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martes, 9 de julio de 2019

Stan & Ollie (2018)


Jon S. Baird dirige este biopic sobre una de las parejas de cómicos de origen británico más famosas, pero que reinaron en Hollywood desde finales de los años 20 hasta bien entrada la década de los 40, en el pasado siglo XX. Posteriormente, su carrera se centró en los teatros, en la cuesta abajo de su carrera, y es ahí, en esos últimos años, en los que está centrada esta película. Como es lógico pensar, hubiera sido más fácil y sencillo ocupar la cinta con los años de vino y rosas, los de más fama del dueto, pero sin embargo el director opta por un enfoque más melancólico, con todos los achaques de la vida, que ya siendo mayorcitos les afecta en todo, además de tener que hacer fuertes campañas de publicidad para que el público fuera a verlos.


Steve Coogan (Stan Laurel) y John C. Reilly (Ollie Hardy) están simplemente soberbios interpretando a la mítica pareja, y eso eleva la calidad del film de manera muy importante. Pero al principio de la película, se nos sitúa a los personajes en su época de apogeo, y nos da muchas de las claves de cosas que suceden en aquella época que luego años más adelante, serán rencillas entre ambos, algo que afeó su relación laboral. A partir de ahí, se produce el salto en el tiempo de casi 20 años, donde han aceptado hacer una gira teatral por Reino Unido, con el fin de cerrar el acuerdo para hacer un film que es una parodia sobre Robin Hood, sobre la cual no dejan de sacar ideas de la chistera continuamente.


Es entonces, cuando la película se centra en esos Stan & Ollie mayores, con un Hardy cuyos problemas de obesidad y de no cuidarse han ido más allá. Pero también todo es distinto, tanto a nivel individual como en el dúo que ambos forman, y de cuya grandeza hasta ellos mismos son conscientes, ya que la química que existía entre ambos era monumental, cosa que se notaba cuando Hardy debía ser sustituido, y el sustituto siendo buen actor no tenía esa química de años con Stan, lógicamente. También en esos años, ambos tienen parejas sentimentales estables de larga duración, y hay una curiosa relación paralela, en la que las mujeres son completamente opuestas y rivalizan, como si fueran un dúo humorístico también, ellas son Lucille (Shirley Henderson) e Ida (Nina Arianda).


Y es ahí justo, donde la película transmite una enorme melancolía e incluso diría un punto de tristeza y amargura. Cuando sus representaciones empiezan a llenar teatros en Reino Unido, después de un duro comienzo, ya que la ansiada parodia de Robin Hood no acaba de salir adelante, es donde se le nota a Stan que alterna la alegría por el éxito, con las dudas que le surgen con todo lo demás. Digamos que la camaradería y el encanto de unos tipos que provenían de la época más gloriosa de los cómicos, que fueron compañeros de Charles Chaplin, Harold Lloyd o Buster Keaton, podría verse alterada más tarde que temprano.


Pero para mi la gran virtud del film, es hacernos ver que detrás de esos enormes humoristas, había dos personas que tenían sus vidas y que su dúo y los personajes que cada uno interpretaba, fueron en muchos momentos suplantadores de su propia personalidad, o dicho de otra forma, que Stan & Ollie se comieron a sus valedores.

Os dejo con el tráiler del film.

domingo, 12 de mayo de 2019

The Sisters Brothers (Les Frères Sisters) (2018)


Jacques Audiard dirige esta co-producción francesa-americana con participación española y rumana que nos cuenta las peripecias de dos hermanos en Oregón hacia 1850. El propio Jacques y Thomas Bidegan adaptan la novela de Patrick Dewit. Charlie y Elie Sisters, interpretados por unos maravillosos Joaquin Phoenix (no sorprende) y John C. Reilly, son dos hermanos sin padre (lo mató Charlie) con maneras de ser y aspiraciones completamente opuestas y diferentes, aunque comparten el trabajo de hacerle labores digamos poco gratificantes al Comodoro de su ciudad, al que da vida Rutger Hauer, aunque solo se le vea fugazmente en dos escenas. Pero ellos se complementan y evidentemente se defienden el uno al otro, ya que su trabajo les hace estar al filo de la muerte constantemente.


Estos dos hermanos recorren el oeste a golpe de pistola, siendo implacables tiradores y aniquiladores natos, en una época donde imperaba la fiebre del oro. Su último encargo es encontrar a un químico que tiene una fórmula infalible para detectar oro, sin tener que hacer búsquedas interminables, aunque ello conlleva su riesgo. Ese químico es Hermann Kermit Warm (Riz Ahmed), al que persigue John Morris (Jake Gyllenhaal) y que se acabará haciendo su socio, aunque su labor inicial era dejarle a Warm en bandeja a los hermanos para sustraérle la fórmula. Media película es la persecución, entre paradas, borracheras, noches a la intemperie con animales que les atacan y traumas del pasado que nos les dejan dormir.


Así los Hermanos Sisters van sufriendo una evolución en todo el trayecto, sus conversaciones, su manera distinta de ver las cosas, cambiará ya definitivamente cuando llegan a San Francisco y más concretamente cuando conocen a Warm y Morris. El exceso, la muerte, y pegar tiros, podrían cambiarse por algo más productivo y sin tanto riesgo.
Hablamos de un western atípico, que por un lado tiene los típicos tópicos, pero por otro aporta ese lado más racional y menos salvaje, encarnado por el papel de Riz Ahmed sobre todo, un tipo algo filósofo de la vida, pero también con mentalidad emprendedora y empresarial.
Nunca se ha de olvidar la codicia del hombre, y si hay oro de por medio mucho más.
El final del film es de lo más tierno que he visto en años.


Os dejo con el tráiler de este buen film.

jueves, 16 de marzo de 2017

Kong: Skull Island (2017)

Cartel del film

Muchos de vosotros pensaréis que ya está aquí otra vez la historia de King Kong, que ya no saben como darle más vueltas y demás. Bien, como todo el mundo sabe, la historia de Kong, el Rey Kong, ese gorila gigante de ternura y amor también enormes, siempre perseguido y víctima de la estupidez humana que no le entiende ni le comprende, nace con su primera película en aquella mítica cinta en blanco y negro de 1933 dirigida por Merian C. Cooper y Ernest B. Shoedsack. Con el paso de los años ha tenido remakes, secuelas y diferentes versiones. Aquí la diferencia con respecto a las otras, reside en la época en la que se centra, los años 70.


En la primera escena vemos como dos pilotos, uno americano y otro japonés caen en una isla desconocida y perdida en plena Segunda Guerra Mundial, y perciben la presencia del gorila. Años más tarde, en 1973, justo cuando está acabando la Guerra de Vietnam, un variopinto grupo de exploradores intrépidos encabezados por Bill Randa (John Goodman), que consigue el dinero y el permiso del senador correspondiente, se une a un grupo de soldados reclutado para viajar a una misteriosa Isla del Pacífico con tormentas continuas y sólo vista por imágenes de satélite. En ese grupo se encuentran James Conrad (Tom Hiddleston), el teniente coronel Packard (Samuel L. Jackson) y una fotoperdiodista (Brie Larson).


Una vez allí, al adentrarse en tan fascinante isla, y dejar sus huellas en formas de bombas rastreadoras, se encontrarán con que están invadiendo los dominios de Kong, el gorila gigante que domina esa parte del mundo, que arremete contra todos los helicópteros.
Marlow (John C. Reilly), aquel piloto de la escena inicial, y que vive en la isla desde entonces con los aborígenes del lugar, esperando la venida de alguien, será quien les enseñe los secretos de la isla, además de dar a conocer al resto de la fauna y monstruos que lo habitan. Por cierto el único personaje que está bien desarrollado y tiene una tremenda historia bien contada.
Es más que evidente, que este film se aparta bastante de la más tradicional historia de Kong y crea la suya propia con una excelente puesta en escena, pero con unos personajes, que sinceramente están muy poco trabajados.


Pero aquí si que hay algo en lo que se incide, y que siempre ha rodeado la historia, y es que la presencia del gorila en la isla, el único superviviente de su especie, consigue un equilibrio ecológico en la misma, poco entendible para mentes militares, como la del Coronel Packard que le ve como un enemigo. Es gracias a su lucha contra otros monstruos de la isla, como el enorme gorila hace que el ecosistema de la misma perdure, y haga vivir en paz y armonía a los habitantes de la misma que le tienen venerado como a un Dios, ya que les protege continuamente. Es el lugar donde mito y ciencia se encuentran, como dice el personaje de John Goodman.


Por parte del director Jordan Vogt-Roberts, juega muy bien con el material y el presupuesto que Warner le pone entre manos, y lo aprovecha, centrando sus esfuerzos en lo visual, teniendo en cuenta que en lo argumental había poca chicha. La presencia de Kong, y su lucha no solo con el pequeño ejército comandado por Packard, sino también con los monstruos que pueblan el lugar, está perfectamente visualizado, con gran uso de los colores, excelente fotografía, detalles ambientales y demás, con referencias y guiños a Apocalipse now por ejemplo, incluso también con la banda sonora, muy de la época en cuestión.
También la presencia femenina de Brie Larsen y su roce cariñoso con Kong recuerda mucho a la cinta original, algo que lógicamente debía de suceder.


Así nos encontramos ante una película muy divertida, que nunca te aburre y con la que disfrutas enormemente con sus efectos especiales, para hacer olvidar a unos personajes algo paupérrimos que cuando tienen la oportunidad de salir a flote, lo tiran por la borda.

Os dejo con el tráiler de la película.

miércoles, 24 de junio de 2015

State of Grace (1990)

Cartel del film


En 1990 Phil Joanou dirige a un reparto joven pero de lujo en El Clan de los Irlandeses, y llama poderosamente la atención el poco reconocimiento de este film, o quizás mejor decir desconocimiento por parte del público en general, aunque la crítica cinematográfica siempre la ha tratado muy bien a los largo de los años. Esta película sirvió de trampolín, para su exitoso futuro en Hollywood, a gente como Gary Oldman, Sean Penn, John Turturro, etc., pero sin embargo su director apenas ha realizado media docena de películas en los últimos 20 años, la mayoría de ellas para televisión, quizás la muerte de su guionista Dennis McInttyre, justo después del rodaje, algo que pudo afectarle. 


Hablamos de un film que no aporta nada nuevo sobre el cine de gangsters, eso si, la historia está bien construida sobre lugares comunes y plagada de tópicos sobre todo de los irlandeses, ya se sabe, bebedores, juerguistas y violentos, pero eso no ensombrece a una película muy bien realizada y donde el trabajo de los actores es soberbio, ahí está el gran valor para mi, sobre unos personajes bien construidos y coherentes.
Tras diez años de ausencia, Terry Noonan (Sean Penn) regresa al conflictivo barrio de Hell's Kitchen en New York, e ingresa en un grupo mafioso irlandés. El jefe de esa banda es Frankie Flannery (Ed Harris) para el que trabajan algunos amigos de la infancia de Terry y de Jackie (Gary Oldman), el exaltado hermano de Frankie. Al entrar en la banda, Noonan se enamora de Kathleen (Robin Wright), la hermana de los Flannery.


El clásico del policía que vuelve al barrio donde se crió como infiltrado, para hacer caer a sus antíguos compañeros, sirve de base para construir las más de dos horas de drama criminal donde no sobra ninguna escena.
Noonan es un personaje clave, un tipo atrapado por sus diferentes lealtades, una a su jefe de policía Nick (John Turturro), hacia sus antiguos amigos a los que tiene que enchironar, Jackie y Frankie, y en tercer lugar la hermana de éstos, con la que antaño tuvo un romance que se vuelve a reavivar. Noonan es uno de esos personajes torturados, que a Sean Penn se le dan de vicio, y que pronto se verá atrapado en una caída libre de alcohol y violencia de la que difícilmente podrá salir. La actuación de Gary Oldman es de esas para recordar.




Por si fuera poco la música corre a cargo de Ennio Morricone, sobran las palabras.

Os dejo la escena mítica del tiroteo final.