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23/4/20

Diario de lecturas (de Godard)


Godard (se/nos) susurra en Histoire(s) du cinéma:
Pero cómo ignorar / lo que comprendemos / en el instante en que esa voz desconocida / se abisma / en lo más profundo / de nuestro corazón.
Alphaville (1965)


Allemagne 90 neuf zéro (1991)

Vladimir et Rosa (1971)

Je vous salue, Marie (1985)

Godard (que buscó liberar el sonido de la tiranía de la imagen) trama una simbiosis entre el texto y lo visual, entre voces y tipografías. Citas, hilvanes de notas, tejido de borrador, pespuntes...
Pongo esas palabras para guardarlas, para que lleven a otra cosa.


Masculin féminin (1966)

Le vent d'est  (1970)


Détective (1985)

El cine de Godard -y sus Histoire(s) no digamos- documenta sus avatares de lector, sus lecturas. Un cine amojonado por citas, libros y lectores (en Nouvelle vague prácticamente no hay planos sin libros).
Creo que lo más extraordinario que uno podría filmar es gente leyendo. ¿Por qué el cine no será simplementefilmar gente leyendo bellos libros?
Vivre sa vie (1962)

Nouvelle vague (1990)

Une femme mariée (1964)

Week End (1967)

For Ever Mozart (1996)


La obra de Godard puede verse como un diario de lecturas, el diario de un hombre que ha vivido subrayando.

16/3/11

La casa de las sombras

El cine empezó como una atracción ambulante en una barraca de feria junto a la mujer barbuda, y no eran eran sino barracas los primeros nickelodeones o cinematógrafos, un paralelepípedo elemental y austero con sillas o bancos corridos orientados hacia una pantalla, eso sí, con fachada, marquesina y vestíbulo profusamente adornados con carteles que devenían un trailer -gráfico y en papel- de la película, y la promesa de un viaje maravilloso.

Nikelodeon en Toronto, 1910


Nickelodeon, 1911

Cine en 1915

En La montaña mágica, Tomas Mann evoca aquellos primeros tiempos del cine, cuando el protagonista Hans Castorp y su primo Joachim llevan a Karen Karstedt al cinematógrafo de Davos Platz:

Aquella atmósfera viciada que les molestaba físicamente a los tres, acostumbrados a respirar siempre el aire más puro, que les oprimía los pulmones e incluso les mareaba un poco, estaba, sin embargo, llena de vida: cientos de imágenes, de fugacísimos momentos, centelleaban, se sucedían, permanecían trémulos en el aire y se apresuraban a desaparecer sobre la pantalla, ante sus doloridos ojos, al compás de una sencilla música que interpretaba aquella infinita sucesión de fragmentos como una línea que narraba un pasado y que, a pesar de lo limitado de sus recursos, lograba recrear una muy amplia gama de sentimientos y ambientes, desde la solemnidad y la pompa hasta la pasión, el desenfreno o la más sugerente sensualidad.

(...) Cuando la última imagen de la última secuencia se desvaneció, volvió a hacerse la luz en la sala y el escenario de todas aquellas visiones se reveló como una simple pantalla en blanco, el público no pudo aplaudir. Allí no había nadie a quien agradecerle la brillante actuación, a quien hacer salir a escena a saludar con una gran ovación. Los actores que se habían reunido para aquel espectáculo se habían esfumado desde hacía tiempo; no se habían visto más que las sombras de sus hazañas: los millones de imágenes y brevísimas instantáneas en que se habían descompuesto sus acciones para poder captarlas y reproducirlas después cuantas veces se quisiera a una velocidad vertiginosa que, como por arte de magia, las transformaría de nuevo en tiempo, en decurso. El silencio de la multitud después de aquella ilusión era un tanto apático, un tanto incómodo. las manos que no podían aplaudir se encontraban impotentes ante la nada. La gente se frotaba los ojos, mirando fijamente hacia el vacío, sentía vergüenza con tanta luz y anhelaba volver a la oscuridad para mirar de nuevo, para ver de nuevo cómo aquellas cosas pasadas volvían a hacerse presentes desde el principio ilustradas por la música.

Cine en 1921

Encima y debajo, cines abandonados en Detroit


Cine abandonado en Brookyn

Pero la barraca no tardó en transformarse en templo, en catedral o en palacio, donde se conjugaban en el mismo edificio elementos góticos y barrocos con las decoraciones más extravagantes, y por si no bastara los cines cobraban visos de escenografías fantásticas o exóticas, pongamos por caso, pagodas o edenes de sabor oriental o de noches árabes. A esas alturas, ya no sólo iban al cinematógrafo los obreros, sino también los burgueses.

Cine abandonado en Clarksdale, Nueva Orleáns

Cine abandonado en Perry, Georgia

Cine Pedriza -abandonado- en Manzanares El Real (Madrid)

Cine Criterion en Ohlahoma Ciy, 
estreno de Niágara

Hasta que el cine se convirtió en los años 30 y 40 en un espectáculo de masas y los cines no necesitaron ya ser otra cosa que cines. La arquitectura se racionalizó y las salas volvieron a su ser: una caja rectangular con las butacas orientadas hacia la pantalla y con una fachada como otra pantalla para llenar de promesas -carteles, cuadros, reclamos luminosos- de otros mundos, las películas. Aún estaban por llegar los drive in y las multisalas, aunque para entonces el cine había dejado de ser el arte popular del siglo XX.

Cine abandonado en Kotor, Montenegro

Cine abandonado en Masaya (Nicaragua)

Drive in abandonado en Buffalo Springs

Cine abandonado en Petrozavodsk (Rusia)

Y los cines se fueron quedando solos. Y las pantallas, esos pasajes hacia otros mundos, acabaron huérfanas de viajeros que convocaran con su mirada las promesas de la casa de las sombras. Los nuevos tiempos eran llegados, curados del anhelo de oscuridad y, quizás por ello, más oscuros y más sombríos. Pero algunos seguimos suspirando por aquellos cines. O sea, recordándolos, es decir, acercándolos al corazón. Echándolos en falta. Haciendo memoria.

Cine abandonado en Socorro, Nuevo México

Cine abandonado en Dawei, Birmania


Cine abandonado en el NO de India


Cine en Monte Rio, California

El cine es aquello más grande que nosotros; tienes que alzar los ojos hacia él... En la televisión puedes ver la sombra de una película, el rastro de una película, la nostalgia del eco de una pelicula; pero nunca una película, dice Chris Marker en Immemory (1997). Y añade Raymond Bellour: Eso no significa que no puedas llorar delante del televisor, pero se llora en primer lugar en el cine, en su inmensa sombra.

Cine abandonado en Mozambique

Lo que hemos llorado en la casa de las sombras.

25/2/10

Por si acaso escribiéramos



Escribir toda la vida enseña a escribir, pero no nos salva de nada.
(Marguerite Duras)


El río de la historia arrastra y sumerge a las pequeñas historias individuales, la ola del olvido las borra de la memoria del mundo; escribir significa también caminar a lo largo del río, remontar la corriente, repescar existencias naufragadas, encontrar pecios enredados en las orillas y embarcarlas en una precaria arca de papel.
(Claudio Magris)


Escritores de cartas en El Cairo, años 40.


Escribir significa también el deseo de recordar, de recordar incluso la propia imaginación (A. Tabucchi)


Las imágenes vivas crean pensamientos, pero los pensamientos no crean imágenes.
(Anton Chejov)


Los lectores quieren un filo cortante, pero prefieren no oír el ruido del hacha al afilarse.
(Budd Schulberg)


Manuscrito de En el camino de Kerouac.


Escritor es aquel al que escribir le resulta más difícil que a las demás personas, dijo Thomas Mann. Lo apunto aquí por si acaso. Tal vez no sea cierto, pero es verdad. O viceversa.
(Blog de Gonzalo Hidalgo Bayal, 24.05.06)


En todo buen novelista hay un campesino.
(Scott Fitzgerald)


Cómo me gustaría ser un escritor que escribiera y no sólo reescribiera.
(Truman Capote)




Todos los escritores vomitan su infacia. Es cosa de tiempo.
(Alejandro Rossi)


Aquél que busca el corazón del relato en el espacio que hay entre la obra y quien la ha escrito se equivoca: conviene buscar no en el terreno que está entre lo escrito y el escritor, sino en el que está entre lo escrito y el lector (Amos Oz)


Manuscrito de Viaje al fin de la noche
de Céline, primera página.

Cada vez que uno empieza una novela vuelve a ser un aficionado, en el sentido de que, por mucho que haya escrito, nunca ha escrito el próximo libro. Uno no sabe cómo planteárselo, por dónde empezar, con qué va a enfrentarse. (…) Ahora el escritor tiene que arrastrar su pobre montón de migajas. (…) Para mí, los seis primeros meses siempre son espantosos. Te ves abocado a cometer cada vez los mismos errores, caes casi enseguida en las debilidades personales, y son necesarios seis meses para recuperar la sensación de que merece la pena y para superar el deseo de abandonar. (…) Un libro se empieza en un mar de dudas.
(Philip Roth)




A los que buscan originalidad habría que decirles que buscarla es una manera poco sutil de lograrla, ya que para conseguirla les bastaría con ser ellos mismos.
(Bioy Casares)




Quien ha visto el presente lo ha visto todo.
(Marco Aurelio)


¡Abrevia, hermano, abrevia! Empieza en la segunda página.
(Antón Chejov)

Anton Chejov, en 1886.


Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiéramos.
(Marguerite Duras; probablemente una cita inventada por Vila-Matas.)