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viernes, 16 de agosto de 2019

Once Upon a Time in... Hollywood (2019)


Muchas eran las expectativas del nuevo film de Quentin Tarantino, Érase una vez en... Hollywood, y he de decir que en líneas generales me parece su mejor película desde hace mucho tiempo, aunque sigo diciendo que sus últimos films son demasiado largos, media hora sobrante más o menos, pero me refiero a un tema de síntesis nada más.
En este film, se habla sobre el cine desde dentro del cine, algo curioso cuando menos, pero digamos que el cine siempre ha tratado de convertir sueños en realidad, algo mágico que nos evade bastante del mundo en el que vivimos y que muchas veces nos permite seguir creyendo que hay cosas más bonitas, y que gracias a personajes del celuloide nos ayudan a imaginarlo. Grosso modo, esa sería la línea fundamental de la película.


La trama se centra en el final de los años 60, 1969 concretamente en Hollywood, donde la estrella de un western televisivo, Rick Dalton (al que da vida Leonardo Di Caprio), atraviesa por una etapa difícil, de cambios en el medio en el que habita, a los que intenta amoldarse, al igual que su doble Cliff Booth, al que interpreta de manera magistral Brad Pitt (cómo ha mejorado con el tiempo este actor) explotando de manera brutal su vena cómica, que ya sacara el propio Tarantino en Malditos Bastardos. La vida de Dalton está completamente ligada a Hollywood y tiene de vecinos a los recién casados Sharon Tate (Margot Robbie) y el prestigioso director Roman Polanski (Rafal Zawierucha).


Siendo este un film de claro estilo Tarantino, sin duda ha alcanzado la perfección dentro de su propio ámbito. Las escenas de Los Ángeles de finales de los 60, de esa gente del mundo del cine adinerada, que estaban de fiesta casi siempre, aderezadas con una banda sonora magistral (otra vez) son de las que se te quedan marcadas en la retina. Pero es ahí donde Quentin, en ese ambiente cuela sus instintos, sus fantasías, y cómo no, sus clásicos tarantinescos. Ahí están la sátira, la acidez y el sarcasmo del norteamericano a máximas revoluciones, haciendo un equilibrio majestuoso, casi de equilibrista, entre ficción y realidad.


Destacar la presencia de Al Pacino que da vida a Marvin Schwarz, un productor cinematográfico que quiere reconducir la carrera de Dalton, al que ve estancado, haciendo papeles de villano y lejos de su época de gloria, cosa que le hace saber en una charla y que hace enfurecer a la estrella, pero que con el tiempo le hará recapacitar. Tampoco le favorecen sus borracheras, que dificultan que memorice los textos de sus trabajos. Margot Robbie como Sharon Tate está maravillosa, siendo una mujer feliz (embarazada de Roman Polasnki) de ver sus películas en el cine, entrando ella incluso en la sala a ver la proyección.
Pero la pareja Di Caprio-Pitt funciona a las mil maravillas, tienen una química estupenda, teniendo en cuenta que hasta que se une a una mujer, Booth es casi su sirviente a todas horas, ya que su trabajo de especialista ha ido a menos, y su abrupta personalidad, en la que saca los puños en cuanto puede no ayuda.


Y es en ese cuadro de 1969 donde aparecen Charles Manson y su cuadrilla de hippies, que malviven en un rancho perdido, pero cuyas ideas maléficas del tarado de Manson tendrían consecuencias fatales en la vida de la pareja Polanski-Tate. Pero es ahí, en esa parte final del film, donde Quentin varía la historia para darnos un final estrambótico, lleno de sangre, muerte, y no pocas risas. Al fin y al cabo, y como he dicho antes, el director maneja de manera soberbia la delgada línea entre ficción y realidad, pero sale triunfante y victorioso inventándose un final, que seguramente hubiera sido mucho más amable y bonito.
Técnicamente el alarde de recursos visuales, cambios de cámara, planos cenitales y demás recursos que el director ha ido acumulando en su carrera, salen todos a la luz aquí en su noveno film.


Os dejo con el tráiler de esta gran película.

lunes, 18 de enero de 2016

The Hateful Eight (2015)

Cartel del film

El viernes se estrenó la octava película dirigida por Quentin Tarantino, Los Odiosos Ocho, donde el director norteamericano vuelve a hacer un western, después de que ya se introdujera en ese terreno con Django Desencadenado, en la que para mi abusaba algo de metraje, a pesar de ser una extraordinaria película. Pero aquí, vuelve a hacer su homenaje al spaguetti western, los géneros de serie B, además de cierta intriga, suspense e incluso thriller, además de tener ecos de films míticos como Río Bravo, por ejemplo. El ritmo del film cae en la parte central, por lo que la película en algunos pasajes debería reducirse en duración, lo que hubiera ganado en agilidad.


Para esta ocasión, Tarantino vuelve a reunir a varios actores que, digamos, son fetiche para él, como es el caso de Samuel L. Jackson, Kurt Russell con el que vuelve a contar después de Death Proof, Tim Roth al que vuelve a recuperar y uno de los actores con los que más contó en su primera época, el algo cascado Michael Madsen. Por otro lado Jennifer Jason Leigh, Bruce Dern, Walton Goggins y Channing Tatum completan el glorioso reparto, sin olvidar a Demian Bichir. 
Pero aquí el director reincide y abusa de manera increíble en hacer lo que le da la real gana, lo que provoca dos cosas, primero que el equilibrio que estaba en el filo en muchos de sus trabajos aquí se va al precipicio por momentos, y por otro lado siempre ha sido un maestro en dilatar los tiempos, y una cosa que antes era un punto fuerte aquí se atasca, resultando repetitiva y poco ingeniosa con respecto a películas anteriores, es decir no hay avance, a pesar de que sigue estando rodada de manera colosal, algo que sigue siendo un sello del autor. Por si fuera poco, la carnicería final es excesiva, aunque a decir verdad, es la mejor parte del film.


La historia se centra pocos años después de la Guerra de Secesión, donde una diligencia (guiño también a la mítica película de John Ford) va a toda velocidad por Wyoming. Los pasajeros son el cazarrecompensas John Ruth (Kurt Russell) y su fugitiva Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh) a la que no duda en mantener firme, que intentan llegar al pueblo de Red Rock donde la entregará a la justicia por un suculento botín de 10000 dólares. Por el camino se encuentran a dos desconocidos, primero el Mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson), un antiguo soldado de la Unión convertido también en cazarrecompensas de mala reputación y Chris Mannix (Walton Goggins), un renegado sureño que afirma ser el nuevo sheriff de Red Rock. Al aproximarse una ventisca, se refugian en la Mercería de Minnie, parada habitual de las diligencias en puerto de montaña. Allí se topan con cuatro rostros no habituales, Bob (Demian Bichir) con acento mexicano, Oswaldo Mobray (Tim Roth) el verdugo de Red Rock, el vaquero Joe Cage (Michael Madsen) y el general confederado Sanford Smithers (Bruce Dern). Mientras se refugian de la condenada tormenta en la mercería, los 8 viajeros descubren que llegar a Red Rock será complicado. 


Lo curioso, es que las películas de Tarantino tienen la capacidad de dejarte imágenes imborrables para siempre, y una de ellas es ese comienzo con la imagen de Jesús crucificado tallada en madera de Wyoming, sobre la que se imprimen los nombres del reparto coral, y nos anuncian una montaña rusa en la que Samuel L. Jackson, Kurt Russell y compañía van a disfrutar de momentos gloriosos. Pero es en la Mercería de Minnie, donde se cuece todo el bacalao del film y donde se encierran todas las claves del mismo. Allí se juntarán todos los estereotipos de un país como EEUU en la posguerra, cazarrecompensas que viven de eso, palurdos, cowboys, delincuentes de todas las razas y sexos, y una trastienda oculta importante.



En el plano actoral todos están tremendos, pero siento debilidad por Samuel L. Jackson que está soberbio, el propio Kurt Russell, Tim Roth y Walton Goggins, además de la soberbia interpretación de Bruce Dern, al que le tengo un cariño desde Nebraska tremendo.
Pero quizás el director de Pulp Fiction entre otras empiece a repetirse, y en meterse en un callejón sin salida, del que debería salir por su propio bien, para no encasillarse y volverse repetitivo, no es bueno mirarse tanto el ombligo.


Os dejo con el tráiler de los Odiosos Ocho, que es sin duda un reclamo fabuloso.

viernes, 7 de marzo de 2014

Nebraska (2013)

 Cartel del film
 
 
Anoche vi Nebraska en Versión original subtitulada, y disfruté muchísimo, cosa que no esperaba realmente, porque lo que en principio tenía trazas de ser un auténtico drama, tiene tanta chispa y tanto sentido del humor, que no pude sino reírme a carcajadas por los paralelismos que se muestran entre la historia contada y otras que has vivido y que sabes que son muy reales. El tema de la vejez, de saber que te queda poco y querer recuperar aquellas cosas del pasado, recuerdos, sensaciones, pero con un físico y una mente que ya no son los de entonces, es lo que en el fondo nos trae esta gran historia.


Bruce Dern & Will Forte
 
 
Alexander Payne (del que sólo había visto About Schmidt) nos cuenta la historia de Woody Grant (Bruce Dern), un anciano, con síntomas graves de demencia y que se suele perder por el pueblo dónde vive, recibe un "premio" por correo y cree que se ha vuelto rico, y obliga a su receloso hijo David (Will Forte) a emprender un viaje a Lincoln, en el estado de Nebraska, para cobrarlo. Poco a poco, la relación entre ambos, rota por los desvaríos etílicos de Woody, tomará otro rumbo, y pasarán por las más distintas situaciones ante la sorpresa de la madre Kate (June Squibb) a la que llegas a adorar (leches en algunos momentos me recuerda a mi propia madre) y del triunfador del otro hermano Ross (Bob Odenkirk). 





 
Pero una de las cosas que más me llamó la atención del film, aparte de su gran historia, y su mirada sin concesiones a la vejez, pero que se produce dentro de los que podríamos llamar la América profunda como la nada, es como está descrita esa parte del país, pueblos sosos y medio muertos, que están casi aislados del mundo. Cuando inician el viaje a Nebraska, padre e hijo paran en su pueblo natal, dentro del mismo estado de Nebraska, dónde queda una parte de la familia. Pero claro, se corre la voz de que viene a cobrar el premio, lo que hará que aparezcan buitres hasta debajo de las piedras, incluso en la propia familia, y como no, viejas rencillas con algún socio antiguo de trabajo como Ed Pegram (Steacy Keach) y recuerdos del pasado de sus antiguas novias y desvaríos alcohólicos.
 


 
 
 
Pero leches, es que el personaje de Woody tiene bastante de Quijote, quien desde su mirada cansada y clara, nos describe las humillaciones (que vuelve a sufrir al volver al pueblo) y su necesidad de reconquistar la dignidad perdida, para lo que contará con la inestimable y no esperada por él, ayuda de su hijo David (un claro perdedor de la vida, en contraprestación con su hermano Ross). Entre su aparente locura, mantiene una cordura, y la gente de bien siempre tiene buenos recuerdos de él y es apreciado.



Bruce Dern & June Squibb


 
Nebraska también es ilusión y desilusión a la vez, y el blanco y negro deprimente del film, sin matices ni sombras, no hace sino contar con más fidelidad una historia que nos retrae al pasado dónde la depresión y la derrota eran la nota dominante de sus vidas. La música de Mark Orton con ese aire country pero sin voces, donde guitarras acústicas y banjos dominan realzan si cabe, aún más, esa sensación depresiva, pero dónde los toques de humor constantes del film hacen que no pares de reír ante situaciones enternecedoras.




 
 
Muchas escenas valen quintales, desde la aparición en casa de la familia, con los dos hermanos cachondeándose de David por su velocidad de crucero en el viaje, el dantesco karaoke del pueblo (un teatro de los horrores) dónde cantan Ed y sus acólitos, cuando la madre visita el cementerio y no deja títere con cabeza, la escena del robo del compresor de aire por los hijos, el detalle de la furgoneta y su paseo glorioso por el pueblo...
 
Os dejo con el tráiler de ésta maravillosa y muy recomendable película.