Mostrando entradas con la etiqueta Pedro Iturralde. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Pedro Iturralde. Mostrar todas las entradas

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Pedro Iturralde Quartet Featuring Hampton Hawes


Una madrugada en el Madrid de los años sesenta puede traer a la cabeza muchas cosas, en su mayoría siniestras y relacionadas con el régimen que tan cariñosamente guiaba por aquel entonces el destino de los españoles… todos. Pero también puede guardar secretos como esta grabación de febrero de 1968, en la que el saxofonista navarro Pedro Iturralde y su habituales Eric Peter (contrabajo) y Peer Wyboris (batería) se unían al pianista Hampton Hawes y dejaban registrada la magnífica sesión que contiene este, evidentemente, Pedro Iturralde Quartet Featuring Hampton Hawes.

Tal y como cuenta Juan Claudio Cifuentes, "en la segunda quincena de febrero de 1968" el Whisky Jazz Club de Madrid "contrató por dos semanas a una de las leyendas vivas del jazz de la Costa Oeste de EE.UU., Hampton Hawes, entonces de gira por Europa (…), arropado por nuestro saxofonista Pedro Iturralde y por uno de los mejores tandems rítmicos que hayamos tenido a este lado de los Pirineos". A Cifuentes e Iturralde no les "costó mucho convencer" a Rafael Trabucchelli, director artístico y productor de Hispavox, para que la discográfica autorizara el que "una gélida noche de febrero" los cuatro jazzmen llevasen al estudio la música que habían estado interpretando en directo. "Así", sigue Cifuentes, "en poco más de dos horas, la sesión se desarrolló virtualmente de un tirón y todos se mostraron tan inspirados o más de lo que lo habían estado en sus mejores noches en el club".

Creo que ni siquiera se conocían mis padres todavía, así que no pude disfrutar de ninguna de aquellas noches en el mítico Whisky Jazz Club. Pero de lo que estoy seguro es de que lo hubiera hecho, y mucho, si estuvieron a la altura de lo que encontramos en este disco. Difícil es destacar a alguien, pues los cuatro músicos están espléndidos, pero he de reconocer mi debilidad por un Iturralde que, bien a los saxos soprano, tenor o barítono, bien a la flauta, parece poseer los instrumentos, dulcemente en las baladas, con fuerza en los temas rápidos, pero en todo momento con una categoría sobresaliente. Aunque, es obvio, no es menor la de Hampton Hawes, que aquí roza la perfección, ni se queda atrás la cálida técnica de Peter y Wyboris. No hubiera resultado, de otra manera, un disco tan redondo. Lástima que, y devuelvo la palabra a Juan Claudio Cifuentes, "El tiempo pasó y la dirección de la empresa dio por "olvidado" el proyecto, pero otros no quisimos (ni por supuesto pudimos) olvidarlo y, poco a poco, en el mundillo del jazz —tanto aquí como fuera de nuestras fronteras— fue aumentando el número de los que se enteraron de la existencia de aquella grabación. Hubo que esperar nada menos que dieciocho años para que, en 1986, la compañía Fresh Sound Records, dedicada entonces al "rescate y resurrección" de docenas de grabaciones de jazz olvidadas de la mano de Dios, negociara con Hispavox el lanzamiento del disco para el mercado internacional. Por desgracia Hampton Hawes murió sin haber podido ver su álbum publicado. Así se escribe la historia". Afortunadamente, y aunque tarde, la historia quedó escrita al ver la luz los seis temas grabados durante dos horas de un día cualquiera del año 1968. Mejor dicho, una madrugada, mágica, de la que salió un trabajo impecable. Seguro que de haber estado vivo, Hawes hubiera recordado ambos —elepé y ocasión— con una sonrisa de oreja a oreja.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Jazz Flamenco vols. 1 y 2

Tiempo antes de que Camarón trajera al flamenco el pop y el rock, de que dejara que los sonidos anglosajones inficionaran el cante jondo en el extraordinario La leyenda del tiempo, el gran saxofonista navarro Pedro Iturralde se había acercado desde el jazz al flamenco con su dos volúmenes de Jazz Flamenco, grabados en 1967 y 1968 respectivamente y publicados conjuntamente en disco compacto por Blue Note en 1996. Puede extrañar a más de uno, siendo Navarra una tierra asociada comúnmente al folclore musical vasco y a la jota, y estando el flamenco tan vinculado a Andalucía, pero, casualidad o no, Sabicas, quizá el mejor guitarrista flamenco que haya existido, también era navarro. Parece frágil el criterio de adscripción geográfica para generar cánones estéticos inamovibles: Lionel Hampton y Miles Davis, negros y estadounidenses, ya habían abierto la senda que transitaría Iturralde en la segunda mitad de la década de 1950 con Jazz Flamenco (el mismo título que el del español, sí) el primero y Flamenco Sketches (que cerraba el inmortal Kind Of Blue) y Sketches Of Spain el segundo.

Ha dejado aclarado Pedro Iturralde que su intención era "hacer jazz interpretando temas andaluces (o temas de compositores clásicos españoles que a su vez expresan Andalucía) y así producir un Jazz moderno con espíritu de Andalucía", y no una fusión baldía que se quedara en terreno de nadie. La visión particular del músico navarro de un género universal. No hay más que escuchar Las morillas de Jaén, pieza con la que arranca el primer volumen de Jazz Flamenco, para sentir el poder improvisador de Iturralde a los saxos alto y tenor, estupendamente acompañado por Paul Grassl al piano (bellísimo su solo en este tema), Eric Peter al contrabajo, Peer Wyboris a la batería y los elegantes toques de guitarra de Paco de Antequera. La misma formación ataca el Zorongo Gitano durante más de doce minutos, pero en Café de Chinitas y Soleares Paco de Algeciras (Paco de Lucía) sustituye al de Antequera para establecer un íntimo diálogo al principio y el final del primero de los temas con el saxo soprano de Iturralde —entre medias unos músicos que se expanden con contundencia cercana al cuarteto de John Coltrane— y durante toda la pieza en Soleares, aquí con el navarro al tenor.

La incorporación al grupo de Dino Piana y su trombón de pistones —que se adapta perfectamente al discurso establecido— es la única novedad en la continuación de Jazz Flamenco. Se ha perdido el factor sorpresa, cierto, pero el resultado es igualmente sobresaliente a lo largo de los cuatro temas que, de nuevo, contiene el elepé. Bulerías (donde destaca el lirismo minimalista de Grassl), Adiós Granada, ¡Anda jaleo! y Homenaje a Granados (improvisaciones en torno a la Danza Andaluza del compositor catalán) muestran a unos intérpretes excelentes poniendo en escena la ambiciosa propuesta de Pedro Iturralde.

Quien ya se había incorporado definitivamente en el segundo volumen, Paco de Lucía, colabora también con el Pedro Iturralde Quintet en la grabación, a finales de 1967, en Alemania de un elepé, Flamenco Jazz (no se comían la cabeza con los títulos, no), que yo no he tenido la suerte de escuchar y que queda encajonado entre las dos partes del Jazz Flamenco. Concluyamos añadiendo que en 1969, un año después de la publicación del segundo volumen, se edita Al verte la flores lloran, primera colaboración entre el maestro de Algeciras y el genio de San Fernando. Aunque anacrónica predicción a posteriori, es lícito afirmar —y cerrar así un círculo— que La leyenda del tiempo quedaba así anunciada. Incluso explicada.