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viernes, 24 de enero de 2025

‘Esta no soy yo’, de Liliana Viola: Aurora Venturini fue el personaje perfecto

 


Portada de 'Esta no soy yo. Biografía de Aurora Venturini', de Liliana Viola

Esta no soy yo 

Liliana Viola
Tusquets, 2014
320 páginas. 20,90 euros


‘Esta no soy yo’, de Liliana Viola: Aurora Venturini fue el personaje perfecto 

El libro sobre la vida y obra de la argentina desentraña con pericia la vida de la autora de ‘Las primas’, evita caer en la caricatura o la hagiografía y ofrece un retrato complejo de una mujer que acumuló infinitos matices y aristas


NADAL SUAU
16 ENE 2025 - 23:30 COT

lunes, 8 de marzo de 2021

Curzio Malaparte / Un trofeo de guerra


Curzio Malaparte


Curzio Malaparte

Un trofeo de guerra

  • Semblanza de un hombre complejo. La editorial Tusquets publica una nueva biografía de Curzio Malaparte, galardonada en Francia con el Premio Goncourt de 2011, en la que Maurizio Serra ofrece un exhaustivo y espléndido retrato del controvertido escritor toscano
Ignacio F. Garmendia
4 de noviembre de 2012
Sus libros solían verse en las bibliotecas familiares y siguen saliendo al encuentro en las librerías de viejo, porque Malaparte fue durante un tiempo muy traducido en España, por ejemplo en aquellos populares libros de Reno donde convivían la buena literatura y los best sellers del momento. Lo acompañaba una aureola de malditismo, una atractiva mezcla de osadía aventurera, temperamento batallador y fervor disidente. En los últimos años, sin embargo, Malaparte ha vuelto bien de la mano de reediciones como los relatos antologados en Sodoma y Gomorra (1931) o el ensayo Técnicas de golpe de Estado (1931), ambos disponibles en BackList, bien en nuevas y minuciosas versiones de dos de sus novelas más exitosas y prestigiadas, Kaputt (1944) y La piel (1949), impecablemente traducidas por David Paradela para Galaxia Gutenberg. A este renovado interés por la obra se suma ahora una excelente biografía de Maurizio Serra que fue publicada y premiada en Francia el año pasado y acaba de ser traducida por Juan Manuel Salmerón para Tusquets, un libro ejemplar e impecablemente escrito que recorre las "vidas y leyendas" de Malaparte e ilumina la época, ciertamente tumultuosa, que le tocó vivir, no puede añadirse que por desgracia porque queda claro que el escritor, desde muy joven, se sintió encantado de vivir en el tumulto.

martes, 16 de junio de 2020

Benjamin Moser / El lado más íntimo de Susan Sontag

Sontag: Her Life and Work: Amazon.es: Moser, Benjamin: Libros en ...

Los 50 mejores libros de 2020

El lado más íntimo de Susan Sontag

Benjamin Moser habla de su biografía 'Sontag, Her Life and Work', por la que ganó el Pulitzer.
María Paulina Ortiz
15 de junio 2020 , 11:21 a.m.

Benjamin Moser estaba de vacaciones en Río de Janeiro cuando recibió un correo electrónico: “Hemos revisado el trabajo de varios biógrafos y queremos que sea usted quien escriba la biografía de Susan Sontag”, le decían. Moser –nacido en Houston, Texas, en 1976– había hecho años atrás la que sin duda es la mejor biografía de la escritora Clarice Lispector.

En su cabeza no tenía la idea de empezar una tarea semejante. Sabía que era un reto asustador: “Tienes a todos encima: a la familia, a los amigos, a los ex, a las ex, a todos. La primera vez era un ingenuo total. La segunda, uno ya lo sabe. Pero con una persona como Sontag era muy difícil decir que no a la invitación”. El llamado venía del editor de la escritora estadounidense y de su hijo, David Rieff. Después de conocer el libro de Moser sobre Lispector pensaron que estaban ante el biógrafo ideal. Al final fueron siete años de trabajo y 573 personas entrevistadas para un resultado de ochocientas páginas que muestran como nunca antes el universo en el que Susan Sontag vivió y creó. El mes pasado, Moser recibió por esta biografía –Sontag. Her Life and Work– el Premio Pulitzer.

lunes, 4 de junio de 2018

Walter Isaacson / “Da Vinci no fue un oscuro notario más porque era un hijo bastardo”

Leonardo da Vinci

WALTER ISAACSON

“Da Vinci no fue un oscuro notario más porque era un hijo bastardo”

El autor de 'Steve Jobs' e 'Innovadores' publica una nueva y brillante aproximación al genio del Renacimiento



Madrid 
De haber nacido dentro del matrimonio que Piero, su padre, contrajo con Albiera, una rica heredera florentina, Leonardo da Vinci hubiera tenido que seguir la línea familiar que entroncaba con su tatarabuelo. “Suerte que era bastardo. Se habría convertido en un oscuro notario más”, comenta Walter Isaacson, su biógrafo más reciente.

viernes, 19 de enero de 2018

Philip Roth / El pequeño Swift


Philip Roth

El pequeño Swift

Un iluminador ensayo con limitaciones interpreta la carrera literaria del polémico Philip Roth


ANNA CABALLÉ
28 MAR 2016 - 00:23 COT

Siempre se ha dicho que Jonathan Swift, tal vez el más importante escritor en lengua inglesa de su tiempo (con el permiso de James Boswell), fue un escritor que unía a su gran inteligencia una absoluta incapacidad para la ilusión. Una oculta de­sesperación le llevaba a la crítica de todos los valores dominantes, hasta amenazar las raíces mismas de la existencia humana en Los viajes de Gulliver (1726). Y agradezco a la autora de Roth desencadenado. Un escritor y sus obras, Claudia Roth Pierpont, que sugiera las correspondencias apreciables en el talento y sensibilidad de ambos novelistas. Porque, en efecto, con siglos de distancia, los dos recurren a la sátira como el principal instrumento de su literatura, pero también late en ellos el deseo de renovar la prosa de su tiempo, dotándola de una nueva y punzante vitalidad. Asimismo los dos se caracterizan por un componente obsesivo y amargo de su personalidad que les conduce a la depresión ocasionalmente.

sábado, 28 de octubre de 2017

James Atlas / La sombra en el jardín / Reseña de Antonio Muñoz Molina


James Atlas

LA SOMBRA EN EL JARDÍN

Vida de biógrafo

James Atlas emprendió la biografía de Bellow impulsado por la admiración. El entusiasmo se enfrió con el paso de los años y de su conocimiento de las mezquindades del personaje


ANTONIO MUÑOZ MOLINA
27 OCT 2017 - 09:07 COT


Cada vida humana es improbable y única. Cada una es un misterio. Henry James escribe: “Nunca pienses que puedes decir la última palabra sobre alguien”. James Atlas corrige: “Tampoco la primera”. James Atlas sabe de qué habla. Ha dedicado una gran parte de su vida a averiguar las vidas de otros. Cuando era todavía muy joven se puso a escribir la biografía del poeta Delmore Schwartz, que había aparecido como un cometa en la literatura americana de los últimos años treinta, y que en poco más de una década se hundió en el alcoholismo y la enfermedad mental y murió de un ataque al corazón en un hotel para desahuciados de Nueva York, en la periferia sórdida de Times Square. Atlas era un universitario joven enamorado de la literatura y de esa gran escuela anglosajona de la biografía. En Oxford había estudiado con Richard Ellmann, probablemente el mejor biógrafo literario del siglo, el que contó con tanta erudición como sensibilidad estética y pulso narrativo la vida de James Joyce.

sábado, 25 de febrero de 2017

Philippe Besson / James Dean

James Dean, por James Dean

Philippe Besson fantasea en el libro ‘Vive deprisa’ sobre el mítico actor

La obra cuenta su biografía a través de la gente que le rodeó


GREGORIO BELINCHÓN
Madrid 30 SEP 2015 - 15:55 COT



Ampliar foto
James Dean, en 1955 en Nueva York.  MAGNUM PHOTOS

¿Alguien sabe de verdad que le pasaba por la cabeza a James Dean?Probablemente quien más cerca estuvo fue Dennis Stock, el fotógrafo. Pero hubo mucha más gente en su vida, desde familiares a amigos, amantes y novias. El escritor francés Philippe Besson –autor de Son frère, Un chico italiano o Un instante de abandono- juguetea con la biografía del mítico actor –del que hoy se cumplen sesenta años de su muerte- en Vive deprisa (Alianza editorial). Es una biografía ficcionada porque cada capítulo está escrito en primera persona, reproduciendo la voz del personaje que protagoniza ese episodio: algunos de ellos como su madre, su padre, sus tíos o el mismo Dean aparecen en varios momentos de esta epopeya coral.

Biografías / Al rescate de la intimidad



Al rescate de la intimidad

Proliferan en los últimos años biografías y memorias. ¿Ha dejado de ser España ese país pudoroso de escaso culto a lo privado?


José-Carlos Mainer
6 de junio de 2015


La pelea entre la escritura íntima y el pudor casi siempre acaba en España con la victoria del segundo. Y eso tiene bastante que ver con la suerte de las autobiografías, correspondencias y biografías… Nada más decepcionante y superficial que las breves memorias que Galdós dictó en 1915, casi al final de su vida. Casi tan livianas como lo son, pese a su gracejo, las de Rafael Alberti, La arboleda perdida. Las acertó, sin embargo, un escritor de alcance más popular, Pío Baroja, que hizo de sus recuerdos (y los de sus lectores), Desde la última vuelta del camino, un cálido exorcismo del tiempo que añoraban uno y otros. Con algunas excepciones de mucho peso —la Automoribundia, de Ramón Gómez de la Serna, y los espléndidos cuatro volúmenes de Los pasos contados, de Corpus Barga, una obra mayor—, casi todas las memorias largas y sistemáticas de escritores españoles del siglo XX han sido pergeñadas por secundarios, a menudo mal avenidos con su destino: el rencor se nota más en las Memorias de un desmemoriado, de Luis Ruiz Contreras, que en La novela de un literato, de Rafael Cansinos Assens, mucho más interesante…

lunes, 20 de febrero de 2017

Saul Bellow / El biógrafo eterno

Saul Bellow

El biógrafo eterno

La posteridad de Saul Bellow no está asentada. Aún provoca casi la misma controversia que lo rodeaba cuando estaba vivo


El escritor Saul Bellow. / CORDON PRESS

Parece mentira, pero ya hace 100 años que nació Saul Bellow. Está tan cerca todavía que nos cuesta situarlo en un pasado lejano. Murió en 2005, y solo unos años antes, a los 85, había publicado una última novela, Ravelstein, en la que seguían muy presentes sus mejores facultades, ese descaro algo temerario contenido en un término yidis que a él le gustaba mucho, Chutzpah. La posteridad de Bellow, por ahora, está siendo cualquier cosa menos asentada. Después de muerto sigue provocando casi la misma controversia que lo rodeaba cuando estaba vivo. En 2010 se publicaron sus cartas, una celebración jugosa del amor por la literatura y por la amistad y los amores de un hombre que disfrutó siempre de la vida y se casó cinco veces. Bellow se definió cómicamente a sí mismo como un serial marrier, pero también era, para beneficio nuestro, un escritor en serie, un autor infatigable de novelas, cartas, artículos, cuentos cortos, diatribas. Salió el año pasado un libro de memorias poco halagador para él de su hijo mayor, Gregory, y este año, con el aliciente del centenario, se ha publicado ya un volumen muy completo de sus ensayos, y acaba de aparecer el primer tomo de una nueva biografía que se promete inmensa, The Life of Saul Bellow: To Fame and Fortune, de Zachary Leader.

lunes, 27 de julio de 2015

Juan Marsé / Materiales para una biografía








Juan Marsé según Sciammarella
Juan Marsé
BIOGRAFÍA
Materiales para una biografía

El libro de Josep Maria Cuenca sobre Juan Marsé recoge una cantidad de datos inédita, adictiva y oceánica. El exceso, sin embargo, desplaza la construcción de su historia


Jordi Gracia
27 de julio de 2015

Hasta hace una década fue verdad que Juan Marsé (1933) era el novelista con más lectores y menos premios; desde entonces ha dejado de ser verdad que carezca de premios institucionales, pero ha seguido siendo el novelista con más lectores naturales, sin ruido, seguro y fiable. Hasta 1982 había publicado al menos tres novelas que son clásicos vivos,Últimas tardes con Teresa, Si te dicen que caí y Un día volveré; desde 1982, al menos otras tres, Ronda del Guinardó, El embrujo de Shanghai y Caligrafía de los sueños (además de un irresistible libro de relatos, Teniente Bravo). Pero es novelista y narrador, no intelectual, ni articulista, ni conferenciante, ni charlista. La única actividad que ha alternado con la novela ha sido el articulismo literario —las espléndidas semblanzas que agrupó bajo diversos títulos y en diversos medios— y la colaboración en proyectos cinematográficos como guionista.
¿Hay detrás de ese perfil de novelista puro una biografía de algún interés? Incontestablemente, la hay, y eso pensó Josep Maria Cuenca cuando desde 2006 empezó a fabular con redactarla. Lo primero que buscó fue la aquiescencia de Juan Marsé, lo segundo que encontró fue a un editor, Jorge Herralde, cuya única condición fue “el sí de Marsé”. Que lo obtuvo es completamente seguro porque es abrumadora e irresistible, oceánica y adictiva la cantidad de información inédita, de primera mano, que aporta el libro. No atañe sólo a Marsé y a sus primeros borradores, a manuscritos y a confidencias; afecta a muchos otros autores porque Marsé no ha escatimado material ni lo han escatimado otros amigos: las páginas de los diarios inéditos de Jaime Gil de Biedma lo hacen un poco más omnipresente en el libro, y son conmovedoras las cartas tempranas de Paulina Crusat (como lo es su misma peripecia vital), y lo son por otras razones las de Juan García Hortelano, Carlos Barral o Víctor Erice (y las de Robles Piquer, Ricardo de la Cierva, Pío Cabanillas o José Manuel Lara padre), además de múltiples declaraciones de infinidad de personajes relacionados con cada uno de los círculos culturales y personales que ha habitado Marsé entre Barcelona, L’Arboç y Calafell, incluido el prodigioso círculo que fue la revista Por Favor.




Materiales para una biografía


En la virtud de este formidable material está el origen de la carencia: la documentación ha desplazado la construcción de la biografía del escritor. Con implacable método cronológico, el libro sigue año tras año la vida de Marsé a través de esa documentación casi nunca integrada en un relato, casi nunca dispuesta como argumento o matiz para comprender las decisiones, los temas y los pasos de la vida, las emociones, las perplejidades o las terquedades de un novelista. A menudo reproduce por extenso no sólo las cartas, con sus encabezamientos y sus despedidas, sino también numerosísimos textos de Marsé y de otros, en citas larguísimas de artículos, prólogos, reseñas o entrevistas que dejan la historia del personaje sincopada y sin armar.
Pero sin este libro no habrá modo de comprender su biografía porque la información que ofrece es innumerable y gustosamente infinitesimal. Por fin están explicados los detalles sobre su adopción y la relación con su padre biológico (y con su hermana), pero también hábitos de un novelista que ha cambiado de piso muchas veces pero no ha visitado ninguno de ellos para decidir (porque las decisiones las ha tomado su esposa, Joaquina Hoyas). Conocemos la mestiza ley del catalán y el castellano entre los distintos miembros de la familia, o leemos en riguroso directo tantas páginas de su diario de 2004 o el vastísimo y muy entretenido anecdotario con protagonistas que van desde Ángel González o Carlos Barral a Carmen Balcells, Carlos Pujol o Ana María Moix, incluida la aparición marginal de Adriano Celentano, de al menos una quiebra sentimental y hasta de la emoción “irrepetible”, dice Marsé, de recoger en Madrid el Premio Sésamo de cuentos en 1958, e incomparable con la alegría de cualquier otro posterior.
Quizá la estructura más secreta está marcada por el deseo de Cuenca y, me parece, del propio Marsé, de desenredar algunos de los equívocos que han pesado años y años en la trayectoria del escritor. Y uno a uno se aclaran y desmontan los embustes o las maledicencias sobre la enemistad con Juan Goytisolo desde 1965, la muy secundaria intervención de Gil de Biedma enÚltimas tardes con Teresa, la tirria contra Baltasar Porcel (por aprovechado y oportunista) o la antipatía ante Francisco Umbral (pese a la dedicatoria personal de Si te dicen que caí), la desafección por las adaptaciones cinematográficas de sus libros, su resistencia a comulgar con ningún nacionalismo o su inflexible voluntad de decir la verdad cuando de libros y premios literarios se trata (sea en el Premio La Sonrisa Vertical, para acabar echando del jurado a Camilo José Cela, sea en el Premio Planeta, para acabar dimitiendo él). La sensación última, sin embargo, es haber recorrido sin respiro los estupendos materiales para una biografía antes que la biografía misma.
Mientras llega la felicidad. Una biografía de Juan Marsé. Josep Maria Cuenca. Anagrama. Barcelona, 2015. 749 páginas. 29,90 euros.

lunes, 2 de marzo de 2015

Mientras llega la felicidad / Marsé, con la puerta abierta

Mientras llega la felicidad - Cuenca, Josep Maria - 978-84-339 ...

Marsé, con la puerta abierta

Una voluminosa y detalladísima biografía viaja a la semilla literaria y personal del autor de 'Últimas tardes con Teresa'

Carlos Geli
Barcelona, 2 de marzo de 2015




El escritor Juan Marsé, el pasado enero en su casa de Barcelona tras la publicación de 'Noticias felices en aviones de papel'.
El escritor Juan Marsé, el pasado enero en su casa de Barcelona tras la publicación de 'Noticias felices en aviones de papel'.  EL PAÍS

Sí, Juan Marsé fue un niño adoptado. Pero el trasvase familiar no se produjo en el azaroso viaje en taxi en el que el conductor que acababa de enviudar tras nacer su hijo lo ofrecía a la desdichada pareja que acaba de perder el suyo; no, fue menos poético, más seco y con un punto algo cómico visto el pensamiento político del futuro escritor: es probable que el marido de la pareja que lo adoptó y que se lo llevó de manera rauda tras irle a buscar a la casa de un familiar hubiera conocido al progenitor de Marsé antes de la guerra civil en los aledaños del independentista y combativo Estat Català. Así se lo embelleció su madre adoptiva al niño Marsé, alimentando sin saberlo su innata vocación narrativa.
Lo desvela, entre centenares de pormenorizaciones, el historiador y escritor Josep Maria Cuenca en Mientras llega la felicidad (Anagrama), voluminosa y detallista biografía sobre Marsé de voluntad anglosajona y regusto barroco que, fruto de seis años de trabajo y de entrevistas y una bibliografía infinitas, deja clara tres cosas: quizá solo somos infancia, la voluntad puede muchas cosas y, parafraseando a Rilke y a casi toda la obra del propio novelista, “¿Quién habla de victorias? Resistir lo es todo”. Algunos jirones de la vida de Marsé así parecen afirmarlo.


Tanto el padre biológico como el adoptivo eran próximos al independentista Estat Català; quizá eso 'vacunó' al futuro escritor ante el nacionalismo

Independentismo y buena vida. Domingo Faneca era un poco un viva la vida, independentista, militante de Estat Català, que en 1926 se había casado con Rosa Roca, ambos al servicio de una familia bien de Barcelona donde él hacía de chófer. En 1927 nació su primera hija, Carmen, y el 9 de enero de 1933, en la misma torre de Sarrià, a las 11 de la noche, lo hacía Juan Domingo Antonio Faneca Roca. Complicaciones en el parto llevan a que la madre muera el 1 de febrero. Mingo lo tiene claro: tras enterrar a la mujer en Montjuïc (no pagará el nicho y el cuerpo acabará en la fosa común), la hija se la pasará al cuñado y el niño lo dará al matrimonio Pep Marsé y Alberta Carbó, ambos de Tarragona, que habían perdido una criatura. Lo más probable es que los dos hombres se hubieran conocido en los entornos de Estat Català, con el que Pep simpatizaba. Hay denominador común mayor: Pep es despreocupado, un punto fanfarrón, mujeriego, con tendencia a la bebida, idealista (es encarcelado en el buque Uruguay cuando los Fets d’Octubre de 1934). Será un “comecuras”, como le bautiza (y acabará heredando) Marsé, y un antifranquista acérrimo: el escritor recuerda haber llorado al ver a su padre hacer lo mismo cuando desde el balcón contemplan la entrada de las tropas rebeldes en Barcelona el 26 de enero de 1939. Con problemas con la justicia hasta 1954 (pasará por la cárcel por un delito de estafa nada claro), le reconocerá sus dotes de seducción, pero admirará más la figura de su madre, sacrificada en grado extremo. Por el padre biológico, Marsé nunca sentirá nada especial: quiere y logra, aparentemente, olvidarlo. Sabrá que se casará con una anarquista de la FAI de las de cartuchera y pistolón de la que se separará en los 60 y que llevará una vida errabunda. Solo lo verá dos veces en su vida: en 1941, cuando su primera comunión (de la que recuerda el acto casi ofensivo de que le dio “un dinerito”) y cuando la boda de su hermana biológica, en 1949: la mano del padre apenas osa asomarse por el separado hombro del hijo, distante, en la única foto juntos.
El ‘hada’ Crusat. La infancia de Marsé serán casi cinco años en la Arcadia de Sant Jaume dels Domenys, en la casa de los abuelos paternos, refugio de una durísima primera postguerra imposible de superar alimentariamente en Barcelona con sus padres. Ranas, baños en las albercas, partidos de fútbol jugando de portero (emulando a Camus y Nabokov) y un gorrión muerto abatido a perdigonazos por él y cuyos remordimientos lo convierten en pesadilla imborrable marcan a Marsé, que espera las visitas de su madre para que le traiga tebeos (El CoyoteFlash GordonEl guerrero del antifaz…). La lectura causa gran impresión, como la del cine, que descubre en la cercana L’Arboç, con el gran Doctor Jekill y Mr. Hyde de Mamoulian.


Ha nacido usted con el instinto de cómo se escribe, el de crear una atmósfera", le dijo Paulina Crusat, la mujer que le orientó en sus inicios literarios

Ya en el barcelonés barrio de Gracia, más o menos el de sus libros y personajes, como demuestra Cuenca, la miseria aprieta tanto que, por más que es el protegido de su madre Berta, ésta se ve obligada a sacarlo del colegio de un maestro ultracatólico y ponerlo a trabajar a los 13 años de aprendiz en un taller de joyería, desmarcándose así también del teatro y el ping-pong que practicaba en la parroquia cercana. Marsé, lector ya de Verne, Wallace o Salgari y con cierto bagaje fílmico gracias a que puede colarse en los cines del barrio porque su padre trabaja en ellos como higienizador y desratizador municipal, hace sus pinitos literarios sobre los 15 años: una libretita (Diario o lo que salga: 1947-1948), un relato a lápiz en otro cuadernillo sobre unos gitanos entrevistos en Sant Jaume dels Domenys; un monólogo de 1950: He ido a la parroquia…. Marsé embrionario ya, adelanta Cuenca: tono y visión pesimista, tendencia a la descripción física de los personajes…
La justicia poética existe: una anciana a la que cuida su madre, y que sabe que el hijo de Berta escribe, le dice que su hija, Paulina Crusat, es crítica y escritora y vive en Sevilla, que igual le puede dar algún consejo. El 15 de enero de 1957 Marsé recibió respuesta, la primera de las cartas que tanto le ayudarían como escritor y, en parte, como persona. El joven que, en solitario, había leído El Quijote a los 17 años en el Park Güell, o a Zweig, al Hemingway cuentista o a su predilecto Pío Baroja y que durante el servicio militar en Ceuta tiene ya 130 páginas de una novela (el embrión de su debut: Encerrados con un solo juguete) se sincerará con los años a esa mujer mayor que él y experta en la vida y en la literatura. Se define “bastante vago”, con “escasa capacidad de cariño externo”, deseoso de éxito “por mi familia: soy adoptivo y no deseo defraudarles en nada”; admirador de su sacrificada madre, por la que sufre indeciblemente… Y a esa mujer dejará traslucir su impaciencia e insatisfacción permanentes. Y ella le aconsejará desde lecturas y contactos de revistas como Ínsula, a que se presente al premio Nadal. Y le leerá borradores y le hablará con toda franqueza: “Ha nacido usted con el instinto de cómo se escribe, el de crear una atmósfera”, si bien “su flaco es la invención”. Y le dirá de Seix Barral y del Biblioteca Breve, capitales para el futuro Marsé, que en 1959 gana el premio Sésamo por el relato Nada para morir. Con buen olfato, Crusat había detectado que la vida privada de Marsé “literariamente es una mina” y le obliga a que “juegue con sus personajes en la imaginación”. Él es consciente de que, quizá a falta de preparación, ha de leer como un poseso y debe “fiarse del instinto”. Esa Vanessa Redgrave, como la define hoy recordando la única vez que se vieron en 1958, le fue de gran ayuda. La correspondencia se truncó a principios de los agitados años 70.


En 1985, el 'conseller' de Cultura de la Generalitat Joan Rigol admitía en privado que no podía incluir al escritor en el famoso Pacto Cultural “porque los míos me devorarán”

El hombre bilingüe. Un fantasma recorre la biografía de Marsé: su relación con la lengua y la cultura catalana. Tanto la familia adoptiva como la natural de Juan Marsé tuvieron el catalán como lengua materna. Menos en la escuela, Marsé hablaba de pequeño en catalán. Uno de los primeros autores que leyó fue Alfons Maseras (Sota el cel de París) y de las primeras patums a las que va a visitar está el educado pero escéptico con él Salvador Espriu (le escribe a Crusat: “Probablemente no hará nunca nada”; tampoco le gusta el relato Nada para morir). Pero su educación literaria ha sido en castellano: “Me resulta más cómodo y por supuesto me expreso mejor; no conozco el catalán como para escribirlo”, se sincera con Crusat en 1960, a quien le hace partícipe de que le parece ver una maniobra para “cazarme e invitarme a regresar al redil” en una petición para traducir al catalán el cuento del premio Sésamo por parte del grupo editorial de Albertí, “compuesto en su mayoría por separatistas y otras cosas raras”. No es una obsesión particular; si acaso, colectiva: pocos años después, Montserrat Roig querrá entrevistarse con él para saber “con certeza, a qué cultura perteneces”. Crítico con la burguesía catalana y con el nacionalismo ya desde Últimas tardes con Teresa y La oscura historia de la prima Montse, pasando por El amante bilingüe, quizá por ello en 1985 es de los pocos nombres que el entonces conseller de Cultura de la Generalitat Joan Rigol admite en privado que no podrá incluir en el famoso Pacto Cultural “porque los míos me devorarán”. El cénit del desencuentro fue en 2007, cuando la literatura catalana fue la invitada de honor en la Feria de Fráncfort y se pidió desde el Govern a los grandes autores catalanes en lengua castellana que acudieran para dar su apoyo a las letras en catalán. “Ir de telonero me parece el colmo”, respondió entonces.
Hace apenas dos años, rechazó la posibilidad de que la Generalitat le rindiera un homenaje por sus 80 años, como le sondeó el actual conseller Ferran Mascarell. Del mismo modo que había matizado de manera contundente en 2008 al ministro de Cultura, César Antonio Molina, según el cual el autor de Si te dicen que caí destacaba por defender la lengua española en Cataluña. Admitió entonces Marsé, que en 1996 apoyó el Foro Babel, que si las circunstancias personales e históricas que vivió hubieran sido otras tal vez habría escrito su obra en lengua catalana. Él llevará el bilingüismo con total normalidad: con Gabriel Ferrater y Carlos Barral hablarán en catalán; cuando se dirigen a Jaime Gil de Biedma, todos en castellano. En casa, con los años, con su hija Berta, se dirigirá siempre en castellano; con su hijo Sacha, en catalán, y con la esposa y madre, todos en castellano.


Un fantasma recorre toda su biografía: su relación con la lengua y la cultura catalanas

El reposo del guerrero. Marsé tiene una trayectoria cargada de duelos dialécticos sin pelos en la lengua: desde los hermanos Juan y Luis Goytisolo por la polémica de la concesión del Biblioteca Breve por Últimas tardes con Teresa hasta Francisco Umbral (el de la “prosa sonajero”), pasando por Baltasar Porcel (paradigma a su entender del intelectual arribista comprado por el poder), sin olvidar sus sistemáticas collejas a la mayoría de los que han adaptado sus obras al cine (“me compran los derechos cinematográficos, no mi opinión”, resume). Pero, sin perder mordiente, parece más sosegado. Se nota “cierta tendencia al desánimo y a encerrarse en sí mismo”, resume cuenca, en particular tras leer su diario inédito de 2004. “Ha ido perdiendo curiosidad y despegándose de lo actual”, dice su médico y amiga de la familia Teresa Porquet. Su esposa, Joaquina, afirma: “Juan apenas sale de casa; lo único que hace es leer, escribir y ver la televisión”. Afectan, claro, los años y los famosos doble bypass de su corazón de 1985 y 1999. “Creo de veras que no me queda mucho tiempo para virguerías (y porque siento muy cerca el fin de mis neuronas)”, escribió mientras ultimaba la novelización del guion Canciones de amor en Lolita’s Club. Pero él mismo se desmentía en febrero de 2011 con Caligrafía de los sueños, su 13ª novela y quizá la más autobiográfica. Y ya cerrado el libro de Cuenca, no hace ni dos meses aparecía Noticias felices en aviones de papel, historia desgajada de otra novela que está escribiendo ahora mismo. La dedicatoria de aquella, por cierto, lo dice todo de Marsé: “A la memoria de Paulina Crusat, que me abrió la puerta”.