Porco Rosso

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martes, 11 de diciembre de 2018

SUSPIRIA de Luca Guadagnino - 2018 - ("Suspiria")


1977. Susie Bannion es una estudiante de danza norteamericana que viaja a Berlín para ingresar en la escuela de Madame Blanc, una de las profesoras más prestigiosas del mundo. En el lugar, situado junto al muro que divide en dos a la ciudad, ocurren cosas verdaderamente extrañas. Mientras, Alemania vive un momento tumultuoso y las calles de la vieja capital arden de indignados y movimientos sociales revulsivos.


Pensaba, como hago muchas veces, comentar la película original antes de su remake, pero con esta "Suspiria" de Luca Guadagnino no lo voy a hacer porque creo que Darío Argento merece una presentación mejor y acompasada de toda su obra, como hago con los grandes directores, y porque esta película se aleja mucho, pero mucho, mucho, de su original. El director de "Call my by your name" afronta algo ciertamente difícil: rehacer un clásico indiscutible del cine de terror. Vaya, que le van a llover hostias sí o sí y de todas partes. Y bueno, opta por separarse mucho de este clásico, lo cual no es ni malo ni bueno a priori, y hacer casi su propia película. "Suspiria" de 2018 es un ejercicio estético y argumental arriesgado, y le agradezco la valentía, pero a mi se me queda a medias. En lo visual, es portentoso y hermosísimo: nada que discutir, ni por asomo. Sus coreografías, su fotografía, su ambientación, su juego con el color, es suficiente homenaje, sobrado, a la obra de Argento, y además es que el acabado es verdaderamente precioso, una delicia. En lo argumental, no acaba ya tan bien la cosa, esencialmente porque la trama es abrupta, deja demasiadas cosas en el aire y, además, se pasa sobradamente de las dos horas, con lo cual el interés se pierde bastante.


Quiere tocar muchos palos Guadagnino, e ir más allá del relato original: la maternidad, la marginación y fortaleza de la mujer, la culpa, los restos de las dictaduras, el trauma de la guerra, la pérdida, la muerte... Todo esto está muy bien, pero no cuando está excesivamente diluido y no cuando se quiere acaparar tanto y con tanta ambición. Hay personajes además que se quedan colgando, que prometen y no dan, y eso es también un fallo, pienso.


Tiene "Suspiria" otros méritos también, a pesar de todo. Su plantel de actrices es absolutamente soberbio. Todas, y cuando digo todas, es todas, están esplendorosas. Dakota Johnson se quita el fantasma de las "50 sombras de Grey" y nos deja anonadados con una interpretación absolutamente sublime, inolvidable. Y Tilda Swinton, haciendo un papel doble (y uno de ellos masculino, excelentemente maquillado), directamente es que se nos merienda. Y otras como Mia Goth o Chlöe Grace Moretz idem. El remake de esta obra capital del cine de terror tiene muy buenas intenciones, y es muy ambicioso, y trata en todo momento de ser mucho más que un simple producto de encargo, pero la ambición hace aguas y no redondea algo que necesitaba tal vez de un poquito más de humildad. Buen intento, pero no es suficiente.


jueves, 1 de febrero de 2018

CALL ME BY YOUR NAME de Luca Guadagnino - 2017 - ("Call me by your name")


Verano de 1983. Elio tiene diecisiete años y pasa las vacaciones en la casa de campo que tienen sus padres en un pueblo del norte de Italia. Los días transcurren aburridos y lentos mientras él estudia música, lee libros, va a nadar o queda con sus amigos para ir de juerga o salir a ligar. Este año, un americano llamado Oliver se instala unas semanas en su casa para ayudar a su padre con sus investigaciones arqueológicas. En un principio, Elio no lo soporta. Sin embargo, poco a poco, se va sintiendo atraído por él...


El italiano Luca Guadagnino se ha ido poco a poco labrando una interesante y personal filmografía, de variado género, compuesta por el thriller "The Protagonists", el drama "Melissa P.", el drama romántico "Yo soy el amor", el drama remake "Cegados por el Sol" y la comentada "Call me by your name", que me ha animado a ver las películas suyas que me faltan.


Basada en la novela homónima de André Aciman, "Call me by your name" nos transporta a la primera mitad de los años ochenta, en donde un joven se siente atraído por el ayudante norteamericano de su padre, del que se enamora. Estamos acostumbrados ya, por suerte, a una libertad sexual y amorosa que a veces damos por hecha, como si siempre hubiese estado ahí. Los avances sociales han sido tremendos en las últimas décadas, y también la lucha de los colectivos marginados o ninguneados ha sido a veces hasta cruenta. Hoy, posiblemente el ser homófobo sea uno de los mayores tabúes. Los hay, pero cada vez por suerte son menos, y cada vez son más abiertamente desacreditados. Pero en 1983, esto no era así. "Call me by your name" habla esencialmente sobre la valentía. Sobre la valentía de reconocerse a uno mismo, de aceptarse con orgullo y de enfrentarse si es necesario a toda una sociedad prejuiciosa, hipócrita, llena de miedos y marcada todavía por las absurdas tradiciones homófobas que han compartido desde las derechas extremas hasta las izquierdas extremas pasando por las eternas religiones de todo tipo y ramo. Alrededor de este asunto, dan vueltas otros como el descubrimiento del amor y del sexo, el paso a la edad adulta, la decepción de la madurez, la incomunicación, la hipocresía social, la lucha por la libertad o el empoderamiento de los marginados. Luca Guadagnino, aunque se pasa en algunos minutos en la duración, entrega un filme sosegado, minimalista, de acciones y no acciones que describen a unos personajes que nunca sacan todo lo que llevan dentro, que viven taciturnos en un mundo que no les respeta. Se insinúa todo, todo se sugiere, pero el drama estalla y llegan unos momentos asombrosos, que ponen los pelos de punta, y unos diálogos absolutamente magistrales y del todo inolvidables. Timothée Chalamet y Armie Hammer están totalmente soberbios. Dos papelones que quedarán para la historia y que duelen de verdad desplegados con una química envidiable. "Call me by your name" es una joyita del cine intimista y social, revisionista, que nos recuerda que la libertad de la que gozamos hoy es algo que ha costado mucho conseguir. Imprescindible.