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martes, 27 de enero de 2015

La teoría del todo / Sobreviviendo al desastre físico


LA TEORÍA DEL TODO

Sobreviviendo al desastre físico

La película narra los hallazgos profesionales de Stephen Hawking, 

pero no abusa de ellos


Durante mucho tiempo, el cine acostumbraba a recrear, después de que la hubieran palmado, la vida de gente ilustre que inventó cosas que supusieron avances notables para la humanidad, grandes artistas que crearon belleza y alimentaron el espíritu de sus semejantes, líderes que revolucionaron la historia, seres cuya personalidad y cuya obra lleva el sello de la excepcionalidad. El género, además de exaltante, debe de ser tan rentable económicamente que la industria ya no espera a que esos seres legendarios hayan finiquitado su presencia en la Tierra, sino que se ha propuesto que los glorificados puedan disfrutar de tan trascendente tributo mientras que están vivos.

Felicity Jones como Jane Wilde y Eddie Redmayne como Stephen Hawking
La teoría del todo

Es el caso de La teoría del todo, que retrata los goces y desdichas, teorías y descubrimientos, vida familiar y profesional, juventud y madurez de un individuo tan prestigioso como popular llamado Stephen Hawking, alguien que, según cuentan las opiniones autorizadas o con hambre de conocimiento, ha cambiado el concepto que poseíamos del universo.
Utilizo el “según cuentan” porque, al parecer, entre los infinitos lectores de Una breve historia del tiempo se encuentran los científicos y los profanos, pero todos ellos se han sentido seducidos por la teorías de este astrofísico sobre el espacio y el tiempo, los agujeros negros y otros misterios del universo. Todos coinciden en que Hawking explica muy bien con su escritura lo que piensa. No puedo juzgarlo, ya que no lo he leído; mi mente siempre se ha sentido incapaz de entender mínimamente las cuestiones científicas. En ese sentido (también en otros), mi cerebro es el de un niño.
En esta película narran los hallazgos profesionales de Hawking, pero no abusan de ellos. Al director, James Marsh, autor de aquel fascinante documental titulado Man on a wire, lo que más le interesa es describir la capacidad de un hombre con el cuerpo devastado por la enfermedad más cruel, pero que mantiene intacta su superdotada inteligencia, para sobrevivir a sus terribles limitaciones, mantener una existencia razonablemente feliz, durante mucho tiempo, con su mujer y con sus hijos y continuar investigando enigmas con resultados apabullantes, cuestionando verdades oficialmente aceptadas.

Eddie Redmayne como Stephen Hawking
La teoría del todo

Si el retrato que hace James Marsh de Hawking es interesante, el de su primera esposa lo supera. Es admirable la sutileza, los matices y la elegancia con la que está descrita la personalidad de esa mujer, su comprensión, su profundo amor hacia alguien atrozmente incapacitado y siempre en el filo de la desesperación, su coraje, su involuntario, aunque lógico, enamoramiento de otra persona.
En ningún sentido es desdeñable este biopic. No es enfático, no subraya el melodrama, no busca manipular con resortes baratos las emociones del espectador. Su trabajo es tan contenido como digno. Y son muy justas las nominaciones al Oscar de Eddie Redmayne —no va de intenso, aunque la tortura física y sentimental de su personaje se prestara a ello; está tan contenido como veraz— y de Felicity Jones, que no solo enamora a Hawking y al púdico profesor de canto, sino también al firmante de esta crónica. Tiene una belleza delicada y extraña. Y compone magistralmente un personaje difícil, al motor vital de un genio cuyo organismo sufre parálisis completa.



jueves, 5 de junio de 2014

Ralph Fiennes / En la piel de Dickens








Ralph Fiennes, caracterizado como Charles Dickens en 'La mujer invisible'
Ralph Fiennes, caracterizado como Charles Dickens en 'La mujer invisible'


Ralph Fiennes, en la piel de Dickens


El actor británico protagoniza y dirige 'La mujer invisible', la historia de amor entre Charles Dickens y una joven actriz


Toni García
Barcelona, 5 de junio de 2014

Rapado y de negro, Ralph Fiennes (1962, Ipswich, Reino Unido), entra en la habitación con la misma discreción que mostrará después en la entrevista: silencioso y –casi- cabizbajo, dejando largas pausas entre pregunta y respuesta en las que su mirada busca la ventana. Como actor alcanzó fama y fortuna gracias a El paciente inglés y La lista de Schindler y huyó de su estrellato como alma que lleva el diablo: “No encajaba en el mundo de las celebridades de entonces como no encajo en el actual. No soy un producto, y con esto no quiero decir que haya actores que sean productos, pero sí que una gran parte de lo que hacen entra en unos parámetros que no son los míos”.
El británico, quintaesencia del intérprete forjado en las tablas, entre Shakespeare y Chejov, ha logrado compaginar cine y teatro con igual fortuna y en su carrera como director ha demostrado una singularidad exquisita. “Coriolanus [su primer trabajo en la dirección] es una película que quise hacer durante años, probablemente por una obsesión personal con la obra. Tuve la suerte de encontrar la forma de hacerla sin renunciar a nada de lo que yo consideraba imprescindible, como la escenografía y el lenguaje. La mujer invisible ha sido otra historia completamente distinta: alguien me hizo llegar el guión a pesar de mis reticencias y la verdad es que me enamoré de él de inmediato”. La mujer invisible cuenta la historia de amor entre un Dickens en el apogeo de su fama y una jovencísima aspirante a actriz, en un romance encadenado por las severas convenciones sociales de la época. “Por extraño que parezca no creo que eso hay cambiado demasiado: la diferencia de edad en las relaciones sigue siendo un tabú. Ahora lo es menos, pero la prensa sigue incidiendo en ello, como si fuera algo inconcebible que siendo muy joven puedas enamorarte de alguien mayor”, dice Fiennes, que añade: “Es como si trataran de decirte cómo y cuándo debes sentir algo por alguien. Eso es algo que va en contra de la naturaleza misma del amor, un ser que cambia, que muda de piel, que te sorprende y te atrapa. Es imposible planificar de quién te vas a enamorar”.




El objeto amoroso de Dickens, una joven llamada Nelly (interpretada por Felicity Jones), obliga a Fiennes hacer una reflexión sobre el propio Dickens, interpretado por el propio actor: “Si soy sincero debo reconocer que sabía muy poco de Charles Dickens. Había leído obras sueltas, interpretado algunas otras, pero desconocía los detalles de su vida. Por eso cuando leí el guión y descubrí a ese Dickens íntimo recuperé toda su obra y en cierto modo me sentí feliz de haber descubierto a un autor tan brillante y comprometido”.




No sé si yo hubiera podido interpretar a James Bond. Me siento mucho más cómodo con M"

Una mujer invisible, basada en la novela de Claire Tomalin, fue recibida en Toronto con críticas entusiastas, alabando su condición de drama y su sensibilidad, y resaltando la delicadeza de Fiennes como director. “Intenté mostrar ese momento en que negociamos con nosotros mismos para negarnos y así poder adaptarnos a una situación que nos supera, que sabemos positivamente que va a llevarnos a un callejón sin salida. No hay nada más humano que esa sensación y creo que Nelly lidia con ello con una fuerza descomunal, aunque la cicatriz sea imborrable”.
Fiennes vuelve a estar en la cresta de lo ola tras dejar atrás Harry Potter (donde interpretaba a Lord Voldemort) por su papel de M en la saga de James Bond, sustituyendo a Judi Dench. Personaje que repetirá en la próxima entrega de las aventuras del agente secreto, otra vez a las ordenes de Sam Mendes: “Bueno, tampoco se puede decir que no a ciertos papeles [sonríe] y si todo va bien voy a interpretar a M durante algunas películas más, una o dos mínimo. ¿Paradoja? Ya sé por dónde vas, pero la verdad es que no sé si yo hubiera podido interpretar a James Bond. Me siento mucho más cómodo con M y el papel ha llegado en el momento justo. Espero que me dejen correr y disparar, con eso me daría por satisfecho [ríe]”. Tras El gran hotel Budapest y Grandes esperanzas, queda claro que prefiere el cine menos estridente: “No diría que no a algo que me interesase sólo porque llega de Hollywood. Ellos hacen películas para conquistar a multitudes y esos filmes no siempre me parecen atractivos. Cuando me han propuesto proyectos interesantes no he tenido ningún problema en aceptar, pero esto no pasa continuamente”.