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sábado, 12 de noviembre de 2016

Antonio Ungar gana el Herralde con un 'thriller' de humor negro




Antonio Ungar gana el Herralde con un 'thriller' de humor negro

'Tres ataúdes blancos' es una sátira política de Latinoamérica


ROSA MORA
Barcelona 9 NOV 2010

Una sátira política feroz sobre Latinoamérica le ha valido a Antonio Ungar (Bogotá, 1974) el 28º Premio Herralde de novela, dotado con 18.000 euros. En Tres ataúdes blancos, el narrador, un treintañero tímido y que casi sólo se relaciona por Internet, se ve obligado por un error a suplantar a un líder de un partido de la oposición. "A partir de ahí", explica Ungar, "todos quieren matarle, lo que le obliga a esconderse".

 La historia sucede en Miranda, un país latinoamericano que tiene algo de Venezuela, de Perú, de Bolivia y, sobre todo de Colombia. "No he inventado nada, he copiado de la realidad. Es tan desbordante lo que sucede en Colombia, pasan cosas tan terribles y atroces que superan la literatura. Podría ser una novela de dictador, ahora los presidentes son elegidos democráticamente, aunque detrás de ellos esté la guerra".

domingo, 31 de octubre de 2010

Evelio Rosero por Antonio Ungar


Rosero.jpg
Evelio Rosero by Antonio Ungar

BOMB 110/Winter 2010 cover

Esta entrevista es la versión original de la publicada 
en traducción al inglés en BOMB 110.
FRAGMENTO: INTRODUCCIÓN
Es Evelio Rosero un ave rara en el agitado corral de los escritores colombianos de su generación. No aparece en los periódicos, no escribe textos para revistas, no se hace tomar fotos en eventos públicos, no tiene columna semanal, no acepta cargos burocráticos ni diplomáticos, no asiste a cocteles ni a presentaciones de libros, no disfruta del show de las ferias y los encuentros literarios. Pocos ciudadanos de a pie no conocen su cara. Es un escritor, a secas, uno que ha estado dedicado durante treinta años a escribir y nada más, sin detenerse a pensar si la prensa cultural —“papagayos”, según su propia definición— se fija o no en su persona.
Desde muy joven se propuso Rosero vivir de escribir, y a fuerza de escribir sin descanso (y de participar en todo tipo de concursos), lo ha venido consiguiendo. Ha publicado novelas juveniles, cuentos infantiles, obras de teatro, poesía, novelas largas, novelas cortas, relatos de todo tipo. Diecinueve títulos y siete concursos ganados en veinticinco años lo hacen uno de los escritores más prolíficos de su generación en América Latina, solo comparable en este sentido con el siempre abundante César Aira.
Educado en colegios católicos en la ciudad andina de Pasto y en Bogotá (ciudad en la que ha pasado la mayor parte de su vida), Rosero reconoce que de sus años con los curas le quedó una rabia profunda, una que sin duda ha sabido dosificar y utilizar en su provecho para la construcción de varios de sus libros. Atraído por el canto de sirenas de Europa, como escritor latinoamericano que se respete vivió unos años en Barcelona y otros en Paris, lo que solamente le sirvió para confirmar cuánto disfruta de la existencia en Colombia. Desde hace unos años es su vida cotidiana tan austera y ordenada como su escritura: vive en un conjunto de apartamentos de clase media que mira a un lago con aves silvestres, recorre Bogotá en bicicleta, tiene una pareja estable. Parece haber domesticado a los monstruos, parece haberlos confinado en esos libros suyos infestados de seres solitarios e incomprendidos, que con frecuencia están también desesperados, enfermos, locos, seniles. Héroes colombianos todos, lanzados a búsquedas sin retorno, casi nunca fructíferas.
Traducidos a una docena de lenguas europeas, publicados en las mejores editoriales en castellano, elogiados por la crítica, estudiados en universidades, los mundos oscuros de Rosero han conseguido ser comunicados a un público amplio. Pájaro raro es éste, que a pesar del reconocimiento nunca salió de su escondite, que ha defendido siempre su absoluta independencia, que nunca se dejó impresionar por los destellos de baratija que ofrece la popularidad. Pájaro que afirma sin vergüenza que la literatura puede y debe cambiar la realidad social y que es esa una de sus funciones principales, lo que prácticamente ninguno de sus colegas se atreve a decir ya, a riesgo de parecer demasiado modernos y por lo tanto demasiado comprometidos.                    
Encerrado en mi apartamento por una peligrosa enfermedad en las vías respiratorias (sintiéndome casi como al final de una aventura escrita por Rosero) realicé esta entrevista vía e-mail desde otro barrio de la gigantesca ciudad de Bogotá. Hace unos días me escribió Rosero en uno de sus correos electrónicos que últimamente había perdido el entusiasmo por escribir. Leyendo sus libros (intensos, pulidos, sinceros, incómodos, sin concesiones) y sobre todo contando cuántos ha escrito, se me hace difícil creerle.



Lea la entevista completa en DRAGON:
Evelio Rosero by Antonio Ungar

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