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lunes, 2 de octubre de 2023

Luis Cernuda / Cómo llenarte, soledad

Luis Cernuda

Luis Cernuda

Cómo llenarte, soledad...

Cómo llenarte, soledad,
sino contigo misma...

De niño, entre las pobres guaridas de la tierra,
quieto en ángulo oscuro,
buscaba en ti, encendida guirnalda,
mis auroras futuras y furtivos nocturnos,
y en ti los vislumbraba,
naturales y exactos, también libres y fieles,
a semejanza mía,
a semejanza tuya, eterna soledad.

Me perdí luego por la tierra injusta
como quien busca amigos o ignorados amantes;
diverso con el mundo,
fui luz serena y anhelo desbocado,
y en la lluvia sombría o en el sol evidente
quería una verdad que a ti te traicionase,
olvidando en mi afán
cómo las alas fugitivas su propia nube crean.

Y al velarse a mis ojos
con nubes sobre nubes de otoño desbordado
la luz de aquellos días en ti misma entrevistos,
te negué por bien poco;
por menudos amores ni ciertos ni fingidos,
por quietas amistades de sillón y de gesto,
por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma,
por los viejos placeres prohibidos
como los permitidos nauseabundos,
útiles solamente para el elegante salón susurrado,
en bocas de mentira y palabras de hielo.

Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona
que yo fui,
que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones;
por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos,
limpios de otro deseo,
el sol, mi dios, la noche rumorosa,
la lluvia, intimidad de siempre,
el bosque y su alentar pagano,
el mar, el mar como su nombre hermoso;
y sobre todo ellos,
cuerpo oscuro y esbelto,
te encuentro a ti, tú, soledad tan mía,
y tú me das fuerza y debilidad
como el ave cansada los brazos de la piedra.

Acodado al balcón miro insaciable el oleaje,
oigo sus oscuras imprecaciones,
contemplo sus blancas caricias;
y erguido desde cuna vigilante
soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres,
por quienes vivo, aún cuando no los vea;
y así, lejos de ellos,
ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres,
roncas y violentas como el mar, mi morada,
puras ante la espera de una revolución ardiente
o rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo
cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista.

Tú, verdad solitaria,
transparente pasión, mi soledad de siempre,
eres inmenso abrazo;
el sol, el mar,
la oscuridad, la estepa,
el hombre y su deseo,
la airada muchedumbre,
¿qué son sino tú misma?

Por ti, mi soledad, los busqué un día;
en ti, mi soledad, los amo ahora.







martes, 31 de agosto de 2021

Luis Cernuda / Quisiera estar solo en el sur

Luis Cernuda

Luis Cernuda
Quisiera estar solo en el sur

Quizá mis lentos ojos no verán más el sur
de ligeros paisajes dormidos en el aire,
con cuerpos a la sombra de ramas como flores
o huyendo en un galope de caballos furiosos.

El sur es un desierto que llora mientras canta.
Y esa voz no se extingue como pájaro muerto;
hacia el mar encamina sus deseos amargos,
abriendo un eco débil que vive lentamente.

En el sur tan distante quiero estar confundido.
La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta;
su niebla misma ríe, risa blanca en el viento.
Su oscuridad, su luz, son bellezas iguales. 




lunes, 24 de marzo de 2014

Tumbas / El ‘tour’ de los poetas muertos




El ‘tour’ de los poetas muertos

Una idea anida cada cierto tiempo en las mientes de los políticos: abrir las tumbas de los poetas fallecidos allende las fronteras para repatriarlos

Fernando Iwasaki
24 marzo de 2014

En el platónico topus uranus revolotea contumaz una idea que cada cierto tiempo anida en las mientes de los políticos o quizá de sus asesores. A saber, abrir las tumbas de los poetas fallecidos allende las fronteras para repatriarlos con honores y así apuntalar la identidad nacional, la marca ciudad o cualquier cosa que se tercie menos la lectura de las obras de tales poetas. El último en proponer algo semejante ha sido el Consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, quien ha dejado caer que Antonio Machado no debería estar enterrado en Colliure sino en Sevilla. ¿Sabrá el Consejero que su idea ya la llevó a cabo el régimen franquista cuando repatrió los despojos de Juan Ramón Jiménez sepultados en Puerto Rico?
Hace unos años María Kodama impidió que el gobierno peronista de los Kirchner trasladara los restos de Borges de Ginebra a Buenos Aires, tal como Georgette Vallejo se enfrentó a los militares peruanos que quisieron sacar a César Vallejo de Montparnasse para enterrarlo de nuevo en el Perú, lejos de su amado Baudelaire. ¿Qué ocurriría si los restos de todos los poetas o escritores sepultados lejos de sus terruños fueran requeridos por ministros, alcaldes y consejeros? Joseph Conrad sería exhumado de Canterbury para volver a Polonia, John Keats despoblaría su tumba romana para ocupar una nueva en Londres y Eugene Ionesco terminaría devuelto en Rumanía, igual que tantos compatriotas suyos deportados por el gobierno francés. ¿Quién nos asegura que los nacionalistas irlandeses no reclamen algún día los escombros aterrados de Wilde, Joyce y Beckett? Si Putin se encaprichara en repatriar a su tocayo Nabokov enterrado en Montreux, ¿quién se atrevería a decirle que no? El tour de los poetas muertos sería interminable: de Rimbaud a Salinas y de Kipling a Graves, pasando por Cortázar y Bolaño.
El poeta y librero Abelardo Linares considera que la abundancia de poetas muertos por todo el mundo es consecuencia de la universalidad de sus obras. “Los grandes poetas son como los grandes pintores” –razona Linares- “¿Por qué hay pinturas de Velázquez en los mejores museos del planeta? Porque es un pintor universal. En cambio, si su pintura no hubiera salido de Sevilla apenas sería un correcto pintor local”. Por lo tanto, si la tumba de Machado está en Francia –como la de T. S. Eliot en Londres o la de Thomas Mann en Zurich- no es casual que sus versos formen parte de la memoria sentimental de miles de lectores de todo el mundo.
Sin embargo, puestos a hacernos la idea de que el traslado de Machado sea del todo inevitable, uno se pregunta por qué sus restos tendrían que ser llevados a Sevilla –de donde se marchó con ocho años- y no a Soria, Baeza o Segovia donde su rastro poético y vital es todavía visible. Y puestos a hacernos la idea de que el Consejero de Cultura sólo desea recuperar para Andalucía a uno de sus grandes autores, ¿por qué no Luis Cernuda, que yace en el Panteón Jardín de México?, ¿por qué no Manuel Chaves Nogales, sepultado en una tumba sin nombre en Fulham Cemetery?, ¿y por qué no Blanco White, perfumado de lilas en Roscoe Memorial Gardens? En Liverpool todavía recuerdan con perplejidad a los diecisiete políticos sevillanos que viajaron en 1984 para colocar una placa sobre la tumba de Blanco White.
¿Y si esa fuera la intención del Consejero? ¿Repatriar los restos de Machado para acabar con el rumboso turismo de los políticos? Vale, pero sospecho que la carísima y numerosa comitiva oficial de ignaros, advenedizos y oportunistas abochornaría al austero don Antonio.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Luis Cernuda / Qué triste ruido el que hacen dos cuerpos cuando se aman

Karlie Kloss
Foto de Mario Testino
Luis Cernuda
Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos 
cuando se aman...

Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman,
parece como el viento que se mece en otoño
sobre adolescentes mutilados,
mientras las manos llueven,
manos ligeras, manos egoístas, manos obscenas,
cataratas de manos que fueron un día
flores en el jardín de un diminuto bolsillo.

Las flores son arena y los niños son hojas,
y su leve ruido es amable al oído
cuando ríen, cuando aman, cuando besan,
cuando besan el fondo
de un hombre joven y cansado
porque antaño soñó mucho día y noche.

Mas los niños no saben,
ni tampoco las manos llueven como dicen;
así el hombre, cansado de estar solo con sus sueños,
invoca los bolsillos que abandonan arena,
arena de las flores,
para que un día decoren su semblante de muerto.





Luis Cernuda / El futuro es hoy

Luis Cernuda: el futuro es hoy

Tal día como hoy de 1963 fallecía en México el poeta de la Generación del 27

El autor de 'La realidad y el deseo' es uno de los más importantes del español del siglo XX

Esta es una mirada sobre sus claves poéticas y su legado literario


De izquierda a derecha: Vitín Cortezo, Blanca Pelegrín, Luis Cernuda, Carmen García Lasgoity, Manuel Altolaguirre y Carmen García Antón, en Valencia en 1937. / BIBLIOTECA NACIONAL (EL PAÍS)
Incómodo en su tiempo, sintiéndose poco comprendido en su ética y su obra, Luis Cernuda necesitó apoyarse en los poetas y los lectores del porvenir. La confesión de esta necesidad sostiene una de sus composiciones decisivas, A un poeta futuro, escrita en Glasgow en 1941 y recogida en el libro Como quien espera el alba(1947). Lo importante del poema no reside en las quejas, el lamento sobre su falta de encaje en una realidad hostil: “Disgusto a unos por frío y a otros por raro”. Una sociedad represiva y homófoba, un carácter muy difícil y las rencillas generacionales ayudan a situar la protesta continua de Cernuda, en la que se mezclan con frecuencia su marcado anticapitalismo, su fragilidad sentimental y una extrema susceptibilidad literaria.

Luis Cernuda / Los versos favoritos

Luis Cernuda


Los poetas eligen sus versos favoritos 

de Luis Cernuda

Varios poetas de España y América Latian eligen los mejores versos de Luis Cernuda y dicen por qué les gusta








"Cómo llenarte, soledad
sino contigo misma".
Este hermoso y profundo comienzo con que Luis Cernuda inaugura Soliloquio del farero sirve de preámbulo al homenaje que le rinden varios poetas de España y de América Latina, en el cincuentenario de su muerte. Cada uno de ellos ha elegido el poema y los versos que más le gustan. Poetas contemporáneos que dialogan con el maestro y crean un recital para los lectores que empieza así:

Por la costa del sur, sobre una roca

alta junto a la mar, el cementerio
aquel descansa en codiciable olvido,
y el agua arrulla el sueño del pasado”.

Javier Rodríguez Marcos / Cernuda somos todos

Cernuda_Aleixandre_1990_i_acrilico_lienzo_Herminio_Molero
 Vicente Aleixandre y Luis Cernuda (1990), acrílico sobre lienzo de Herminio Molero.

Cernuda somos todos

Por 
El País, 5 de noviembre de 2013

La paradoja es esta: uno de los mayores solitarios de la literatura española llevaba dentro una multitud. Y todos los que la forman se llaman Luis Cernuda: el poeta puro, el surrealista, el impuro (social) y el meditativo, el del yo desnudo y el gran culturalista, el elitista y el comprometido, el romántico y el racionalista, el desdeñoso y el enamorado.

No es raro que haya terminado siendo el poeta del siglo XX, ese siglo que, como él, se movió entre el formalismo francés y la sobriedad anglosajona y fue literariamente puro, surrealista, impuro... Los maestros fueron, dicen los manuales, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. Es cierto,  pero pocos como Luis Cernuda han fecundado a tantas generaciones: del grupo Cántico a los novísimos y de la generación del 50 –por todos sus caminos- a los poetas figurativos de los 80 (tan alejados, a priori, de los novísimos).

domingo, 12 de octubre de 2008

Luis Cernuda / Donde habite el olvido


Luis Cernuda
DONDE HABITE EL OLVIDO

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo solo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine ese afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.



sábado, 11 de octubre de 2008

Luis Cernuda / Contigo


Luis Cernuda
CONTIGO
¿Mi tierra? 
Mi tierra eres tú. 

¿Mi gente? 
Mi gente eres tú. 

El destierro y la muerte 
para mi están adonde 
no estés tú. 

¿Y mi vida? 
Dime, mi vida, 
¿qué es, si no eres tú?




martes, 4 de junio de 2002

Ian Gibson / La soledad de Cernuda



LUIS CERNUDA

La soledad de Cernuda


Ian Gibson
4 de junio de 2002

Corre el mes de abril de 1937. Luis Cernuda, obsesionado con el asesinato de Lorca, compone en Valencia una elegía al amigo añorado. Poema desgarrado, terrible. Tal vez el más desgarrado y terrible de cuantos se dedicaron -y eran centenares- al genio inmolado.


Cuando A un poeta muerto (F.G.L.) se publicó unas semanas después en Hora de España, la gran revista republicana, una nota lacónica explicaba que, 'por desearlo así el autor', la 'versión' del poema allí dada a conocer era 'incompleta'. En realidad, sólo le faltaba una estrofa, la más comprometida. Me cuesta trabajo creer que expurgación tan brutal se hiciera por deseo del poeta. La estrofa suprimida dice: 'Aquí la primavera luce ahora./Mira los radiantes mancebos/Que vivo tanto amaste/Efímeros pasar juntos al fulgor del mar./Desnudos cuerpos bellos que se llevan/Tras de sí los deseos/Con su exquisita forma, y sólo encierran/Amargo zumo, que no alberga su espíritu/Un destello de amor ni de alto pensamiento'. Quitados estos hermosos versos, la elegía quedaba mucho menos comprometida... y Lorca mucho menos gay.
No había sitio para homosexuales ni en la España republicana ni en la otra.
Todo esto lo he recordado al leer unos comentarios de Eduardo Mendicutti sobre la exposición de Cernuda actualmente abierta al público en la madrileña Residencia de Estudiantes. Como señala el periodista, en el acto de presentación de la misma sólo Manuel Chaves tuvo la honradez de referirse a la homosexualidad del poeta sevillano, homosexualidad angustiada -gracias a la sociedad circundante- sin la cual ni Cernuda es Cernuda, ni su poesía la que tenemos. Según Mendicutti, pasó lo mismo unos días después -y ello es más grave- cuando participaron en una mesa redonda sobre el autor de Ocnos un grupo de poetas, y sólo Luis Antonio de Villena insistió sobre la necesidad perentoria de tener en cuenta la marginalidad sexual del sevillano a la hora de evaluar su obra.
Todavía estamos sin una biografía en condiciones de Cernuda, lo cual es muy de lamentar. Entretanto, la muestra de Madrid nos acerca dignamente al hombre, e incluye fotografías de gran interés. Llama la atención la exquisitez de Cernuda en el vestir -en una época en que todos iban muy peripuestos-, y la inmensa felicidad reflejada en la instantánea que le capta entre las olas de Málaga, en 1933, con un amigo, Gerardo Carmona, de quien confieso no saber nada. En otra foto mis ojos han visto por vez primera a quien fue uno de los predilectos de Cernuda, el joven ferrolano Serafín Fernández Ferro.
Hace ya unos años, Fernando Ortiz recordaba la extremada timidez de Cernuda -que se ruborizaba por un quítame allá esas pajas-, y contaba que incluso llegó a temer tanto el indiscriminado contacto humano que se cortaba él mismo el pelo. He abandonado la Residencia bajo la impresión, sobre todo, de la intensa soledad del hombre, de su casi permanente condición de insatisfecho radical. Ningún poeta de idioma español ha expresado con tanta nobleza, con tanta franqueza, con tanta fiereza, el derecho del individuo a vivir su vida. Y, sobre todo, el derecho de los que, no por elección propia, aman de manera distinta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 4 de junio de 2002