Original released on CD Elefant ER-1142
(ESPAÑA 2009, March 16)

Un grupo de pequeñas joyas que deslumbran desde el primer momento y que se reafirman a cada escucha, se une por derecho propio el debut de La Bien Querida. De la que ignoraba absolutamente todo, hasta que he sabido que bajo ese nombre se esconde Ana Fernández-Villaverde, autora de todas las canciones de este tratado truffautiano/rohmeriano de la vida cotidiana, del amor y el desamor aprés- midi. Y lo prefiero así, me importa un bledo lo que he leído acerca de debates sobre unas demos y maquetas, la polémica del acierto o desacierto de los arreglos de David Rodríguez (me apunto claramente a la primera opción), y demás parafernalia exclusiva para fans y amantes de lo último, de lo rabiosamente cool. Por edad, dignidad y gobierno, no me corresponde la engorrosa tarea de indagar acerca de la idiosincrasia, los gustos, las intenciones o los objetivos de músicos, escritores o cineastas (suponiendo que esta última categoría aún exista en España, tras la jubilación obligada de Luís García Berlanga, y la hibernación - espero que contra su voluntad - de Víctor Erice, para eterna vergüenza de los llamados productores). En arte, aplico aquello de que por sus obras los conoceréis, como dice la Biblia. Y a ese mandato me atengo, y me sobra y me basta. Y oiga, lo que yo oigo, es la sorpresa inicial de "Ya no", que anuncia una cosa y hace otra, acompañando con destreza e imaginación, los vaivenes sentimentales de la narración; y los aires morunos de las cuerdas en "El zoo absoluto" y la espléndida "De momento abril" (cortesía de Mohamed Soulimane); y el preciosismo de ese trabalenguas que es "Bendita", con un encantador clarinete; y también ese arranque en la preciosa "Corpus Christi", que recuerda la fiesta serratiana, y que finalmente va a desembocar en una sencilla y maravillosa melodía de guitarras acústicas. Resulta deliciosamente ingenuo el planteamiento de "Cuando lo intentas", así como misteriosa la estructura de "A.D.N", envuelta en unos sugerentes vientos. Por no hablar de los inesperados metales que surgen al final de la magnifica "Santa Fe".¿ Es ambient el comienzo de "Los estados generales", antes de la aparición de las flautas y una guitarra sesentera? Y broche de oro con "Golpe de estado", conducida por una sensacional guitarra rítmica y una perfecta batería, con un aire al delicioso pop escocés de Belle & Sebastian o Camera Obscura.
Y no, no obviaré que me molesta bastante el total alaskamiento de "9.6" ¡qué le vamos a hacer! Y me reservo para el final, la confesión de mi total enamoramiento de la soberbia "7 medidas de seguridad", con ese encantador y aflamencado llamamiento a la Virgen de la Cueva, que despierta en mí resonancias de mi, ay, ya lejana infancia, con el punto exacto de cocción naif en la letra y al dente en la música. A diferencia del western, el territorio escogido por La Bien Querida es el del corazón; y a semejanza, también es vasto y peligroso. Y adorable y engorroso. Y luminoso y triste. Y transitable y arduo. Es un territorio en el que se bordea constantemente el ridículo y la cursilería. Al fin y al cabo, ya sabemos con Fernando Pessoa, que todas las cartas de amor son ridículas, que no serían cartas de amor si no fueran ridículas, pero que al final sólo las personas que no han escrito nunca cartas de amor son ridículas. Y cartas de amor, expresivas de distintos estados de ánimo, y variadas perspectivas para enfrentarse a las incertidumbres de la vida, es lo que yo encuentro en estas canciones dulces y amargas, levemente optimistas y sinceramente confusas. Me recuerdan a una nouvelle vague, pasada por la implacable y desolada turmix de Jean Eustache y Maurice Pialat. He escuchado éste álbum ya bastantes veces, y siempre descubro nuevos detalles en los variados arreglos y otros matices en las letras. Pero, por encima de todo, me reconforta, me convulsiona, me alegra, me agita, me entristece, me lleva a otros parajes, a la vez, cercanos y extraños. ¿Acaso no es eso el eterno y querido pop? (Dorotea in RateYourMusic)