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martes, 28 de mayo de 2024

Fabio Martínez / Los incendios poéticos de Anabel Torres

 



Los incendios poéticos de Anabel Torres

La escritora bogotana ha sido una poeta osada que nunca les ha brillado las botas a los poderosos



Fabio Martínez
26 de mayo de 2024


Desde niña su padre le inculcó el amor por los libros y los viajes. Vivió en Nueva York, La Haya, Barcelona, y ahora, en Sanlúcar La Mayor, Sevilla, España.

viernes, 14 de abril de 2017

Anabel Torres / Mi dueño



Anabel Torres
Mi dueño

Mi dueño me ha dado avena,
avena recién girada,
caña de azúcar
picada.

Mi dueño me ha liberado
sobre sus verdes praderas,
el olor de la hierba recién cortada
más dulce aún, si cabe.

Saciada de placer
me han soltado a pastar.






Anabel Torres / Medias nonas


Anabel Torres

MEDIAS NONAS

Este título no ha tenido mucha acogida.
Después de un sondeo de opinión
he constatado que lo entienden con más facilidad
las mujeres
siempre y cuando no sean demasiado ricas o modernas.

Existe la esperanza en el fondo de cada mujer
de que a una media nona
le puede aparecer en cualquier momento la compañera,
pero la vida también nos ha demostrado
que ello es poco probable.

Las medias nonas gozan de gran popularidad entre las mujeres
sobre todo para las cosas que hacemos sin los hombres,
cuando ellos se van a estudiar o a la oficina.
Sirven para introducir la mano y sacudir el polvo,
esparcir cera, brillar muebles, guardar sueños, hacer traperos.
Sirven para lustrar zapatos, limpiar barbillas de bebé,
ocultar joyas o cartas de amor.
Sirven para recoger y donar a las monjas
que hacían y todavía puede que hagan preciosidades con ellas.
También para llevar cubiertos a un paseo de olla
o huevos duros.

Los únicos dos usos públicos que se conocen
de las medias sueltas
han sido registrados en su mayoría por hombres. Más espectaculares,
están documentados en cine, en videos y en la televisión:
llenas de arena o piedrecillas
son una cachiporra mortífera.
De nylon, sirven para atracar bancos y no ser reconocido.

Las medias nonas son misteriosas, útiles, versátiles,
de colores vistosos o suaves.
casi siempre son las más nuevas, las más bonitas,
las más finas, las más abrigadas,
las traídas de Escocia o Noruega,
las irremplazables.

Les dedico, pues, este libro
a mis amigas mujeres,
muchas de las cuales – yo incluída –
cada vez más tenemos menos miedo
de quedarnos sin pareja
con la confianza de que mis amigos hombres
se harán, con el correr del tiempo,
tan aficionados a las medias nonas como nosotras.



viernes, 17 de febrero de 2017

Anabel Torres / Se solicita beso


Alberto Pancorbo

Anabel Torres
SE SOLICITA BESO



Se solicita un beso
con urgencia.
Los interesados pueden
aplicar
sus labios a la siguiente
dirección:

esquina del sueño
loma de la soledad,

arribita del árbol de la risa,
y justo frente al mar.

Espacio libre
para conversar.

Hay golondrinas
y algo más.

Quien no entienda
este anuncio
favor no contestar





lunes, 10 de octubre de 2011

Tomas Tranströmer / El árbol y el cielo



Tomas Tranströmer
BIOGRAFÍA
El árbol y el cielo
Traducción de Anabel Torres

Hay un árbol deambulando en la lluvia,
corre frente a nosotros entre ese gris que arrecia.
Está haciendo un mandado. Va reuniendo la vida
y escampándola como un cuervo en la huerta.

Cuando cesa la lluvia también el árbol se detiene.
Helo ahí, quieto en las noches limpias
esperando, como nosotros, el momento
en que los copos de nieve florezcan en el espacio.




The Tree and the Sky
By Tomas Tranströmer
Translated by Robin Fulton

There’s a tree walking around in the rain,
it rushes past us in the pouring grey.
It has an errand. It gathers life
out of the rain like a blackbird in an orchard.

When the rain stops so does the tree.
There it is, quiet on clear nights
waiting as we do for the moment
when the snowflakes blossom in space.







domingo, 9 de octubre de 2011

Tomas Tranströmer / Tras la muerte


Tomas Tranströmer
BIOGRAFÍA
TRAS LA MUERTE
Traducción de Anabel Torres

Hubo una vez una onda expansiva
que dejó a su paso una larga y brillante cola de cometa.
Nos mantiene encerrados. Hace que las imágenes de la televisión parezcan nieve.
Se asienta en gotas frías sobre los cables de teléfono.

Uno todavía puede andar despacio en esquíes bajo el sol del invierno
atravesando matorrales de los que cuelgan unas cuantas hojas.
Parecen páginas arrancadas del directorio telefónico.
Nombres engullidos por el frío.

Todavía sigue siendo hermoso escuchar latir el corazón
pero la sombra parece ser más real que el cuerpo.
Poca cosa parece el samurai
junto a su armadura de escamas de dragón negro.


AFTER A DEATH
By Tomas Tranströmer
Translated by Robert Bly

Once there was a shock
that left behind a long, shimmering comet tail.
It keeps us inside. It makes the TV pictures snowy.
It settles in cold drops on the telephone wires.

One can still go slowly on skis in the winter sun
through brush where a few leaves hang on.
They resemble pages torn from old telephone directories.
Names swallowed by the cold.

It is still beautiful to hear the heart beat
but often the shadow seems more real than the body.
The samurai looks insignificant
beside his armor of black dragon scales.






lunes, 11 de mayo de 2009

Anabel Torres / Tres poemas

To the Earth
Fotografía de Rebekka
Anabel Torres
TRES POEMAS

TEMIENDO LEER
Son tiempos distintos.
Penélope, ajada y con gafas oscuras
para que no la reconozcan
los chulos
de los diarios vespertinos,
revisa cada tarde los listados
aparecidos
en los muros de la Alcaldía
temiendo leer
el nombre de Ulises
entre los caídos

TERNERA MEDIO CRECIDA
Mi memoria
cuando está dormida
da cabezazos contra la cerca,
corre el pasador
con los dientes
y luego se desliza fuera
calladamente:
todavía y siempre
ternera medio crecida
cuyo pasatiempo favorito es ensartar estrellas
con sus cuernos blandos,
suave,
torpemente.
Aquí fuera
también
te persigue.

CUANDO MI CUERPO Y MI CABEZA
Cuando mi cuerpo y mi cabeza
empezaron a arder y a hacer incendios,
mi madre, como un bombero enloquecido
me perseguía por toda la casa.
Apuntaba hacia mí, implacable,
el potente chorro de su miedo
y trataba de tumbarme.
Así crecí.
Mi padre fue distinto.
Defendió ante mí, por igual, y con igual vehemencia y convicción
las ventajas del hielo y el fuego.
Cuando mis incendios llegaban
a su máximo punto de fusión
se apartaba, discreto.
Si fracasaban,
me sugería nuevos sitios.
Me daba claves sobre algunos incendios que él había
hecho propios.
Me hablaba de las maravillas de la sombra
o me traía fósforos.
Si estaba lejos, mandaba largas cartas,
celebrando la vida, la palabra,
nuestra común piromanía.
Y siempre agregaba esta postdata:
'Anabel, el dólar es estrictamente para helados
o fósforos'.
Cuando mi padre temía por mi seguridad
- y debió temer, pues conocía no sólo mi gusto por el fuego
sino mi propensión a las quemaduras -
lo hacía solo, en su casa.
Mi madre, criada en San Benito, residente
del purgatorio,
hermosa
como un reguero de mandarinas
cuando no estaba de turno,
con su risa de cerezos y pájaro en sus días libres,
al morir me amó por encima de todas las cosas:
No permitió que yo heredara su manguera.
La devolvió a su familia,
a la casa de donde era intacta.
Mi padre, al morir hace tres años, siguió muriendo.
Logró tan difícilmente morir, que incluso
desde entonces
ha salido ileso de algunos atentados.
Amaba tanto la vida. Era tan vigoroso
frente al frío.
Era tan rico en incendios.