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lunes, 28 de octubre de 2019

Liliana Cavani / “Hoy no sé si podría estrenar ‘Portero de noche”



Liliana Cavani: “Hoy no sé si podría estrenar ‘Portero de noche”

La controvertida directora italiana, de 86 años, recoge en la Mostra de Valencia el premio a la trayectoria


Ignacio Zafra
Valencia, 27 de octubre de 2019

Liliana Cavani (Carpi, Italia, 86 años), directora de Portero de noche, la perturbadora historia de un SS (Dick Bogarde) y su esclava sexual judía en un campo de concentración (Charlotte Rampling) que retoman su relación de base sadomasoquista tras rencontrarse en un hotel de Viena, espera sonriente en el bar de un hotel de la plaza del Ayuntamiento de Valencia.
Cavani alcanzó gran notoriedad en los años 70 (Portero de noche se estrenó en 1974; Más allá del bien y del mal, en 1977), pero la repercusión de su producción cinematográfica se fue apagando paulatinamente hasta desaparecer. La mayor parte de la crítica considera su obra prescindible, incluso grotesca, con pocas excepciones, como El juego de Ripley (2002). La Mostra Cinema del Mediterrani le entregó el jueves, sin embargo, la Palmera de Honor "por ser una cineasta valiente y sin complejos que ha ejercido una notable influencia en varias generaciones de directoras europeas".
Lilliana Cavani, en el hotel Meliá de la plaza del Ayuntamiento de Valencia. 


Especializada al principio de su carrera en filmar documentales, Cavani recuerda al poco de comenzar la entrevista el que dedicó a las mujeres que pertenecieron a la resistencia al fascismo durante la II Guerra Mundial. "La última con la que hablé fue una milanesa, superviviente de Auschwitz. Y lo que más me impactó fue que me contó que lo que nunca les perdonaría a los alemanes era haberla llevado a conocer una parte de sí que no sabía que existía, a robarles comida a los más débiles y hacer otro tipo de cosas para sobrevivir. A partir de sus respuestas nació Portero de noche".

sábado, 14 de marzo de 2009

Liliana Cavani / El escándalo de 'El portero de noche'


Charlotte Rampling en Portero de noche

Liliana Cavani

El escándalo de 'El portero de noche'


DIEGO GALÁN

Madrid 14 MAR 2009


Cuando se estrenó en 1974, El portero de noche levantó fuertes controversias. Esta historia de una pasión sadomasoquista ambientada en parte en un campo de concentración nazi, provocó protestas en varios frentes: unos lo hicieron por las escenas de sexo, muy explícitas para entonces; otros, criticando la ambigüedad ideológica en el tratamiento que hacía la directora Liliana Cavani del personaje de un oficial de las SS. El caso es que El portero de noche fue una de esas películas de los años setenta que no dejaron mudos a los más conservadores, siempre dispuestos a hacer que el mundo gire a su antojo. En este sentido, poco tiempo atrás, El último tango en París, de Bertolucci, se había llevado la palma del escándalo.




La cinta fue vista en España por más de dos millones de espectadores

El portero de noche fue clasificada X en varios países, entre ellos Reino Unido, Estados Unidos y Austria. En España estuvo prohibida durante más de dos años; cuando finalmente se estrenó a finales de 1976 se proyectó sin cortes. Para entonces, los españoles intrépidos ya la conocían por sus viajes a Biarritz o Perpiñán, donde se exhibían expresamente para este público las películas prohibidas en España. A pesar de ello, los cines españoles registraron la asistencia de más de dos millones de espectadores para ver la película.
En todos los lugares en que se estrenó la película, completa o censurada, obtuvo un extraordinario éxito de público. La censura italiana mostró un especial gracejo, por llamarlo de algún modo: no sólo la prohibieron en primera instancia por su presunta obscenidad, sino que, según confesaron textualmente los censores, porque siendo una película dirigida por una mujer, era intolerable que el personaje femenino tomara la iniciativa en alguna de las escenas eróticas, que son, por otra parte, quizá las más hermosas de todo el filme, cuando la pareja, acosada por sus perseguidores, se ve obligada a una reclusión mórbida.
Aunque Liliana Cavani ya había tratado de denunciar los totalitarismos en sus documentales para la televisión, con El portero de noche dio un paso más. "Todos somos víctimas o verdugos", replicó a quienes la atacaban por su presunta humanización del personaje del agente nazi. Los abusos sexuales de él sobre la joven judía encerrada en un campo de concentración se transforman con el tiempo en una ardiente historia de amor y dependencia de la que ninguno de los dos podrá liberarse. Los fantasmas del pasado vuelven a tomar forma en ellos, conduciéndoles a una tenebrosa vía sin salida.
Sería inconcebible esta película sin el talento de sus protagonistas. La distinción y el refinamiento de Dirk Bogarde encajan sorprendentemente con las turbulencias de su personaje y con la turbia belleza de la espléndida Charlotte Rampling. Ambos habían coincidido cuatro años atrás en La caída de los dioses,de Visconti, y ello animó a Liliana Cavani a encargarles los personajes de El portero de noche, aunque para el papel de la mujer había considerado previamente a Romy Schneider, Mia Farrow o Dominique Sanda. Acertó con su elección final.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 14 de marzo de 2009


sábado, 16 de diciembre de 2006

Portero de noche / La nostalgia del infierno



La nostalgia del infierno

Liliana Cavani desmitifica su controvertida 'El portero de noche'


JACINTO ANTÓN
Barcelona 16 DIC 2006

La velada los volvió a juntar a los tres. En la pantalla, Charlotte Rampling con su vestidito salmón y Dirk Bogarde con su elegante y amenazador uniforme de las SS, eternizados ambos por la magia del celuloide. En la platea, Liliana Cavani, la directora de El portero de noche (1974). "En Italia la censura lo simplificó todo en una cuestión de sexo. '¿Por qué ha puesto a la mujer encima del hombre al hacer el amor?'. Sólo les preocupaba eso, la escena del bote de mermelada". Cavani movía la cabeza, aún incrédula, durante el coloquio sobre su célebre y controvertido filme -relación sadomaso entre una víctima del Holocausto y su captor nazi- la noche del jueves, tras la proyección en la Filmoteca de Cataluña. "Charlotte, Dirk y yo quedamos muy sorprendidos por el éxito del filme. Pensábamos que era una película para minorías".

Fue una velada teñida de nostalgia. Una nostalgia que no era sólo la irracional, terrible, morbosa que sienten en el filme los dos protagonistas por el infierno del campo nazi donde vivieron su historia de negro amor. Ni la que se le supone a Cavani, aunque en el coloquio se mostrara como una mujer dura, correosa y desmitificadora, ante su película. En el mismo cine que alberga la filmoteca, el antiguo Aquitania, se pasaba hace 30 años El portero de noche y ahí la vieron entonces algunos de los que asistían anteayer al pase. Entre ellos, quien firma estas líneas, quedando tan impactado -19 años, COU, escaso conocimiento aún del masoquismo; la Rampling la primera mujer completamente desnuda a toda pantalla-, que aún hoy la recuerda casi fotograma a fotograma, pegada absurdamente a la memoria como esos caramelos imposibles de desenganchar de la suela del zapato.

Empezó la proyección sin la Cavani, todavía en el Liceo donde ensaya Manon Lescaut. Sonó la música amarga y decadente de Daniele Paris, apareció el hotel Zur Oper, la Viena demacrada. La superviviente Lucia (Rampling, con 28 años), llegada por un malicioso capricho del destino al hotel donde se esconde haciendo de portero su antiguo verdugo, el ex obersturmführer Max (un hombre de Kaltenbrunner que jugaba al médico en el mismo campo que la chica), cruza la mirada con él. Flash-back de ella, andrógina, en la fila de selección, ante la cámara del nazi... Seguirá la impactante secuencia del oficial SS homosexual Bert danzando ballet en tanga en las frías dependencias del campo y, más tarde, la escena central (la primera que se filmó) en la que la Rampling baila lúbricamente con la gorra de la calavera y los senos al aire, icono de la película, mientras canta una canción de Marlene Dietrich. En el coloquio, Cavani negó que se refocilara en la aparatosa estética nazi -Susan Sontag se refirió con respecto a su película a la "erotización del fascismo"- . "No hay fascinación alguna. Los nazis eran así, no iba a disfrazarlos de orientales". El uso de La flauta mágica en la película fue sólo porque "daba la emoción justa" y no debe verse en ello ninguna fácil alusión sexual (aunque suene un aria mientras un SS sodomiza a un preso y Bogarde introduce -valga la palabra- a Rampling en los arcanos de la felación).

La directora recordó el origen del filme. "Hice un documental sobre la Resistencia y entrevisté a mujeres supervivientes de los campos, entre ellas una maestra del Piamonte que estuvo en Dachau. Vi en la relación entre víctimas y verdugos un tema poco investigado y que se podía explicar a través de una historia. La escribí yo misma en una tarde, aunque luego hubo muchas variaciones durante el rodaje".
"Cada uno debe sacar su impresión de la película", continuó. "Un filme es sólo un filme. Y éste un grano de arena en un tema enorme". Cavani acabó: "No sé si está llamado a perdurar".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de diciembre de 2006