En la segunda mitad de los años cincuenta se producen una serie de grabaciones en las que, bajo el control de Norman Granz, Ella Fitzgerald, Louis Armstrong y Oscar Peterson (no siempre juntos los míticos cantantes) son protagonistas. La primera de ellas quizá sea la mejor, un extremadamente elegante Ella & Louis captado por los micrófonos del estudio el 16 de agosto de 1956 y publicado por el sello recién creado por Granz, Verve. Canciones clásicas y maravillosas, principalmente de la década de 1930, que en las voces tan diferentes y tan reconocibles de Fitzgerald y Armstrong —entrañables a más no poder en la portada— suenan mejor que nunca. La calidez de las interpretaciones y el finísimo acompañamiento del piano de Peterson, la guitarra de Herb Ellis, el contrabajo de Ray Brown y la batería de Buddy Rich (y no olvidemos la trompeta de Armstrong cuando aparece) hacen que sea una labor titánica destacar uno solo de los once temas, aunque si tuviera que hacerlo bajo una seria amenaza me quedaría con la extraordinaria adaptación del Isn't This A Lovely Day? de Irving Berlin, seis minutos largos de música de una belleza insultante. Como tal amenaza no existe, allí están Moonlight In Vermont, They Can't Take That Away From Me, A Foggy Day, Cheek To Cheek o April In Paris para defender el álbum en su totalidad, pues como tal está concebido y como tal funciona. Preparen su combinado favorito, pónganse cómodos y déjense embelesar en su intimidad por Ella, Louis y sus cuatro magníficos acompañantes, les aseguro que durante cerca de una hora el tiempo se detendrá y su vida se hará más dulce.
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jueves, 8 de diciembre de 2022
Ella & Louis
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