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sábado, 4 de marzo de 2017

Marina Colasanti / La moza tejedora


Ilustración de Triunfo Arciniegas
Marina Colasanti
LA MOZA TEJEDORA
Traducción de Isabel de los Ríos



Despertaba aún en lo oscuro, como si oyese al sol llegando detrás de las orillas de la noche. Y luego se sentaba en el telar.

Hebra clara para comenzar el día. Delicado trazo de luz, que iba pasando entre los hilos extendidos, mientras allá afuera la claridad de la mañana dibujaba el horizonte.

Después lanas vivas, calientes lanas se iban tejiendo hora a hora, en largo tapiz que nunca acababa.

Si era fuerte por demás el sol y en el jardín colgaban los pétalos, la joven colocaba en la lanzadera gruesos hilos ceni-cientos del algodón más felpudo. En breve, en la penumbra traída por las nubes, escogía un hilo de plata, que en puntos largos rebordaba sobre el tejido. Leve, la lluvia acudía a saludarla en la ventana. 

Pero si durante muchos días el viento y el frío peleaban con las hojas y espantaban a los pájaros, le bastaba a la joven tejer con sus bellos hilos dorados, para que el sol volviese a calmar la naturaleza. 

Así, tirando la lanzadera de un lado para otro y batien¬do los grandes dientes del telar para el frente y hacia atrás, la muchacha pasaba sus días. 

Nada le faltaba. En la hora del hambre tejía un lindo pez, con cuidado de escamas. Y he aquí que el pez estaba en la mesa, listo para ser comido. Si la sed venía, suave era la lana color de leche que mezclaba en el tapiz. Y a la noche, después de lanzar su hilo de oscuridad, dormía tranquila. 

Tejer era todo lo que hacía. Tejer era todo lo que quería hacer. 

Pero tejiendo y tejiendo, ella misma trajo el tiempo en que se sintió sola, y por primera vez pensó qué bueno sería tener un marido al lado. 

No esperó al día siguiente. Con el primor de quien in¬tenta una cosa nunca conocida, comenzó a intercalar en el tapiz las lanas y los colores que le darían compañía. Y poco a poco su dibujo fue apareciendo: sombrero emplumado, rostro barbado, cuerpo erguido, zapato pulido. Estaba justa¬mente colocando el último hilo, cuando tocaron a la puerta. 

Ni siquiera necesitó abrir. El hombre puso la mano en el pomo, se quitó el sombrero de plumas y fue entrando en su vida. 

Aquella noche, recostada sobre el hombro de él, la joven pensó en los lindos hijos que tejería para aumentar todavía más su felicidad. 

Y feliz fue por algún tiempo. Pero si el hombre había pensado en hijos, luego los olvidó. Descubierto el poder del telar, en nada más pensó, a no ser en las cosas todas que él podía darle. 

—Una casa mejor es necesaria, le dijo a la mujer. Y parecía justo, ahora que eran dos. Exigió que escogiese las más bellas lanas de color de ladrillo, hilos verdes para los batientes y prisa para que la casa aconteciese. 

Pero lista la casa, ya no le pareció suficiente. 

—¿Por qué tener casa si podemos tener palacio? —preguntó. 

Sin querer respuesta, inmediatamente ordenó que fuese la piedra con remates de plata. 

Días y días, semanas y meses, la muchacha trabajó, te¬jiendo techos y puertas, y patios y escaleras, y salas y pozos. La nieve caía allá afuera y ella no tenía tiempo de llamar al sol. La noche llegaba y ella no tenía tiempo para rematar el día. Tejía y entristecía, mientras, sin parar, batían los dien¬tes acompañando el ritmo de la lanzadera. 

Al final el palacio quedó concluido. Y entre tantos lugares, el marido escogió para ella y su telar el cuarto más alto de la más alta torre. 

—Es para que nadie sepa del tapiz —dijo. Y antes de cerrar la puerta con llave advirtió—: Faltan las caballerizas y no olvides los caballos. 

Sin descanso tejía la joven los caprichos del marido, llenando el palacio de lujos, los cofres de monedas, las salas de criados. Tejer era todo lo que hacía, tejer era todo lo que quería hacer. 

Y tejiendo y tejiendo, ella misma trajo el tiempo en que su tristeza le pareció mayor que el palacio con todos sus tesoros. Y por primera vez pensó qué bueno sería estar sola de nuevo. 

Sólo esperó anochecer. Se levantó mientras el marido dormía soñando nuevas exigencias. Y descalza para no hacer ruido, subió la larga escalera de la torre y se sentó en el telar. 

Esta vez no necesitó escoger ningún hilo. Tomó la lanza¬dera al contrario y, lanzándola veloz de un lado al otro, comenzó a deshacer su tejido. Destejió los caballos, los carruajes, las caballerizas, los jardines. Después desbarató los criados y el palacio y todas las maravillas que contenía. Y nuevamente se vio en su casa pequeña y sonrió hacia el jardín, más allá de la ventana. 

La noche acababa cuando el marido, extrañando la cama dura, despertó y espantado miró en derredor. No tuvo tiempo de levantarse. Ella ya deshacía el diseño oscuro de los zapatos y él vio sus pies desapareciendo, esfumándose las piernas. Rápida la nada se subió por el cuerpo, tomó el pecho erguido, el emplumado sombrero. 

Entonces, como si oyese la llegada del sol, la moza escogió una hebra clara. Y fue pasándola lentamente entre los hilos, delicado trazo de luz que la mañana repitió en la línea del horizonte.



jueves, 26 de noviembre de 2015

Marina Colasanti / Murciélago



Marina Colasanti
O MORCEGO

Nas beiradas de noite
esvoeja o morcego
meu coração desasado
não no tem sossego.


Marina Colasanti
Classificados e nem tanto
Galerinha Record, Rio de Janeiro, 2010




Marina Colasanti
MURCIÉLAGO
Versión de Triunfo Arciniegas

En las orillas de la noche
cual murciélago ciego,
mi corazón desalado
no tiene sosiego.




martes, 23 de febrero de 2010

Marina Colasanti / Muerte bajo el sol


Marina Colasanti
MUERTE BAJO EL SOL
Traducción de María Teresa Andruetto

Cuando se tira abajo una casa
no se clava el hacha de un solo golpe
bien de raíz.
Ni es de pie que ella cae
con sus ramajes.
Una casa
se mata despacio.

Se arrancan primero los pasamanos de la escalera
abriendo a la ruina los peldaños inútiles.
Se retiran los herrajes
y las vigas.
Después se arrancan puertas y ventanas
se vacían en la fachada los dinteles ciegos.
Y quien pasa ya sabe.
Aquí no se vive más.
Entonces es la hora de las tejas
despellejadas sin sangre una por una.

Mostrando los huesos
Yace
más que muerto
el descarnado esqueleto
en el jardín.
Cruel laparoscopia de mis fantasmas
la casa en que viví fue tirada abajo.
Se van los espectros, todos sin abrigo
deshaciendo las imágenes superpuestas.
Vamos nosotros sin marcas en el polvo.
Y las palabras
tantas palabras que hilamos juntos
y que las paredes guardan en sus entrañas
son deshechas a mazazos.




Marina Colasanti
Morte sob o sol

Quando se abate uma casa
não se crava o machado de um só golpe
bem junto da raiz.
Nem é de pé que ela cai
com suas ramagens.
Uma casa
se mata devagar.

Extirpa-se primerio o corrimão da escada
abrindo para a queda os inúteis degraus.
Retiram-se as ferragens
as madeiras internas.
Depois se arrancam portas e janelas
vazam-se na fachada os alizares cegos.
E quem passa já sabe.
Aquí nã mais se mora.
Só então é a vez das telhas
esfoladas sem sangue uma por uma.

Ossos à mostra
Jaz
mais que morto
o descarnado esqueleto
no jardim.
Crua laparotomia dos meus fantasmas
a casa em que vivi é posta abaixo.
Vão-se os espectros todos sem abrigo
desfazendo as imágenes superpostas.
Vão nossos son gravados na poeira.
E as palavras
palavras tantas que fiamos juntos
e que as paredes guardam entranhadas
são desfeitas a golpes de marreta.





lunes, 22 de febrero de 2010

Marina Colasanti / Frutos y flores


La manzana mordida
Coney Island, New York, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas
Marina Colasanti
FRUTOS Y FLORES
Traducción de María Teresa Andruetto

Mi amado me dice
que soy como una manzana
partida en dos.
Yo tengo las semillas
es verdad.
Y la simetría de las curvas.
Tuve un cierto rubor
en la piel lisa
que no sé
si todavía tengo.
Pero si en abril florece
el manzano
yo hecha manzana
y por demás madura
todavía me despliego
en flores blancas
cada vez que su daga
me traspasa.



Una mancha de helado
Washington Square, New York, 2012
Foto de Triunfo Arciniegas

Marina Colasanti
FRUTOS E FLORES

Meu amado me diz
que sou como maçã
cortada ao meio.
As sementes eu tenho
é bem verdade.
E a simetria das curvas.
Tive um certo rubor
na pele lisa
que não sei
se ainda tenho.
Mas se em abril floresce
a macieira
eu maçã feita
e pra lá de madura
ainda me desdobro
em brancas flores
cada vez que sua faca
me traspassa.




domingo, 21 de febrero de 2010

Marina Colasanti / Ceremonia del té



Marina Colasanti
CEREMONIA DEL TÉ
Traducción de María Teresa Andruetto


Para Yllen Kerr
Mi amigo decía que
el agua del té
sólo se vierte
cuando las primeras burbujas
suben desde el fondo
como súbitos peces
rumbo al aire.

Mi amigo se mató
con la misma minucia
con que hacía su té, 
sin poder repetir
por un día más
el ritual de la vida.

Desde entonces pienso en él
cada vez que desde el fondo
suben las burbujas
y como sus palabras
se deshacen al llegar a la superficie







sábado, 20 de febrero de 2010

Marina Colasanti / Dos poemas


Portada del libro

Marina Colasanti
DOS POEMAS
Versiones de María Teresa Andruetto


En lo oscuro manchado de luz
En noches de luna llena
es tan intensa la vida
en el jardín
que duermo inquieta
como cuando me adormezco
en el cine
y la historia va adelante
amor y guerras
más allá de mis párpados
cerrados.
No escuro manchado de luz
Em noites de lua cheia
é tão intensa a vida
no jardim
que durmo aflita
como quando adormeço
no cinema
e a história leva adiante
amor e lutas
além das minhas pálpebras
fechadas
.


Foto de Marina Colasanti
Marina Colasanti

Antes de volverme gigante
Cuando yo era chica
los corredores eran largos
las mesas altas
las camas enormes.
La cuchara no cabía
en mi boca
y el tazón de sopa
era siempre más hondo
que el hambre.
Cuando yo era chica
sólo gigantes vivían
allá en casa.
Menos mi hermano y yo
que éramos gente grande
venida de Lilliput.
Antes de virar gigante
No tempo d'eu menina
os corredores eram longos
as mesas altas
as camas enormes.
A colher não cabia
na minha boca
e a tigela de sopa
era sempre mais funda
do que a fome.
No tempo d'eu menina
só gigantes moravam
lá em casa.
Menos meu irmão e eu
que éramos gente grande
vinda de Lilliput.


Marina Colasanti nació en Asmara, Eritrea, en 1937. Hija de padres italianos, su familia se radicó en Brasil cuando ella era aún una niña, y allí reside desde entonces.
En 1952 ingresó en la Escuela Nacional de Bellas Artes y se especializó en grabado en metal. Entre 1962 y 1973 desarrolló actividades periodísticas como editora, cronista, redactora e ilustradora. Tradujo al portugués textos de Jerzy Kosinski, Giovanni Papini, Iasuni Kauabata, Konrad Lorentz y (con su marido, el poeta Affonso Romano de Sant'Anna) de Roland Barthes. Paralelamente se dedicó a la escritura y sus primeras obras —dirigidas al público adulto— fueron Eu sozinha (1968), Nada na manga (1973), Zooilógica (1975) y A morada do ser (1978). En 1979 publicó Uma idéia toda azul, su primer libro para niños. Le siguieron, entre muchos otros, Doze reis e a moça no labirinto do vento (1982), O lobo e o carneiro no sonho da menina(1985), Um amigo para sempre (1988), Intimidade pública (1990) y Entre a espada e a rosa (1992). Ha ilustrado la mayoría de sus obras infantiles y juveniles. Algunos de sus libros traducidos al castellano son: En el laberinto del viento (Madrid, Espasa-Calpe, 1988), Una idea maravillosa (Buenos Aires, Plus Ultra, 1991), Ana Z., ¿dónde vas? (Medellín, Edilux, 1995) y Lejos como mi querer y otros cuentos (Bogotá, Grupo Editorial Norma, 1996), obra con la que ganó el Premio Norma-Fundalectura 1996. De este libro, en Imaginaria reproducimos el cuento "Del tamaño de un hermano".
Entre los numerosos premios recibidos por su obra literaria se encuentra el Jabuti, otorgado por la Cámara Brasileña del Libro, que ganó en tres ocasiones, una de ellas por Ruta de colisión.

María Teresa Andruetto (tandruetto@arnet.com.ar) nació el 26 de enero de 1954 en Arroyo Cabral, provincia de Córdoba, Argentina. Es egresada de la carrera de Letras, de la Universidad Nacional de Córdoba. Ejerció paralelamente el periodismo y la docencia en el nivel medio y superior en diversas instituciones. Contribuyó a fundar y formó parte del equipo docente y ejecutivo del CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de la Literatura Infantil y Juvenil), entre los años 1984 y 1995. Entre 1986 y 1996 fue secretaria de redacción de la revista Piedra Libre, publicación especializada en literatura infanto-juvenil del CEDILIJ.
Como escritora, María Teresa Andrueto, desarrolló una vasta obra literaria con fuerte presencia dentro del género infantil. Un amplio informe sobre su trayectoria y su obrase puede encontrar en la sección "Autores" de Imaginaria.