Porco Rosso

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martes, 15 de enero de 2019

BUMBLEBEE de Travis Knight - 2018 - ("Bumblebee")


1987. Charlie es una joven que está a punto de cumplir los dieciocho y que vive en una pequeña ciudad de la costa de California una vida que no le gusta, con poco dinero, con una familia con la que no coincide en casi nada y rodeada de gente de su edad que no le interesa. Un día, compra un coche antiguo, casi chatarra, de color amarillo. Algo hay en este coche... Algo increíble.


¡Por fin una película buena de la saga de los "Transformers"! ¡Por fin! "Bumblebee" me ha sorprendido, y no solo para bien, sino para muy, muy bien: la sexta entrega de esta franquicia ya ridícula y agotada en su estiramiento comercial de chicle por Michael Bay y compañía es un peliculón con todas las letras. Para empezar, está dirigida por Travis Knight, un director todavía con pocas películas pero con una maravilla como "Kudo y las dos cuerdas mágicas" a sus espaldas ya. Y está hecha con cariño. Pero con cariño de verdad. No es tan difícil, ¿verdad? "Bumblebee" aprovecha el tirón de los "revivals" del estilo de los años ochenta para hacer una precuela de la saga protagonizada por el carismático robot amarillo ambientada precisamente en estos ochenta. Y es maravillosa. Personajes entrañables y bien desarrollados, buenos actores, buenos diálogos, humor inteligente (inteligente en "Transformers", sí...), una trama frenética y profunda con los temas bien llevados, efectos especiales con personalidad y un toque "retro" que se alejan del abuso de metal brillante de las otras entregas y una banda sonora genial llena de grandes referencias musicales clásicas. En fin, una delicia. Una delicia del cine de aventuras y de ciencia ficción que nos demuestra que, cuando las cosas se hacen con ganas, las cosas salen bien. No se la pierdan, en serio: aunque tenga detrás de ella las pésimas referencias de su carroñera franquicia. Por mi, que reinicien a partir de aquí toda la saga y que empiecen desde una buena hoja casi en blanco (además, como precuela no coincide en nada con la primera "Transformers", así que más fácil lo tienen).


domingo, 27 de agosto de 2017

TRANSFORMERS: EL ÚLTIMO CABALLERO de Michael Bay - 2017 - ("Transformers: The Last Knight")


Las cosas entre los humanos y los transformers están peor que nunca y, para colmo, Optimus Prime ha desaparecido sin dejar rastro y muchos creen que no va a volver nunca más a la Tierra. Por si fuera poco, una amenaza ancestral como nunca antes ha conocido el planeta está a punto de llegar... Los terrícolas y los robots van a tener que volver a unir sus fuerzas si quieren sobrevivir...


Vuelve Michael Bay con su saga estrella, Transformers, y con su quinta parte, que nos trae de vuelta una vez más toda su pirotecnia absurda de siempre y todo su patrioterío para tontos de siempre, aunque ahora, por suerte, no nos comemos con patatas la sobredosis de barras y estrellas que nos comimos en la cuarta entrega, una película que claramente estaba orientada a animar a la población americanita en 2014, cuando se acababan de superar los peores años de la crisis mundial que nos ha azotado a todos en mayor o menos grado. Ahora el empleo en los USA y en Europa y en el mundo en general está bastante mejor y muchos dan ya por finiquitada la gran recesión mundial que estalló en 2008 y, curiosamente, como he dicho, "Transformers: El último caballero" es mucho, pero mucho menos patriótica que su antecesora. El resto está igual, no se hagan ilusiones de todas formas: personajes chorras, explosiones gratuitas, escenas de acción confusas, lagunas en la trama de la saga por todas partes, diálogos diarreicos y un humor lleno de gags de pura vergüenza ajena. Mark Whalberg repite como protagonista humano y gana mucho dinero pero también pierde muchos puntos de seriedad, y los robots habituales con alguno nuevo que no nos importa un pito están por ahí otra vez haciendo sus cabriolas y diciendo sus habituales frases fostiables. Hay personajes nuevos que tampoco nos importan un pepino (un grande como Anthony Hopkins se une a Whalberg en hacer el pamplina con un papel lamentable) y los robots dinosaurios que en la cuarta película eran lo más de lo más aquí sólo sirven para hacer el tonto un rato y ahora la última moda son unos transformers medievales de rollo artúrico, para aprovechar el tirón de la versión de las aventuras del Rey Arturo que este mismo verano ha estrenado Guy Ritchie y de camino vender nuevos muñequitos, que al fin y al cabo es de lo que se trataba de lograr con esta franquicia y con otras como la de los GI JOE desde sus entrañables inicios.


La historia de "Transformers: El último caballero" es un despropósito que da risa y que mezcla a los robots cansinos y molones de Bay con la historia del mencionado rey de Camelot con explicaciones que producen la hilaridad cuanto menos (si no te dan ganas de ponerte a llorar). Luego, tenemos un humor vergonzante (especialmente representado por ese robot mayordomo supuestamente chistoso al que dan ganas de desintegrar), tenemos glorificación a todo tren de la vida militar (marca de la casa), tenemos mucho fuego y mucho grito y mucha carrera imposible de corte de videojuego, tenemos incongruencias con las otras partes de la saga y faltan personajes (total, para qué se van a fijar en cuadrar bien los guiones si el público palomitero de los pueblos de la Norteamérica profunda ya se ha olvidado de todas ellas) y, por supuesto, un metraje al que le sobran por lo menos cuarenta y cinco minutos. Dos horas y media de robots dándose ostias y diciendo paridas es insoportable, aunque los efectos especiales sean preciosos (es cierto, al César lo que es del César). Valoración: basura (otra vez). Y me juego el cuello a que habrá sexta entrega.


domingo, 10 de agosto de 2014

TRANSFORMERS: LA ERA DE LA EXTINCIÓN de Michael Bay - 2014 - ("Transformers. Age of Extinction")


Han pasado cinco años desde la brutal batalla de Chicago entre los Autobots y los Decepticons y los primeros ahora son proscritos por la humanidad, temerosa de verse sumida en una nueva guerra entre alienígenas. De los Decepticons, por el contrario, no parece haber ni rastro. Alguien, sin embargo, está persiguiendo a los Autobots que quedan y dándoles caza con oscuras intenciones... Cade Yeager es un inventor que vive con su hija en un pueblo de Texas y que compra un viejo camión. No lo sabe, pero en este camión se esconde alguien muy especial: Optimus Prime. La vida de Cade y de sus seres queridos está a punto de cambiar para siempre.


Michael Bay, horrible director abanderado del cine norteamericano más patriotero, se ha atrevido, aunque no quería en un principio, a rodar una nueva entrega de la saga de los Transformers, entrega que es, ni más ni menos, otra película "ultrapolítica", como lo eran las tres anteriores (y casi todas las películas de este señor con sobredosis de barras y estrellas que tras la excelente obra de acción "La Roca" cayó en picado para siempre). "Transformers: La era de extinción" tiene sin embargo un significado que va todavía más allá de sus antecesoras. El primer "Transformers" es del año 2007: el año previo a que estallase la crisis económica que llevamos sufriendo desde hace ya casi siete. Es patriotera a rabiar y de forma indecente, como todo lo de Bay. Sin embargo, "Transformers II" y "Transformers III" lo son todavía más: son películas rodadas en 2009 y 2011, ya sumidas en plena crisis y que, por ello, doblan las dosis de patrioterío. La industria norteamericana siempre ha realizado películas "especiales" en tiempos convulsos: desde los de Frank Capra hasta nuestros días. Claro que entre Frank Capra y Michael Bay hay abismos y abismos. Frente al mensaje optimista y desde luego patriótico pero esencialmente lúcido del primero (y de otros directores como él que vivieron la crisis derivada del "Crack del 29" del siglo pasado) se contrapone el chabacano de Bay, que consiste en colocar muchas banderas americanas, mucha testosterona, muchos héroes baratos y mucha verborrea aún más barata.


Ahora que por fin parece que se abre camino una recuperación económica (lenta aún, pero ahí está ya, digan lo que digan los gurús del apocalipsis y los pesimistas interesados de siempre) tanto en los Estados Unidos como en Europa, esta cuarta "Transformers" viene a ser la película que los "buenos americanos" (nótense las comillas) necesitan para creer en esta recuperación y afianzarla en sus mentes. Sólo en la primera media hora de metraje pude contar unas siete banderas estadounidenses. Siete. Ni en los peores bodrios patrioteros he visto semejante empacho de barras y estrellas. También hay diálogos grandilocuentes que hacen constante referencia a "la necesidad de volver a creer en la humanidad" (porque aquí los Autobots están ya hasta las pelotas de defender a los humanos, que encima se portan mal con ellos) y a la glorificación del "perdón entre clases sociales", representado por la amistad que surge entre el protagonista, un hombre pobre, un obrero, y entre un empresario esnob y deshumanizado (y explotador de sus trabajadores) que comienza el filme siendo uno de los malos de la función y que termina redimiéndose y ayudando a los buenos a salvar al mundo y, también, comprándoles una nueva casa porque han perdido la suya (¿Les suenan los desaucios? En los USA también los hay y los ha habido y por desgracia los seguirá habiendo). "Transformers: La era de la extinción" es la película que ciertos norteamericanos, tan cansados de la crisis como nosotros, necesitan tras casi siete años de hartazgo y de desilusión política. Y el tito Michael Bay es quien se la ha proporcionado.


Hablando ya de la película en sí, tenemos lo mismo que teníamos en las otras tres: personajes testosterónicos buenorrísimos de la muerte, humor vergonzoso, diálogos patéticos, explosiones por todas partes, acción sin descanso y robots nuevos de formas chorras como única manera de propiciar la sorpresa (se lleva la palma el gordo de las barbas y los Dinobots, vaya tela). El guión es un desastre y además a la película le sobra, mínimo, media hora. Vaya, es tan desastre que pasa tres kilos de los protagonistas de las anteriores entregas (Shia LaBeouf ya no quiso salir en esta cosa, y con razón) y coloca a otros nuevos sin dar explicaciones (capitaneados por un Mark Whalberg bastante terrible). No se puede decir que, como espectáculo visual, la película no sea genial; al César lo que es del César. Es una delicia ver a los robots dándose de ostias, ver esos brillos maravillosos que siguen mejorando con respecto a las otras entregas. Pero ya está: el resto es terrible. Como sus antecesoras; nada nuevo. Posiblemente, haya quinta parte de esta saga que va camino de convertirse en una de las nuevas "interminables". Porque el desenlace de esta cosa así lo anuncia y porque ha sido, según he leído, el taquillazo del verano. ¿Volverá en ella otra vez Michael Bay?


miércoles, 27 de julio de 2011

TRANSFORMERS III. EL LADO OSCURO DE LA LUNA de Michael Bay - 2011 - ("Transformers III. Dark of the Moon")


Los Autobots, en una de sus misiones con el ejército norteamericano, encuentran un arca milenaria que les abre las puertas de su reencuentro con Sentinel Prime, uno de sus viejos líderes y héroes, al que todos creían desaparecido o muerto. Paralelamente y por desgracia, los Decepticons vuelven a dar señales de vida con los primeros indicios de un malévolo plan con el que pretenden poner a toda la humanidad en contra de los Autobots. Una vez más, el joven Sam Witwicky y sus amigos tendrán que ayudar a Optimus Prime y a los suyos a salvar la Tierra.


"Transformers III. El lado oscuro de la Luna" es más digerible que la porquería de "Transformers II. La venganza de los Caídos", pero eso no significa que deje de ser una película sin interés ninguno en ninguno de sus aspectos salvo el visual. Es más digerible porque su argumento, sin ser una maravilla en absoluto, por lo menos va a alguna parte, y porque se han eliminado la mayor parte de los secundarios cómicos de la anterior película, que la terminaban de hacer verdaderamente insufrible. Michael Bay vuelve a diseñar un precioso espectáculo visual que vuelve a ser por desgracia bastante vacío y que no llega a cumplir tampoco como filme de aventuras simplemente divertido. Como la primera "Transformers" de 2007, la hasta ahora última entrega de la saga es demasiado larga (dos horas y veinte minutos) para una trama sin sorpresas apoyada en constantes escenas de acción a cada cual más delirante y, todo hay que decirlo, pesada (todas las escenas son demasiado extensas y para colmo algunas, entre tanto efecto especial de lujo, llegan a ser confusas, como ya ocurrió en las dos antecesoras del filme). El reparto básico de la obra repite exceptuando a Megan Fox, que es sustituída por la solvente Rosie Huntington-Whiteley como novia del protagonista, y también repiten toda la glorificación del ejercito y de la vida militar y un humor bastante insoportable y por momentos de pura vergüenza ajena que, por lo menos, no está tan presente como en la segunda entrega de la saga. Alguna sorpresilla como la traición de Sentinel Prime salva ligeramente al conjunto del aburrimiento, así como un combate final de Optimus Prime contra el mencionado Sentinel y contra Megatrón que sorprende por su inesperada brutalidad (para tratarse de la película de la que se trata) ayuda a hacer algo más amena la plasta de acción y efectos sin sentido con la que Bay nos atosiga durante toda la película, la más rococó en lo que a espectacularidad se refiere de esta horrible trilogía para olvidar.

martes, 26 de julio de 2011

TRANSFORMERS II. LA VENGANZA DE LOS CAÍDOS de Michael Bay - 2009 - ("Transformers II. Revenge of the Fallen")


Dos años después de haber salvado a la Tierra de los Decepticons, los Autobots colaboran con el ejército estadounidense en misiones de paz y el joven Sam Witwicky lleva una vida de universitario completamente normal y corriente. Sin embargo, la vieja amenaza va a volver... Con el retorno de uno de los robots más poderosos del universo, una reliquia de un pasado oscuro que los Decepticons planean utilizar para intentar de nuevo acabar con el planeta. Sam y sus amigos van a tener que volver a pararles los pies.


Afectada severamente (según dijeron) por la sonada huelga de guionistas norteamericanos, "Transformers II. La venganza de los Caídos" es todavía peor que su antecesora y riza el rizo de la vergüenza ajena para erigirse como una de las más infames películas de la década que hemos cerrado. El que posiblemente sea el peor de los bodrios de Michael Bay (da miedo, ¿verdad?) es una chorrada interminable de casi dos horas y media con escenas de acción aburridas y sin ritmo completamente abusivas, con unos personajes de pura pena (repite prácticamente todo el reparto de la original), con unos diálogos para llorar y con un humor sonrojante (y estoy siendo benigno, muy benigno). Y es que la película tiene, aunque parezca increíble, más secundarios cómicos que protagonistas principales, y todos son igual de cansinos e irritantes: el personaje de John Turturro vuelve con toda su ridiculez acompañado de dos robots gemelos orejones de horripilante diseño, de una suerte de robot gremlin que intenta tirarse a la buenorra de Megan Fox (¿a los robots les gustan las humanas?), de dos perros que a la mínima están fornicando en cualquier esquina, de los padres verborréicos de Sam Witwicky (insufribles), de un informático universitario bastante gilipollas, de un funcionario gubernamental ridículo y de un robot "viejo" y chocho perdido (sí, con barbas metálicas y todo... de infarto). La trama central, por otra parte, es errática y vacía y está engordada con escenas gratuitas de todo tipo de manera artificial para intentar hacer parecer al público que tiene una mínima consistencia (no lo consigue, por supuesto). El metraje es encima demasiado largo para no contar casi nada, mientras que, exceptuando a Bumblebee, los Autobots clave de la primera entrega apenas tienen protagonismo (una batallita de Optimus Prime al empezar la película y otra al final ya con toda la tropa -por supuesto como la de la primera parte, confusa e indefinida- y paren de contar). Los nuevos villanos son, finalmente, el anticarisma personificado (uno de ellos con dos bolas de hierro colgándole del paquete... para salir corriendo). La cosa es que no acaban aquí los despropósitos, porque hay que volver a sumar el patriotismo trasnochado al más puro estilo Bay y la fanfarrona glorificación del ejército y de la vida miltar que está en tantas de sus películas.


La primera secuela de "Transformers" es, a pesar de su precioso acabado visual (todo hay que decirlo) un auténtico horror en todos los aspectos y una bazofia de tomo y lomo terrible, para olvidar. Por supuesto, fue el gran exitazo del verano de 2009 y uno de los taquillazos definitivos del año, tal y como fue su antecesora en 2007 y como parece que está siendo su tercera entrega. Que horror.

lunes, 25 de julio de 2011

TRANSFORMERS de Michael Bay - 2007 - ("Transformers")


Hechos muy extraños están ocurriendo en distintos puntos de la Tierra: bases militares destrozadas, raros desastres naturales y avisos de personas que han visto a máquinas moverse solas. Un grupo de humanos encabezados por el joven Sam Witwicky va a descubrir la verdad: unos robots alienígenas llamados Decepticons planean destruir el planeta y hacerse con una misteriosa fuente de poder que les hará invencibles. Sin embargo, otros, sus eternos enemigos, les han perseguido para pararles los pies y proteger a los terrícolas: los Autobots. La batalla entre ambos está a punto de comenzar.


“Transformers” es una de las gamas de muñecos articulados más míticas de la historia y concretamente de las décadas de los ochenta y los noventa del siglo pasado, una gama de muñecos cuyas series (varias han sido) han gozado de un gran éxito en las televisiones de todo el mundo y que se ha convertido en uno de los iconos modernos por excelencia gracias a un imparable merchandising que todavía hoy sigue arrasando entre sus legiones de fans. Después de las mencionadas adaptaciones para la pequeña pantalla, de infinidad de comics y de un largometraje de animación complementario para televisión, estos famosos robots transformables fueron llevados a la gran pantalla por el destrozataquillas Michael Bay en 2007 en lo que fue, una vez más y por desgracia, su clásico producto vacío de acción descerebrada. La historia sigue, básicamente, las pautas de las series y de los comics: los bondadosos Autobots se enfrentan a sus enemigos los pérfidos Decepticons en el planeta Tierra, en donde obtienen la ayuda de un grupo de héroes humanos. El apartado visual, como suele ocurrir en las películas de Bay, es muy efectivo y, en ese caso particular, los Transformers están realmente bien diseñados y son bastante fieles a los originales. Por supuesto, las batallas que se dan entre ellos no se quedan atrás: están cargadas de una espectacularidad visual de alto voltaje y las escenas de acción que las configuran son hasta cierto punto imaginativas y están excelentemente llevadas. Dolorosamente, aquí termina casi todo. El resto se lo pueden imaginar: los personajes no son más planos porque no es posible, y además, son demasiados, tantos que llegan a confundir al espectador. Muchos de ellos para colmo no aportan nada o prácticamente nada a la trama (los militares por ejemplo y algunos de los informáticos del ejército). Los diálogos que esgrimen parecen, por otra parte, escritos por niños de doce años, y el humor que destilan es, literalmente, infumable: tonto, ñoño, fanfarrón y canallesco en el sentido más zafio y simplón. Sólo reconozco una escena que sí que me hizo reír: la de la casa del protagonista principal (un soso Shia LaBeouf) con los Autobots escondidos en el jardín. El resto es de pura vergüenza ajena (y al personaje secundario ¿comico? de John Turturro dan ganas de cortarle el cuello). Hay, además, toques patrioteros trasnochados (como no en Michael Bay) que no vienen a cuento y que sí que provocan la risa (la frase del pariente lejano del protagonista principal es de infarto). Poco nos queda ya salvo acción, acción, y acción (montada en estilo videoclipero, por supuesto) y un combate final largo, larguíiiiiiiiiiiiiiiiiiiisimo, en el que llega un momento de tal desmadre de explosiones absurdas en el que se pierde la noción de lo que está ocurriendo y en el que se confunden a los robots buenos con los malos. Un desastre (y otra adaptación de comic que Hollywood se carga) que, por supuesto, tuvo continuaciones... Peores.