Donny McCaslin como solista. Un año después, enfrascada en su nuevo álbum, Maria Schneider rehusó la invitación pero recomendó a Bowie el cuarteto de Caslin para poner el jazz en Blackstar.

Bowie con Maria Schneider
Es apreciable la diferencia de miras cuando es el jazz el que se acerca al rock y viceversa. Lo que Bowie ofrece en Blackstar, a pesar de nuestras expectativas, es rock tocado por músicos de jazz-rock. Son canciones con estructura de canciones de rock. Por fortuna, los músicos son interesantes y añaden un punto de improvisación, un algo de virtuosismo y un sabor a intelectualidad musical que es difícil encontrar en el rock (pero que forma parte de la misma idiosincrasia de Bowie). En el fondo, Bowie siempre tuvo ese don impredecible que hace del jazz lo que es. Bienvenida, Estrella Negra. Hasta siempre, Bowie.

La canción que queda como recuerdo:

Something happened on the day he died
Spirit rose a metre and stepped aside
Somebody else took his place, and bravely cried
I’m a blackstar, I’m a blackstar



Y aquí la colaboración con Maria Schneider y su orquesta en una versión anterior y no incluida en el disco:



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* Web de Donny McCaslin: www.donnymccaslin.com