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martes, 25 de febrero de 2025

“Amanecí con Ava Gardner” / Chavela Vargas: su pasión por el tequila, las pistolas y su abogada

Chavela Vargas

“Amanecí con Ava Gardner”

Chavela Vargas: su pasión por el tequila, las pistolas y su abogada


Un documental de Netflix sobre la cantante mexicana cuenta con el testimonio de su último amor, su abogada Alicia Pérez. El alcohol y un arma de fuego acabaron con su relación. Lo suyo, dice, fue muy intenso: una experiencia vital.


Pablo Sánchez Olmos

Sábado 15 de julio de 2020


Alicia Elena Pérez Duarte y Noroña conoció a Chavela Vargas el 2 de septiembre de 1988. Una amiga en común se puso en contacto con ella solicitando con urgencia sus servicios como abogada, antes de que la cantante cometiera un grave error. Un hombre trajeado se había presentado en su casa con una botella de tequila y unos papeles por firmar y, Chavela, después de unos tragos, parecía dispuesta a aceptar.

sábado, 4 de agosto de 2018

La volcánica vida de Chavela Vargas / Olvido, sexo, alcohol y balazos

Chavela Vargas, durante la segunda parte de su carrera

Chavela Vargas, durante la segunda parte de su carrera

La volcánica vida de Chavela Vargas: olvido, sexo, alcohol y balazos

Tras ser aplaudido en festivales, llega a las salas mexicanas un documental que bucea en la historia íntima de la artista más allá del mito


DAVID MARCIAL PÉREZ
México 3 AGO 2018 - 15:53 COT

Terror de las cantinas mexicanas, cómplice tequilera de José Alfredo durante parrandas interminables, la leyenda cuenta que Chavela Vargas abandonó el alcohol en los ochenta después de un trance catártico con unos chamanes. En realidad, fue el ultimátum de su pareja cuando la descubrió, ebria como siempre durante aquella época, enseñando a su hijo de ocho años como se mataban arañas a balazos de revolver.

lunes, 19 de junio de 2017

El dolor por dentro de Chavela Vargas




El dolor por dentro de Chavela Vargas

Luis Martínez
Madrid, 16 de junio de 2017

El documental 'Chavela' repasa la figura 
del icono que supuso Chavela Vargas
 "Una noche incierta, 
todo el mundo amaneció con todo el mundo 
y yo con Ava Gardner"
Chavela Vargas

Ser Chavela fue una empresa sólo a la altura de la propia Chavela. "Para ser Chavela tenía que ser más macha y más borracha que cualquiera de los chavos que había a su alrededor", se escucha en el documental de Catherine Gund y Daresha Kyi que se estrena este viernes y que, como no podía ser de otro modo, responde al nombre de Chavela. La película, presentada en el pasado Festival de Berlín, es antes que un simple repaso de las heroicidades, industrias y andanzas de un personaje desmedido, un viaje a lo más íntimo de algo tan íntimo como el dolor. "El dolor forma todo lo que ella hizo. Sin ese sufrimiento no habría sido quien fue. Transmitía esa pena y la compartía. Transformaba su dolor en arte. Ella más que cantante era intérprete. Interpretaba sus canciones, les daba alma, las convertía en otra cosa; en algo que dolía", comenta Kyi para dar la perfecta medida de una cinta que es también herida. Como todo lo que tocaba Chavela.

La película empieza en los años 50. Y ya entonces la veinteañera que luego fue nonagenaria (murió en 2012) era ya la misma. Y de una pieza. En un México furiosamente macho por irremediablemente español quizá, ella se rebela. Se incendia. Contra todos. Viste pantalones, se recoge el pelo, fuma, bebe, vuelve a beber y entona sus canciones de espaldas al exotismo casi tribal de la ranchera al uso. Ni volantes, ni gorgoritos, ni ayayays. Es lesbiana. Pero no lo dice, lo ejerce. "Manifestaría su orientación sexual de forma abierta ya de muy mayor. A ella no le hacían falta banderas. Era una bandera. El resultado es que ahora mismo todas las lesbianitas de México la adoran, la reconocen como su símbolo, le agradecen haber sido quien es todavía", comenta la directora. Y le creemos.


Nació en Costa Rica en 1919 con el nombre de Isabel Vargas Lizano. Pero ella, como se dice en varias ocasiones, pronto supo que su destino era México. "Sentí que me estaba esperando", confiesa. Allí conoció y hasta se bebió entero a José Alfredo Jiménez. Aunque quizá fue al revés: fue él el que se bebió a ella. O los dos mutuamente. El caso es que el tequila se hizo alma y habitó entre nosotros. En la cinta la vemos arrastrar la voz, el cuerpo y la mirada siempre triste por la boca, la piel y los ojos manchados de rímel de mil mujeres, de mil garitos, de mil miradas tristes. Y así hasta agotarlas todas. "Una noche incierta, todo el mundo amaneció con todo el mundo y yo con Ava Gardner", dice. Y después de ella todas las demás. Hasta Frida Kahlo fue suya, o al revés, o las dos de las dos. "Me dijo: 'No te puedo atar a mis muletas y a mi cama'. Y un día me fui", cuenta Chavela que le dijo la mujer de las cejas como "golondrinas en pleno vuelo". La descripción vuelve a ser de Chavela.

Y así hasta llegar a la que fue la gran depresión, el olvido, la coagulación necesaria de la mecánica del dolor en el que siempre vivió. "Tan corto fue el amor y tan largo el olvido", se escucha. "El episodio fundamental tanto en la vida de Chavela como en el de esta película fue el hallazgo de Alicia Elena, la mujer que la salvó", dice Daresha Kyi. Recuerda Kyi que con la película ya prácticamente acabada, sentía tanto ella como su colega Gund que algo faltaba. "Escribimos a Alicia con la esperanza muy vaga de que nos atendiera. Sabíamos que había sido una de las mujeres de su vida. Y la abogada Alicia Elena no sólo nos recibió sino que nos abrió completamente su corazón. Ella es el alma de la película", dice.

Y, en efecto, así es. Tras asistir a la puntual descripción de un mito lejano, de repente, la película se introduce en la espesura melancólica de la Chavela mujer, la Chavela indefensa, la Chavela que podía ser a la vez miel y granizo. La vemos enseñar a disparar al hijo de Alicia, la vemos extraviarse por el laberinto de un vida demasiado castigada. "Pero está claro que, pese a todo, ella quería vivir. Ella disfrutaba de la vida. No quería dejarse arrastrar por la muerte y sus recuerdos. Quería seguir cantando", rememora Kyi. No está claro que fuera por los chamanes o por simple y clara tozudez, el caso es que un buen día Chavela dejó de beber y se ofreció a sí misma completamente renacida. Y hasta virgen a pesar de todo.



Lo que sigue es la última Chavela. La de los conciertos en Madrid, en la sala Olympia de París y en el mundo. Lo que sigue, para entendernos, es la Chavela de Almodóvar. Dice este último que en sus canciones él encontró un espejo. Lo dice mientras suena El último trago, la canción que hiere como un rayo el corazón de La flor de mi secreto. Almodóvar la hizo suya, la protegió, la mimó, la abrió su cine y la posibilidad del reencuentro de nuevo con el público. "De hecho", sigue la directora, "estoy convencida de que fue cosa del destino. A poco que se mire de cerca, Chavela es digno personaje de una película de Almodóvar: trágica y cómica a la vez. Eso y profundamente irreverente. A veces pienso que son la misma persona, que Chavela no es más que un producto de la fantasía de Almodóvar". Y ahí lo deja.

Cuenta la directora que le hubiera gustado profundizar un poco más en la parte más esotérica y misteriosa de su personaje. Y lo dice porque dieron con varias historias mágicas. Curaciones milagrosas. Apariciones en lugares imposibles. Chavela, en efecto, es ya mito, el cuerpo de una mitología que empieza y acaba en ella. Ser Chavela fue una empresa sólo a la altura de Chavela. El mito del dolor hecho cuerpo.



ISABEL CHAVELA


Isabel nació en Costa Rica pero siempre ejerció de mexicana. Chavela fue una construcción casi perfecta para periodistas, escritores y directores de cine deshauciados o en la cresta de la ola, para lúcidos intelectuales, cantautores y para borrachos clarividentes. "Agustín Lara era el único que me llamaba Isabel", explicó una tarde en la Casa de América de Madrid acompañada por Carlos Monsiváis; el escritor fue el gancho perfecto para sacar las historias de seres mitológicos como José Alfredo Jiménez. Casi todas las frases comenzaban de la misma manera: "íbamos a tomar (tequila)" y... tardaban varias cosechas en volver a estar sobrios. "Un día nos olvidamos al muerto", explicaba sobre un velorio en el que cambiaron de bar y olvidaron los motivos y al finado.
A ratos sonaba como una buena canción de Sabina. Joaquín fue a la peregrinación de 1993 a la sala Caracol de Madrid en la que Chavela escenificó su resurrección. Joaquín Sabina se equivoca de dirección pero no de estribillo. "Vivo en el bulevar de los sueños rotos", dice que dijo ella.
Aquellos conciertos fueron abracadabrantes para todos los que estábamos ahí. Almodovar, Martirio, Sabina, Laura García Lorca... todos fuimos capturados en las redes de la Chamana.
Chavela es el gran invento de Chavela Vargas. ¿Es verdad eso de que los borrachos no mienten? pregunté. "Los borrachos no mienten y los poetas tampoco", contestó rotunda.
Una tarde acompañé a Chavela a la Residencia de Estudiantes ¿No te importa hacer la entrevista allí, más tranquilos? Me tomé una cerveza, ella bebió agua. Hablamos de drogas, me contó que conoció a Don Juan, el chamán que convirtió a Carlos Castañeda en un icono de la psicodelia, me dijo que ahí en la Residencia hablaba con Federico. Yo confesé que me sentaba mejor que todas las drogas que había tomado en mi vida. Se alegró.
No importa qué canción canta, nadie canta como canta Chavela.

JOSÉ MANUEL GÓMEZ



DE OTROS MUNDOS



miércoles, 15 de febrero de 2017

“Me llamo Chavela Vargas. No lo olviden”

Chavela Vargas

“Me llamo Chavela Vargas. No lo olviden”


Un documental muestra la vida tan salvaje como creadora de la cantante mexicana, una artista que luchó por defender su libertad y su opción sexual


GREGORIO BELINCHÓN
Enviado especial a Berlín 11 FEB 2017 - 07:34 COT


Chavela Vargas tuvo muchas vidas. Todas desaforadas, todas llenas de ansias por su libertad. Algunas más dichosas, unas con más amor, otras con más alcohol. Y en cada una de ellas luchó por no traicionarse, por ser quien quería ser. Catherine Gund y Daresha Kyi han condensado todas las Vargas posibles en Chavela, que ayer se estrenó en Berlín en la sección Panorama, y que en 90 minutos condensa con éxito una existencia de 93 años.

domingo, 13 de julio de 2014

Frida Kahlo / Hoy conocí a Chavela Vargas


Frida Kahlo
Frida Khalo
BIOGRAFÍA

HOY CONOCÍ A CHAVELA VARGAS



Carlos:

Hoy conocí a Chavela Vargas
Extraordinaria, lesbiana, es mas
se me antojo Eroticamente,
no se si ella sintio lo que 
yo, pero creo que es una
mujer lo Bastante liberal 
que si me lo pide no
dudaria un segundo en
desnudarme ante ella
cuantas veces no se te 
antojo un acoston y ya.
Ella repito es erotica.
acaso es un regalo que
el cielo me envia.
Frida K


(Transcripción literal)






Chavela Vargas

***

Frida Kahlo y Chavela Vargas

 Todavía persiste la polémica abierta en agosto de 2011 por la crítica Raquel Tibol al afirmar que el paquete de unas sesenta cartas de Frida Kahlo que en su día fue propiedad del anticuario Carlos Noyola no era otra cosa que una acumulación de cartas apócrifas. El coleccionista y receptor de esta carta, ha manifestado de forma reiterada su oposición frontal a dichos argumentos en diversos escritos enviados a los medios escritos mexicanos, entre ellos La Jornada, que aquí queremos señalar como guía fidedigna para obtener una información fiable sobre las circunstancias del legado de Frida y su importancia en el conjunto de la obra de esta mujer de culto. 


http://cartasenlanoche.blogspot.com/search/label/.Chabela%20Vargas





Lea, además


viernes, 17 de agosto de 2012

Chavela Vargas / Veinticuatro canciones



Chavela Vargas
(1919 -2012)
VEINTICUATRO CANCIONES




Cuando los años pasen

Autor
José Alfredo Jiménez
Dolores Hidalgo, Guanajuato, 19 de enero de 1926
Ciudad de México, 23 de noviembre de 1973
Intérprete
Chavela Vargas


Carita de cielo

Autor
Agustín Lara
Ciudad de México, 30 de octubre de 1897
Ciudad de México, 6 de noviembre de 1970
Intérprete
Chavela Vargas


Luz de Luna

Autor
Alvaro Carrillo Alarcón
Cacahuatepec, Oaxaca, Mexico, 2 de diciembre de 1921
Ciudad de México, D.F., 3 de abril de 1969
Intérprete
Chavela Vargas


Toda una Vida

Autor
Osvaldo Farrés
Las Villas, Cuba, 13 de enero de1902
West New York, N.Y., USA, 22 de diciembre de 1987
Intérprete
Chavela Vargas


La Zandunga

Autor
José De Jesús Morales Galindo
San Luis Potosí, México, 4 de mayo de 1922
Intérprete
Chavela Vargas


Aquel Amor

Autor
Agustín Lara
Ciudad de México, 30 de octubre de 1897
Ciudad de México, 6 de noviembre de 1970
Intérprete
Chavela Vargas


Piensa en mí

Autor
Agustín Lara
Ciudad de México, 30 de octubre de 1897
Ciudad de México, 6 de noviembre de 1970
Intérprete
Chavela Vargas


Arráncame la Vida

Autor
Agustín Lara
Ciudad de México, 30 de octubre de 1897
Ciudad de México, 6 de noviembre de 1970
Intérprete
Chavela Vargas


Macorina

Autor
Alfonso Camin
La Peñuca, Roces, Gijón, España, 2 de agosto de 1890
Porceyo, Gijón, España, 12 de diciembre de 1982
Intérprete
Chavela Vargas


Corazón, Corazón

Autor
José Alfredo Jiménez
Dolores Hidalgo, Guanajuato, 19 de enero de 1926
Ciudad de México, 23 de noviembre de 1973
Intérprete
Chavela Vargas


Mi Segundo Amor
 

Autores
José "Pepe" González de Castilla
/...?
Miguel Mirón González de Castilla
/...?
[Los cuates de Castilla]
Intérprete
Chavela Vargas


La noche de mi mal

Autora
Estrella Morente
Las Gabias, Granada, España, 14 de agosto de 1980
Intérprete
Chavela Vargas


Que te vaya bonito

Autor
José Alfredo Jiménez
Dolores Hidalgo, Guanajuato, 19 de enero de 1926
Ciudad de México, 23 de noviembre de 1973
Intérprete
Chavela Vargas


Tu me acostumbraste

Autor
Frank Domínguez
[Francisco Manuel Ramón Dionisio Domínguez Radeón]
Matanzas, Cuba, 9 de octubre de 1927
Intérprete
Chavela Vargas


La enorme distancia

Autor
José Alfredo Jiménez
Dolores Hidalgo, Guanajuato, 19 de enero de 1926
Ciudad de México, 23 de noviembre de 1973
Intérprete
Chavela Vargas


Con mis propias manos

Autor
José Alfredo Jiménez
Dolores Hidalgo, Guanajuato, 19 de enero de 1926
Ciudad de México, 23 de noviembre de 1973
Intérprete
Chavela Vargas


Vámonos

Autor
José Alfredo Jiménez
Dolores Hidalgo, Guanajuato, 19 de enero de 1926
Ciudad de México, 23 de noviembre de 1973
Intérprete
Chavela Vargas


Adoro

Autor
Armando Manzanero
Mérida, Yucatán, Mexico, 7 de diciembre de 1935
Intérprete
Chavela Vargas


El mendigo
Autor
Juan Angel Nájera
Intérprete
Chavela Vargas


Sus ojos se cerraron

Autores
Alfredo Le Pera
São Paulo, SP, Brasil, 8 de junio de 1900
Medellin, Colombia, 24 de junio de 1935
Carlos Cardel
Toulouse, Francia, 11 de diciembre de 1890
Medellin, Colombia, 24 de junio de 1935
Intérprete
Chavela Vargas


Golondrina Viajera

Autores
Ricardo López Méndez
Izamal, Yucatán, Mx., 7 de febrero de 1903
Cuernavaca, Morelos, Mx., 28 de diciembre de 1989 
Guty Cárdenas
Mérida, Yucatán, Mx., 2 de diciembre de 1905
Ciudad de Mexico, D.F., Mx., 5 de abril de 1932
Intérprete
Chavela Vargas


Se me hizo fácil

Autor
Armando Tejada Gómez
Mendoza, Argentina, 21 de abril de 1929
Buenos Aires, Argentina, 3 de noviembre de 1992
Intérprete
Chavela Vargas


Noches de boda
 

Autor
Joaquín Sabina
[Joaquín Ramón Martínez Sabina]
Úbeda, Jaén; España, 12 de febrero de 1949
Ciudad de México, 30 de octubre de 1897
Ciudad de México, 6 de noviembre de 1970
Intérprete
Chavela Vargas


El andariego
 

Autor
Alvaro Carrillo Alarcón
Cacahuatepec, Oaxaca, Mexico, 2 de diciembre de 1921
Ciudad de México, D.F., 3 de abril de 1969
Intérprete
Chavela Vargas





Los quejíos de la dama del poncho rojo

Por J. Molina
Madrid, El País, 6 de agosto de 1012

Un recorrido por los temas más paradigmáticos de Chavela vargas



Se dejó el corazón en Madrid. La canción de Sabina nunca fue tan cierta. Chavela regresó a la Residencia de Estudiantes con 93 años para dar su último concierto en homenaje a Federico García Lorca. Fue el mejor escenario imaginable para despedirse: “Le dije adiós a Federico, les dije adiós a mis amigos y le dije adiós a España. Y ahora vengo a morir a mi país”.

Aunque Isabel Vargas Lizano nació en Costa Rica, llegó a ser uno de los mitos vivientes de la música mexicana. Llegó al país azteca en una época de efervescencia cultural. Un tiempo en el que los artistas orquestaban la cultura indígena como vehículo de autoafirmación nacional. En ese ambiente, conoció a los pintores Diego Rivera y Frida Kahlo, al escritor Juan Rulfo y al compositor José Alfredo Jiménez. Su imaginario quedó marcado para siempre por el México florido y espinoso de los años cuarenta y cincuenta.

A comienzos de los sesenta, la apadrinó José Alfredo Jiménez, considerado el mayor cantautor de rancheras de todos los tiempos. Fue un momento decisivo en la historia de la música mexicana. El cantautor firmó sus temas más famosos, entre ellos: Que te vaya bonito. Emulando el talante provocador de Kalho, Chavela se encargaba de dar un toque picante a la música de Jiménez: vestía como un hombre, fumaba, bebía tequila y llevaba pistola.

En 1961 publicó su primer disco y desde entonces no paró de cantar hasta finales de los setenta. Uno de sus temas más exitosos fue Macorina, sobre la famosa prostituta cubana. Luz de LunaVolver, volver y Toda la vida se encuentran entre sus grandes versiones.

A finales de los setenta tuvo que retirarse debido a sus problemas de alcoholismo. Durante casi quince años poco se supo de ella, hasta que el cineasta Pedro Almodóvar dio un impulsó a su música incluyendo los temas de la mexicana en su filmografía. Desde que sonó Piensa en mí en Tacones lejanos (1991), su figura resurgió con más energía que nunca. Su voz era aún más ronca que antes pero también su ímpetu era más ardiente. En esa segunda etapa musical y vital dio los mejores conciertos.

La voz de Chavela apareció en grandes producciones cinematográficas como Frida (2002) de Julie Taymor y Babel (2004) de Alejandro González Iñárritu. Con 91 años de edad presentó su último disco, Por mi culpa, que incluye dúos con grandes artistas como Sabina, La Negra Chacra y la que muchos consideran su heredera musical, Lila Downs. Su versión de La Llorona, un son oaxaqueño sin autor conocido, es casi un himno de ese México trágico, de ese folclore devoto de la muerte. Quizás, el tema más dramático de la cantante.


Si Lila es su heredera en México, Sabina es su alter ego afónico en el otro lado del charco. Poco después de conocerla el cantautor le dedicó uno de sus temas más potentes: En el bulevar de los sueños rotos. Son muchos los homenajes recibidos en 93 años, pero ninguno como esta canción para describir a la dama de poncho rojo, pelo de plata y carne morena, espejo de una vida derrochadora, apasionada y excesiva: “Se escapó de una cárcel de amor, de un delirio del alcohol, de mil noches en vela, se dejó el corazón en Madrid, quien pudiera reír, como llora Chavela”.

http://cultura.elpais.com/cultura/2012/08/06/videos/1344267116_884020.html 


jueves, 16 de agosto de 2012

Chavela Vargas / Las simples cosas


Chavela Vargas según Pablo Gallo


Chavela Vargas
LAS SIMPLES COSAS

Chavela Vargas interpreta
"Las cosas simples" y "En el último trago"
Sala Sinfónica del Auditorio
Santa Cruz de Tenerife
23 de junio de 2006

LAS SIMPLES COSAS

Uno se despide insensiblemente de pequeñas cosas,
lo mismo que un árbol en tiempos de otoño se queda sin hojas.
Al fin la tristeza es la muerte lenta de las simples cosas,
esas cosas simples que quedan doliendo en el corazón.

Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida,
y entonces comprende como están de ausentes las cosas queridas.
Por eso, muchacha, no partas ahora soñando el regreso,
que el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo.

Demórate aquí, en la luz mayor de este mediodía,
donde encontrarás con el pan al sol la mesa tendida.
Por eso, muchacha, no partas ahora soñando el regreso,
que el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo.



Nota
En su versión en vivo (con una voz más quebrada y dramática) Chavela Vargas hace ligeras variaciones a la canción de Armando Tejada Gómez y César Isella. Agrega un “que” al principio del  tercer verso de la primera estrofa. Donde dice “Y entonces comprende”, Chavela canta “Entonces parece”. Donde dice “en la luz mayor”, Chavela canta “a la luz mayor”.
                Una canción perfecta, una canción de amor que elude las frases de cajón de las estúpidas canciones de amor que nos invaden. Su letra, bella y conmovedora, nos recuerda la innegable fugacidad de la vida, donde el luminoso amor es apenas un ave de paso. El primer verso es memorable, objeto de envidia de cualquier poeta, y el último es como un viento que recoge toda la canción en una sola y amorosa hoja de múltiples significados.
               Es una canción que profundiza su sentido con el paso de los años, cuando el amor ya no ilumina como antes. Sólo la experiencia, que desgarra sin lástima el alegre velo de la juventud, nos permite ver la crudeza de sus líneas. Y la dulzura de su música, deslumbrante acierto, es como la saliva que nos deja saborear toda la amargura del mundo y la transporta al callejón de las entrañas. 
Triunfo Arciniegas
Pamplona, 2012


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miércoles, 15 de agosto de 2012

Chavela Vargas / Así me voy a morir


Chavela Vargas en Tepoztlan

Chavela Vargas

"Así me voy a morir, libre, sin yugos"

PABLO ORDAZ 10 MAY 2009


"Me costó salir adelante, pero nunca me agaché". 

Chavela Vargas, figura de libertad, la voz desgarrada de México, ha cumplido 90. 

Y quiere despedirse como vivió: si deberle nada a nadie.


No hay que fiarse de la silla de ruedas ni de las arrugas en el rostro. Tampoco de las gafas oscuras tras las que esconde su mirada. Ni siquiera de los 90 años que, según el calendario, acaba de cumplir. Todo es un disfraz. Tras él sigue viva, divertida, feroz, indomable, Chavela Vargas. Ya no bebe tequila ni fuma cigarros. Ya no enamora mujeres por derecho, a plena luz del día. Tal vez porque aquel alcohol, aquel humo y aquellas caricias ya no son piedra de escándalo, territorios prohibidos. Supo huir de Costa Rica a los 17 años. De aquella época recuerda a unos abuelos a los que apenas conoció, a unos padres a los que conoció demasiado y a unos tíos "a los que Dios tenga en el infierno". Su mejor juguete fue un revólver con el que distraía la soledad disparando a las culebras. Llegó a México en un avión de hélice, se hizo cantante de rancheras, se forjó una leyenda negra. Conoció y disfrutó a los mejores -Diego Rivera, Frida Kahlo, José Alfredo Jiménez-, pero también tuvo que fajarse con los peores. Dicen que manejaba la guitarra y el gatillo con idéntica destreza, porque ya se sabe que a los de su estirpe el destino no les pone red y tienen que jugarse el futuro a vida o muerte. Ni qué decir tiene que Chavela Vargas se ganó un lugar entre los grandes, y ahora está aquí, en la azotea de un hotel de la plaza del Zócalo, en el corazón de la ciudad de México, justo dos días antes de estallar la alarma por la gripe porcina, charlando de sus sentimientos, esculpiendo cada frase lentamente, como si fuera a una gruta a elegir las palabras y sólo regresara con las mejores. A veces se queda callada. Y sólo vuelve a hablar cuando está segura de que sus frases van a mejorar el silencio. Quién supiera hablar como calla Chavela.

"Los artistas estamos sosteniendo un mundo que se cae. Damos esperanza"

"Los importantes me buscan a mí cuando sienten tristeza. Parece mentira"
El escritor Carlos Monsiváis dijo en su homenaje que nadie le habla de usted. Que hablarle de usted a Chavela sería como si uno mismo se hablase de usted?
Monsiváis, mi amigo del alma. Lo quiero mucho. Y tiene razón. Nadie me habla de usted. Me molesta la distancia del usted. Es una cosa muy especial. Háblame de tú.
La ciudad de México se volcó en tu homenaje. Y llegaron mensajes de cariño de tus amigos de todo el mundo.
Yo estoy muy contenta, porque se anunció un homenaje y no fue un homenaje. Fue una confesión. Yo veía a todo el mundo. Y le hablaba al oído a cada uno. Y cada uno de los que allí estaban me hablaba al oído a mí. Lo sentí todo, lo vi todo. A mis años no estoy sorda ni estoy tonta. Lo oigo todo y me estaba dando cuenta de todo lo que pasaba a mi alrededor.
¿Y qué estaba pasando?
El público me estaba pidiendo amor. Que es lo que a la gente le hace falta. Los artistas estamos sosteniendo un mundo que se está cayendo. Damos esperanza. Por eso se arriman a mí, creyendo encontrar el amor. Y a veces sí lo encuentran y otras veces no, porque yo tampoco lo tengo.
¿Te diste cuenta de las edades de la gente que te sigue? Había gente de 18 años?
Y hasta de 80. Como Tongolele [la bailarina y actriz Yolanda Ivonne Montes].
Hay artistas que tienen un público que va creciendo a su ritmo, pero no es tu caso. Cuando vas a España y te alojas en la Residencia de Estudiantes, aquello se llena de jóvenes.
Me encantan los jóvenes. La maravilla de mi vida es que yo nunca me he sentido importante. Yo voy por la vida como un oficio. Con todo el corazón, con todo el sentimiento, pero como si fuera una cosa ya impuesta por el destino. El destino quiso que yo estuviera en un escenario, y lo estoy cumpliendo, porque las órdenes quién sabe de dónde vendrán. Eso que llaman alma, que es intangible, que es mentira, de donde viene toda la cosa artística, también te lo regala el destino.
¿Y de dónde viene el alma?
Quién sabe.
Entonces, ¿no se puede ir a una escuela a aprender el arte, a buscar el duende?
Es imposible. Es inútil perseguir el duende. No lo puedes comprar. No lo puedes alquilar.
Ni simular?
Nada, nada. O es natural o el público se da cuenta. Y yo me siento muy contenta. He cumplido una misión. Con mucho gusto. No forzada. Con amarguras a veces. Con dolor más que nada. Pero eso pasó. No dejó cicatrices en mi vida. No tengo malos recuerdos. Todo ha sido bellísimo.
¿Estás satisfecha?
Sí.
A ti te gustaron siempre las cantinas con carácter. ¿Cuándo estuviste en alguna por última vez?
Con Pedro [Almodóvar]. Ésa fue la última vez. Fue muy gracioso. Nos sentamos en la mesa de José Alfredo Jiménez y Pedro estaba feliz. Y yo le dije: -No tomes tequila, porque cuando te dé el aire te caes. Y me dijo: -No te preocupes. ¡Pues en cuanto le dio el aire se cayó! Le pasa a todo el mundo. A todos los turistas. Se caen. Es encantador el tequilazo. Me parece divino que México tenga eso del tequilazo. Bajas del avión, te tomas un traguito? ¡y al suelo!
¿Qué es para ti Pedro?
Es mi amor en la tierra. Es mi único amor en la tierra.
Él dice que cuando se muera, antes que como director de cine, quiere ser recordado como amigo de Chavela Vargas.
Es lindo que diga eso. Es lindo, sí.
¿Por qué esa relación?
Somos almas gemelas. Tenemos mucho en común.
¿Qué tenéis en común?
El dolor y la angustia y todo lo que hace falta para crear. Hay que inventar las cosas y cuando se inventan, duelen.
Qué bonito eso que dices?
Duelen mucho. Hay que sostener la mentira. Hay que sostener todo eso, que duele mucho. Día con día te duele. Tienes miedo a que se descubra la verdad. Tú te sonríes, porque suena simpático, pero es verdad. Y a Pedro y a mí nos pasa lo mismo. Parecemos muy valientes, pero por dentro... Por dentro "Sólo Dios sabe"
¿Me estás hablando de la soledad?
Soledad es libertad. Y nosotros somos libres, libres, libres? Que es lo más bello. Yo no tengo yugos. Yo no me agacho ante nadie. Jamás. Y lo mismo le pasa a Pedro. Nos ofrecen millones por una cosa y preferimos ir de gratis a otra. El alma vale más que los millones. Así somos. Y me encanta ser así y así me voy a morir, libre, porque ya no me falta mucho. Soy consciente de que ya voy terminando mi jornada.
No digas eso, Chavela. Que tú lo dices sonriendo, pero a tus amigos les da tristeza.
No hay que tener tristeza. Lo digo tranquila, sin amargura.
¿Le das vueltas a la idea de la muerte?
No siempre. De repente. Me topo conmigo, y hablo.
¿Y qué te dices?
Me dice la Chavela: vas bien por ahí. Quisiste ser libre [se le quiebra su voz tan potente] y yo te he mantenido libre. Sigue así, sigue adelante. Termina tu jornada, que el final ya va a ser pronto y muy hermoso. Y yo le doy las gracias. Ya voy teniendo ganas de descansar para siempre. Yo no le debo nada a la vida ni la vida me debe ya nada a mí. Tengo ganas de recostarme en el regazo de la muerte, que debe de ser bellísimo, muy bello. Tal vez por eso le tenemos tanto miedo a ese momento. Porque debe de ser hermosísimo.
Tanto como hermosísimo, Chavela...
Que sí... Está muerta de risa la muerte.
Eso será por la relación tan especial de los mexicanos con la muerte...
El mexicano se divierte jugando a los volados (lanzando una moneda al aire para ver si sale cara o cruz) con la vida y con la muerte. Así me divierto yo, jugando a los volados con la vida y con la muerte.
Tú siempre has vivido sin miedo. No vas a cambiar ahora...
No, no voy a cambiar ahora. Sería un ridículo, un ridículo espantoso. ¿Tú te imaginas que yo me muera en un monasterio? Es lo peor que me podía pasar. Ja ja ja?
Que te convirtieras ahora... Que buscaras a un cura para que te perdonara los pecados...
¡Ay, no me digas eso! Yo no creo en los curas. ¿Te imaginas yo con un cura? El día que me fue a ver uno yo le dije: "¿Cómo le tengo que llamar, padrecito o padrezote?". Y otra vez, estando en el hospital, me fue a ver uno y le dije que yo era budista para que me dejara en paz. Me encanta divertirme. Con la gente, pero sin ofenderla.
Y además de Pedro Almodóvar, ¿quiénes son tus otros amores en España?
Hay mucha gente que quiero. A Elena Benarroch, a Mariana Gyalui, a Martirio... Y a mi cuatacho [amigote] Joaquín Sabina. Ése me escribe recados en servilletas sucias de la calle. Me hace mucha gracia. Siempre hace cosas inauditas Joaquín. Cosas rarísimas, y le salen bien.
Si te tuvieras que quedar con una época de tu vida, ¿cuál elegirías?
Este momento. Sí. Estoy bien. Estoy centrada. No me he desbocado. Ni me siento más de lo que soy, ni menos tampoco. Estoy en un término justo.
En tu homenaje recibiste flores de presidentes de Gobierno, de premios Nobel, pero -a diferencia de otros artistas- tú nunca has buscado resguardarte a la sombra del poder.
Yo no busco a los importantes. No tengo por qué buscarlos. Para nada. Ellos me buscan a mí cuando sienten tristeza. Parece mentira. Se acercan a mí. Y es la tristeza la que te hace buscar al amigo, que siempre está presente. Es la señora tristeza, y la señora soledad... Esas dos, seas poderoso o no, siempre están a la cabecera de tu cama. Pero -Como sigamos hablando aquí en la terraza, se nos va a llevar el viento-.
La conversación sigue dentro, durante un almuerzo que Chavela Vargas comparte con sus amigas. Pide fettuccini con salsa de flor de calabaza. A su lado, las dos muchachas que la cuidan en su casa de Tepoztlan, un pueblo mágico situado a una hora de coche del Distrito Federal. Allí disfruta de sus dos perros de raza prehispánica, de la lectura, de sus voluntariosos paseos para intentar deshacerse lo antes posible de la silla de ruedas. Hay un momento, tras un rato en silencio, que Chavela interrumpe la conversación con dos palabras que son un puñetazo en la mesa. "¡Me voy!". Se ha enfadado porque se ve incapaz de comer losfettuccini sin ayuda. Y ese "me voy" no se refiere a una retirada temporal, sino a despedirse de un mundo que la vio triunfar y ahora la ve postrada en una silla de ruedas.
Dos días después, en su casa, con sus perros, Chavela vuelve a lucir su sonrisa.
Tú decidiste cambiar tu destino...
Me costó mucho ser lo que soy. Me enfrenté al mundo. Abrí los brazos. Y le dije al mundo: ven. Hablemos. Hablemos noche a noche. Y el mundo y yo platicábamos todas las noches. A veces se me negaba. Me costó mucho salir adelante. Muchas lágrimas de sangre.
¿A qué edad te fuiste de Costa Rica?
A los 17, y tuve que venir a México a descubrir el calendario. A darle vueltas, a ver en qué número caía, a jugar a la ruleta de la vida, y le daba vueltas, el 21, el 42, y le he estado dando vueltas hasta los 90.
¿A qué asocias tu país?
A la negación del mundo. Allí no hubiera podido yo leer ni la guía del teléfono. Los curas me hubieran comido. La Iglesia católica se me echó encima desde que nací. Y un día le menté la madre a un cura. Me dijo: "Ego te absolvo". Y yo le dije: -Chíngate a tu madre.
¿Te viniste sola?
Sí, sola, vendí una gallina y dos guajolotes (pavos) Y me vine en un avión de hélice.
¿Y nunca volviste a Costa Rica?
Hace seis años. Dejé Veracruz, donde tenía una casa, y me volví a Costa Rica. Y a los siete meses, unas navidades, decidí volver a México. Qué país Costa Rica. Yo pondría allí a todos los suicidas del mundo. Les pondría allí un departamento. Sería un buen negocio una tienda de ataúdes. Eso es lo que pienso de Costa Rica. Hay allí una prostituta que es la más grande del mundo, y llega allí y se le hincan en la tierra para saludarla. El arzobispo y todos. Un día me dijo: -Yo sí soy profeta en mi tierra, y tú no, Chavela. Y le dije: -Sí, tienes razón.
¿Qué recuerdas de tu leyenda negra?
Eran otros tiempos, otras cosas, otras gentes. Andabas en la calle con Diego Rivera, con Frida Kahlo, muy tranquilos, nadie se espantaba, nadie decía ahí viene Frida, ahí viene Diego, eran personajes que estaban dentro del paisaje, y la gente los quería.
¿Cómo los conociste?
Me invitaron a una fiesta en su casa. Y ya me quedé, me invitaron a quedarme con ellos a vivir y aprendí todos los secretos de la pintura de Frida y Diego. Secretos muy interesantes que nunca desvelaré, jamás. Y éramos felices todos. Éramos una gente que vivía día con día, sin un centavo, tal vez sin qué comer, pero muertos de la risa. Todo el tiempo. Me fui acostumbrando a ellos, acostumbrándome a sus costumbres.
¿Y fue una amistad de cuánto tiempo?
Dos años conviví con ellos. Y un día llegaba allí Trotsky y me parecía la cosa más natural, no me espantaba. Yo preguntaba: ¿Quién es ese viejo peludo?-. Y Frida me decía: Trotsky, cállate Chavela, no hables tan fuerte-.
¿Fue una buena decisión renunciar a tu país y venir a México?
Sin duda. Yo amo a México. Menos dinero, me dio todo. Me permitió luchar a la par de los grandes. Ahí me forjé. Con Pedro Infante, con Agustín Lara... Y no hice mal papel. Me la jugué y terminó todo gloriosamente.
¿Por qué dices que te la jugaste?
Porque era jugársela. O triunfaba o me acababa. Hasta ahí llegaba. No había término medio. Bueno, pues triunfé. Muy bien triunfada. Nadie me podía decir nada. A nadie le debía nada. Tengo el orgullo de que a nadie le debo nada, que es precioso sentirse libre.
Y esa sensación de que o triunfabas o caías, ¿la tuviste presente siempre, en cada concierto? ¿Viene de ahí parte de tu desgarro?
Sí. Hasta cuando era estrella salía al escenario con un sabor amargo en la boca. Por eso tenía que recurrir al alcohol.
Y seguías jugándotela...
Y seguía jugándomela. Siempre he sido peleadora en la vida, por un nombre, porque me llamaba Chavela Vargas. Cuidaba mucho mi nombre, era lo único que tenía. Y así fue pasando la vida hasta llegar a los 90 años, que pesan.
¿En qué te pesan?
Sobre las espaldas llevo un cargamento de recuerdos.
¿Tienes buena memoria?
Sí. Muy buena memoria. Cosas que no se me olvidan, cosas que te puedo decir ahorita. No se me olvida que hubo una época en que fui borracha. Bebía mucho, y un día dije: -Me voy a morir. O me muero o me compongo. Tengo que definirlo yo. Y dije: -Pues dejo de beber. Y le dije a la criada: -Dame la última copa, y ella dijo: "Ah, qué barbaridad"-.
No te creyó...
No me creyó. Pero me llevó la última copa y fue la última copa. Y el cigarro también lo dejé al mismo tiempo.
¿Hace cuánto?
20 años.
¿Y no tienes la tentación de vez en cuando?
Cómo no. Para qué te voy a mentir A veces estiro la mano para agarrar el vaso de tequila, o el cigarro.
Y tener buena memoria ¿es una suerte o a veces se convierte en un peso?
En un peso, porque recuerdo cosas que me dolieron y que me afectan mucho. Me siguen doliendo.
Hablas de la soledad y de la tristeza, pero yo veo que por detrás de esas gafas negras tú estás sonriendo?
Sí, me estoy sonriendo de todo. No me queda más remedio. Si no, sería una amargada, y no, no me da la gana serlo. P
La reina de las rancheras
Chavela Vargas
es la voz desgarrada, el sentimiento que sale de las entrañas cantando unas rancheras sentidas, únicas, con un estilo diferente al del otro grande mexicano, Jorge Negrete.
Nacida en Costa Rica, Isabela Vargas Lizano se ha considerado siempre mexicana. Se fue a México a los 14 años, vagabundeó por las calles de D. F. hasta que, a los 30 años, se hizo cantante profesional. Canciones como La lloronaPiensa en míVolver, volver o La Macorina, interpretadas hasta entonces sólo por hombres, convirtieron a Chavela en un símbolo, redescubierto hace pocos años en España gracias a Almodóvar y Sabina.
Recién cumplidos los 90 años, México le rindió un homenaje. Junto a la entrañable figura de la anciana cubierta con su poncho estuvieron sus amigos.





Chavela Vargas y la muerte

“No me preocupa, puede ser bellísima”

La cantante mexicana confiesa que su último deseo es viajar a España

Con 93 años, la artista presenta 'La luna grande', un homenaje a Lorca

El Gobierno de México la propone para el Príncipe de Asturias de las Artes

 Tepoztlán 5 AGO 2012 - 22:19 CET

No va vestida con poncho porque en realidad casi nunca se pone uno. “Por mucho que se empeñe Joaquinito, aquí se llama jorongo”, aclara. Pero Chavela Vargas tampoco lleva hoy esa prenda, sino una preciosa guayabera verde manzana que le acaban de regalar por su 93 aniversario. Está radiante y tan morena como el solemne cerro del Chalchi que se alza sobre su casa y con el que conversa todas las mañanas. Y se siente cuatro veces alegre. Hace unos días estremeció a la capital mexicana con la presentación de su último trabajo, La luna grande, un homenaje a Lorca. Le ha puesto también muy contenta recibir felicitaciones de cumpleaños como las de Pedro Almodóvar o Elena Benarroch, que enseña orgullosa. Hace apenas unas horas, el Gobierno de México ha anunciado que propuso su candidatura al premio  Príncipe de Asturias de las Artes. Y además, han venido a verla unos amigos. Así que no hacen falta más excusas para sacar unas sillas al jardín, abrir unas botellas de tequila y organizar una tertulia.La cantante más mexicana —por mucho que naciera en Costa Rica— reclama el tuteo. Y está un poco cansada de hablar del pasado. De contar sus parrandas monumentales con José Alfredo Jiménez, de explicar si llevaba o no pistola, de repetir por centésima vez cómo recuerda a Frida Kahlo o “al viejo peludo de Trotsky”. Así que le preguntamos por el presente: ¿Cómo vive Chavela? “Me cuidan mis ángeles [sus enfermeras] Loren y Lily. Me dedico a leer, a estudiar, a pensar en todos los poetas del mundo. Y así paso las tardes y las noches”. ¿Y qué lees? “Poesía” [pero cuentan sus amigos que también, y con mucho interés, el ¡Hola!] ¿Ves la televisión? “Sí, aunque todo es pachanga”. ¿Entras en Internet? “Entiendo que gracias a él me llegan mensajes de todo el mundo. Pero manejar una cosa de esas, no”.
Así transcurren los días corrientes, porque las noches de luna, Chavela tiene cita. “Me reúno con Federico García Lorca”, dice, repitiendo muy despacio el nombre del poeta ¿Y cómo está? “Muy tranquilo” ¿Hablar con muertos nos hace perder el miedo al más allá? “No me preocupa la muerte. Y puede ser algo bellísimo, por qué no. Pero la cuestión es vivir como yo he vivido: 93 años, aquí en la tierra”. ¿Y el amor? Ha dicho que es un mal sueño de una noche de borrachera, pero también que quienes no aman son seres grises. ¿En qué quedamos? Ahora se queda dudando. “Pues quién sabe. Depende del estado de ánimo”.
De ese diálogo con Lorca brotó su último deseo en la vida: grabar el libro-disco en el que recita al poeta granadino. Pero no hay que fiarse, porque lleva muchos deseos diciendo que es el último. Ahora, de hecho, tiene otro: viajar a España. Y, por qué no, puede que a recoger un premio. "Pensé que había terminado mi carrera. Pero solo pensar en el Príncipe de Asturias me lleva a lo más alto del amor, por mi público y por la vida". Almodóvar, Sara Baras, Miguel Poveda, Rafael Amargo o Eugenia León apoyan la candidatura. Las bases del Príncipe de Asturias dicen que se concederá a personas “de la máxima ejemplaridad”. ¿En qué es un ejemplo Chavela Vargas? “En todo lo que he hecho. Me ha gustado hacerlo y me sigue gustando. Ahí está el ejemplo”.


Jorongo y tequila

Nacida en abril de 1919 en Costa Rica, María Isabel Anita Carmen de Jesús lleva más de 70 años viviendo en México, país del que tiene la nacionalidad y se siente ciudadana. Ha grabado más de 80 discos. Se retiró a finales de los setenta pero regresó en 1991.
Hace años la cantante hizo “un esfuerzo inmenso” y dejó al mismo tiempo cigarro y botella. Pero algunos días como hoy se toma un vasito de tequila. Una costumbre casi masoquista porque esa bebida, que acompañó sus fiestas y su soledad durante décadas, ahora le sabe “muy feo”. “Yo antes no podía tomarme un vaso, me tomaba una botella entera. Y ahora lo encuentro horrible. Quién sabe qué pasó”, se pregunta. Se lo pregunta, pero se lo bebe mientras comparte con Lola y Joaquín, sus perros de raza prehispánica, unos pedazos de queso de rancho.
Prometimos no hablar demasiado del pasado pero la conversación serpentea y aterriza en sus primeros escenarios: ¿podría haber sido otra cosa que cantante? Y contesta: “Hay que sacar el artista que una lleva dentro y no meterlo en otro sitio, porque tampoco sirve. Ni modo, si eres artista eres artista”. ¿Y cómo fue eso de cantar en un país como México el amor entre mujeres? “Era muy difícil, me tenía que enfrentar con los meros machos, como Pedro Infante. Pero el machismo aquí ya pasó, no podía durar. ¿Qué ganábamos con eso? Nada, complejo de inferioridad. Ya está, se ha vencido”. Un muro de prejuicios superado que además aprovechó para subirse encima y tomar impulso: “Una barrera te hace crear porque te dices ‘vamos a enfrentarla. Y vamos aponer el mundo a cantar y a soñar”.
También puso a cantar en su último recital, este mes de abril, al Palacio de Bellas Artes de México, repleto de un público de todas las edades, pero sobre todo joven. “Es lindo. Ahí vienen el papá, la mamá, la tía, el sobrino, toda la generación. Si no fuera por ellos ya se hubiera acabado todo”.
Algunos le gritaron: “¡Chavela presidenta!”. ¿Nunca te tentó la política? “¡No!”. ¿Ni para cambiar las cosas injustas? “No se pueden cambiar, todo estaba escrito. Es mentira todo lo que dicen los políticos… En lugar de dar, esperan que les den”. Escéptica, pero también optimista sobre el futuro de su país: “México ahorita está en una época de transición, está dolido el gigante y está dormido, pero una vez que despierte veremos qué pasa. Y será para bien”. ¿Y España? “Pasa una etapa muy difícil, pero no se va a quedar así. Todos los países tienen sus épocas pero España es la hembra de Europa. Y es un país que responde”.Sí le disgusta que la identidad mexicana se esté difuminando: “Antes decíamos ‘vamos a tomar una copa’ y ahora dicen ‘no manches güey’. Pero el color de México no se ha perdido, anda por ahí, montado en una mariposa, y ya lo veremos aterrizar”. Se detiene. Esboza una sonrisa de niña traviesa. Y como sorprendida por haber dicho algo demasiado solemne, se disculpa: “Ves lo que te digo. Pruebo el tequila y empiezo a hablar quién sabe de qué…”.






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