Cuadernos de delicada locura (1)
El detective de homicidios Somerset, de la policía de Nueva York, entra en una habitación. Las paredes están ocupadas por estanterías que llegan hasta el techo. En ellas se apilan miles de cuadernos. Somerset coge uno. Portada sin etiqueta. En el interior se apelotonan las frases escritas a mano, diminutos y borrosos dibujos y fotos pequeñas, aparentemente recortadas de la sección de contactos del periódico. Los dibujos, imágenes y textos ocupan cada pulgada de las páginas. Somerset toma otro cuaderno y lo hojea. Igual que el primero, lleno hasta el borde. Somerset se acerca a otro estante y saca otro cuaderno. Lo mismo. El detective mira a su alrededor. Están en el domicilio del asesino. Su compañero, el detective Mills, entra en el cuarto.