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lunes, 4 de febrero de 2019

Other Sounds


Yusef Lateef: saxo tenor, flauta, arghul
Wilbur Harden: fiscorno
Hugh Lawson: piano, timbales de dedo turcos
Ernie Farrow: contrabajo, rebab
Oliver Jackson: batería, earth-board

La sola lectura de estos créditos (y eso que se escuchan instrumentos que no se nombran como el gong, la pandereta o ¡una botella de 7 Up!) deja claro que Other Sounds es un título muy adecuado para el elepé. Sacado de la misma sesión de la que había salido The Sounds Of Yusef —el 11 de octubre de 1957—, el álbum extiende los sonidos peculiares a los que las inquietudes y las investigaciones de Yusef Lateef le han ido llevando.

All Alone es una balada de Irving Berlin que en manos de nuestro quinteto se hace jazz cool y sensual que derrama solos elegantes del saxo de Lateef, el piano de Lawson y el fiscorno de Harden. Anastasia tiene dos partes claramente diferenciadas. En la primera, rebab, gong, arghul y pandereta crean una atmósfera oriental y arcaica que en la segunda flauta, piano, saxo y percusión vuelven sofisticada y moderna, aun sostenida por un concepto rítmico y armónico similar. Minor Mood son nueve minutos y medio de hard bop que sirven para que todo el grupo se luzca individualmente a excepción de un Oliver Jackson que es, junto con Ernie Farrow, continuo e indispensable apoyo rítmico. Unos pocos segundos menos que su antecesora dura Taboo, pieza en la que Lateef y Harden hacen florituras con la flauta y el fiscorno, Lawson pasea sobrias sus teclas y Farrow improvisa contenidamente. El quinteto de Lateef se pasa al bebop en Lambert's Point (bebop de regusto cool) antes de que Mahaba diga adiós con sus cantos, percusiones y flauta, ritmo tribal que me trae a la cabeza por igual a bluesmen de carácter marcadamente primitivo como Howlin' Wolf que a sus ancestros africanos. El final de unos Other Sounds que se oyen con sumo gusto. A la sazón no sabía de fallos o mediocridades su autor.

lunes, 29 de mayo de 2017

Into Something


Grabado cuando el año 1961 toca a su fin, Into Something es, dentro de la discografía de Yusef Lateef, el elepé inmediatamente posterior al indispensable Eastern Sounds, ése que contiene la extática adaptación al lenguaje del jazz del tema de amor de la banda sonora de Espartaco, compuesta por Alex North. Por supuesto, y antes de nada, lo que llama la atención es la presencia de un Elvin Jones que ya forma parte del cuarteto de John Coltrane y ha empezado a escribir algunas de las páginas más gloriosas de la historia del jazz. Junto con el esencial baterista encontramos al músico nacido en Chattanooga a sus habituales saxo tenor, flauta y oboe; a Herman Wright al contrabajo; y a Barry Harris al piano en cuatro de los siete temas que dan forma a Into Something.

Rasheed es un hermoso y canónico blues que sirve de arranque. Tanto Lateef y su oboe como Harris y sus teclas basan sus solos —cálidos y elegantesen dicho y seminal género, apoyados en una base rítmica donde las baquetas nerviosas de Jones son la antítesis de la sobriedad digital de Wright. Se hace Lateef con el saxofón en la versión del clásico When You're Smiling y Water Pistol, ejecutadas ambas como trío debido a la ausencia de Harris; excelentes piezas las dos —más agresiva la segunda— para degustar la categoría individual de Lateef y Jones y corroborar la cauta prestancia de Wright. Conocedoras de multitud de adaptaciones, las que hace Lateef de You've Changed y I'll Remember April son muy estimables. En la primera lleva su saxo por los terrenos de los afectos tambaleantes, mientras que en la segunda es su dulce y embriagadora flauta la que nos pasea por el mes en que florece la primavera; sin olvidar los solos de Barry Harris en sendas piezas y la labor impagable y constante del tándem Wright/Jones. Bebop y hard bop conviven espléndidos en Koko's Tune, corte en el que Yusef Lateef luce sin frenos todo su potencial al saxo y Elvin Jones realiza una de esas exhibiciones que dejan sin argumentos técnicos y expresivos a la mayoría de bateristas con quien le queramos comparar. P. Bouk es el tema encargado de decir adiós mediante siete minutos largos de fantástico hard bop en los que vuelve a sonar el piano de Harris. Todos los miembros del cuarteto tienen aquí la posibilidad de improvisar, aunque sean las intervenciones de Lateef (que no ha cambiado de instrumento) y Harris, por enjundia y extensión, las que debemos destacar y las que utilizamos para clausurar esta frugal, pero esperemos nutritiva, disertación sobre Into Something, excelente álbum de Yusef Lateef.

 

viernes, 26 de febrero de 2016

Eastern Sounds


El objetivo de aquella sesión registrada un 5 de septiembre de 1961 era sin duda acercarse a los sonidos orientales que le iban a dar título. Composiciones todas ellas de Yusef Lateef, no hay más que escuchar Blues For The Orient, Ching Miau y Snafu para observar cómo el hard bop crece (espléndido) sobre motivos que vienen del norte de África y del Próximo Oriente; o disfrutar de The Plus Blossom y The Three Faces Of Balaal y notar cómo son estos motivos los que dominan la música. Pero si algo hace único a Eastern Sounds son las dos adaptaciones de temas cinematográficos que contiene. Love Theme From The Robe sirve para que Lateef nos ponga los pelos de punta con su delicada flauta y Barry Harris responda elegante, corroborando con su piano el romanticismo de su jefe. Antes, sin embargo, los papeles se han invertido en la excepcional descripción del amor incipiente —tierno, sensual, aparentemente eterno— que fabrican las teclas de Harris y el oboe de Lateef en Love Theme From Spartacus. Ahondando en las derivas sentimentales, ambos van mucho más lejos, en mi opinión, que Alex North en su partitura para la película de Stanley Kubrick, apoyados en la tersura lograda por el contrabajo de Ernie Farrow y la batería de Lex Humphries. También caminan firmes y líricas por el terreno de la balada la versión del Don't Blame Me de Jimmy McHugh y el sexto original de Yusef Lateef, Purple Flower, si bien no calan tan hondo como las mencionadas aproximaciones fílmicas. La calidad del resto del elepé hace que esta superioridad de celuloide sirva para redondear el resultado completo y no para deslucir lo que siendo muy notable no llega al sobresaliente. Sea de esto lo que fuere, un elepé obligatorio, Eastern Sounds, que en sus puntos álgidos logra convertir en notas las caricias, las miradas y los silencios de los enamorados. En Occidente o en Oriente, siempre iguales.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Jazz For The Thinker


Jazz For The Thinker, el debut de Yusef Lateef de 1957, es, además de un homenaje simpático a Rodin, un buen ejemplo de ese jazz cálido, sensual y lleno de blues que a la sazón practican tantos grupos y que todos conocemos como hard bop. La carrera del músico criado en Detroit dará en pocos años con piezas de mayor armonía, delicadeza y variedad —Eastern Sounds, Into Something— en la búsqueda explícita de esos Other Sounds que ya tantea en el otoño del mismo 1957, pero lo que ofrece su primer elepé no debe ser soslayado por ningún aficionado a la materia. El motivo que abre y cierra Happyology —esas voces y esas percusiones que huelen a África— es lo único que se sale de la ortodoxia bop del álbum, pues las intervenciones durante el resto del tema del saxo tenor de Lateef, el trombón de Curtis Fuller —que también va a grabar en breve su primer disco, New Trombone—, el contrabajo de Ernie Farrow, el piano de Hugh Lawson y la batería de Louis Hayes van en la línea de lo que escucharemos a lo largo de los cuatro cortes siguientes: O' Blues, Midday, Polarity y Space. Composiciones las cinco de Yusef Lateef, su quinteto las viste con una pulcritud y una limpieza realmente agradables para el oído, si bien distantes de la extraordinaria musicalidad de obras maestras del mismo género y periodo como Blue Train, Moanin' o Milestones. Comparación que hago con el único objetivo de orientar al lector, no de anular la valía de un primer paso tan válido y notable como Jazz For The Thinker, pues el matiz cualitativo nunca ha de hacer que dejemos de disfrutar de álbumes menores pero seductores en sus limitaciones. Las limitaciones que nos hacen humanos, aunque parezcan ajenas al autor de El pensador que observa en la portada a Lateef "y sus hombres".